AMENAZAS U OPORTUNIDADES DE LA NUEVA FP

miércoles, 24 de abril de 2024

 

amenazas u oportunidades de la nueva FP
 

Pensamiento crítico, salir de la zona de confort, resiliencia, reinventarse, soft skills, competencias, upskilling o reskilling... todos estos términos tan manidos parece que van a ser puestos a prueba con el nuevo sistema de Formación Profesional que pronto se nos viene encima. Sin contar con el verano de por medio, en poco más de dos meses, deberemos haber comenzado a adoptar una serie de cambios que pretenden flexibilizar la FP y dualizarla completamente; incrementar su internacionalización, extender una innovación aplicada, acercarla al mundo laboral, fortalecer la orientación o actualizar la enseñanza y los aprendizaje; mientras además se reorganizan académicamente los centros educativos con un nuevo sistema de grados y diferentes módulos. 

 

Lamentablemente, los cambios que vienen con la nueva normativa (ver artículos en Caixabank dualiza sobre la nueva Ley) causan más temor que ilusión entre gran parte del profesorado. Tendemos a querer conservar el statu quo y vemos como una amenaza cualquier cambio que nos venga impuesto desde arriba. Sin embargo, la nueva FP, que ha sido poco o mal vendida entre el profesorado de gran parte del país, debiera ser una oportunidad para reconvertir muchas de las carencias e imperfecciones que llevamos cursos arrastrando y que paralizan la formación que ofrecemos. Entonces, ¿dónde está el problema? La normativa estatal, con sus más y sus menos, nos concede una flexibilidad que hasta ahora no teníamos y que nos impedía avanzar; ahora nos muestra unos ejes básicos que debieran facilitar una nueva Formación Profesional más avanzada y competitiva. 

 

No obstante, son las comunidades autónomas las que tienen ahora la pelota sobre su tejado. Saber aprovechar sus competencias y trasladar la visión de este modelo de FP que apuesta por la innovación, la internacionalización, la orientación, la digitalización, la dualización y el emprendimiento, no es tarea fácil y va a depender muchos de sus responsables educativos. Seguramente veremos demasiadas diferencias entre unas regiones y otras, así como la desigualdad en los recursos disponibles continuará siendo ilógica. Lo que no cabe duda es que todos estos cambios deben ser afrontados contando con los centros y su profesorado, dentro de una estrategia que incluya una formación y actualización integral de las plantillas en sus líneas públicas y privadas concertadas. 

 

Solo nos queda esperar el mejor desarrollo autonómico y un cambio de cultura a la hora de diseñar la ordenación y organización académica de los ciclos formativos y el resto de grados de FP. Ahora todo son conjeturas. Ojalá nos tomemos la implantación de la nueva FP con la tranquilidad que Jorge Arévalo, viceconsejero de Formación Profesional del País Vasco, nos anima a tener a la hora de introducir cambios o desandar el camino cuando sea necesario (excelente su entrevista al respecto de la nueva ley de FP en el programa radiofónico "FP Visible, FP de Calidad"). Una cosa es cumplir con la ley y otra es no entender que su aplicación, con el tiempo que vamos a disponer, va a complicar su ejecución completa y adecuada. Paciencia e ilusión a partes iguales van a ser muy necesarias. 


Confiemos en que no cunda el desencanto ni un desfallecimiento prematuro antes de comenzar esta nueva andadura de la FP que pronostica un par de cursos inciales complicados. No perdamos la ilusión por transformar esta etapa, contando con el profesorado como eje principal de su desarrollo, y buscando la reorganización y transformación más allá de unos cambios superficiales sujetos a otros intereses. Y, de paso, busquemos modelos de referencia y adaptemos las condiciones de los distintos sistemas de FP de cada comunidad autónoma española, en aras de una equidad en la oferta formativa que recibe nuestro alumnado a lo largo y ancho del país. No nos quedemos en la mera redacción y lectura del boletín oficial respectivo. Es amplio el margen de mejora en la FP.

CÓMO HACERSE RICO EN FP

domingo, 21 de abril de 2024

 

CÓMO HACERSE RICO EN FP

Hacerse rico es una vieja y eterna aspiración del ser humano. Probablemente, al igual que sucede con el bestseller de dudosa eficacia "Padre rico, padre pobre", si publicásemos un manual dirigido a jóvenes estudiantes de FP que desean hacerse millonarios, el éxito de ventas sería inmediato. Quizás tampoco sería mala idea editar un libro para docentes de Formación Profesional que buscan fortuna más allá de sus módulos... El maldito dinero. Pero esto no va de criptomonedas ni de influencers que emprenden. 


En cualquier caso, pese a la galopante pérdida de poder adquisitivo, podemos estar agradecidos de disfrutar de una profesión rodeada de jóvenes que nunca envejecen y que cada curso tienen algo nuevo que aportarnos a una vida que nos pisa los talones. Aunque luego, a la hora de pagar recibos, olvidamos las ventajas que nos ofrece esta ocupación. Porque, más allá de las envidiadas vacaciones o de la autonomía que disfrutamos a la hora de enseñar, la docencia ofrece satisfacciones personales que se materializan en el éxito de muchos de esos alumnos que pasan por nuestras aulas. Estudiantes que, probablemente, tampoco se forrarán en sus futuros empleos pero tendrán mejores herramientas para afrontar un mercado laboral exigente que no suele regalar oportunidades a los menos preparados. O simplemente descubrirán la valía que acaparan. 


Una cualidad de la FP es tener los pies en el suelo. Prometer fortunas o sueños fantásticos no es algo inherente a estos estudios. No hace falta que nos digan que salgamos de la zona de confort si queremos destacar profesionalmente, ni es necesario tampoco perseguir sueños con la cantinela de si quieres tú puedes. Los estudiantes deben ser conscientes del esfuerzo que implica, para los comunes mortales, obtener algún logro y la perseverancia que suponen ciertas metas sin garantía de éxito. A pesar de las ventajas o desventajas que unos u otros acumulan en la casilla de salida. Luego, si hay suerte, puede que te toque la lotería; ya sea en forma de un trabajo estable, bien remunerado y condiciones dignas; o con unos buenos compañeros y ejerciendo una labor que te apasiona o, al menos, te resulta gratificante. ¡Qué importante una buena orientación académica que les descubra ocupaciones profesionales satisfactorias!

 

Ser rico también significa ejercer una profesión donde te sientes valorado. Es evidente que del salario emocional no se vive y menos aún de esas modas conjugadas en inglés que solo esconden precariedad para sus followers. El engaño de la apariencia es un atractivo potente para jóvenes ansiosos de euros o de los likes que nos regalan para nutrir el ego. No hemos sabido vender la cultura ni la defensa de unos derechos laborales donde importe tanto ser exigente con uno mismo como con las condiciones que otros deben disfrutan. No me extrañan ciertas ansiedades. 

 

Ni esos improbables millones de euros ni los miles de contactos por las redes van a cimentar una vida personal y profesional; una existencia prevista de altibajos que será más llevadera si hemos aprendido a buscar y conservar esos asideros que no se compran ni se venden. Nuestros estudiantes serán más ricos cuando comprendan el valor de las personas que nos acompañan gratuitamente o sepan dedicar su tiempo a actividades relacionadas con la cultura en un sentido humanista. Eso es diferenciación real. Luego no quedará otra que seguir trabajando y agradecer lo recibido por quienes nos acompañan. 

 

Foto de Travis Essinger en Unsplash

LA NUEVA FP: LECCIONES DEL PASADO

martes, 19 de marzo de 2024

 


 

La FP tiene una larga historia. Podríamos remontarnos a los neandertales con su enseñanza especializada en el proceso de tallado de piedras; o a esos primeros proyectos (progetti) del siglo XVI donde el alumnado diseñaba planos y calculaba costes de posibles construcciones:

Así que al cuerpo docente se le ocurrió proponer una tarea compleja que permitiese al alumnado mantenerse vinculado con el currículo. Esta tarea debía ser tan real como fuese posible, pero con el grado de reto necesario para fomentar/exigir el estudio y la superación constantes.

                                                                                "La educación es otra historia" Fátima Mª García Doval.


Sin embargo, la FP es una etapa educativa poco mitificada que ha avanzado enormemente y en un escaso periodo de tiempo: tasa de matriculaciones creciente, variedad en la oferta de titulaciones, recursos disponibles (becas, tecnologías, digitalización), nuevos centros de FP, etc. En los últimos años, hemos pasado de una FP destinada básicamente a estudiantes abocados al fracaso escolar, a ser una opción donde caben todo tipo de perfiles que buscan una vía de acceso al mercado laboral o para aquellos que no encuentran el estímulo personal suficiente en otras etapas más académicas. Afortunadamente, ya no miramos con añoranza esas otras épocas donde la FP se dirigía casi únicamente a un tipo de alumno con unas circunstancias personales o sociales vulnerables. 


Lejos quedan los años 70 del siglo pasado, donde la FP1 y la FP2 nacieron como el primer intento de conectar formalmente la FP con el sistema educativo. Tanto entonces, como después con la LOGSE en los años 90 del siglo XX, se consiguió aumentar el número de estudiantes que optaban por la FP al finalizar la educación obligatoria. Todo ello, a pesar de los cambios que supusieron pasar de una FP más academicista y poco vinculada a las necesidades del sistema productivo a otra de carácter modular donde la formación en las empresas ha sido un factor determinante. La creación de los ciclos formativos con la LOGSE y la LOE trajo muchas necesidades de adaptación tanto del profesorado (ahora más especialista) como de la forma de trabajar en el aula a través de contenidos y competencias diferentes (desaparecieron las asignaturas tipo matemáticas, física y química, lengua española, educación física, etc.) Sin contar con las mil y una modificaciones en cuanto al acceso o promoción a otras etapas educativas o entre los distintos ciclos de grado básico, medio o superior. Las facilidades para promocionar o transitar entre etapas era más restrictiva.

 

De cualquier modo, todavía continúan ciertas reticencias en las familias para optar por la FP en lugar de por otros estudios (bachillerato o universidad), pero, sin duda, nada que ver con el escenario que hace poco más de veinte años afrontaban los jóvenes. No podemos negar que la FP ya no es solo una moda y que el esfuerzo inversor ha dado su resultados tanto a nivel de promoción como con la creación de nuevas plazas. A pesar de que seguimos 10 puntos por debajo de la media de la UE en estudiantes matriculados en FP. La oferta de plazas acabará reordenándose por una simple cuestión de eficiencia económica; ya sea por el aumento de la oferta privada como por la ausencia de estudiantes en determinados perfiles técnicos muy demandados por las empresas. Una eficiencia que debe mirar siempre de reojo el contexto de cada territorio y cada centro educativo. 


Ahora, con la nueva FP a las puertas, y con la consiguiente preocupación que conllevan los cambios sustanciales que nos depara, deberíamos mirar con cierta perspectiva esa FP de la que venimos. Tal vez sería necesario hacer un ejercicio realista de recuerdo; buscar el testimonio de esos pocos profesores que aún quedan y que anduvieron dando clase en esa FP1 y FP2 y que transitaron hacia los ciclos LOGSE o los actuales LOE con mucho esfuerzo. Quizás su memoria, junto a los datos que tenemos de cómo han evolucionado nuestros estudios y la inserción sociolaboral que ahora ofrecen, nos ayudarían a plantear con más optimismo una nuevo sistema de FP que debiera acercar aún más el mundo profesional a la escuela. Todo un desafío con la dualización integral que se asoma a la vuelta de la esquina.

Lo genuino no es agachar las rodillas para reverenciar y añorar imperios extintos o conceptos inamovibles, sino usarlas para caminar y avanzar. 

                                                                                                     Irene Vallejo. El País.10 de marzo de 2024

 

Parece que acabaremos añorando ese confort del que nos pedían repetidamente salir. La clave: seguir trabajando por el bien del alumnado. 


Foto de Meizhi Lang en Unsplash

INFOGRAFÍA: LA NUEVA FP

sábado, 9 de marzo de 2024

A raíz del artículo en este blog sobre los nuevos currículos y módulos de la nueva FP que llegará a nuestras aulas a partir del curso próximo 2024-2025, os dejo aquí con la siguiente infografía donde se resumen brevemente los cambios más sustanciales que se prevén. A falta de la ordenación que está por publicar y concretar desde cada una de las comunidades autónomas.

 

Lo que el nuevo sistema de Formación Profesional nos anticipa son muchos cambios a nivel organizativo, horarios lectivos, mayor flexiblidad y, esperemos, más recursos para preparar y actualizar los módulos.

 

LA NUEVA LEY DE FP


DOCENTES DE FP VETERANOS: VENTAJAS DE SU CONTRATACIÓN

miércoles, 6 de marzo de 2024

 

El mercado laboral ha cambiado mucho en veinte años. Los otrora contratos de relevo que se crearon con el objetivo de fomentar la incorporación de los jóvenes a un empleo estable, permitiendo además una transición más confortable hasta llegar a la jubilación total a aquellos que aún no habían cumplido los 65 años, tienen cada vez unos requisitos más desfavorables para el trabajador/a que desea ser relevado. Con suerte, a los 63 años, si has cotizado 36 años y 6 meses, tendrás derecho a una reducción máxima de la jornada del 50% a partir del año 2027. Pero este no es el asunto del artículo que aquí nos ocupa. Ni tampoco tiene nada que ver mi sobrevenida madurez...

 

En mi caso, como señalaba en un artículo anterior, las personas de mi generación (nacidos en las décadas de años 60 y 70 del pasado siglo) nos agarrábamos a un clavo ardiendo cuando había una oportunidad de empleo; no importaba que fuera a tiempo parcial o completo, una interinidad o cualquier tipo de sustitución donde coger experiencia a la vez que tener unos ingresos aceptables. Nada supuestamente diferente a lo que viven hoy los más jóvenes en búsqueda de un empleo estable; con la diferencia de la carestía creciente del coste de la vida y poder adquisitivo en descenso, a la par que una mayor oferta de empleo para los perfiles más formados. Cualquier tiempo pasado fue... distinto.


Sin embargo, dentro de la profesión docente en al ámbito de la Formación Profesional, los candidatos de mayor edad ofrecen distintos méritos en comparación a otros perfiles. Habitualmente, las personas con más de veinte años de experiencia (no solo a nivel docente), tienen unos antecedentes en su vida laboral que aportan no solo conocimientos técnicos valiosos para los estudiantes de FP, sino que valoran de otro modo las condiciones de trabajo en un centro educativo. Por no mencionar aquellos docentes que acceden a un empleo estable y con alumnado con interés por aprender y desarrollarse de la mano de la FP. Y a pesar de las dificultades y complejidad que conlleva la docencia, por supuesto. A partir de cierta edad se tiene otra perspectiva de la vida y, si has tenido una experiencia laboral ajetreada, estás más motivado para ejercer profesionalmente en otro centro de trabajo o en un sector diferente.


La edad, además de arrugas y un agotamiento físico y mental ascendente, añaden otra apreciación de las condiciones de trabajo (y no solo las económicas). Es usual conocer compañeros que vienen de otros sectores, con años a sus espaldas, que valoran la enseñanza por ser un trabajo más humano; donde el contacto con los alumnos, sin demasiadas exigencias de unos superiores, facilita un ambiente laboral satisfactorio. Incluso hay quienes descubren su vocación cuando ven lo que pueden aportar a los más jóvenes y lo que rejuvenece una profesión en constante contacto con ellos. Evidentemente, las aulas de FP no son siempre un paseo en barca, pero es difícil encontrar un empleo donde cada hora, cada trimestre o cada curso, nos ofrezca algo distinto. No cabe el aburrimiento, y los afectos llenan, sin duda. 


El envejecimiento de la población nos lleva a un mayor porcentaje de trabajadores con edades más avanzadas. No hay quien no quiera jubilarse antes de hora, pero lo tenemos cada vez más difícil. Por suerte, la mejora del estado de salud nos permite llegar en mejores condiciones, pese a que la docencia exige un alto nivel de energía mental, no solo física. En FP (con la excepción de una FP Básica más ardua) tenemos perfiles de alumnos donde las cotas de desgaste no son tan elevadas y se puede bregar perfectamente en un aula con la cincuentena superada. No obstante, además de fomentar la contratación de personas de mayor edad o que suman experiencias profesionales fuera de la enseñanza (como así lo contempla la nueva Ley de FP), debiéramos seguir dando motivos a los docentes actuales para seguir desarrollando una profesión trascendente para muchos de los que optan por la Formación Profesional.


LOS FUTUROS CURRÍCULOS Y MÓDULOS DE LA NUEVA FP

domingo, 3 de marzo de 2024

 

nuevos currículos y módulos de FP

 

Los borradores de los nuevos currículos de los grados básicos, medios y superiores ya van cogiendo forma, al menos para el ámbito del Ministerio de Educación, FP y Deportes. Es decir, para Ceuta y Melilla ya podemos ver cómo quedarían los currículos de ciertas titulaciones de Técnico Básico, Técnico y Técnico Superior, pertenecientes al grado D del nuevo sistema de Formación Profesional. En las próximas semanas deberíamos conocer cómo quedan estos nuevos currículos en cada una de las comunidades autónomas de España. Iremos con la lengua fuera, como es habitual. 


En los siguientes borradores de las correspondientes órdenes ministeriales, actualmente en audiencia e información pública, ya podemos intuir como quedarían organizados ciertos aspectos referentes al currículo, al profesorado, espacio y equipamientos, modalidades de enseñanza y el periodo transitorio hasta la implantación total de la nueva FP en todos los centros. En principio, se indica que los resultados de aprendizaje y los criterios de evaluación de los módulos profesionales que componen cada título permanecerán igual. Sin embargo, aquí viene lo interesante, el profesorado tiene libertad a la hora de proponer nuevos contenidos: "Corresponderá a los equipos docentes la actualización de los contenidos en las programaciones didácticas." 

 

En teoría deberíamos adaptar estos currículos a nuestro entorno (lo que buenamente solemos hacer ahora en cierta medida) en función de las peculiaridades socioeconómicas y laborales de cada centro educativo y en función de su ubicación geográfica. Lo bueno, vendría con la libertad para desarrollar estos currículos y organizarlos a conveniencia, gracias a la autonomía pedagógica de cada centro educativo tras su aprobación oficial correspondiente. La coordinación y organización académica cobran mayor importancia si realmente queremos ofrecer una formación adaptada al contexto en el que trabajamos.  


En el citado borrador, de un modo algo genérico, se contempla además la potenciación de "la cultura de prevención de riesgos laborales en los espacios donde se impartan los diferentes módulos profesionales y proyecto intermodular, así como promoviendo una cultura de respeto ambiental, la excelencia en el trabajo, el cumplimiento de normas de calidad, la creatividad, la innovación, la igualdad de género, el respeto a cualquier diversidad, la promoción de la igualdad de oportunidades, el «diseño para todas las personas» y la accesibilidad universal, especialmente en relación con las personas con discapacidad." Al igual que se apuesta, de momento sin concreción alguna, por los proyectos de innovación e investigación aplicada, de la  mano de un aprendizaje basado en retos conectados con el entorno profesional de cada sector. Tampoco sabemos como se articularan esas nuevas metodologías que menciona que deberán estar adaptadas al estudiante y basadas en el autoaprendizaje, que permitan de algún modo al alumnado la conciliación con otras actividades. 

 

La duración de los currículos, con algunas excepciones, será la misma: 2 000 horas con carácter general. Pero habrá que ver las posibles ampliaciones de las administraciones autonómicas. Tal vez, uno de los aspectos críticos vendrá con la reorganización de los módulos, con cambios en las cargas lectivas y nuevos módulos que modificarán los títulos en primer y segundo curso. A nivel didáctico será complicado lidiar con módulos de una sola hora de duración semanal (Digitalización, Sostenibilidad y Proyecto Intermodular) que no ayudan demasiado a la hora de trabajar desde cada ciclo de un modo más integral junto con el resto de módulos que forman parte del título. Bien sabemos que en una sola hora, en las enseñanzas presenciales, no se pueden abarcar muchos contenidos ni experimentar demasiado con metodologías innovadoras. El tiempo en el aula vuela.

Respecto a la evaluación también se establece una diferenciación relevante a través de dos opciones: podemos evaluar por resultados de aprendizaje (sin diferenciar los módulos profesionales) o evaluar por módulos profesionales junto al proyecto intermodular (como se viene haciendo comúnmente hasta ahora). Opciones que vienen a reflejar la realidad actual de algunos centros educativos más innovadores en cuanto a su organización modular y prácticas metodológicas. 


También son muchas las novedades en relación a la oferta bilingüe, donde se contempla un mínimo de horas de Inglés profesional, así como se señalan aquellos módulos que son susceptibles de ser impartidos en inglés o francés durante los dos cursos de cada ciclo. Asimismo, se confirma quienes podrán impartir docencia en los módulos bilingües (con un B2 sería suficiente). Y se incluyen hasta tres horas lectivas para la preparación de los módulos que se ofertan en inglés o francés (al menos un módulo cada curso en la oferta bilingüe). 

 

En relación al nuevo Proyecto Intermodular, contará con una hora lectiva semanal, y deberá ser proyectado para trabajar grupalmente a través de retos que incluyan resultados de aprendizaje de todos los módulos profesionales. Se seguirá incluyendo una presentación oral y una calificación individual, a pesar de su realización a través de grupos de trabajo. 

 

Respecto al módulo de Inglés Profesional se añade un Inglés Profesional II en el segundo curso de algunos ciclos formativos. Igualmente habrá una parte de optatividad a través de un módulo anual o dos módulos cuatrimestrales de las siguientes temáticas:

  • Profundización en Digitalización aplicada a los sectores productivos.
  • Profundización en Sostenibilidad aplicada al sistema productivo.
  • Profundización en Inglés profesional.
  • Proyecto en Iniciativa empresarial y emprendimiento, que incluya el emprendimiento colectivo en economía social.
  • Segunda lengua extranjera profesional.
  • Módulos de diseño propio por parte de los centros.
  • Formaciones no formales que con carácter gratuito y generalmente on-line y certificadas.

 

Respecto a la formación en las empresas (la actual FCT que desaparece) ya sabemos que todos los ciclos se impartirán en régimen dual (general o intensivo) con prácticas durante los dos cursos de cada titulación. En el régimen general, que será previsiblemente el más habitual, se desarrollará la dual durante 8 semanas en el primer curso (240 horas entre marzo y julio) y en 9 semanas durante el segundo curso (260 horas entre enero y marzo). Y contemplará al menos el 10% y el 20% de los resultados de aprendizaje de los módulos. 

 

Otro aspecto relevante hace referencia al profesorado de los nuevos módulos de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo y Digitalización aplicada a los sectores productivos que serán impartidos preferentemente por el profesorado de las especialidades cuyos módulos profesionales estén
vinculados a unidades de competencia. Esperemos también que estos nuevos módulos, con la escasa carga lectiva antes mencionada, se pueden trabajar contenidos y competencias de un modo riguroso y sirvan de paso para la actualización del profesorado especialista en estos dos ámbitos. 

 

Veremos si, según contempla la nueva Ley de FP, el próximo curso 2024-2025 tenemos tiempo suficiente para afrontar un reto que va a conllevar muchos cambios a nivel organizativo. Ojalá no caigamos en el error de afrontar la modernización del sistema de Formación Profesional como una mera carga burocrática y seamos capaces de aprovechar la flexibilidad a la que alude esta nueva FP a la hora de programar los módulos y reestructurar los ciclos formativos. Va a ser un largo e intenso camino.

DIFICULTADES Y MEDIOS PARA SELECCIONAR Y RETENER EL TALENTO DOCENTE

miércoles, 28 de febrero de 2024

 


En el sector educativo la selección y retención del talento es una actividad de complejidad creciente. Hace no demasiados años un puesto como docente era una opción atractiva que requería presentarse a algún tipo de oposición para al menos conseguir una vacante de interino o rogar por encontrar una plaza en el sector privado. La pila de currículos que recibía un centro educativo era considerable. Al igual ocurría con las listas de espera en las bolsas de trabajo para profesorado en la educación pública. 

 

Ahora asombra ver procesos de oposición donde hay más plazas que candidatos mientras seguimos en España con unas tasas de desempleo considerables (en torno al 8%) en la población universitaria y algo más del doble que en la Unión Europea. Sin contar con todos aquellos graduados universitarios que tiene trabajos de baja cualificación. Aunque, por otro lado, las nuevas generaciones (millenials y Z) no han sufrido la considerable competencia que los jóvenes boomers tuvieron en su día. Éramos, a la fuerza, poco exigentes. 


Los perdida de poder adquisitivo en este sector, así como la inexistente carrera docente, pueden ser también razones que favorecen la escasez de vocaciones docentes. Por no hablar del poco prestigio de la profesión en la sociedad y el permanente cuestionamiento de la labor, así como la creciente sensación de abandono o la impotencia ante una juventud que se percibe como indisciplinada o poco esforzada. Todo ello, puede que no haga más que cronificar un problema donde una parte del profesorado ejerce de rebote esta profesión; ya sea porque no encuentra nada mejor, porque en otros sectores privados las condiciones son más desventajosas, o porque las exigencias para la contratación son ahora mínimas ante la ausencia de aspirantes. 

 

Otro problema añadido viene en la actualidad con la forma diferente de entender la relación laboral con los empleadores. La fidelidad a un centro o a un equipo de personas se percibe como algo temporal; no cuesta esfuerzo ni hay muchos reparos para cambiar el lugar de trabajo si hay una oportunidad laboral algo mejor. Una consecuencia más de un mercado laboral docente cada vez más desequilibrado en cuanto a su oferta y demanda, y que nos debe llevar a naturalizar una rotación voluntaria más elevada. Tan solo, el elevado interés de las mujeres por la carrera docente (a menudo por razones de conciliación o no discriminación) parece mitigar la falta de aspirantes actual. Al igual que otros tantos enseñantes no cambian su posición al ser compatible con otros empleos mientras el horario laboral se lo permita. 


Evidentemente, la forma más sencilla de atraer ese talento viene a través de una subida de los salarios. Por no hablar de la mejora de unas condiciones de trabajo (aulas, equipamientos...) que nos hemos acostumbrado a exigir en una sociedad más rica donde siempre nos comparamos con los más pudientes y no con aquellos que sufren la escasez de recursos. No podemos pretender ser un centro de trabajo tipo Google, con sus futbolines; pero la estética Roper o los medios desactualizados parece que importan. Al igual que ocurre con esas discriminaciones horarias donde por igual o menor sueldo se trabajan más horas en ciertos tipos de centros o según que comunidad autónoma. Más diferencias que favorecen una rotación incesante en las escuelas. 

 

No hace falta ser un experto en recursos humanos para entender que los empleados de cualquier organización prefieren directivos que fomenten un ambiente colaborativo, que contemplen un desarrollo personalizado de cada trabajador y que favorezcan la flexibilidad laboral. Justo tres debilidades que a menudo arrastra la docencia por distintos motivos: estamos acostumbrados a trabajar de modo independiente, por nuestra cuenta y sin tener que dar demasiadas explicaciones sobre nuestras acciones; la carrera docente o una capacitación personalizada no se contempla habitualmente; y la flexibilidad es casi nula ante un calendario escolar y unos horarios que dependen principalmente de la antigüedad del docente, de los permisos permitidos o de las reducciones de jornada legales. Luego, la transparencia, la ejemplaridad y el estilo de liderazgo colaborativo, pueden ser otras buenas razones para mantener la implicación de la plantilla. Sin duda.  


Tampoco han ayudado las exigencias lingüísticas o los desactualizados requisitos para impartir ciertas materias. Ahuyentan demasiados perfiles que podrían enseñar ciertas materias o módulos sin problema alguno (hay muchos grados universitarios de reciente creación que están en el limbo). En los últimos años, además de la demanda de salir de esa populista zona de confort, tampoco se han incorporado medios o soluciones a los problemas estructurales que arrastra la docencia. La gestión y la calidad de los centros educativos nos embarcan en nuevas tareas mientras los estudiantes son más reivindicativos y las complicaciones van en aumento. Todo ello también nos lleva a una mayor insatisfacción donde no se atisban mejoras en un horizonte cercano. Justo lo contrario. También nos hemos vuelto escépticos con los nuevos métodos que prometían resultados de la mano de formadores a menudo expertos solo en frases positivas. Y una buena formación docente nos puede dar motivos para enseñar mejor y gestionar las aulas con cierta suficiencia.


Luego está el ambiente laboral. Trabajar rodeado de quejas nos convierte en quejicas, con o sin razón. Afrontar una jornada lectiva intensa sin ciertas expectativas, el soporte de un compañero o la confianza en ayudar al crecimiento de los alumnos, eterniza la faena. Y las relaciones personales, como en cualquier entorno, no son siempre fáciles cuando conviven personas con ópticas distintas o un concepto de la educación y el trabajo opuesto al tuyo. Somos dados a diagnosticar los males de la juventud actual o culpar a las familias, y nos quitamos de en medio como si no fuera faena nuestra atender las anomalías. Otro factor más para el quemazón (burnout). 

 

¿Y qué nos queda ante un panorama tan sombrío? Desde los equipos directivos poco se puede hacer para atraer ese talento que escasea. Un talento, como define Pilar Jericó, por el cual un “profesional  comprometido que pone en práctica sus capacidades para obtener resultados superiores en su entorno y organización”. Una definición para reflexionar. En un sector tan restringido, en cuanto a oportunidades de crecimiento dentro de la propia organización, nos queda poco más que apostar por una innovación y creatividad que aporte entusiasmo a nuestra práctica diaria. Alentar las iniciativas del profesorado que se implica y confiar en su desempeño; teniendo al alumno como centro de nuestras acciones pero dando valor al trabajo de los docentes. Sin personalismos. Incluso, preguntar, consultar o encuestar más a menudo a cada docente sobre sus intereses, propuestas y aspiraciones para ejercer la enseñanza.


La docencia, la podemos contemplar desde muchos puntos de vista. Seguro que podemos listar decenas de factores que nos impiden estar satisfechos con nuestra labor diaria. Sin embargo, son muchas más las variables que hacen de esta profesión una oportunidad para ejercer una labor única y preciada en unas condiciones laborales dignas. Podemos compararnos con otros empleos, pero no lo hagamos solo con aquellos que parecen ser más exitosos. Se me ocurren multitud de empleos poco o nada estimulantes. Marcarse objetivos cada curso o cada trimestre, algo no demasiado frecuente en la profesión, también facilita esa motivación que decrece conforme transcurre el curso. A pesar de las programaciones, también tenemos la posibilidad de incorporar de algún modo al aula nuestras aficiones o pasiones personales. También puede ayudar a sobrellevar tensiones y días lectivos estresantes. 


Quizás, acabemos reclutando profesores a través de Tik-Tok o Instagram, atrayendo así a una profesión que garantiza una juventud diaria y pocas opciones para el aburrimiento. O, tal vez, nos estemos dirigiendo hacia una nueva Inteligencia Artificial que nos facilitará el trabajo disminuyendo esa intensidad a la que nos hemos acostumbrado. Permitidme la duda...

HABLAR MAL DEL ALUMNO

lunes, 26 de febrero de 2024

 

hablar mal del alumno

Un buen indicador de la profesionalidad del docente está en la forma de referirse hacia su alumnado. No se trata de valorar las filias o fobias de cada uno, ni medir la mayor o menor bondad que cada uno atesora. La forma habitual que tenemos de calificar o adjetivar a los estudiantes, cómo valoramos sus acciones personales o académicas, o qué palabras utilizamos para dirigirnos hacia ellos dice más de nosotros que de ellos mismos. Y no me refiero a las formas, que pueden ser más o menos coloquiales o correctas según el entorno en el que estamos hablando. A casi todos se nos ha podido ir la lengua en alguna ocasión o no somos lo políticamente correctos que debiéramos. 

 

Afortunadamente, en las aulas no es habitual encontrar situaciones donde el desconsiderado o inoportuno sea el docente. Tal vez los alumnos, por inmadurez o falta de educación familiar, son más propensos a faltar el respeto hacia sus compañeros o profesores. Sin duda, hemos pasado de una escuela donde el temor reinaba en las aulas a estar en un contexto más laxo y cercano que favorece las impertinencias. Difícil equilibrio. En estos casos, como docentes, no nos queda otra que educar con todo lo que conlleva este término; porque no solo instruimos sino que constantemente tenemos la oportunidad de valorar aquellos actos que consideramos moralmente adecuados o inapropiados. Aún así, seguimos dando por sentados muchos de estos comportamientos, como si ser una persona correcta e instruida viniera de fábrica en nuestros jóvenes o niños. 

 

Sin embargo, el objeto de este artículo alude hacia la forma de hablar que utilizamos en público para referirnos a nuestros estudiantes, aún no estando ellos presentes. Hacer comedia o ridiculizar cualquiera de sus actuaciones no tiene excusa alguna. Tal vez nos pueden resultar graciosas ciertas respuestas o comportamientos e incluso nos sonríamos con la boca pequeña con las ocurrentes contestaciones de algunos; pero nunca es apropiada la chanza sobre aquellos para los que trabajamos. La burla o las odiosas comparaciones sobre la juventud actual tampoco son justas ni aportan nada en un contexto bien diferente al que tuvimos en nuestra época. Además de la desmemoria que solemos padecer, sin caer en la cuenta que no siempre fuimos esas personas formales y diligentes que ahora somos...

 

Al final, un truco infalible para saber cómo hablar sobre nuestros alumnos, es imaginar cómo me gustaría que hablaran sobre mí o sobre mis hijos; independientemente de las idioteces, las insolencias, la ineptitud o la ignorancia que suele venir de serie por edad o procedencia de esa valiosa materia prima con la que ocupamos nuestras jornadas lectivas. Ser bienhablado, cuando mencionamos a un alumno o alumna, también es educativo.


Foto de Dmitry Vechorko en Unsplash

LA NUEVA FP: ¿QUÉ NOS INTERESA A LOS DOCENTES?

sábado, 17 de febrero de 2024

 


En breve vamos a sufrir o disfrutar las consecuencias de la nueva Ley de FP aprobada en el año 2022 y desarrollada el pasado año a través de un Real Decreto. A medida que se van aproximando los cambios previstos va in crescendo el interés de los docentes sobre cómo pueden verse afectadas sus funciones. ¿Qué pasa con mis módulos? ¿Qué hay de esa FP dual que ahora se generaliza? ¿Cómo quedan los currículos oficiales de los títulos? ¿Qué ocurre con la FCT, FOL o el PFC? Todos, de una u otra manera, tememos ver alteradas nuestras dinámicas y un trabajo al que tenemos cogida la medida. Sospechamos que la zona de confort no va a verse ampliada sino que más bien acabaremos desalojados de la misma.

De forma muy resumida, podemos ver algunos aspectos destacables que van a verse afectados con esta nueva Ley y su teórica aplicación para el próximo curso 2024/2025:
 

  • Unificación de la oferta formativa. La FP se erige ahora como un sistema integrado que abarca la formación para empleados, desempleados, y aquellos estudiantes que se deciden por esta etapa. La nueva estructura está compuesta por distintos grados: desde la A hasta la E, la FP se despliega ofreciendo desde acreditaciones parciales hasta especializaciones. Cada grado es un peldaño que el estudiante puede ascender, acumulando competencias y calificaciones específicas.
  • Reconocimiento flexible de aprendizajes. La formación recibida no es un camino lineal sino modular, permitiendo que el aprendizaje previo sea capitalizado y reconocido, reduciendo así la redundancia y fomentando la eficiencia educativa.
  • Actualización curricular. La reforma trae consigo una actualización significativa en los currículos de los ciclos de grado básico, medio y superior, incluyendo nuevos módulos enfocados en habilidades digitales, sostenibilidad y empleabilidad. Se introduce en todos los ciclos el "proyecto intermodular", uniendo teoría y práctica a través del aprendizaje colaborativo y por proyectos.
  • Dualidad como norma. La FP se rediseña bajo un modelo dual, implicando una colaboración más estrecha entre centros educativos y el mundo laboral, con una porción significativa del aprendizaje realizándose en empresas en cada curso de los ciclos y un mayor número de horas de prácticas que afectaran a la organización horaria de algún modo.
  • Adaptaciones para la diversidad. Se establecen modalidades de formación presencial, semipresencial y virtual en la oferta de ciclos formativos, así como una oferta modular para atender a las necesidades educativas especiales a través de adaptaciones metodológicas.
  • Compromiso con la calidad. La normativa introduce medidas para mejorar la calidad de la formación, incluyendo la reducción progresiva de ratios alumno/profesor, la promoción de la innovación y la investigación, y el fortalecimiento de los servicios de orientación profesional.


Para conocer en más detalles estos cambios son muy clarificadores los materiales publicado por Caixabank Dualiza y FPEmpresa. También vale la pena echar un visualizar atentamente los vídeos del canal de Youtube de Teacher MrSoler al respecto de cómo nos afectan estos próximos cambios a nivel docente y en las programaciones de los módulos.

Lo que parece claro es que este nuevo escenario va a conllevar una reestructuración de los ciclos y de las horas que cada especialidad tiene ahora atribuidas en los ciclos formativos, así como todo parece indicar que el proceso certificador de los distintos grados implicará una carga administrativa mayor a las entidades involucradas en la formación. Nos falta además por ver el distinto desarrollo normativo que hará cada comunidad autónoma y los recursos que cada administración educativa aportará para implementar las pretendidas mejoras de esta nueva Formación Profesional. 

 

A nivel docente lo que realmente nos importa es cómo quedarán los módulos que ahora impartimos y saber cuándo, y verdaderamente, se actualizarán las competencias, los resultados de aprendizaje y los criterios de evaluación en los que debiera basarse una renovada programación didáctica. Suponemos que todo no será un mero cambio de libros de texto. Veremos si se hace a tiempo y con la debida sensatez, si se mantiene la vista puesta en lo que necesitan los estudiantes para su inserción profesional de un modo flexible a la vez que riguroso. También estaremos expectantes por saber si se contemplan recursos (mediante horas disponibles) para impulsar la investigación aplicada, la innovación, la internacionalización o el emprendimiento al que hace referencia la nueva normativa. Si todo se queda en un cambio de cromos, o en una mayor carga burocrática para los centros educativos, habremos perdido la oportunidad de transformar verdaderamente esta etapa educativa. Confiemos en que las modificaciones en la ordenación académica y dotar de una mayor autonomía a los centros educativos resolverán ciertas trabas a las que nos enfrentamos hoy en día. Suponiendo también una gestión más eficiente de los recursos. 


Espero igualmente que las distintas administraciones autonómicas compartan recursos (programaciones, materiales didácticos, metodologías, etc.) e inviertan sin caer de nuevo en diferencias injustas tanto para los estudiantes como para el profesorado según cursen la formación en una u otra región. Queremos dar clase con instalaciones y herramientas adecuada y necesitamos además estar al tanto de aquellas metodologías e investigaciones que mejoran el aprendizaje del alumnado. Tampoco estaría mal aprovechar esta ley para contemplar el desarrollo de la carrera docente; una mejora más necesaria que nunca en un entorno profesional donde comienzan a escasear los perfiles docentes en muchas especialidades. Veremos.


Foto de Diane Picchiottino en Unsplash

CRITICAR AL DOCENTE

lunes, 12 de febrero de 2024

 


No sé en otros sectores profesionales, pero los docentes, acostumbrados a un trabajo que se realiza la mayor parte del tiempo entre las cuatro paredes de un aula, a solas y junto a un grupo de estudiantes, no estamos muy por la labor a que pongan en entredicho nuestra docencia. Del aula o jaula, como diría Toni Solano, pasamos a un despacho o al escritorio doméstico donde corregimos exámenes o diseñamos con mayor o menor fruición los materiales didácticos. La docencia, pese a los cambios acelerados que vivimos, sigue siendo una tarea excesivamente solitaria. Salvando excepciones, por supuesto. 

 

Ese aislamiento puede ser una de las causas de lo mal que encajamos la crítica. No importa los años de experiencia docente que atesores o la valía del crítico: sientan mal los comentarios. Pecamos tomándonos de un modo personal cualquier juicio de valor sobre nuestro desempeño. Esa falta de compañía habitual puede favorecer una autonomía mal entendida o un compañerismo donde no caben valoraciones discordantes. No sea que nadie se enfade. 

 

Incluso la estructura horizontal de los centros educativos, donde son los propios compañeros los que ocupan puestos directivos, fomenta esa ausencia de autoridad formal e informal donde todos supuestamente sabemos de cualquier aspecto relacionado con la enseñanza. Salvando, desafortunadamente, las incidencias informáticas que nadie quiere dominar... Ponemos en entredicho cualquier tipo de decisión escolar pero somos pocos dados a admitir enmiendas a nuestra labor personal. Sin embargo, a no ser que gustemos vivir en la inopia, somos conocedores de las muchas veces que metemos la pata o que podríamos haber actuado profesionalmente de un mejor modo.  

 

Lo mismo ocurre en el aula. Cuando comienzas la andadura como docente es habitual tratar de ganarte el respeto siendo severo y echando mano de castigos o sanciones. Hay que mostrarse duro. Con los años, si has envejecido bien, toleras más ciertas actitudes y tratas de ganarte al alumnado con el fin de que presten un interés en vías de extinción. La docencia es un difícil equilibrio donde jugamos a ser flexibles sin caer en la intransigencia. Teóricamente, en aras de esos valores democráticos que debiéramos promover, también estamos obligados a escuchar y tomar en consideración las opiniones del alumnado. O, al menos, debatir con ellos la sinrazón de sus propuestas. Una buena práctica para entender y no olvidar los razonamientos propios de la edad. Sin, por supuesto, perder de vista que también podemos andar equivocados ocasionalmente. 


La soberbia profesional es uno de los peores defectos que podemos arrastrar como docentes. Los mejores compañeros son aquellos que proponen y se muestran abiertos a iniciativas motivadas, a la vez que admiten sugerencias y no pontifican alegremente o sin conocimiento. Controlar el ego, en una profesión con escasas superstars, no debiera ser una misión complicada. Tal vez, uno de los males de la profesión viene cuando solo escuchamos a quienes nos interesan, a las personas más allegadas, a los que nos secundan incondicionalmente. Nos quedamos encajados en la crítica o en el desahogo. Pero, de tanto en tanto, aparecen esas otras personas que no hay que dejar escapar, que saben mucho más que nosotros, que actúan sin sobresaltos, que escuchan y leen no solo entre líneas. Compañeros que pueden servirnos de referencia para comenzar una autocrítica que nos cuesta encajar tanto o igual como las críticas ajenas. 


Criticar nos suena en negativo, a reproche. Necesitamos una crítica que suponga un análisis y valoración fundamentada del trabajo diario que desempeñamos. Debemos aceptarlas sin rencores ni antipatías hacia aquellos que nos critican; siempre que sea con ánimo de mejorar la escuela que tenemos y ofrecer la mejor formación posible a nuestro alumnado. Sin ocurrencias ni bandos, sin otros intereses impropios. La clave está en criticar con buena fe y aceptar las criticas profesionalmente. 


Foto de Mauro Gigli en Unsplash

HARTAZGO EN LAS AULAS

miércoles, 7 de febrero de 2024

 


 

La sensación de hartazgo parece poblar las aulas. Actualmente, no solo los docentes, sino también el alumnado, tienden a expresar con mayor frecuencia su descontento; ya sea por un ambiente difícil en el aula, aprendizajes considerados como irrelevantes, los comportamientos disruptivos, la burocracia creciente o cualquier otro de esos elementos que sobrevienen en un sector profesional complejo por la diversidad de personas que participan en el mismo. 

 

Para más inri, nos centramos en señalar a la tecnología como uno de los culpables máximos de todo este desaguisado que solo ocasiona malestar y esa sensación de inutilidad de una escuela que hace lo que buenamente puede. Centramos el debate en el móvil sí o no, ahora ponemos o quitamos portátiles, y en breve pasaremos a discutir sobre si bloqueamos la conexión a Internet. Todo sea por vivir en paz... O eso pretendemos. Sin embargo, dudo que la solución a todos esos males o la respuesta a las quejas incesantes se resuelvan con un apagado digital. 

 

Los docentes manifiestan un estrés creciente, y no parece ser una cuestión generacional. Según el último Barómetro Internacional de la salud y el bienestar del personal educativo, más de la mitad de los docentes considera muy o bastante estresante su trabajo desde el inicio del curso escolar; casi el 50% a menudo, muchas veces o siempre, sienten desequilibrios en su vida profesional y personal o no duerme adecuadamente. Y lo mismo ocurre con la cantidad de docentes que manifiestan limitación en las actividades diarias por motivos de salud (principalmente a causa de fatiga, trastornos mentales o del sueño y depresión). Al menos, casi tres cuartas partes del profesorado, se sienten cómodos con las herramientas digitales y consideran que facilitan su trabajo; pese a que casi la mitad consideran que es fuente de conflicto en las relaciones con el alumnado. Aún así, ¿es la tecnología el causante de la causa? No lo creo.


En mi opinión, seguimos mareando la perdiz en el mundo educativo. Entiendo que es necesario un análisis profundo de todo ese malestar docente que también observamos habitualmente en nuestro alumnado. Ya sea una cuestión de salud mental, que se nos escapa a la gran mayoría de docentes, o una consecuencia de la evolución de la sociedad; debiéramos comenzar a investigar y establecer medidas que no deterioren todavía más las relaciones con la escuela. Los desafíos son cada vez mayores y la sensación de inacción es evidente. Nos movemos por percepciones y ocurrencias. Seguimos en el aula con recetas caseras tratando de abordar problemáticas que nos superan. La inclusión, la diversidad, el bienestar emocional y los cambios curriculares, no hacen más que complicar una profesión de por sí compleja. Y los medios disponibles todavía son insuficientes o mal gestionados; y el enfoque profesional que a veces planteamos tampoco favorece los objetivos de la escuela. Unos objetivos en entredicho que debieran considerar, sin duda alguna, el crecimiento personal, social y emocional de todos los alumnos. 

 

Podemos hacer comedia sobre lo blandas que son las generaciones actuales, pero no caemos en la cuenta del agobio o el cansancio que arrastran colegas más o menos experimentados. Nos quejamos de los estudiantes que se quejan y sin embargo criticamos con frecuencia las medidas que se toman en los centros educativos o desde las administraciones públicas. La congruencia no es nuestro fuerte. Hemos perdido la vara de medir. No sabemos relativizar en una sociedad con más recursos que nunca pero con unos niveles de insatisfacción crecientes entre los jóvenes. Predicamos mucho sobre la resiliencia, pero no hemos dominado las herramientas para desarrollarla. El mensaje o el mensajero se han perdido. Los verbos agradecer y valorar no se conjugan con asiduidad.


Tal vez ayudaría tener una visión común de lo que debe significar la escuela para nuestros hijos y alumnos. Suena demasiado utópico. Seguimos discutiendo entre la indudable importancia de los conocimientos, mientras unos desdeñan los valores que debe transmitir la escuela o minimizan las contrariedades que otros sufren. Corremos el riesgo de caer en una renuncia silenciosa donde el único desarrollo profesional docente va unido a terminar cuanto antes la jornada laboral. Y el hartazgo se va espesando. Familias, alumnado o docentes a disgusto con un sistema educativo que no cumple sus promesas ni expectativas. Se protesta tanto de saberes poco prácticos o nada significativos como de un exceso de orientación temprana hacia la competitividad laboral. Andamos mareados.

 

Al igual que con el calentamiento global, ya estamos padeciendo las consecuencias de un clima escolar que se vuelve sofocante con mayor frecuencia. No advertimos lo suficiente la necesidad de unas leyes educativas consensuadas con rigor y sin arbitrariedades, en un clima político y social que no anticipa nada bueno (hasta la elección de una insípida canción de Eurovisión causa disgustos). Nos queda, a los optimistas entre los que me encuentro, seguir el pensamiento que habita en la frase atribuida por algunos a Eduardo Galeano: 

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

 

Foto de Wesley Tingey en Unsplash

INTELIGENCIA ARTIFICIAL: ¿REPETIMOS EL MODELO EDUCATIVO?

miércoles, 31 de enero de 2024

 

LA IA Y EL MODELO EDUCATIVO

El aterrizaje de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestras aulas tiene a día de hoy un pronóstico más que reservado. Es innegable su influencia en los procesos de enseñanza y aprendizaje; así como, parece que los docentes volveremos a llegar tarde a ese paradero final donde la tecnología nos proporciona medios para ser más capaces tanto a los estudiantes como al profesorado. Y no me refiero únicamente a las competencias digitales. 

 

Repetir los mismos errores que antaño no es nada difícil en el mundo educativo. Somos presas fáciles de titulares sensacionalistas, listas de éxitos, discursos políticos y tendencias suministradas por interesados varios. Pese a las usuales buenas intenciones de los que trabajamos en la escuela, así como de las familias y sus alumnos, es sencillo caer en los mitos que a pies juntillas abrazamos, demonizando o adorando ciertas prácticas para, en el fondo, hacer poco más de lo mismo y buscando culpables donde no corresponde. Se presume la inocencia de muchas metodologías didácticas por simple desconocimiento o herencias recibidas sin atender a su origen. 

 

En esta sociedad del conocimiento, donde nos las prometíamos felices en un sistema donde se valoraba cada vez más la educación recibida, puede que nos hayamos desviado hacia una sociedad competitiva donde lo que importan son las respuestas correctas y los títulos atesorados. En el mundo educativo, cuando hace unas décadas comenzamos a alucinar (en el buen sentido de la palabra) con las posibilidades de Internet o con la irrupción de empresas tecnológicas como Google o Apple, creímos sin duda que teníamos la llave a una nueva forma de relacionarnos con el conocimiento más allá de las disertaciones o libros de texto que acostumbrábamos a recibir sin demasiada pasión.

 

Ahora, como si la historia se repitiera de nuevo también en la educación, estamos otra vez obnubilados con una tecnología que nos aporta muchos datos (y nos hurta otros tantos) y donde corremos el riesgo de hacer una utilización insustancial de la misma. No tiene mucho sentido que solo busquemos respuestas con una IA generativa (tipo ChatGPT) donde el corto y pego, ahora más ágil, es similar a ese guglear al cual la mayoría de personas acudimos para seleccionar y fiarnos de una contestación de entre las diez primeras obtenidas. 

 

Y los estudiantes, como no podría ser de otra forma, se reconvierten y continúan a la carga en la búsqueda de la eficacia y la eficiencia escolar: resolver problemas o entregar tareas al gusto del profesorado en el menor tiempo posible. Con la añadidura actual de la complicada detección de plagios o trampas varias que, indudablemente, siempre han existido. No hace falta buscar una cita de un filósofo presocrático para confirmarlo. Ya vamos tarde si no repensamos las tareas o proponemos otras actividades donde no importa tanto el producto final como el proceso para llegar al mismo. Seguramente ya nos habrán colado más de una respuesta fácil a una compleja pregunta con un sencillo prompt en su IA favorita. Nada nuevo en un planeta tierra donde fusilar contenidos es un deporte de riesgo popular. Luego nos hartaremos a hablar sobre la ética en su uso, pero la realidad nos atontará y acabaremos regalando datos a cambio de una cuenta gratuita o difundiremos contenidos de unas fuentes cada vez más difusas. 


En mi opinión, tampoco acertamos si enfocamos los usos educativos de la IA de igual modo en cualquier etapa educativa. Podemos seguir errando el tiro, al igual que ocurrió con la fiebre que introdujo dispositivos en la escuela para hacer casi lo mismo, y que sigue manteniendo vivas ciertas quimeras; ya se demuestran los efectos superiores en la comprensión texto de aquellos que leen en soportes impresos sobre los que lo hacen en digital con alumnos de infantil o secundaria. ¿Tantos cursos después no hemos medido los efectos de la introducción de la tecnologías en el aprendizaje?, ¿no sabemos todavía qué metodologías, con la colaboración de herramientas digitales, son las más adecuadas según el nivel educativo donde ejercemos? ¿podemos gastar algo más en la dotación de bibliotecas escolares en lugar de ocurrencias fugaces?


A nivel de la Formación Profesional, nunca ha sido fácil trabajar la comprensión lectora de textos expositivos, instructivos o argumentativos. El carácter eminentemente práctico de esta etapa no quita la necesidad de entender adecuadamente unas instrucciones, revisar un argumentario, comprender un artículo científico o sacar unas conclusiones. Incluso ahora, con la IA generativa, cotejar textos, extraer la información válida, verificar los errores o seguir unos procedimientos, son competencias que no pueden ser trasladadas completamente a ninguna herramienta tecnológica. Igulamente es necesario, además de esa capacidad crítica, ir en búsqueda de una creatividad que no solo se obtiene a través de prompts o aplicaciones con IA generadoras de vídeos o imágenes. Sigamos, o comencemos, a dar importancia a una tecnología que nos puede ayudar a idear, crear contenidos nuevos, conectar con otras personas, descubrir recursos, etc. No nos quedemos solo en el uso de una plataforma virtual donde seguimos con los deberes de antaño y donde la comprensión queda en un segundo planto. Difícil tarea la nuestra. 

 

Con la IA tenemos también la oportunidad de reflexionar acerca de la evaluación que arrastramos. Entiendo que es fundamental cambiar lo que medimos. Si antes abusábamos de las calificaciones o ponderábamos en exceso las entregas finales, sin posibilidad de rectificación y mejora, ahora estamos en un buen momento para trabajar con buenas fuentes de información eludiendo las IA para lo estrictamente necesario; a través de pocas pero buenas tareas donde lo que cuenta es la comprensión y el aprendizaje a lo largo de todo el proceso. Incluso, ¿por qué no?, trabajar momentos con textos y materiales sin necesidad de conexión o evaluar formativamente esa capacidad de entendimiento con otro tipo de actividades o pruebas personales. 

 

Nos guste más o menos la tecnología, es imparable. También en el mundo educativo. Añorar tiempos de tiza y tarima donde la selección natural y social era el factor preeminente es poco realista; además de inútil, en una sociedad donde la escuela puede y debe hacer de contrapeso ante un modelo que apuesta por el consumismo y la apariencia, pero que no puede sustraerse de las competencias y valores que necesitarán nuestros alumnos cuando dejen las aulas. 


Foto de Annie Spratt en Unsplash

FP A MEDIDA DEL ALUMNADO

martes, 23 de enero de 2024

 

FP A LA MEDIDA DEL ALUMNO

La FP es una etapa compleja en muchos aspectos, y uno de ellos está relacionado con la diversidad de alumnos que nos encontramos en las aulas. La creciente demanda de estudios de Formación Profesional tiene como consecuencia, además de grupos más numerosos, una extensa variedad de estudiantes que provienen de otros ciclos formativos, de estudios reglados tipo la ESO o el Bachillerato, titulados universitarios o personas que vienen del mundo laboral buscando un cambio de sector o una certificación profesional. Una amalgama en toda regla. 


Según el último estudio de CaixaBank Dualiza, 1 de cada 3 estudiantes que finaliza la ESO estudia FP, pero solo un 62,74% de los estudiantes en el curso 2021-2022 finalizaron sus estudios de Formación Profesional. Tal vez, estos porcentajes son una muestra más de la dificultad añadida que nos encontramos en aulas con estudiantes que presentan motivaciones dispares o necesidades variopintas por cuestiones personales. Alrededor de un 8%, sobre el total de FP, son estudiantes extranjeros y un 1,59% tienen discapacidad y trastornos graves. En definitiva, el maremágnum que hay en las aulas, por diversos motivos, precisa una atención más específica en cada nuevo curso.

 

Luego, si nos fijamos en otros datos estadísticos del Ministerio de Educación, FP y Deportes, relativos al seguimiento educativo posterior del alumnado de FP, podemos destacar que: de los graduados en FP Básica en 2020-2021, el 58,8% accede a un ciclo de FP Grado Medio en 2021-2022; el 50,2% de los graduados en FP Grado Medio en 2018-2019 inició un Ciclo Formativo de Grado Superior en los tres años siguientes; o que el 25,5% de los graduados en FP Grado Superior en 2018-2019 cursan estudios universitarios en los tres años siguientes. Observamos de nuevo una gran disparidad a la hora de continuar estudios o buscar salida en el mercado laboral. 

 

De nuevo, la labor orientadora es más necesaria que nunca tanto antes de comenzar un ciclo formativo como al final del mismo; incluso durante su formación, en aquellos casos donde se abandona prematuramente la titulación cursada. Todo ello también nos lleva a plantearnos la atención que damos en las aulas, no solo en cuanto a la formación en competencias técnicas sino también a la hora de transmitir esas otras competencias personales y sociales que suelen ser las más costosas de trasladar al alumnado. Pero, ¿estamos debidamente preparado para ello? El fortalecimiento necesario de los servicios de orientación específicos para los centros de FP es una buena medida (en aquellas comunidades autónomas que así lo contemplan), pero el resto de recursos de atención a la diversidad o una gestión del aula con estudiantes de muy diferentes perfiles, no puede hacerse solo con el sentido común que se nos supone; se precisa una formación específica al respecto. 

 

Por el momento, seguiremos tratando de dar esa formación a medida para cada uno de esos perfiles que abundan en las aulas: aquellos que estudian por obligación, los que toman la FP como una vía para otros estudios, los que están porque no sabían qué hacer, los faltos de motivación personal o valoración de sí mismos, los que buscan un trabajo, los que quieren reciclarse o reinventarse, los disruptivos o los atentos, los responsables o los indolentes, o los que exigen aprendizajes frente a los que solo quieren que el curso pase cuanto antes. 

 

Ante esta disparidad de actitudes, intenciones o capacidades, no nos queda otra que mantener un espíritu constructivo donde el diálogo y la paciencia son nuestros mejores aliados. Es sencillo quemarse en un ambiente escolar que suele caldearse con frecuencia y donde la exigencia profesional es alta si quieres que todos tus alumnos aprendan. Encontrar esos equilibrios en el aula, donde la tolerancia y el respeto caben, y sin necesidad de amargarse la existencia diaria a la par que tratamos de cumplir con las responsabilidades propias, hacen de la docencia una ocupación imprevisible, por no decir inefable.

UNA EDUCACIÓN SOFISTICADAMENTE IMPERFECTA

jueves, 18 de enero de 2024

 


Empezamos el año, que no el curso, y cuesta vislumbrar mejoras significativas en nuestra profesión; no hay señales halagüeñas de que enseñar sea menos desafiante que en aquel pasado ilusorio donde todo era mejor. Aquí seguimos dando clase, tratando de ser escuchados y de que perdure algún fragmento de nuestro mensaje diario en el disco duro de nuestros jóvenes alumnos. La inmadurez sigue igual de verde que entonces, al igual que lo rancio obnubila los sentidos y acabamos departiendo sobre lo secundario.

 

Continuamos con esa formación informal del profesorado donde (casi)todos procuramos hacerlo lo mejor que podemos en el aula dependiendo de la dosis de paciencia que no hayamos agotado. Ocurrencias bien intencionadas nos sobran, pero luego está el aula donde si no hay cierta disposición y afectos la jornada se vuelve interminable. Estudiantes que no escuchan, conflictos personales, correcciones eternas, dificultades particulares y... ese maremágnum de normas, procedimientos y novedades que nunca hay tiempo para absorber con sentido porque nos enredan en una docencia con altibajos exagerados (a nivel de carga lectiva y responsabilidades) a lo largo del año.   

 

Demasiados días donde el agotamiento da paso a malas caras y respuestas fuera de lugar. Demasiados mensajes optimistas donde sonreír parece la respuesta a todos los males. Demasiados consejos no solicitados y recetas empaquetadas con el filtro que nos interesa. Demasiados estudiantes que no saben lo que les interesa porque no hemos tenido tiempo para preguntárselo. Escolares quejosos consecuencia de adultos irritados con pocas razones. Muchos egos para una educación que requiere discreción y sencillez y menos presunción de títulos o ganancias extraordinarias. Mucha mala política educativa interesada en titulares y en no molestar demasiado a los protestones habituales pese al malgasto corriente.  


Aspiramos a sobrevivir lo mejor que podemos. Dedicamos más tiempo a despotricar que a sugerir mejoras en aras del bien común. Nos sentamos con la mirada puesta en el reloj y con la mano manchada de una tiza que compite con ese inteligente artificial que lo único que no logrará será robarnos el puesto; acabaremos siendo el único dispositivo que el estudiante no podrá desconectar cuando le interese. Ya empiezan a escasear esos perfiles humanos de una población envejecida que requiere sustitutos comprometidos hacia una sociedad donde el sentido de pertenencia no cotiza al alza. Pronto se valorará más el contacto personal, pero auténtico, en un mercado a rebosar de títulos digitales difíciles de filtrar. 


Sin embargo, pese a la intensidad de lo que nos ocupa, nos quedan las caras de aquellos alumnos que se sorprenden cuando aprenden algo nuevo. Mantenemos todavía momentos de complicidad con esos chicos y chicas espejos de lo que fuimos y que son nuestro colágeno mental y corporal. Conservamos intacta la necesidad de seguir aprendiendo para enseñar algo mejor. La capacidad de renovarnos es ilimitada. Y la autonomía profesional, para bien y para mal, es amplia. Con fortuna, nos dejarán seguir centrados en lo que más importa y no tanto en lo que nos interesa. Con algo de suerte podremos focalizar los esfuerzos en dar, sin regalar, una buena base de conocimientos, competencias y valores a todos y cada uno de los que nos aguantan un día tras otro. Ojalá no perdamos la sensibilidad. En todos los sentidos.

10 REGALOS CON Y SIN IA PARA DOCENTES

miércoles, 3 de enero de 2024

 

regalos para docentes

 

Aún estás a tiempo de hacer un regalo especial a esa o ese docente especial que te acompaña en casa o en el trabajo. El profesorado somos una especie profesional distinta fácil de asombrar en cualquier tienda de baratijas importadas, tipo Tiger o Ale-Hop, donde la vaca de la entrada sonríe cuando detecta el ansia por ese material escolar que acostumbra a sufragarse el propio enseñante. La digitalización no ha podido con esa multitud de paridas con las que presumir de su inutilidad ante los colegas o discentes. 

 

Una vez pasado Papá Noel, el innovador de estas fiestas tradicionales, toca esperar a SSMM los Reyes Magos; seguros de nuestro buen comportamiento en las aulas y talleres, durante los satisfactorios claustros o mientras suceden las productivas sesiones de evaluación. Son incuestionables nuestros constantes elogios a la organización escolar, la normativa académica y el buen hacer de los compañeros y compañeras del departamento a lo largo del pasado año. Somos unos benditos que lo merecemos todo. Incluso nos alegraremos si el otro recibe mejores presentes y compartimos materiales por doquier. Comparar está feo. 

 

No me alargo más, no sea que finalmente reciba combustibles fósiles por exceso de guasa. Os dejo aquí con los mejores regalos navideños, festivos, democráticos o monárquicos (como cada cual guste hoy en día), especiales para docentes, para incluir en la lista del próximo 6 de enero. 

 

1. Smart glasses. Los desamparados señores de Meta, junto a la reconocida marca Ray-Ban, han sacado al mercado unas gafas para con las que podrás hacer llamadas y enviar mensajes por WhatsApp, Messenger y SMS sin utilizar las manos, solo con tu voz, como ellos mismos apuntan. Un cachivache genial que seguro tiene alguna utilidad educativa intrascendente, más allá de grabar a tus pobres alumnos sin respetar su privacidad, a la vez que evitamos usar el móvil en clase (si es que eso se practica) para ver cómo anda el niño o estudiar la clasificación de la liga. 

 

2. Un Tupperware [tuperguare] es un excelente regalo para cualquier docente, sea innovador o profesaurio. Combina a la perfección lo conservador (al vacío) y lo novedoso. Una marca de garantía para esas anheladas comidas recalentadas en la sala del profesorado donde se compite por el menú más saludable. Quitando los torreznos del moderno de turno. 

 

3. La docencia es agotadora y exige a menudo dosis elevadas de cafeína para soportar ese horario del que siempre despotrica tu colega. El gasto en cápsulas suele ser elevado durante el curso y economizar con cápsulas rellenables de tu máquina de café favorita es una magnífica idea. Sostenible para tus párpados y para el planeta. Para los amantes del poleo menta también hay teteras plegables para almacenar junto a los exámenes.

 

4. No todos estamos hechos para una visita semanal al gimnasio. La cultura del cuerpo, donde todo pasa por estar fit, exige mucho sacrificio. Casi más que la lectura completa de un artículo de prensa. Mantener la lozanía, pese a los varios sexenios de docencia, y que sigan tuteándote cuando te preguntan la hora se ha vuelto una carga laboral que merecería su propio complemento. Un estimulador muscular eléctrico (aunque acabe luego al fondo de un armario) ahorra matrículas improductivas en el gym mientras visionas tu serie favorita y alimentas tu tableta de chocolate. 

 

5. Únete al enemigo y empatiza con la muchachada. El reggaetón tiene su aquel. No todo se terminó con las letras educativas de Siniestro Total, Barricada o Sex Pistols. Regala este libro de Pablito Wilson para que tu docente se empape y conozca la música urbana actual. Lo siguiente será pasar por el filtro del autotune tus lecciones magistrales... (lo de llevar chándal mejor déjalo para el profesorado de Educación Física).  


6. Nunca está de más un bonito cuaderno para anotar ideas, ocurrencias, experiencias personales o profesionales. Una Moleskine es ideal como borrador de esos proyectos educativos que algunos comienzan a denostar por su mala aplicación o falta de formación al respecto. Puede ser además una buena idea para iniciarse en el lettering, visual thinking, copywritting, content creation, designing, illustration, piltring, etc. Incluso puede servir para dar forma a tus pensamientos. Tampoco están nada mal las agendas de Valtrus

 

7. Una camiseta ecológica reivindicativa, si te atreves, es también un buen regalo. Aún a riesgo de que te acusen de intento de adoctrinamiento, rojipardo, progre, woke... 👊 Siempre queda la opción de lucirla solo (o sólo) en casa debajo del batín. Si el susodicho o susodicha no es tan temerario puedes apostar por una bata laboral de Valento o de "La batita presumida" El hábito hace al maestro...


8. El vino lava nuestras inquietudes, enjuaga el alma hasta el fondo y asegura la curación de la tristeza. Haremos caso a Lucio Anneo Seneca y obsequiaremos con un buen vino de Casa Los Frailes (en este caso barro para casa) para retomar un curso siempre agotador. Guarda la opción 0,0 para las celebraciones en el aula.

 

9. Si tienes presupuesto, y antes que adquirir una licencia de ChatGPT, invierte tus ahorros en un robot de planchado. Mucho más útil que cualquier bot redactor de exámenes y temarios insulsos. Serás la excepción en un claustro habitualmente arrugado. Ni inteligencia emocional ni artificial: la mente es plana. O si tu escuela se ha convertido en un centro sin pantallas, sin IA o sin luz eléctrica, no dudes en adquirir un buen teléfono analógico. No admite distracciones.

 

10. Por último, y tal vez lo más trascendente, te animo a hacer un regalo justo o un regalo azul en favor de los refugiados en colaboración con UNRWA o UNICEF. Nuestras necesidades y deseos materiales son ciertamente irrelevantes si las comparamos con los evitables padecimientos de tantas familias.


¡Felices Reyes! 👑👑👑

ANHELOS EDUCATIVOS PARA UN NUEVO AÑO

lunes, 1 de enero de 2024

 


Como docente, la lista de deseos y propósitos para un nuevo año puede acortarse a ese socorrido y sensato "que tengamos salud" o alargarse kilométricamente como esas listas infantiles donde todo cabe. Haré un ejercicio de síntesis. Voy a intentar apuntar hacia lo que realmente (me) importa. ¿Qué puede ser más relevante para sobrellevar o renovarme en esta exigente profesión? 

 

Podemos quedarnos en intenciones no cumplidas, pedir posibles inasequibles para los administradores de turno, o seguir deambulando como buenamente tratamos de hacer cada inicio de año (en nuestro caso comenzó el pasado mes de septiembre). Podemos instalarnos en uno de esos polos que ahora se estilan y mirar de reojo a los que piensan distinto. Podemos continuar con ese cronómetro vital con la cuenta atrás activada pensando en que todo se solventará en el minuto cero del retiro profesional.  O podemos dar la batalla pensando en los demás, dedicando tiempo a las cosas que disfrutamos y descartando frivolidades; o buscando el sentido de un tiempo que intercambiamos por un salario complementario a otros pluses invisibles y significativos.  


La realidad luego es ardua y compleja. Creemos saber lo que necesitamos o pedimos influenciados por el marketing educativo. Igual queremos un centro sin pantallas que flipamos con un chat donde un bot nos da la razón o se disculpa amablemente. Seguimos con la inocencia del crío que no busca la utilidad a la que aspira el adulto sino deslumbrarse y entretenerse con un nuevo capricho donde el envoltorio importa demasiado. Podría hacer una larga lista con cacharrería digital (esa que suele venir con poca instrucción pedagógica) e incluir igualmente estrategias docentes que faciliten el aprendizaje. No debiera hacer falta optar por un presente de uno u otro tipo. Buscar que aprendan más es siempre un buen regalo; y sabemos que hay métodos y caminos diferentes que nos llevan a a ese mismo anhelo. 


Al final se me está haciendo larga la lista. Deseos inmateriales dejados al azar de lo que Sus Majestades decidan, recursos tecnológicos que no solo entretengan y una formación con sentido para enseñar mejor. El carbón endulzado con desmotivación no debiera caber en este inventario educativo, pero la realidad se tropieza luego con problemas reales, percepciones personales, comparativas desafortunadas, reflexiones desagradecidas o el abatimiento propio de los exigentes consigo mismos. Tal vez, la receta está la compañía. Compañeros que acompañan verdaderamente; que nos dan motivos en cada altibajo, que nos facilitan no solo recursos sino también aspiraciones en una escuela oficinesca.


De momento, podemos comenzar el año poniendo buena cara a esas chicas y chicos que no anhelan volver al aula e incluso desconocen que nos necesitan. El afecto, la conversación, una preocupación sincera o la complicidad desde el respeto mutuo, hace que tengamos una mejor escuela. Un regalo asequible, sin duda.

 

Foto de Nationaal Archief en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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