NO LO SÉ

sábado, 19 de octubre de 2024

 


Me asombra la capacidad de algunas personas en tener respuesta para todo. La convicción con la que afirman argumentos o refieren su experiencia hacen dudar hasta al más experto. Aún sabiendo de la falsedad de sus tesis, una mayoría prudente calla por evitar conflictos. Así ocurre tanto en las relaciones personales, donde algunos hacen de la sinceridad un ejercicio de mala educación; como en las relaciones profesionales donde quedar por encima es una mala decisión a largo plazo por el rechazo que supone. La impopular repelencia.

 

Con los estudiantes, también es fácil caer en la pedantería. Pese a que por sus menores conocimientos e inmadurez no sean conscientes de la impertinencia del supuesto sabihondo. Cuando hablamos de los peligros de adoctrinar, tal vez no vemos que el adoctrinamiento más nocivo no viene de confrontar unas ideas contra otras, sino que el peligro se origina al ofrecer una visión sesgada, sin autocrítica o carente del conocimiento debido. La modestia algunos la perciben como debilidad, no como un valor que se basa en comprender que no somos infalibles. Incluso, decir un "no lo sé", nos honra ante tanto atrevimiento derivado de la imprudencia, la inseguridad o la soberbia.


A menudo, ese atrevimiento venía de la mano de los más jóvenes. La insolencia suele ser consustancial a la juventud. Sin embargo, o hemos prorrogado la duración de esta etapa, o parece que cada vez más adultos profieren sin vergüenza juicios o valoraciones sin un conocimiento mínimo de base. Nos atrevemos con todo: derecho, psicología, literatura, matemáticas, medicina... no hay materia en la que cualquier aficionado o profesional principiante atrevido pueda contradecirte a pesar de la erudición de su interlocutor o del autor puesto en entredicho. Solo hace falta ver el currículo de algunos responsables políticos o el bagaje de los supuestos expertos que en ocasiones forman al profesorado. 

 

La edad ya no es un criterio seguro para validar la idoneidad de un profesional; pero, en mi opinión, algo contribuye una larga carrera profesional a la hora de emitir juicios o trasladar conocimientos y cultura. La juventud nos aporta distintas cualidades que, con el tiempo, solemos desdeñar por falta de energía, prudencia excesiva o simple tranquilidad personal. Aunque tampoco tiene sentido, como he conocido recientemente, la inclusión de un chico de trece años como formador en un curso de carácter tecnológico. Nos estamos pasando de frenada con la disrupción u otras innovaciones varias. 

 

Ahora, cuando parecen estar de moda los resúmenes y las síntesis de cualquier tipo de texto, no hay persona que no tenga respuesta para todo gracias a la aplicación de su IA generativa de turno. El descaro tiende a ser crecer cuando desde cualquier ChatGPT podemos obtener una respuesta supuestamente verdadera sobre cualquier temática. Incluso nos vanagloriamos de que no hace falta leer un estudio desde el principio hasta el final, ni visionar una charla completa o escuchar la totalidad de una conferencia, cuando hay una herramienta de inteligencia artificial que lo hace por ti. Y, además, dicen que esa IA evalúa con mayor corrección e imparcialidad que cualquier otro profesional. Permitidme dudarlo. ¿No estaremos creando una sociedad todavía más engreída? 

 

La mercadotecnia, la insustancialidad de las redes sociales, el ansia por certificar todo y el exceso de confianza en cualquier tecnología disruptiva, nos vuelve irreflexivos. Toleramos lo que haga falta para no ser considerados caducos ante discursos adornados o con promesas de recetas fáciles. Somos temerarios cuando buscamos la vía rápida junto a los alumnos y simulamos una enseñanza y un aprendizaje donde el estudiante elabora con IA y el docente corrige con IA. Y todos contentos. En lugar de reconocer todo lo que no sabemos y que podemos aprender de las mejores fuentes posibles que hoy en día tenemos fácilmente a nuestra disposición. ¿Tanta prisa tenemos? No lo sé. 


Foto de Jon Sailer en Unsplash

DIEZ RAZONES PARA IMPLEMENTAR PROYECTOS Y RETOS EN FP

jueves, 17 de octubre de 2024

Ahora que la nueva Ley de FP nos redescubre los proyectos o retos y nos incentiva su introducción a través de unas metodologías (ABP, ABR, APP, PBL, APS...) que muchos centros y docentes han puesto en marcha a nivel de ciclo o a través de uno o varios módulos, merece la pena seguir caminando en esta dirección por distintas razones:

 

1. La motivación. El diseño de un reto o proyecto que se acerque a la realidad profesional y al entorno laboral futuro del estudiante aporta motivos extra para su satisfacción con la formación recibida. Si logramos además conectarlo con sus intereses, ya tenemos la combinación perfecta para un lanzamiento exitoso. Sin olvidar la trascendencia y visibilidad, más allá del aula, que debemos dar a la presentación de sus productos o soluciones finales.  

 

2. El trabajo en equipo de los docente y el alumnado. Estas metodologías conllevan un trabajo colaborativo donde lo ideal es que el profesorado lo diseñe de modo que los responsables de los módulos participantes participen desde el principio hasta el final de cada proyecto. Además, el alumnado también debiera trabajar a través de equipos de trabajo heterogéneos donde todos puedan aportar a través de una organización formal y unas responsabilidades asumidas. 

 

3. La digitalización. Un reto es una oportunidad para incluir aquellas nuevas tecnologías o herramientas digitales que son una realidad o tendencia en el sector profesional del ciclo formativo. Nos ayuda a obligarnos a plantear su introducción a la par que todos aprendemos las bondades e inconvenientes de su aplicación en el aula.  

 

4. La programación. Un proyecto puede ser útil para alcanzar aquellos Resultados de Aprendizaje (RA) que más nos cuesta introducir en las programaciones del ciclo formativo. Incluso, podemos idear proyectos desde aquellos RA menos trabajados o que difícilmente podrán llevar a cabo durante su formación en las empresas. Asimismo, un buen diseño de un reto nos facilita la visión global del ciclo y la complementariedad de los distintos módulos que lo componen.  

 

5. La memorabilidad. Hay proyectos que por su carga social, emotiva o las experiencias que conllevan, dejan una huella en el aprendizaje del alumnado. Incluir esa particularidad a un proyecto facilita tanto su ejecución como una formación que perdura en el tiempo.  

 

6. La evaluación. Este tipo de metodologías son la oportunidad perfecta para introducir una evaluación formativa que valore el proceso, aporte feedback durante su realización y corrija los defectos o imperfecciones que siempre aparecen hasta lograr un producto final lo más impecable posible.  

 

7. Metodologías. Este tipo de diseños para la enseñanza y el aprendizaje en la FP, no está reñido con otras metodologías como la instrucción directa. A menudo es necesario profundizar en ciertos conocimientos y competencias para luego hacer uso de ellos durante el desarrollo del proyecto.  

 

8. Competencias duraderas. Conocemos sobradamente la importancia de esas competencias profesionales (curiosidad, colaboración, flexibilidad, creatividad, resolución...) que marcan la diferencia en la empleabilidad de los estudiantes. Un reto es un medio perfecto para contemplar este tipo de competencias que ahora algunos denominan como "duraderas" (durable en lugar de soft) y que tienden a tener más importancia en un mundo profesional donde la IA comienza a facilitar muchos procesos técnicos.

 

9. Experiencia. Este tipo de metodologías, a pesar de su supuesto carácter innovador, son una realidad en el mundo educativo y en la formación profesional desde hace siglos. En la actualidad hemos diseñado ciertos marcos conceptuales que nos ayuda a extender este modelo de enseñanza y aprendizaje para facilitar su implementación por parte del profesorado. Los primeros progetti aparecieron en 1577 con la fundación en Roma de la Accademia di San Luca para la formación profesional de distintos artesanos (García Doval, Fátima. La educación es otra historia) y ahora hemos aportado distintas variantes y objetivos para seguir con una metodología que se caracteriza por la libertad que concede al estudiante. 

 

10. Activación. Durante la etapa del diseño, ejecución y evaluación de un proyecto, reto o problema profesional, estamos obligados a pensar, estudiar, discutir y crear nuevas oportunidades para el aprendizaje de nuestro alumnado. El día a día en el aula no ayuda mucho a activar estos verbos, y, los proyectos, nos exigen recolocarnos si queremos diseñar una oportunidad de aprendizaje realmente valiosa. Son un estímulo.

 

Afortunadamente, cada vez hay más recursos y formación de calidad para iniciarse de un modo efectivo en este tipo de metodologías. En la siguiente web os dejo con una recopilación de materiales y herramientas que os pueden resultar útiles al respecto: Recursos para diseñar proyectos y retos para FP

 

 

10 razones para implementar retos y proyectos en FP


 

DISCUTIR PARA EDUCAR PROFESIONALES

martes, 15 de octubre de 2024


Siempre preocupa que los más jóvenes no tengan cierta conciencia social sobre los transformaciones que implica la introducción de nuevas tecnologías en nuestras vidas. La solidaridad, la empatía, la inclusión o la diversidad parecen conceptos abstractos que pueden no percibir necesarios o incluso encontrar inútiles en una sociedad que no les ofrece las oportunidades o los medios que necesitan para desarrollarse personalmente. Ciertos discursos calan y, por mucho que aportes datos, hay ciertas ideas fijas o sentimientos donde el debate y la reflexión es peliaguda. Y nos toca discutir y provocar polémica.


Los sesgos de la IA que favorecen el sexismo, la homofobia, el racismo o cualquier otro tipo de discriminación, no son considerados siempre un problema. El uso responsable de las redes sociales parece un tema de adultos viejunos escandalizados porque una multinacional no quiere controlar a delincuentes, acosadores y pederastas que se cuelan en las cuentas de los más chicos. La culpa siempre la tiene el otro: las familias, las empresas, el gobierno, el sistema... El discurso de que cada uno se apañe por su cuenta se expande y lo que le ocurra a otros no es problema mío. Aquí al lado o a miles de kilómetros. La geopolítica es un término extravagante. Precioso panorama. Sin embargo, todos estos asuntos son oportunidades inmejorables para hacer uso de la dialéctica. 


A nivel docente ya he insistido en otras ocasiones en la necesidad de incluir expresamente esta serie de valores, el cuidado de la identidad digital y esas competencias personales que ahora trabajamos de un modo más o menos formal según la sensibilidad y formación del profesorado. Los nuevos módulos de FP son de hecho una oportunidad para caminar en este sentido. Más allá de ciertas charlas o vídeos que puedan ser de interés (fundamental el reportaje sobre Meta) siempre es recomendable un debate sosegado con información comprensible y contrastada para nuestros estudiantes. 

 

No hay que ser catastrofistas ni agoreros con la juventud, pero conviene dar baños de realidad a muchos chavales que no ven más allá de su círculo cercano o, peor aún, de lo que le recomiendan los algoritmos de sus redes sociales. Da pereza la discusión, así como cansan los sermones; pero desde nuestra posición tenemos una credibilidad mayor de la que pensamos. Disponemos de muchas lecturas, documentales, películas o podemos montar proyectos -excelente oportunidad- con el fin de acrecentar estos saberes inútiles técnicamente pero valiosos a nivel humano. Discutir y entrar en conflicto, actuando de forma respetuosa, también es muy educativo.


Bastante tenemos con intentar acabar la programación de los módulos, pero no nos queda otra que pringarnos de vez en cuando con cuestiones que puedan tener un impacto en las vidas de los estudiantes o de sus familias a la hora de afrontar la convivencia. El verbo educar trasciende al de formar. Como afirma Victoria Camps: "Si educar es guiar y es extraer de la persona lo mejor que lleva dentro, hay que saber qué es lo mejor y qué es lo peor; por lo tanto, hay que tener criterios para educar, hay que tener criterios para dirigir." La FP debiera ser una educación profesional donde los docentes seamos capaces de diferenciar lo que es conveniente para el estudiante, fomentando la autonomía que requerirá en su futuro, pero haciéndole consciente de la necesidad de respetar unas normas que protegen la libertad de todos. Discutamos y convenzámosles.


Foto de Frank Eiffert en Unsplash

10 INCOHERENCIAS DOCENTES

lunes, 14 de octubre de 2024

 


 

En cuanto te paras a pensar en las incongruencias personales que cometemos como educadores, te das cuenta del camino que nos queda por recorrer para ser íntegros y no seguir atrapados en esa falta de coherencia donde no siempre hacemos lo que decimos. Sabemos que el ejemplo es uno de los mejores maestros, pero no siempre somos ejemplares en el aula, fuera de ella, o a lo largo de esa actividad digital que desarrollamos con mayor o menor acierto. Me he dispuesto a listar una serie de comportamientos habituales donde suele patinar esa congruencia que se nos supone:

 

1. Uso del móvil. Nos hartamos a despotricar sobre el uso y abuso que hacen los más jóvenes de sus dispositivos. Nos alarmamos por el exceso de tiempo que dedican a consumir contenidos digitales de todo tipo y, principalmente, como un medio de ocio personal y comunicación con sus allegados. Se supone que con más de 30 horas de consumo del móvil ya tenemos un problema incipiente de adicción. Sin embargo, ¿has mirado cuánto tiempo consumes al día? Es fácil saber este dato desde nuestro dispositivo y tal vez nos llevemos alguna sorpresa. En casa o en el aula no siempre somos capaces de mantener el móvil guardado y apagado con la excusa de alguna urgencia o para pasar lista en su caso.   

 

 2. Redes sociales. Al igual que con el móvil, los adultos también adolecemos de congruencia cuando nos sobreexponemos en las redes sociales más comunes: publicación de fotos personales en una cuenta con un perfil abierto, difusión de imágenes de familiares menores de edad (el peligroso sharenting), inclusión de comentarios inapropiados en las redes, consumo de tiempo excesivo o el proselitismo en el que caemos cuando desde la escuela animamos a usar las redes para comunicarnos con los estudiantes, compartir materiales o hacer ese marketing educativo de dudosa catadura moral cuando los protagonistas son menores. Cómo si no fuera suficiente con las medidas persuasivas que aplican las multinacionales del ramo para mantenernos atrapados sin aplicar los filtros necesarios. Eso no quita, evidentemente, que aboguemos y eduquemos por un uso sensato y profesional de unas aplicaciones que también pueden ofrecer conocimiento y oportunidades laborales. 

 

3. Lectura y escritura. Aquello de "hay que leer" ya dijo Pennac que debiera estar prohibido. Si consideramos abrir un libro como un acto subversivo, tal vez ganemos lectores. Sin embargo, es nuestra afición a la lectura y/o a la escritura la que puede animar a otros a engancharse a este viejo pasatiempo. La animación a la lectura, además de desde casa, también se puede hacer mediante conversaciones, debates, visitas culturales, o sencillas actividades donde damos importancia a los libros por encima de otros valores. Para ello, es necesario empaparse de libros habitualmente o escribir con asiduidad para trabajar esas competencias relacionadas tan necesarias. Sin olvidar la escasa lectura pedagógica que acumulamos a lo largo del tiempo.

 

4. Evaluación. Muchos aún confunden evaluar con calificar. Nos quedamos con esa nota final obtenida a través de una extensa hoja de cálculo donde se promedian un sinfín de ítems que no son revisados por los alumnos. Seguimos calificando y evaluando formativamente poco a pesar de lo que la norma nos indica o de lo que hemos señalado en nuestra programación con un simple corto y pego que luce a la perfección.

 

5. Compañerismo. Hay muchas formas de ser un buen compañero/a de trabajo: dejar el trabajo programado y disponible cuando deben sustituirte, implicarte en los equipos de trabajo docente, no aprovechar la antigüedad o los intereses personales en contra de los criterios pedagógicos de organización educativa, hacer crítica constructiva, etc. Ese trabajo en equipo que tanto demandamos al alumnado suele ser una carencia entre un profesorado acostumbrado en hacer y deshacer a su antojo o sin contar con el criterio de otros colegas.

 

6. Disculpas. Como docentes metemos la pata a menudo. No es difícil enfadarse con los estudiantes, tener un mal día o no estar afortunado con las palabras dichas en un momento determinado. Incluso con otros compañeros. El problema viene cuando exigimos disculpas a esos mismos alumnos o docentes mientras nosotros nos creemos actores impecables en nuestro cumplimiento profesional. Lo poco que cuesta una disculpa y lo mucho que previene...

 

7. Inteligencia Artificial. Nos subimos al carro de la IA por obligación, por convencimiento o por no quedarnos rezagados de la moda educativa de turno. Con facilidad despotricamos de los plagios cometidos por el alumnado mientras fusilamos recursos de otros sin hacer mención a las fuentes o copiando y pegando párrafos enteros del ChatGPT del momento. Y mira que cuesta poco citar y referenciar estas fuentes, así como comprobar la corrección de los materiales generados por unas aplicaciones que siempre tienen riesgos (alucinaciones, privacidad, medio ambiente, sesgos, etc.). 

 

8. Medio ambiente. Si todavía no has caído en el negacionismo climático (ahora tan moderno), puede que sigas presumiendo de reciclar botes y botellas o el aceite de tus fritangas. Incluso en casa, donde apagamos hasta la última bombilla, somos seres sostenibles casi perfectos. En los centros educativos ya es otro cantar: luces o aires acondicionados sin apagar o con las ventanas permanentemente abiertas, residuos sin separar, ordenadores constantemente encendidos, fotocopias a diestro y siniestro, o el uso de esa IA que ha provocado un aumento del consumo de energía de los centros de datos mayor al 92% de los países del mundo.

 

9. Inclusión. Delicado asunto. En el papel todos somos respetuosos con la diversidad en las aulas (y supuestamente fuera de ellas). Luego, nuestros comentarios más o menos desafortunados, por el nivel intelectual del alumno, su procedencia o el incordio que generan, ya son menos coherentes con ese respeto e inclusión debidos. Lamentablemente, hay discursos discriminatorios en las aulas que no cortamos para evitar problemas o discusiones incómodas. No sea que nos señalen o nos woketicen sin permiso.

 

10. Experiencia. Los docentes de FP, mayoritariamente, abogamos por la importancia de la formación práctica del alumnado. Somos conscientes de las bondades de la formación en la empresa y el impulso de una dualización eficaz y estratégicamente programada. Aún así, son pocos los docentes de FP que consideran llevar a cabo esa misma formación práctica en un centro de trabajo para actualizar sus conocimientos y competencias profesionales. Nos sumamos a otros tipos de formación por motivos bien distintos. Desafortunadamente, los incentivos y las normativa al respecto nos hace merecedores de esta última incongruencia.


Foto de Random Thinking en Unsplash

¿CUÁNTO VALE UN DOCENTE?

domingo, 13 de octubre de 2024

¿cuánto vale un docente?
 

Hemos naturalizado recibir una factura de un persianero o del electricista y abonar fácilmente setenta euros por una faena de treinta minutos, además del desplazamiento pertinente y los materiales que pueda necesitar. Sin duda, la ley de la oferta y la demanda tiene algo que ver ante la escasez de profesionales dedicados a la fontanería, carpintería, electricidad, calefacción, pintura, albañilería, pintura, etc. Y, sin embargo, estos oficios, al igual que las titulaciones de otras familias profesionales, no tienen la demanda suficiente (ver datos del Observatorio de la Formación Profesional). 

Con el oficio docente todavía no pasa lo mismo, aunque ya existen ciertas ciclos formativos y módulos con dificultades para encontrar el profesorado titulado que exige la normativa. Aún así, para ciertas especialidades técnicas, los requisitos son cada vez más laxos para abrir las oportunidades y evitar las vacantes sin cubrir; así como sigue sin exigirse ningún tipo de experiencia profesional en oficios donde el componente manual o artesanal es imprescindible. Parece que todo vale con tal de conseguir el profesorado necesario para comenzar el curso. 

 

Otro problema, que motiva la redacción de este artículo, hace referencia a la paupérrima estimación de la hora de trabajo de un docente. Todavía se sigue calculando la hora de trabajo en función únicamente de la hora en la que se imparte esa formación; sin tener en cuenta la preparación que requiere de antemano o el trabajo que se precise después de la sesión formativa, ponencia o taller de turno. He llegado a leer ofertas en formación presencial por doce euros la hora o un euro por cada estudiante en la formación online. El exceso de docentes y la aceptación de estas condiciones, junto a una miserable consideración de la profesión, conjugan el cóctel perfecto para ofertar una enseñanza de pena. El profesorado de ciclos formativos en centros educativos de FP (sobre todo en la enseñanza privada o concertada) nos quejamos a menudo de unas condiciones muy mejorables en comparación con los trabajadores de la pública; aún así no caemos en la precariedad de aquellos que se dedican a la FP para el empleo o de aquellos que dependen de los presupuestos de los proyectos del momento. Y hace años que todo sigue igual, gracias o pese al boom de los fondos europeos.

 

Ofrecer una buena enseñanza, unos recursos de calidad, una atención personalizada y una evaluación formativa apropiada, exige mucho tiempo de dedicación, experiencia y profesionalidad; además de la formación superior continua del docente. Si nos dirigimos hacia un sistema emisor de títulos como churros, donde todo vale, seguiremos ahondando en el desprestigio del docente junto a unas condiciones indignas. El pluriempleo, la temporalidad o regalar títulos es una mala inversión a largo plazo. Quizás ya estamos viendo los primeros frutos no deseados de estos fondos. A pesar de que muchos docentes cumplen más de la cuenta y se embarcan en responsabilidades con un coste elevado.

 

Hacemos un flaco favor a esos estudiantes que se conforman con el certificado de turno en lugar de animarles a demandar un docente exigente y realizado con su trabajo. Obtener un título no debe estar reñido con aprender, ni pagar una formación debe asegurar ese mismo título. En mi opinión, el modelo educativo, no importa si es online o presencial, debe dirigirse hacia una enseñanza realmente personalizada (y no a destajo) donde la evaluación se demuestre con el trabajo llevado a cabo durante la formación y el aprendizaje demostrado. Y todo ello requiere un tiempo del profesorado que debe ser remunerado justamente. Colocar una persiana no puede ser más caro que mejorar las competencias de futuros profesionales. 


Foto de Mateusz Butkiewicz en Unsplash

UN REFERENTE DE LA FP: JORGE ARÉVALO

miércoles, 9 de octubre de 2024

 


 

Las palabras que aquí puedo escribir para agradecer y reconocer el trabajo de Jorge Arévalo Turillas seguro que no son suficientes ni reflejan a la perfección la bonhomía y el impacto que ha dejado en la Formación Profesional del País Vasco. Hablo de Euskadi, cuando perfectamente podríamos considerar su influencia en la FP española, europea o internacional. No creo que haya otra figura pública que haya tenido tanta ascendencia en los cambios que se han producido en nuestro sistema de Formación Profesional: desde la introducción de nuevas metodologías, la innovación e investigación aplicada, la adaptación a la revolución tecnológica, el humanitarismo y la inversión creciente que requiere cualquier transformación de calado. 

 

Los planes vascos de FP han marcado su impronta en otros gobiernos educativos. Estoy seguro que el nuevo sistema de FP también ha heredado su filosofía de transformación continua, adaptación a los cambios, digitalización, sostenibilidad y necesidad de un trabajo en equipo tanto a nivel docente como junto a las empresas que colaboran en la formación del alumnado. Jorge, además, ha posibilitado con hechos e inversiones todos estos planes que ahora se dirigen hacia la dualización integral de la FP, la inclusión, el impulso de la orientación y una oferta de alto rendimiento adaptada a los sectores estratégicos de su región. 

 

Jorge Arévalo es uno de los responsables principales del prestigio que ahora atesora la FP. A pesar de las reticencias que todavía algunos tienen con la FP, Jorge ha sabido darle la categoría necesaria para que se convierta en una etapa fundamental para generar los profesionales y especialistas que necesita el mercado laboral e impulsar la vida de muchos jóvenes con dificultades de todo tipo. Y que sean valorados como corresponde. Ha sabido rodearse de un buen equipo con la visión necesaria para diseñar una FP puntera a nivel tecnológico sin perder de vista la importancia de las personas y con todos los recursos públicos necesarios. Dudo que haya otra comunidad autónoma española donde su profesorado de FP tenga mejores condiciones de trabajo, sin importar la titularidad de su centro educativo.

 

Todos los congresos de FP en Euskadi a los que he podido asistir me han dejado siempre un sabor agridulce. Por un lado, no ha habido encuentro donde los visitantes de otras CCAA no hayamos visto con envidia y admiración los cambios que se iban implementando en su red de centros; por otro lado, las conferencias, visitas y las conversaciones personales, nos inyectaban esa dosis de motivación tan necesaria para seguir dando clase día a día pensando en la importancia de nuestro trabajo con los más jóvenes. Por no dejar de mencionar las cálidas acogidas de Jorge en las que, pese a la categoría de su cargo (Viceconsejero de Formación Profesional), siempre tenía un momento para saludar, conversar o despedirse amablemente tras la finalización del congreso. Un tipo extraordinario. 

 

Gracias también a Jorge muchos profesores de FP pudimos intercambiar recursos y estrechar relaciones que aún perduran con docentes de otros centros y zonas geográficas: Elena, Daniela, Antonio, Daniel, Juan Antonio, Luis, Julia, Pablo, Sabina, Mª Cruz, Javier, Alberto y otros muchos más que me dejo en el tintero (disculpad por ello). No sé si sin quererlo, nos convirtió en embajadores de un modelo de FP que hemos intentado replicar en nuestros centros; a pesar de los contratiempos con los que siempre nos topamos a nivel legislativo o por cuestiones de gestión académica.

 

Sin saber que dejaba sus responsabilidades este pasado mes de septiembre, antes del verano, aún tuve el atrevimiento de importunarle para que escribiera el prólogo a un próximo libro que saldrá a la luz próximamente. Y, cómo no, aceptó de buen grado su escritura. Me atrevo a adelantar un fragmento que refleja perfectamente todo su compromiso y visión hacia la que ha dirigido su labor durante todos estos años:


La formación profesional debe hacer un nuevo esfuerzo aspirando a ser una herramienta fundamental para fortalecer a las personas, a la economía y a la competitividad, preparándose para los profundos cambios que está viviendo nuestra sociedad, con una perspectiva inteligente, sostenible y humana.

 

Muchas gracias, Jorge. Siempre serás un referente para otros políticos, responsables educativos y profesorado de FP. Eres un profesional ejemplar. En los tiempos que corren, pese a los veloces cambios, tú sí has sabido adaptarte a la perfección desde que comenzaste a dar clase hace más de cuarenta años. Nos has dado los cimientos, y no solo la fachada, de la FP que tantos deseamos. Nos has transmitido numerosos motivos para poder lograrlo. Eskerrik asko.


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