PRIORIDADES EN EDUCACIÓN

lunes, 30 de noviembre de 2015
Los vertiginosos cambios que venimos sufriendo, con mayor o menor fortuna, parecen abocarnos a una educación que corre el peligro de diluirse entre inacabados proyectos, titulitis o certificados absurdos, obsolescencias programadas u otras ocurrencias provenientes mayormente de la administración.

prioridades educación cambioTodos deberíamos tener claros que la prioridad de cualquier sistema educativo son los alumnos. Unos alumnos que necesitan docentes preparados que dispongan de recursos materiales y pedagógicos suficientes. Para ello necesitamos el apoyo de una admninistración que debiera ser visionaria y unos centros educativos con unas líneas metodológicas claras que permitan innovar sin caer en  burdos experimentos o modas del momento. 

No podemos bombardear a los docentes, con una carga lectiva y unos ratios alumnos-aula mayores que en el pasado, con un sinfín de nuevos proyectos que provocan el descuido de la enseñanza. Es un sinsentido comenzar a formar a todo el profesorado en otras lenguas que no van a ser capaces de enseñar en condiciones. Es irracional que los docentes empleen tiempo y dinero en certificaciones que no suponen mejora alguna del proceso de aprendizaje de sus alumnos. Es absurdo ponernos a importar modelos educativos de países o regiones completamente diferentes a las nuestras. Por no hablar de dudosos rankings que igualan a la educación con cualquier otro sector productivo.

Estoy a favor de experimentar y buscar nuevos caminos para motivar a los alumnos, a la par que mejoramos sus competencias personales y profesionales. Ello no es óbice para plantearnos sosegadamente qué nos aporta una u otra tecnología, qué inversiones son prioritarias y si vale la pena el esfuerzo. Para ello hay muchos docentes "expertos" y en activo que pueden ser consultados. 

La búsqueda del cambio educativo parece ser una elección inevitable de los responsables educativos, tanto de los centros como de la administración pública. Un cambio urgente que venimos demandando muchos docentes hartos de libros de texto, una evaluación meramente memorística, clases magistrales y una competitividad insana.  Este cambio necesita que los docentes salgan de la famosa "zona de confort", pero no puede suponer un estrés sobreañadido que impida centrarse en el alumno sin perder de vista una exigencia y esfuerzo común.

Internet ha sido un antes y un después para la educación. Ahora, con toda esa información y conocimiento disponible, es el momento de asimilar y digerir un cambio centrado en el alumno y en la memorabilidad de la escolaridad. Memorabilidad urgente, sosegada, pero sin abrumar al personal.

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¿CÓMO TRATAR A LOS ALUMNOS?

domingo, 15 de noviembre de 2015
¿Profesores versus alumnos? Pese a los muchos avances, educativamente hablando, que estamos experimentando. Pese a la añoranza de algunos de la figura endiosada del profesor merecedora de un trato supremo -más por temor que por otra cosa-. O pese a la moda de ser siempre "políticamente correcto"; sigo escuchando o leyendo ejemplos donde la figura del profesor, a través de actitudes, acciones o comentarios, parece estar por encima del alumno, de sus sentimientos o de sus particularidades y necesidades.

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El último ejemplo, leído en el artículo "Sin palabras" de XarxaTIC, un docente sirve de muestra de ese ejercicio de superioridad, sobrevenido, tal vez, en el acceso a la práctica docente. Una prepotencia que se huele en algunos docentes que perciben al alumnado como una raza inferior o casta menor. Docentes que parecen estar por encima del bien y del mal, que incluso comentan públicamente cuestiones estrictamente personales. Profesores que se atreven a darle a un "me gusta" en un comentario despectivo vertido por un colega. ¡Imáginad el revuelo que causaría un comentario peyorativo de un médico sobre un paciente!

No acabo de entender esa necesidad constante de separar al alumnado del profesorado a través de espacios físico delimitados o mediante una aureola intangible de omnipotencia infinita. Como alumno me gustaría ser tratado de tú a tú, siempre con respeto, sin sentirme juzgado ni con temor a que ese profesor/a haga uso de sus poderes extraordinarios -vía notas o sanciones-.

Se puede ser cercano al alumno y exigente al mismo tiempo. Podemos -y debemos- ser objetivos y tener en cuenta las circunstancias personales y sociales de cada alumno;  somos profesionales y nos debemos a todos los alumnos, no sólo a aquellos aplicados o discretos. No es necesario crear barreras para que los alumnos sean considerados y muestren cortesía con nosotros o con sus compañeros de aula. Incluso se puede, aunque algunos lo duden, aprender disfrutando en el aula.

La admiración del alumno por su profesor se produce cuando hay una afinidad y acercamiento sincero. Podremos embutir sus mentes de contenidos, con mayor o menor éxito, pero sólo seremos memorables si actuamos como un compañero durante su aprendizaje.

Contestando a la pregunta que da título a este post, ¿cómo tratar al alumno?, me quedo con tratarlo. al menos igual de bien, como nos gustaría que hicieran con un hijo nuestro.

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PIRÁMIDE DE NECESIDADES DEL DOCENTE

viernes, 13 de noviembre de 2015
Siguiendo el modelo del citadísimo Abraham Maslow, os dejo con una pirámide de las necesidades que todo docente debiera ver satisfechas. La jerarquía o el orden de prioridades puede variar en cada profesor, ya que estamos hablando de niveles que para unos tienen más importancia que para otros; unos niveles por los que, afortunada o desafortunadamente,  vamos transitando según el momento de nuestra vida personal y profesional.

Aún así, independientemente de estas necesidades particulares, lo ideal sería que todos deseáramos ser ese profesor o maestra memorable que todo alumno recuerda de su etapa escolar.

¿Algún escalón más que añadir?

SI LA ESCUELA FUNCIONARA COMO UNA EMPRESA

martes, 10 de noviembre de 2015
En los últimos tiempos existe una tendencia que busca la mercantilización de la escuela como una institución que compite en el mercado y que debe por ello ser competente en todas sus áreas de actuación: organización docente, dirección, contratación, aprovisionamientos, marketing, servicios ofrecidos, etc.

escuela empresas educaciónProbablemente, si los centros educativos actuaran únicamente como empresas con ánimo de lucro, muchos responsables educativos, políticos o ponentes y dirigentes de organismos nacionales e internacionales, alabarían su funcionamiento. Se acabarían, tal vez, las excusas o los ataques a una escuela que dicen disfruta de unos privilegios que no tienen otros sectores y que son supuestamente responsables de la "mala" formación de sus alumnos.

Si cada escuela funcionase meramente como una empresa, ésta perdería su razón de ser y parte de la visión humanista y función social que representa. Si los centros educativos se dedicaran a optimizar su materia prima -los alumnos- perderíamos esa finalidad social. Si los docentes trabajaran sólo bajo primas o sueldos variables se acabaría gran parte de la pasión existente en esta profesión. Si los programas sólo atendieran a competencias técnicas, estaríamos edificando una sociedad más fría e impersonal. Si los directivos se centrasen en competir con otras escuelas, perderíamos -si no lo hemos hecho ya- las ventajas de una cultura colaborativa.

No estoy en contra de la mejora, ni mucho menos de la urgente necesidad de cambio de nuestra escuela actual. Es evidente que las formas de enseñar y aprender han evolucionado, al igual que la sociedad, y que nuestro sistema educativo ha quedado rezagado; precisamos mejores recursos tecnológicos y conectividad, igual que cualquier empresa puntera, pero, aún más, necesitamos una formación y actualización diferente del profesorado que sirva de motor de un cambio educativo imprescindible.

Aún así, no podemos caer en la mercantilización de una educación centrada en los resultados y en unas supuestas competencias únicas que exige el mercado laboral. Las competencias personales, la dignidad, la inclusión, la justicia social, la solidaridad o la responsabilidad son parte fundamental de una educación transformadora y no sólo transmisora de conocimientos técnicos ("Replantear la educación". Ediciones UNESCO).

La educación debe ser esa etapa memorable y catalizadora de valores y actitudes que permanecen a lo largo de nuestra vida personal y profesional. La escuela debe ser faro de la sociedad y, por ende, del mundo empresarial; los negocios no pueden ser nuestro timonel principal.

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UN MENTOR PARA CADA DOCENTE

jueves, 5 de noviembre de 2015
En los últimos días están apareciendo propuestas, más o menos sensatas o aplicables, con el fin de mejorar nuestro sistema educativo. Aparte de la muy necesaria vuelta de tuerca de la formación permanente del profesorado, encuentro deseable la creación de la figura del mentor para aquellos docentes que se inician en esta profesión.

mentor docente profesor
En mi caso, seguramente habría ganado unos cuantos años si al inicio de mi ejercicio profesional hubiera encontrado un acompañante que me hubiera abierto los ojos para no seguir perpetuando un modelo educativo basado en las clases magistrales, en el ordeno y mando, en el libro de texto o en una evaluación basada en exámenes escritos.

Si cada joven docente dispusiera de un mentor/a durante su primer año como profesional, nos ahorraríamos un tiempo precioso -y extenso- que muchos profesores necesitan para aprender a hacer las cosas de otro modo. Estar acompañado en el aula, y no comenzar solo ante el peligro, puede ser de gran ayuda a cualquiera que comienza a enseñar a un grupo de niños, adolescentes o jóvenes.

En todos los centros educativos existe siempre buena materia prima: docentes experimentados y que apuestan por el cambio educativo. Son estos docentes los que tienen en sus manos seguir alimentando el cambio a la vez que apoyan a otros nuevos maestros o profesores que se están iniciando en el complejo mundo de la enseñanza. Pretender profesores cercanos, innovadores, creativos, que trabajen en equipo... resultaría más fácil a través de la asimilación junto a un mentor.

No tiene sentido alguno que, tras una oposición o un grado universitario, pese a haber realizado un máster de aptitud pedagógica, una persona se enfrente a la labor docente sin el acompañamiento de un colega que asesore, oriente y guíe su práctica docente. Pese a las prácticas o a los créditos cursados, es una lotería caer en un centro donde un docente novel pueda transformar su modo de enseñanza y aprendizaje de una forma espontánea y razonablemente rápida.

Si realmente buscamos mejorar la educación, necesitamos que los profesionales más jóvenes comiencen apostando desde del primer día por un cambio donde los alumnos deben ser los protagonistas de su aprendizaje a través de metodologías activas y siempre con la mente puesta en la búsqueda de experiencias memorables.

Sería necesario un buen mentor que te enseñe a iniciarte en las redes sociales para ampliar el entorno personal de aprendizaje (PLE), que te recomiende lecturas, que te ayude a conectar con los alumnos, que te haga reflexionar sobre la importancia de esta profesión, que te descubra no sólo algunas herramientas TIC sino otras metodologías, que te inicie a trabajar en equipo con otros compañeros y que te de el empujón necesario para disfrutar de esta profesión única.

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ESCUELA DE FUTURO O EDUCACIÓN RETRO Y VINTAGE

domingo, 1 de noviembre de 2015
Que existen corrientes que buscan el cambio educativo es una realidad innegable. Que hay docentes innovadores esparcidos por las aulas es fácilmente comprobable a través de las redes. Que la gran mayoría de centros educativos arrastra una pedagogía retro es, desafortunadamente, otra realidad con la que convivimos (unos mejor que otros).

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No tengo ni idea a donde nos llevan los vertiginosos cambios tecnológicos y sociales que hoy vivimos. De lo que estoy seguro es que la escuela debe no sólo adaptarse a ellos, sino también ser una parte fundamental del cambio; y no lo estamos siendo. Nos dejamos arrastrar por modas, el mercantilismo tecnológico o un mal llamado marketing que acaba resultando más fachada que otra cosa.

Echo en falta una escuela que cree tendencia. Una escuela que, junto a las familias, sea un espacio conformador de valores de convivencia que se reflejen posteriormente en el mundo laboral. Una escuela que sea un espacio humano por encima de todo. No podemos tener una escuela donde las buenas intenciones se queden en un mural de cartulina que se despega fácilmente en cuanto comienza el alumno su vida profesional.

Para ello, debemos ponernos por delante del mercado, de las herramientas tecnológicas disponibles -que son complementarias- y de las múltiples competencias que se demandan laboralmente. Como docentes podemos ser más transgresores, valientes, decididos o disruptivos. No podemos seguir haciendo más de lo mismo, sometidos a un libro de texto, a lo que se ha hecho toda la vida; exámenes y cuatro actividades complementarias. Crear, hacer pensar, discutir. Todo menos seguir dejando la iniciativa a políticos o comerciales.

En el marco de las leyes educativas tenemos espacio para llevar esta iniciativa. Pese a reválidas, recortes y falta de consenso, hay espacio para transformar el aula en un lugar diferente, lejos de la competitividad insana, los rankings o jornadas escolares estresantes. ¿Cómo hacerlo? No tengo la respuesta, pero hace falta mucha pedagogía para con las familias, los docentes y los equipos directivos que deben ser los impulsores -de común acuerdo y con pleno convencimiento- de esta transformación.

No podemos seguir instalados en escuelas retro donde se siguen métodos de hace más de cincuenta años, ni escuelas vintage, donde pese a las tablets o pizarras digitales, se sigue evaluando y tratando de enseñar como a principios del siglo pasado.  La modernidad pasa por escuelas que sean únicas para cada alumno, donde el proyecto de centro suponga un trabajo en equipo y a la vez una tarea diferenciada de cada docente; donde las emociones y la humanidad impregnen todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.

photo credit: Cycle Messenger via photopin (license)
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