LAS COMPARACIONES NO SON ODIOSAS

jueves, 31 de marzo de 2022

El ser humano parece que necesita sentir que caen chuzos de punta para ponerse a resguardo y levantar la mirada. Incluso podría afirmarse que las personas nos distinguimos de los animales por nuestra naturaleza desagradecida. Luego vienen los que gustan de compararse y ver mayores dichas en todo lo que acontece a sus semejantes más cercanos. Comparaciones que, por supuesto, nos dejan en mal lugar frente a esa prosperidad infinita y no merecida que creemos disfrutan los otros.

Sin embargo, no somos muy aficionados a la comparación con todos aquellos que sufren necesidades básicas o que viven instalados en la incomodidad. Nos creemos infalibles profesionalmente o con un sueldo inapropiado; pensamos que tenemos jefes manifiestamente mejorables o que nuestro espacio de trabajo es indigno a nuestro estatus. Nos gusta imaginarnos en las oficinas de Google con futbolines y máquinas expendedoras de zumos frescos; con horarios flexibles y a nuestra medida así como con permisos retribuidos de todo tipo y una carrera meteórica repleta de bonus. Pero no vemos todos los que se estrellan ni las excesivas horas semanales que hacen en muchas puestos de trabajo; ni los sueldos ridículos, ni la temporalidad, ni el largo etcétera de circunstancias precarias que padecen miles de personas en un mercado laboral que apisona sin complejos aunque trabajes 12 horas diarias.

Nos han vendido las bondades del emprendimiento desde un sillón orejero acolchado donde supuestos audaces acaban buscando un sueldo fijo en la función pública -lo cual no es de extrañar visto el panorama- protestando por los impuestos que los sustentan. Por eso es vital escuchar a los que emprenden jugándose sus activos, haciendo más horas que un reloj e instalados en la incertidumbre financiera. Aquí también serviría eso del "busque, compare y si encuentra algo mejor..." siga trabajando que nunca se sabe; los contratos indefinidos pueden acabar como el lince ibérico. 

Todo infortunio llega sin avisar. Que se lo pregunten a los desdichados ucranianos. Al igual que se nos abren los ojos cuando sentimos cerca esas desgracias, podríamos dejarlos así, sin cerrar, para seguir preparados ante la que nos puede caer encima. No se trata de ser pesimista ni amargarse la existencia. Puede que en el futuro mantengamos el estatus o incluso lo mejoremos, pero, no cabe duda, que todo es susciptible de empeorar en cualquier momento. La buena noticia es que también podemos, en cierto modo, estar preparados para ello: eliminar susceptibilidades, añadir profesionalidad y pensar en los objetivos comunes de las organizaciones, son buenos ingredientes para comenzar.

La archifamosa resiliencia se trabaja comparándonos con todos aquellos que sufren ahora o han padecido penurias en el pasado. Es valioso ponderar mis supuestas necesidades vitales con aquellos que tienen poco o nada; que no se pueden permitir estudios o no encuentran trabajo por razones de edad o crisis políticas y económicas. Qué importante leer sobre historias duras del pasado reciente o noticias de actualidad que nos pasan desapercibidas como si fuésemos intocables. Y que poco nos comparamos con los que las protagonizan. 

La escuela es un buen espacio para educar desde la congruencia personal. Dar lecciones desde cierta comodidad se vuelve pueril cuando no viene acompañado de implicación y autocrítica con lo que hacemos diariamente. Ya hay jóvenes que pregonan lo mal preparados y la poca actitud que tienen los más jóvenes. ¿Pero no son ellos también jóvenes? Y no nos miramos al espejo, ni atendemos a nuestras pequeñas miserias, ni nos comparamos con aquellos que trabajan y se esfuerzan con denuedo tanto por responsabilidad social individual como por ganas de progresar personalmente. Benditas comparaciones.

 

Photo by Milada Vigerova on Unsplash

FP: NO TODO ES LA PASTA

lunes, 28 de marzo de 2022

Con una nueva ley sobre la Formación Profesional ratificada recientemente en el Senado, parece que el futuro modelo de FP dependerá de nuevo de los designios que los gobiernos autonómicos tengan a bien plantear. Sirva de ejemplo la reincidencia en la deriva del gobierno de la Comunidad de Madrid a la hora de eliminar los conciertos educativos que algunos centros recuperaron tras sentencia del Tribunal Supremo en el año 2017. Todo ello en favor de un sistema, fundamentalmente privatizador, que desde su Consejería de Educación trata de imponer el modelo de cheque escolar a los futuros alumnos de FP. Un modelo de cheque que no redunda en la mejora de la calidad educativa y que desincentiva el acceso de los profesionales a la docencia ("School vouchers are not a proven strategy for improving student achievement" Economic Policy Institute). 


La nueva ley de FP, ampliamente debatida en el Congreso, aunque no en el Senado (no se aceptó ninguna de las más de 300 enmiendas presentadas), parte con el handicap habitual según el cual la supervivencia y mejora de la calidad de los centros educativos de FP dependará de los líderes políticos de turno de cada comunidad. Parece que seguiremos arrastrando la falta de inteligencia estratégica entre aquellos que solo buscan hacer negocio, aún a costa de las familias y jóvenes con escasez de oportunidades académicas; y esos otros que solo contemplan la financiación de la oferta pública desmereciendo la labor social y educativa que, durante décadas, vienen realizando multitud de centros concertados en todo el país. Porque, ¿cuál es el mejor modelo de Formación Profesional que tenemos en España? Pista: Lanbide Heziketa.

 

Son muchas las razones para mantener y auspiciar un modelo de colaboración entre centros públicos y concertados que no vaya en detrimento de la calidad educativa, que garantice la validez de los títulos obtenidos, que respete las condiciones laborales del profesorado, que favorezca la difusión del conocimiento acumulado por la experiencia educativa y que permita tener una oferta de títulos asequible para todos los estudiantes. Porque la libertad de elección finaliza en el momento en que hay un solo alumno que no puede acceder a un ciclo por motivos económicos; que dependa su matrículación de la posible concesión de un cheque que no sufraga la mayoría del importe de las tasas académicas sin tener en cuenta otros gastos adicionales (libros, transporte, material...); o que base su elección en cuantiosas y seductoras campañas de marketing. 


Ojalá la nueva ley de FP se convierta en esa moderna norma que, con un amplio apoyo presupuestario, logre modernizar los centros educativos, sus títulos e instalaciones; a la vez que toma medidas para actualizar al profesorado ante los retos que presenta la digitalización de la economía y un incierto panorama político internacional. Espero que esta ley, que tanto apuesta por la flexibilización, no acabe por quebrar los derechos alcanzados ni se transmute hacia un mero expedidor de certificados de todo tipo y simple amplificador de horas de FCT. Eficiencia, inversiones y desburocratización es lo que demandan los centros y su profesorado. 

 

Sin duda, la nueva ley, aún por publicar en el B.O.E., debe insistir en los razones que tiene la existencia de la Formación Profesional para con TODO su alumnado: permitir su desarrollo personal, inserción laboral y preparación para un complejo futuro profesional que deberán afrontar. Argumentos de peso para los partidos políticos que, de una vez por todas, debieran ser congruentes con sus discursos y preocupación por la juventud. La cooperación, y no la competición desbocada, es el medio y el objetivo de una política educativa transformadora e inclusiva. Estamos a tiempo, no todo es la pasta.

 

FP no todo es la pasta cheque escolar
 Photo by Markus Spiske on Unsplash 


LECCIONES PARA CRECER

miércoles, 23 de marzo de 2022

Los libros y artículos de Xavier Marcet son siempre una oportunidad para reflexionar sobre la gestión de las personas y la innovación a nivel profesional. Su experiencia en el mundo empresarial se puede trasladar perfectamente al complejo ecosistema educativo donde nos movemos perfiles de todo tipo, y donde sus gestores deben bregar con particularidades que a menudo hacen difícil lo más fácil o donde se entiende a veces mal la autonomía docente.

 

En esta ocasión me atrevo a subrayar algunos pasajes de su último libro: "Crecer haciendo crecer". Un título en el que su autor destaca, en una selección de artículos, aquellos aspectos clave en las organizaciones y esa difícil tarea de gestionar a las personas sin perder de vista su propio crecimiento. Una mirada que, sin quitar importancia a la dichosa -en todos los sentidos- digitalización que nos acecha, recalca la importancia de los trabajadores que forma parte de toda empresa. 

 

Marcet nos habla de la necesidad de formar empresas consistentes. Una consistencia que conlleva aplicar cambios y no solo predicarlos, no dormirse en los laureles, no caer en la burocracia interna, alimentar la meritocracia y alejarse de líderes pusilánimes. Nada que no pueda ser aplicado en un centro educativo, desde luego; a excepción de esa meritocracia que se lleva mal con la ausencia de carrera profesional de los docentes. 

 

En relación a la innovación, el autor no pone el acento en la tecnología, resalta la necesaria empatía de los profesionales con los clientes. Tal vez, buscando la analogía con el mundo educativo, la innovación no cabe si no redunda en el aprendizaje del alumno; al igual que si no tenemos en cuenta, en cierto modo, los intereses y particularidades de su etapa vital. 

 

Las empresas auténticas, al igual que los centros educativos, no podemos caer en discursos superficiales. La autenticidad es una parte fundamental de las organizaciones; el relato que trasladamos y los principios éticos, a todos los niveles, son la mejor forma de seguir conectando con los estudiantes y sus familias. En tiempos de frivolidad en las redes, debemos de trasladar mensajes y acciones congruentes con esos valores que nos representan. 

 

Buscando el símil educativo, Xavier Marcet discute el valor de las metodologías, dando mayor importancia al trabajo en equipo de las organizaciones y sus sincronías, así como a los estilos de liderazgo. Destaca de nuevo la trascendencia de las personas que formamos parte de toda empresa. En un entorno complejo el principal recurso son las personas que, con su talento, van a ser capaces de poner en marcha esa visión estratégica necesaria para afrontar el futuro. Porque, como así afirma: "en las organizaciones no sobra talento; en muchas de ellas lo que sobra es no talento". Un talento que debe combinar actitud y aptitud, mientras que el no talento está servido con aquellos que no quieren adaptarse. 

 

También hace referencia a la necesidad de entrenar el pensamiento crítico; disponer de un criterio propio, pensar y escribir para saber qué pensamos. Algo tremendamente útil en un sector educativo asediado por modas e intereses comerciales, donde debemos aprender a separar la paja del grano sin caer en la trampa de la tecnologización imprudente. Insiste en la necesidad de desaprender y reaprender como un ejercicio personal e individual continuo. Copiar lo que hacen otros puede estar bien, pero, buscar la singularidad también nos facilita la innovación y evolución profesional. 

 

Es interesante la visión que tiene sobre la motivación de los profesionales. Nos habla de la necesidad de dar sentido al trabajo que realizamos y a las agendas que tenemos, dejando autonomía para su concreción. Si queremos innovar, ¿a qué dedicamos el tiempo? Una pregunta fundamental en las organizaciones donde nos enfrascamos a menudo en las reuniones de siempre y los procedimientos habituales, pese a que dispongamos de márgenes y confianza más que suficiente. La motivación viene de esa confianza dada pero, sin duda, si nuestras condiciones laborales son razonables, debemos venir motivados de casa; tal y como reza ese acuerdo laboral que nos compromete a cambio de un sueldo. Flexibilidad y agilidad ante el cambio son retos y oportunidades de los líderes educativos para al menos no desmotivar al personal. Magnífica la frase: "Las empresas van bien cuando la gente no tiene tiempo y sabe mantener los hábitos que les han hecho crecer". 

 

En relación a los líderes de las organizaciones, Marcet subraya la necesidad de jefes equilibrados que exijan y reprendan ayudando a crecer a los comprometidos frente a los indolentes. Delegar, empoderar y buscar gente que incomode en los equipos para ampliar la perspectiva habitual que nos inmoviliza, pero sin caer en las ocurrencias. Congujar la ambición corporativa con la humildad personal. Dedica un artículo, imprescindible, a la gestión del talento y no talento. Porque las empresas ideales están llenas de gente con talento y compromiso, autoexigente, que nos hace competitivos frente a los tóxicos a los que no hay que ceder ese tiempo que reclaman y que se muestran insolidarios instalados en sus quejas perpetuas. De ahí la importancia de dar a conocer a todos las razones de ese cambio necesario que implica compromiso y esfuerzo si queremos lidiar con la incertidumbre.

 

Insiste el autor en la necesidad de organizaciones flexibles, adaptables a los cambios que surgen, y que, en el mundo de la Formación Profesional, es imprescindible tener en cuenta para trabajar esas competencias requeridas en los centros de trabajo. Porque hay cosas que seguro no cambiarán, y hay que pensar también en ellas, como afirma Marcet. En educación no todo es variable; con la pandemia se han reafirmado aspectos que son vitales para los alumnos más jóvenes: la presencialidad, los hábitos y rutinas de trabajo, la conversación, socializar... Seguimos teniendo mucho por hacer. 

 

 



SE BUSCAN PROFESIONALES NORMALES

miércoles, 9 de marzo de 2022

La medida de lo que significa la normalidad parece difusa y subjetiva en los tiempos que corren. Los embistes del marketing personal, la ausencia de referentes, el exceso (o falta) de autoestima, puede que nos estén llevando a esa esclavitud de las emociones que arrastra masas de gente hacia los lindes del pensamiento. Los tipos normales y corrientes se malvenden como seres grises sin valor diferencial y escasos de títulos (útiles e inútiles); frente a aquellos que hacen ruido, protestan, se encumbran solitos y manejan las artes de la comunicación mientras acumulan seguidores con oídos regalados. 

 

Sin embargo, en cualquier trabajo, los gestores prefieren profesionales con talento pero sin excentricidades. Personas que cumplen, que se relacionan, que aportan, que se implican, que vienen motivados de casa cuando disfrutan de un contrato laboral decente; que se molestan por seguir aprendiendo, congruentes y autocríticos. Gente normal que sabe que, indefectiblemente, las condiciones del entorno laboral afectan, para bien o para mal, al entorno personal; pero que no trasladan sus fobias y filias atípicas a lo profesional. 

 

Tipos corrientes que cumplen con sus obligaciones, incluso alguna más de la cuenta, y que no van llevando el cómputo de cada segundo concedido a su empleador (preferiblemente normal). Sujetos normales que no abusan de sus imprescindibles derechos laborales, conseguidos con el sudor y lágrimas de otros, ni se dedican a buscar argucias para no cumplir con lo mínimo exigido. Personas que hacen y no necesitan hablar; aunque debieran ser más oídas. Mentores de verdad y no solo figuras obvias y virtuales.


Las empresas normales, al fin y al cabo, no buscan currículos de jóvenes hipertitulados o sabelotodos expertos en nada. Prefieren gente que quiera aprender y crecer profesionalmente; gente constante y sabedora de que un trabajo bien hecho redunda en toda la organización, compañeros incluídos. Esos tipos que observan y aprenden de esos antiguos del lugar que no se han vuelto desfasados. Trabajadores que se han críado bebiendo en vasos de Nocilla reciclados de cristal transparente y que no se desviven por esas tazas rotuladas de frases fantasiosas. Porque las empresas, tal vez equivocadamente, no miran las calificaciones de sus títulos; escanean la actitud en busca de personas con ganas y sin dobleces: ni perros verdes, ni fantasmas, ni aficionados al espejo, ni arribistas, ni trepadores sin piolet.

 

Aquella frase tan antigua, "la intención es lo que cuenta", se acopla muy bien a esa gente normal que busca hacer bien su trabajo, sin excusas, protestando solo cuando toca, y que son el antídoto ideal para los tóxicos que tienen soluciones para todo pero no se aplican el cuento. Porque los normales, estadísticamente hablando, debieran ser mayoría; una mayoría que no permita que ese resto de cantamañanas contamine los valores que ahora y siempre se necesitan. Nos acecha un futuro volátil y extraño por el que nos deslizamos perplejos los que valoramos todo aquello conseguido y recibido; y que ya no debiéramos dar por supuesto.

¡Que viva la gente normal! 

 


¿CÓMO SE INFORMAN LOS ALUMNOS SOBRE LA ACTUALIDAD?

martes, 1 de marzo de 2022

Leer la prensa escrita no es una afición habitual entre los más jóvenes. La desafección a los medios de comunicación así como otras formas de entretenimiento audiovisuales no ayudan a que se acerquen a la lectura de periódicos u otras publicaciones digitales. En papel ni hablamos. Las retransmisiones online (tipo Twitch), los canales de YouTube, así como el incremento de usuarios de podcasts, son la alternativa actual a la lectura de artículos de prensa para estar al día. O, mejor dicho, a "su día". La actualidad política o económica no suele causar entusiasmo alguno. Más allá de los titulares tendenciosos o de las polémicas del momento, no hay mucho interés en perder media horita al día en información actual. Ni los telediarios tienen ya mucho público jóven, más allá de los "chiringuitos" de turno con noticias deportivas instrascendentes.

 

La escuela debiera ser ese último reducto donde los jóvenes estudiantes tengan la opción, así como la obligación, de leer y estar informados; de debatir y criticar artículos de opinión y noticias; de apreciar el valioso papel que llevan a cabo los periodistas en los países democráticos. Leer, escuchar y conversar sobre la actualidad debiera ser tarea obligatoria desde cualquier materia. A menudo olvidamos conectar nuestra área de conocimiento con la realidad que vivimos; y no hablo solo de los intereses de los alumnos. Porque no hace falta ser experto para introducir ciertos temas o analizar las fuentes de información que tenemos al alcance.

 

desinformación noticias jóvenes alumnos

 

Las redes sociales son ya el medio de comunicación preferido, entre los jóvenes de 18 a 24 años, para informarse. Y nosotros, desde los centros educativos: ¿aprovechamos convenientemente estos medios, más allá de promocionar o difundir actividades escolares? Bien sabemos que la inanidad es la tendencia perene de las redes sociales. Sin embargo, somos complices de simplezas con contenidos poco estimulantes cultural e intelectualmente. Por no hablar de las autocensuras, o de las temidas acusaciones de adoctrinamiento por tratar ciertos asuntos hoy día delicados. 

 

En los momentos actuales, con el horror de la guerra en Ucrania retransmitida en directo, no debiera quedarnos otra que pausar nuestra programación y tratar con rigor lo que están sufriendo los ucranianos. Tenemos más recursos que nunca, más allá de los programas de televisión, para enseñar y educar a nuestros alumnos sobre esa historia que decíamos no se volvería a repetir. Demasiados paños calientes, demasiado lenguaje recatado, demasiada piel fina... que no contempla la cruda realidad de un planeta que sufre, cada época, los tiranos opresores y dictadores de turno.

 

Aquí algunos recursos sobre la guerra actual que pueden ser de interés para su uso en el aula, además de los diarios digitales que ofrecen estos días alguna información en abierto:

 

Desinformación y páginas donde desmontan bulos:

 
Listado de canales de podcasts de Google: https://podcasts.google.com/search/ucrania 
 
Noticias ordenadas por fecha e importancia con el buscador de Google. 

Los siguientes canales de noticias en YouTube:
 
Fotoperiodistas que siguen la guerra desde Ucrania:

 

 Cuenta en Instagram de BBC Mundo (en español) con información bien sintetizada y explicada:

 

Photo by Claudia Bachinger on Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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