POR UNA FP HUMANÍSTICA

miércoles, 31 de julio de 2019
Con el verano ya a medias, escolarmente hablando, seguimos algunos ocupados, mentalmente sobre todo, a cerca de posibles mejoras o actividades que podemos realizar el próximo curso. La desiderata suele ser extensa, luego, cuando comienza el año escolar solemos poner los pies en el suelo e incumpliendo los objetivos por falta de tiempo, descuido o simple dejadez.

Tanto a nivel de Formación Profesional como en cualquier otra etapa educativa, valoro en gran medida las iniciativas que implican un aprendizaje o la inmersión en parcelas humanísticas por parte del alumnado. Los docentes, sujetos a un currículo extenso e inabarcable, aprendemos a torear unos contenidos que, ya sea a través de un libro de texto o unos apuntes propios, nos (auto)limitan la capacidad creadora y la ampliación de conocimientos en otras áreas diferentes a las que nos ocupan.

La mayoría tenemos claro que son esas experiencias extracurriculares las que acaban siendo memorables tanto para el docente como para el alumno. Envidio la capacidad de esos profesores que son capaces de provocar curiosidad por temas no sólo técnicos y que seguro enriquecerán sus vidas a nivel personal y profesional. Música, literatura, arte, filosofía, etc., son materias con las que la actual Formación Profesional no está acostumbrada a lidiar en la generalidad de los ciclos formativos que se ofertan. ¡Quién, con 12 años, no se hubiera iniciado de buen grado al arte clásico con un cómic como el de Pedro Cifuentes!

FORMACIÓN PROFESIONAL HUMANÍSTICA

De unos años a esa parte he tratado de incluir algunas lecturas, con mayor o menor éxito, tratando de estimular esa curiosidad de la que hablaba anteriormente o provocando el deseo de ocupar el ocio en otras actividades culturales o humanísticas. Tratar de inquietar más que entretener, utilizando como paralelismo la misión que Miguel Delibes concedía a la novela, es un cometido que debiéramos tener en cuenta cada vez que programamos una materia; y, qué mejor que a través de las humanidades.

El pragmatismo se sobreentiende en la Formación Profesional; la digitalización de la economía y la sociedad, los adelantos tecnológicos o la innovación productiva, son sin duda parcelas fundamentales que deben ocupar nuestra FP. Sin embargo, las disciplinas relacionadas con las humanidades, no son populares en un entorno donde lo último, lo más veloz o lo más comercial, acapara nuestro tiempo en busca de una distracción permanente. Citando a Nuccio Ordine en su libro "La utilidad de lo inútil":
"ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas."
De momento, para el próximo curso, probaremos en el aula con más literatura contemporánea, alguna que otra visita a museos o introduciéndonos en esas disciplinas que, indudablemente, revertirán de forma positiva en la formación profesional de nuestros alumnos.

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CONFLICTOS POR EL MÓVIL

martes, 2 de julio de 2019
A raíz de un tuit donde abogaba por la resistencia de los padres a dar en propiedad un móvil a sus hijos menores (no más de 12 años en este caso), aparecieron decenas de contestaciones, tanto a favor como en contra, a una simple opinión en voz alta. Los comentarios a favor fueron los primeros, principalmente de otros padres y madres también docentes; pero no tardaron en llegar los comentarios despectivos, e incluso insultantes, provenientes de una contada chavalería maleducada. Ser joven puede presuponer ser contestatario, pero los límites del humor ácido los debieran marcar las ofensas gratuitas.
Y la bola se sigue haciendo grande. Con un simple tuit ya son más las 175.000 impresiones ahora mismo con al parecer cientos de ofendidos... Hoy, continúan los comentarios retroalimentándose y apareciendo más personajes (en su mayoría anónimos y supongo adolescentes) destilando inquina por los cuatro costados. Lo cierto es que algunas personas, desde la buena educación, han sostenido y justificado una opinión contraria a la mía que me hace replantear mi posición inicial. En cualquier caso, lo que más me ha llamado la atención ha sido el incivismo ilimitado del que hacen gala algunos tipos en las redes. No estaba acostumbrado a ello desde un perfil donde principalmente me preocupo de temas relacionados con la educación y me relaciono con otros docentes por temas profesionales.

En cualquier caso, sigo reticente a la posesión de un dispositivo móvil a los niños con menos de 12-13 años. Entiendo también que no se puede generalizar este posicionamiento; que puede depender de las diferentes situaciones personales y/o familiares del niño o niña, y que se pueda adelantar o postergar esta entrega tan deseada por muchos menores. De hecho, la postura más fácil es entregar un móvil al niño cuando lo pida, y no resistir a proporcionárselo hasta que realmente le pueda ser útil o beneficioso, o que los posibles perjuicios sean superiores al aprovechamiento que se hará del mismo. Aún así, cualquier madre o padre tiene la potestad a tomar la decisión que crea conveniente, más allá del porque "todos tienen un móvil".

móvil jóvenes niños adolescentes educación

Alguno también me acusaban de ser un outsider, además de viejo inmisericorde, pero en mi trabajo con ordenadores y formando digitalmente a jóvenes y adultos, puedo afirmar que el mayor o menor nivel de competencias digitales personales o profesionales no viene dada por la posesión mas tardía o temprana de un smartphone. De hecho, y desafortunadamente, en el bachillerato y en la universidad pude apenas trabajar con ordenadores; aún así, sin necesidad de ser un nativo digital, tengo mis competencias digitales en plena forma. Sin embargo, ahora, cualquiera dispone de una pantalla, que no implica ni mucho menos una mejora en el aprendizaje de los niños: ver dosier sobre Lectura digital en la primera infancia del Centro Regional para al Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) de la UNESCO y patrocinado por la Fundación SM.

Opinar por opinar es perfectamente aceptable, pero no por ello podemos ensalzar o aceptar opiniones basadas en simples creencias o experiencias personales. Existen ya estudios donde se analizan las consecuencias de la introducción de pantallas en nuestras vidas. Y no se trata de volver a las cavernas, como algunos acusan. Se trata, sí, de educar en ese uso responsable y en que los más pequeños sigan disfrutando del juego físico y de una socialización fundamentada en el contacto directo con sus compañeros y amigos. No todo son bondades cuando asumimos que el móvil ayuda a que el menor no se sienta apartado: “a medida que los niños se comunican cada vez más a través de medios electrónicos, y menos personalmente, comienzan a sentirse más solos y deprimidos.” Y, sí, se puede confesar; los adultos también hacemos mal uso -abuso- del móvil.

Restringir ciertos contenidos, tiempo de uso o el gasto en tecnología y comunicaciones es función de todo padre o madre que educa a sus hijos. Posponer el uso de un móvil no es ninguna aberración como algunos proclaman. ¿A qué edad? En ese dilema estamos muchos que preferimos reflexionar al respecto con calma. Adoptar una u otra postura en función de la situación del niño es una posición plausible que no significa estar en contra de la tecnología y el progreso. La experiencia que muchos tenemos con adolescentes, que en su mayoría, como es lógico, usan el móvil como mero entretenimiento; nos lleva a pensar que son necesarios mayores tiempos de desconexión digital, sobre todo en los momentos de estudio y trabajo. Se puede afirmar que existe una relación causal entre la distracción de un dispositivo electrónico y el rendimiento académico en un examen.  Por no hablar del sedentarismo que puede provocar un elevado número de dispositivos electrónicos en el hogar.

Independientemente de todos estos argumentos, que seguro pueden ser contestados en base a las ventajas que ofrece el mundo virtual y el conocimiento y cultura de las redes, lo más importante es, si cabe, la escasa educación digital que algunos reflejan en las redes a través del desprecio de la opinión del otro, el improperio fácil y la falta de diálogo sin necesidad de sentar cátedra. Personalmente me quedo con esas opiniones de jóvenes y adolescentes que han sabido argumentar su posición al respecto.

P.D. Como profesor de Formación Profesional me tomo la libertad de aconsejar, a esos jóvenes y no tan jóvenes que responden con acritud, que su identidad digital es vital y puede llegar a determinar su futuro laboral. Hay que cuidarla, no sólo por cuestiones profesionales sino también por evitar herir o molestar a terceros, aun desconocidos.

photo credit: Joris_Louwes Generations 2018 via photopin (license)
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