RESPONSABILIDADES DOCENTES

martes, 23 de junio de 2020
Como docentes, al igual que les sucede a los alumnos, parece que tendemos a ver la anécdota como ese todo que nos dificulta el trabajo y nos incordia en el día a día. Una anécdota en forma de compañero, profesor o alumno que no cumple nuestras expectativas o que quiebra la confianza que habíamos depositado en cualquiera de ellos. Una minucia dentro de la enormidad de personas con las que nos movemos habitualmente y que, para bien o para mal, altera nuestra visión de las cosas. Pienso ahora en esos pocos alumnos disruptivos que te ponen el curso cuesta arriba; o en aquel colega que no participa ni coopera en la misma medida que tú (te) exiges. Tal vez pecamos de falta de empatía, nos falla la vara de medir o, simplemente, el hartazgo en ocasiones nos supera ante tanta odiosa comparativa. El quid de la cuestión se mueve entre esas fronteras difusas que separan nuestras responsabilidades de las de los demás.

responsabilidades docentes
En el caso de los alumnos, pese a la mayoría de edad de algunos, me duele ver como desaprovechan el curso y caen en un absentismo pese a la ayuda y consejos de compañeros y profesorado. Sigo sin ver qué falla en estos chavales que, o bien están mal orientados, o bien su situación personal no les ofrece motivos para seguir un curso. No tengo clara cuál es nuestra responsabilidad ante un fracaso que consume tiempo y recursos de las familias, la Administración y supone un nuevo revés vital en la trayectoria de estos jóvenes. 

Podemos optar por culpabilizar al alumno o a sus familias; o incluso a un sistema educativo del que se dice que no promueve el esfuerzo como en aquellos tiempos de opulencia intelectual y cultural (léase con ironía). Muchos de los que hacen este diagnóstico suelen ser aquellos que luego van a la suya y asumen difícilmente su falta de implicación en la tarea que les ocupa. También es cierto que hacemos lo que podemos, o más bien lo que sabemos, en situaciones difíciles y ofreciendo una atención insuficiente con los recursos actuales. O quizás nos hayamos pasado experimentando. 

Mirando hacia atrás, no tengo clara la receta educativa ante el pasado confinamiento y sigo dando vueltas a qué podríamos haber hecho mejor para atender al alumnado y evitar ese interés ausente. Bastante teníamos con gestionar clases, plataformas, correos, correcciones... en un entorno doméstico, en muchos casos, poco proclive para el trabajo. Nos puede haber fallado la (des)organización, la falta de coordinación, la generosidad con los colegas para compensar el trabajo, las prioridades. No sé. Hemos estados sometidos a una situación excepcional en medio de una alerta sanitaria; sin embargo, el problema viene cuando este tipo de situaciones se prorroga en el tiempo y los docentes quemados o los alumnos congelados por su inactividad académica siguen manteniendo esas inercias negativas.

Me temo que en septiembre estaremos en las mismas. Igual de quemados o motivados. Viéndolas venir y esperando instrucciones de arriba o de los costados. Se hará más difícil acercarse físicamente a los alumnos, evitar el ruido con unas ventanas abiertas permanentemente o controlar esas nuevas herramientas digitales sin miedo a cometer un traspiés que te ponga en evidencia. Y las responsabilidades seguirán siendo nuestras; forma parte de nuestra profesión y su límite es tan dilatado como personalidades hay en la escuela, pese a las normas y la burocracia del momento. Nuestra mayor certeza vendrá si trabajamos conjuntamente y asumiendo unas responsabilidades bien repartidas.

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UN CURSO POSTCOVID

jueves, 18 de junio de 2020
Por fin vamos ya viendo el fin de un maldito curso que nos ha robado muchas horas y días junto a nuestros alumnos y compañeros; con la amargura añadida de no poder sentir la compañía de nuestros familiares y amigos, o incluso perder a alguno de ellos a causa de un insólito virus.

A estas alturas de la película, las fuerzas y las ganas de repensar el nuevo curso van ya menguando. Muchos estamos exhaustos de tanto cavilar y estar frente al ordenador impersonal tratando de gestionar correos y singulares reuniones online . Han pasado tres meses. Nos quedan ahora otros tantos para comenzar un curso incierto con un virus que acecha; pese a muchos desmemoriados que creen haber terminado, con final feliz, una novela de Stephen King.

Esperemos que la demanda de FP no sufra ningún bajón. Que ese prestigio añorado, de nuestra Formación Profesional, sea algo más que una económica propaganda por las redes. Espero también que superemos un curso próximo con más acción, instrucciones y consenso; que rebasemos las ocurrencias y esos sálvense quienes puedan que vivimos ordinariamente. Innovarán los de siempre y se esconderán camuflados los que nunca dejan de pensar más que en sí mismos. Y lo pagaremos todos con agotamiento, conflictos o un desasosiego continuo. Todo por no remar al unísono.


A la fuerza se han digitalizado muchos docentes, pese a una autoformación obligada y muchas penurias frente a un teclado que se ha convertido en ese escudero solícito que al mismo tiempo nos ha mortificado junto a su amiga la pantalla. ¡Ay, qué bien estábamos dando y recibiendo clases en el aula! ¡Qué maravillosa es la educación presencial! No hay robots que valgan ni aplicaciones que sustituyan esa riña, el nervio en la pizarra o aquel discreto cumplido que recibes ocasionalmente. Los gurús educativos deberán afrontar una temporada de rebajas y saldos para lograr vender sus fórmulas magistrales.

Oiremos aquello de esto no va a ser lo mismo que antes o esa nueva anormalidad que tal vez se quede en un gel de manos o un chócame ese codo, colega. Soy poco optimista. Los que se quitaban de en medio, seguirán en las mismas; los usureros del tiempo ajeno, continuarán pensando solo en si mismos, en su horario y su monedero; los exhaustos, volverán a terminar un curso agotados por la dedicación a tiempo completo a sus alumnos y escuela. En fin. Que volveremos a las andadas con el temor añadido de un contagio a nuestros mayores. A lo sumo, en 2021, nos habremos acabado de idiotizar montando tiktoks para dar clases online.

Como mucho, algunos soñaremos con una escuela donde la lectura, la reflexión, la significatividad del aprendizaje y el cambio educativo, vengan de la mano de un consenso donde el profesorado participe y lidere a través de aquellos más sabios y experimentados, capaces de acordar y gestionar, con sensatez y humanidad, nuestro futuro educativo. Septiembre hablará.

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QUÉ NO CAMBIARÁ EN LA FP

miércoles, 3 de junio de 2020
La lectura de este artículo de Xavier Marcet  me ha inspirado para reflexionar acerca de los que seguro, a mi parecer, NO va a cambiar en la Formación Profesional, ni después de la pandemia ni dentro de diez años o más. Puede ser una especulación valiosa tener en cuenta todos aquellos aspectos que creemos continuarán siendo importantes en la educación de nuestros alumnos, en la docencia del profesorado o en la organización de nuestros centros educativos.

¿Serán nuestros alumnos diferentes dentro de una década? Seguro que continuaremos hablando de generaciones T, alfa o táctil, o esa otra letra del abecedario que convenga; pero también es cierto que seguiremos tratando de amoldarnos a los alumnos para buscar ese aprendizaje significativo que combine las necesidades de los centros de trabajo con los intereses y conocimientos de los alumnos. Los nativos o aborígenes digitales seguirán siendo colonizados por esa turba de profesores dispuestos a transmitir conocimientos a las promociones venideras.

Los alumnos siempre van a necesitar ser formados presencialmente, independientemente de las tecnologías que nos acompañen; y, como se ha venido demostrando estas semanas de confinamiento y educación a distancia, seguirán precisando de la figura del docente que les acompañe y mentorice; de unos compañeros con los que relacionarse y aprender a trabajar en equipo; y de una evaluación presencial continua más allá de un formulario digital o unas tareas en la nube. A excepción de esa modalidad online con la que coexistiremos y que seguirá siendo adecuada para unos perfiles específicos de alumnos: "La formación online no funciona".

Nuestros alumnos, o clientes como a algunos gusta llamar, permítaseme la sinonimia, van a continuar requiriendo la atención del profesorado, lo más individualizada posible (si una adecuada ratio y horas de docencia nos los permiten), y una formación permanente de los docentes en aquellas herramientas y métodos que, desde la evidencia, contribuyan a ese aprendizaje permanente deseado. Seguiremos necesitando formación actualizada, lecturas profesionales sobre pedagogía y nuevas técnicas específicas en cada familia profesional. Comienzo ahora un libro interesante al respecto, de Héctor Ruiz Martín: "¿Cómo aprendemos?".

qué no cambiará en la formación profesional blogLos centros educativos seguirán precisando una organización que se adapte a las tecnologías que las empresas y otras entidades utilizan en sus procesos productivos o prestación de servicios. Nuestros centros continuarán necesitando espacios donde trabajar en equipo, tiempos donde el profesorado se coordine, líderes que se adapten a las exigencias del momento y que encabecen medidas transformadoras más allá de la ingente documentación que generamos. Las escuelas de FP seguirán necesitando dar autonomía y confianza a su profesorado; motivando y promoviendo el compromiso de su claustro; gestionando la abundancia o la falta de implicación o profesionalidad.

Como docentes de FP mantendremos innegablemente la necesidad de relacionarnos más estrechamente con el mundo del trabajo; cercanos a las empresas y a las competencias que demandan. Seguiremos en unos años buscando recursos, digitales o físicos, para poder actualizar nuestros temarios. Aunque espero que algún día se materialice alguna iniciativa que recoja todos esos recursos publicados en abierto, por ciclos formativos, disponibles para toda el profesorado que en muchos módulos tiene dificultades para encontrar materiales específicos. Un proyecto que debiera ser coordinado entre las distintas administraciones educativas del Estado y sus Comunidades Autónomas.

En unos años, difícilmente cambiarán esos profesores que cumplen y se preocupan por el aprendizaje del alumno, más allá de unas meras calificaciones. Disfrutaremos de compañeros y compañeras que, con su experiencia, honestidad y forma de enseñar, nos seguirán inspirando para ser mejores profesionales. Y siempre habrá quien se quite de en medio, o aquel que nos da coraje por su disfrute desconsiderado a costa de alumnos y colegas que no perdonan un día en este oficio. Seguirán siendo los menos, pese al ruido que ocasionan.

Desafortunadamente, viviremos también acometidas por parte de los oportunistas que nos desean vender fórmulas seductoras para mejorar la enseñanza o artefactos supuestamente imprescindibles para ser un innovador certificado. Seguirá siendo necesario tener los pies en la tierra, contar con la experiencia de nuestros docentes; analizar y reflexionar antes de cada curso, sobre qué añadir o en qué merece la pena emplear un tiempo siempre escaso. Geniales las tiras cómicas que Pedro Cifuentes publica en Twitter con la etiqueta: #enclasenosedibuja.

Lo que dudo si cambiará o no, será esa necesidad de prestigio permanente que, como el arca perdida, parece ser el sino de nuestra Formación Profesional. Espero que se mantenga esa creciente estima a una etapa, la FP, que refleja una valoración muy positiva por parte de los alumnos que pasan por sus aulas y talleres, a pesar de las reticencias iniciales de algunas familias o un cierto desdén de algunos estamentos. Seguiremos demostrando, con hechos y a través de las experiencias vitales de nuestro alumnado, que la FP es la mejor elección para crecer personal y profesionalmente. Siempre, claro está, que se invierta en ella y se cuente con el profesorado para su transformación y mejora.

EL VALOR DE LA LECTURA Y LAS COMPETENCIAS DIGITALES EN FP

lunes, 1 de junio de 2020
Al principio de este casi, por fin, finiquitado curso, arrancamos la lectura con los alumnos de un ciclos de grado medio en Actividades Comerciales de uno de los libros del escritor Nando López: "En las redes del miedo".

Para situarnos, mejor os cuento los antecedentes y la justificación en relación al tipo de actividad propuesta como el título seleccionado. Mi insistencia, o pesadez, sobre la importancia de la lectura en los más jóvenes, me ha llevado desde hace unos años a tratar de incluir y fomentar títulos más o menos relacionados con los módulos en los que imparto mi docencia. Es difícil acertar con los gustos de los alumnos, así como es complicado que sustituyan la lectura por otras formas de ocio mucho más atractivas a sus ojos. Otros compañeros y compañeras, todavía una minoría, también se atreven a recomendar lecturas o incluyen libros (no de texto) dentro de sus programaciones.

Otros años, en ciclos formativos de grado superior, he optado por seleccionar cuatro o cinco títulos entre los que el alumno pueda escoger. La voluntariedad y esa posibilidad de elección suele ser valorada muy positivamente por los alumnos. El inconveniente principal es acertar con libros que aporten tanto el placer de la lectura como algún conocimiento o valores para su vida profesional futura. Al final, me he acabado decantando tanto por novelas como por otros títulos más "técnicos": "Libros recomendados para jóvenes de FP".

En esta ocasión, con alumnos más jóvenes, decidí seleccionar el libro de Nado López en un módulo poco literario, Aplicaciones Informáticas para el Comercio, por ser tanto literatura juvenil como por las diferentes problemática o inquietudes en las que, desde una postura nada paternalista, el autor se sumerge a través de las miradas de sus protagonistas. Asimismo, este libro, ofrece una estructura nada clásica, con constantes referencias a la música y a las redes sociales que, al principio de cada capítulo, se plasman con capturas de un diálogo o memorias personales publicadas en Instagram.

nando lópez escritor
Imagen propia
Comenzamos leyendo en clase, una vez por semana, para facilitar la lectura de todos y teniendo en cuenta la dificultad o falta de motivación de muchos alumnos para abrir un libro durante su tiempo libre en casa. También, buscábamos un tiempo de silencio a través de una lectura compartida pero individual, donde cada uno toma el ritmo que necesita o comparte su libro con otro compañero/a. No todo ha sido un camino de rosas; costó lo suyo el alcanzar ese clima de silencio y tranquilidad requerido para leer plácidamente; las interrupciones se han sucedido y en ocasiones no había libros suficientes o el temario nos obligaba a posponer la lectura. De hecho, nunca sabré si para "perder tiempo", algunos alumnos demandaban esa hora de lectura en detrimento de la clase de informática con la que debíamos avanzar; pero voy a ser bien pensado. 😄

Los días de lectura, y desde un perfil en Instagram que cree para esta ocasión, lanzaba algunas cuestiones para reflexionar sobre los capítulos de libro. Ha sido también complicado que todos participaran, entiendo también que por no querer ver "afectada" su cuenta personal con una cuenta escolar. Pero al menos, proyectando este en perfil en clase, nos servía para conversar sobre alguna de los asuntos que preocupan a los personajes del libro: suicidio, anorexia, pareja, autoestima, redes sociales, amistades, etc.

Justo antes del confinamiento, andábamos algo rezagados con la lectura del libro, y quise aprovechar estas últimas semanas para que lo terminaran todos aquellos que aún no lo habían hecho. Espero que me "confiesen", en una futura encuesta, cuantos terminaron finalmente el libro, en unos días en los que las series y el horario nocturno ha dejado huella en unos jóvenes ansiosos, lógicamente, por retomar su vida social.

La última tarea (ver aquí) que debían realizar con el libro, aprovechando las competencias digitales trabajadas durante este curso, pretendía que los alumnos utilizaran la hoja de cálculo, el diseño digital, el marketing y la edición de vídeos. Aquí, y gracias a la generosidad de Nando López, ofrecíamos a los mejores cuatro trabajos, un ejemplar dedicado del autor. Finalmente, por los problemas actuales con la logística, no los pudo firmar pero, a cambio, nos regaló dos ejemplares para cada uno de los cuatro afortunados: "La versión de Eric" y "Hasta nunca Peter Pan". Espero, a la vuelta en septiembre, poder hacer entrega en mano de estos ejemplares que ahora solo adornan mi librería a la espera de nuevos lectores.

Recalco de nuevo aquí la amabilidad de Nando que, en todo momento, se mostró atento y partícipe en esta sencilla iniciativa. Es muy motivador que un escritor se implique de esta manera con sus lectores y responda a las interpelaciones de unos jóvenes que suelen acercarse a la literatura con cierto recelo. Aquí os dejo con la reseña personal, sobre "Las redes del miedo", de una de esas alumnas que, puede pasar desapercibida en el aula, pero que demuestra su sensibilidad y saber hacer en otras muchas destrezas a menudo no demasiado valoradas desde la Formación Profesional.
Con la tecnología de Blogger.

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