FP CLUB DE FÚTBOL

martes, 26 de abril de 2022

La Formación Profesional bien podría ser un club de fútbol con sus jugadores, entrenadores, directivos, aficionados y demás gentío participante. Tal vez podríamos formar un liga con equipos innovadores y que cuidan la cantera, con los inmovilistas que ponen el autobús, con los que disponen de presupuestos millonarios o con aquellos que buscan recursos debajo de las piedras. Todos suman. 


La FP Club de Fútbol ideal tendría en mente esa filosofía de partido a partido; jugando con ganas cada jornada pese a los inconvientes y lesiones habituales causados por un terreno de juego defectuoso o la falta de técnica. Un equipo que considere lo que ofrece la tecnología y el análisis de datos; pero también la solera y el poso dejado en esta etapa por la que han pasado miles de docentes y estudiantes en las últimas décadas. Sin necesidad de la protesta permanente al estamento arbitral o los directivos de turno. Un club centrado en el juego efectivo, pero sin gamificar en exceso. Trabajando con tranquilidad pero sin mindfulnear. Con más taller, pizarra y lecturas que clases invertidas a distancia. Y mucho entrenamiento.

 

La idiosincracia del club es muy particular. El entorno social y económico marcan la obtención de cualquier título. Aquí no caben, habitualmente, las experiencias de otras etapas o regiones que tienen sus particularidades. La especificidad de este club, a lo Athletic de Bilbao, no debe confundirnos y perder el tiempo en entrenamientos que no llevan a ningún sitio. Tampoco somos un Real Madrid ni un Barça, aunque apostemos permanentemente a dar la sorpresa como equipo revelación. Incluso algunos pretenden ser un Bayern de Munich con esa FP Dual que nos espera a todos gracias a la nueva Ley Orgánica de la Formación Profesional.  Esperemos que la burocracia y los despachos no enmascaren nuestro estilo de juego.

 

Ahora parece que el club esta en transformación permanente. No han venido los jeques a patrocinarnos, pero las inversiones van cayendo, aunque podemos caer en el error de gastar los cuartos en fichajes de renombre dejando de lado la necesaria cantera. Podemos optar por una gestión a lo Villareal CF o pretender dar el pelotazo como los accionistas de Singapur del Valencia CF. Es cuestión de proyectos. Sin embargo, pese a la afición que levantamos o lo titulares de prensa que nos prestigian, no es difícil caer a segunda división si no actualizamos plantillas o buscamos métodos para seguir aprendiendo en el terreno de juego.  No nos llevarán a la Superliga, ni cobraremos comisiones millonarias en la Supercopa, pero podemos ofrecer muchas posibilidades profesionales y vitales a nuestros aficionados. Sin conflictos de intereses.

 

El cadismo es un buen ejemplo de afición que afronta penas y alegrías siempre con buen talante. De eso nos sobra en FP; pese a la desmotivación de unos y otros, estamos jugando en una etapa interesante y con muchos retos por delante. Ya quisieran otros clubes... No nos debieran hacer falta derbis, tipo Sevilla-Betis, para azuzar al personal ni enfrentarnos a la universidades, privatizaciones o la formación online. La FP se debe defender desde una Administración que vele por la equidad e igualdad de recursos para todos los jugadores de esta partida: alumnado, profesorado y centros educativos. Luego vendrán los patrocinios y las empresas colaboradoras tan necesarias en estos asuntos.


La FP C.F. también puede tener sus propios Valdanos... que seguro iluminan el futuro educativo. Aún así, la fortaleza de los equipos, se demuestra con menos verborrea y más trabajo diario, al estilo Imanol Alguacil. El resultado es lo que cuenta, pero en la FP el proceso lo es todo para ser competente. Por suerte no tenemos ultras y los alumnos son socios fieles cuando disfrutan los resultados de una buena formación y unos títulos con demanda. El marketing de este club requiere un mensaje auténtico y una excelente orientación a los interesados.

 

Espero que este club sea regido con sentido común, con recursos suficientes para obtener títulos (sin necesidad de regalar ninguno), y con un buen plan que afronte la actualización docente técnica y metodológica de una plantilla que nos debe durar muchas temporadas. La autoexigencia y la autocrítica, además de las demandas congruentes, serán claves para continuar sudando la camiseta y defender unos colores; sin salarios millonarios pero con dignidad. Todo sea por nuestra afición. 

 

FP CLUB DE FÚTBOL

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Reflexionar para educar en la complejidad

sábado, 23 de abril de 2022

Pese a la relativa brevedad del libro que a continuación reseño, "Educar en la complejidad", la tesis o los argumentos que el autor sostiene me parecen muy valiosos en el momento educativo actual. Huir de la simplicidad, las fórmulas mágicas o arrimarse a las modas educativas sin una reflexión previa pueden parecer perogrulladas; pero no es raro contemplar o caer en la cuenta de las meteduras de pata que hemos cometido por seguir inercias, arrastrar prejuicios o ser deslumbrados por vendedores aventajados. 

 

Juan G. Fernández, autor también del magnífico blog "Investigación docente", relata en siete capítulos las cuestiones que considera trascendentales para cualquier docente, aportando referencias que validan o alertan sobre la aproximación que hacemos a los fines de la educación, las motivaciones, las expectativas, las emociones o las distintas metodologías educativas. Cuestiones que merecen ser puestan en constante revisión y reflexión por parte del profesorado a través del conocimiento y de fuentes de información fiables que aporten datos relevantes.

 

En relación a la motivación, Fernández recalca la importancia de proporcionar experiencias de éxito a los alumnos; experiencias que generan expectivas y que motivan al estudiante cuando descubre sus capacidades y el resultado de su esfuerzo. Insiste, acertadamente a mi parecer, en la responsabilidad de todo docente en la lectura y formación sobre los métodos de aprendizaje más eficaces para el alumno. Eficacia que también se consigue con la ayuda de una evaluación formativa que garantice esa retroalimentación o feedback que todo alumno debiera tener a lo largo de su aprendizaje. 

 

Sobre el tema de las emociones y el aprendizaje activo, el autor señala la importancia de generar conexiones emocionales con lo que se aprende; buscar una implicación del alumno que les obligue a pensar en lo que están trabajando. El poder del relato, las emociones positivas o desagradables, la búsqueda del bien común, la renuncia... todo suma en esa complejidad educativa en la que nos movemos. Todo ello también podemos ligarlo con la mejora de las expectativas a través de la mejor del hábito, en insitir en hacer más que en ser. Si no admitimos que cualquier alumno puede aprender y mejorar, gracias también a nuestro acompañamiento, la educación pierde su sentido. 

 

Respecto a las metodologías, Juan Fernández concede la misma importancia al cómo enseñamos que a lo qué se enseña. Prestar atención a la estructura conceptual de nuestras materias, el vocabulario específico o la comprensión lectora, son también habilidades que podemos trabajar como docentes; más allá de los métodos y una formación didáctica especializada según la materia o la etapa educativa. 

 

Coincido también con el autor en la defensa de una formación tecnológica que tenga en cuenta la aportación al aprendizaje que hacen las distintas herramientas digitales. Analizar los pros y los contras de toda herramienta o metodología; o reflexionar con otros compañeros sobre las prácticas educativas, así como a través de la lectura de libros o artículos son modos de mejorar profesionalmente más allá de la típica formación que se nos ofrece. En la útima parte del libro, Juan insiste en esa necesidad de reflexión profesional e intelectual, que no es inherente a la experiencia, a través de unos educadores y una escuela que deben atender a cada uno de sus alumnos sin perder de vista la búsqueda de un mundo más justo y equitativo que garantice una eduación de calidad para todos. 

 

En definitiva, un libro magnífico para compartir y comentar con los compañeros y compañeras de claustro. 

EL EGOÍSMO DEL TRABAJO POR PROYECTOS

sábado, 2 de abril de 2022

Debe estar casi todo escrito en relación al aprendizaje y trabajo basado en proyectos, retos o problemas. No importa como lo queramos llamar: ABP, PBL, ABR, ApS... Las bondades y dificultades de estas metodologías son de sobra conocidas entre los que hacemos uso de esta forma de aprender en las aulas de Formación Profesional. Tal vez, en otras etapas educativas su éxito o fracaso obedece al tipo de alumnado, su edad, los contenidos relacionados, etc. Mientras que en la FP, gracias a la necesidad de buscar un mayor contacto directo con el entorno profesional, este tipo de metodología es siempre valioso. Aún así, no son pocos los escollos que encontramos a la hora de diseñar proyectos de aprendizaje. 

 

Las dificultades principales atañen a la organización del profesorado. Los docentes, desafortunadamente, arrastramos rutinas y preferimos un trabajo solitario alejado de la rendición de cuentas a terceros; a lo sumo unas cuantas carpetas donde plasmar esa programación obligatoria que justifique la legalidad vigente. Los llaneros solitarios somo mayoría pese al trabajo que se ha venido haciendo en favor de los equipos de trabajo que funcionan más como excepción que como norma. Otra barrera, a la hora de diseñar los proyectos, suele venir dada de la supuesta falta de creatividad que tenemos cuando buscamos temas que vertebren nuestros propósitos de aprendizaje. Una dificultad que se sortea cuando hay un hábito creado para pensar, esbozar y escribir posibles ideas o propuestas didácticas.


Luego tenemos el exceso de suficiencia profesional de aquellos que no encuentran o no buscan mejores alternativas a lo que vienen haciendo. Por no hablar de lo mal que encajamos que se nos valore externamente nuestro trabajo sin considerarlo una afrenta. Todo ello conlleva reticencias a ese trabajo en equipo por parte de cierto tipo de profesorado que, por pragmatismo personal o autosuficiencia mal entendida, no creen conveniente sumarse a iniciativas en las que no creen. La apología del trabajo docente en equipo nunca es suficiente. Debemos insitir en esa necesidad de trabajo colaborativo si luego queremos ser congruentes y eficaces a la hora de trasladar esas competencias blandas y actitudes que tanto se valoran laboralmente. Todo ello no va en contraposición del trabajo individual y una evaluación personalizada de cada estudiante.


Lo ventajoso del aprendizaje por proyectos, para alumnos y profesores, también lo determina ese aprendizaje personal que conlleva escuchar a los demás, morderse la lengua si hace falta, negociar, comprender, convivir... Siendo sabedores que siempre habrá quien prefiera vivir camuflado o en el desengaño continuo. Porque la metodología la vamos creando y adaptando a nuestras particularidades; según nuestro ciclo formativo y en función de las posiblidades organizativas a las que antes aludíamos. Porque trabajar y aprender de este modo es la ocasión perfecta para encontrar motivos para nuestro desempeño diario. La docencia puede ser una profesión poco convencional donde es fácil romper con las rutinas diarias y con esa monotonía que padecen otros sectores. Encontrar razones para enseñar de un modo diferente, aunque sea puntualmente, es un don que podemos o no recoger. Dónde quiero estar o adónde podemos ir es una pregunta oportuna que debiéramos hacernos periódicamente en relación a nuestra carrera docente. 


Siendo egoísta, me interesa perder tiempo organizando, diseñando o ideando proyectos para que, antes del estreno, comenzar a saborear un clima distinto en el aula donde los alumnos se implicarán y surgirán desafíos que pueden desembocar en una experiencia memorable para una mayoría. Y no hablo de tener más o menos vocación, me refiero a buscar esa grata sensación -desde la profesionalidad- donde todos podemos aprender algo y dotar de protagonismo a un alumnado que encuentra sentido a su formación. 

 

ABP PBL FP FORMACIÓN PROFESIONAL

Photo by Michal Pechardo on Unsplash

Con la tecnología de Blogger.

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