DIFICULTADES Y PROPUESTAS PARA LA INSERCIÓN LABORAL DE LOS ALUMNOS DE FP

lunes, 20 de enero de 2020
Se acercan las fechas en las que los alumnos de Formación Profesional comenzarán su módulo de Formación en Centros de Trabajo (FCT), las prácticas en empresas, y emprenderán una experiencia incierta para ellos y a través de la cual experimentarán y aprenderán en un entorno real algunas nuevas competencias que no podemos trabajar en el aula. Es normal que los jóvenes, pese a estar finalizando ya su ciclo formativo, no tengan claro el tipo de empresa o puesto donde les gustaría desempeñar un futuro empleo. No siempre se puede decidir el lugar donde realizar estas FCT, e incluso, en ocasiones, son las propias empresas las que seleccionan a los alumnos que necesitan para luego incorporarlos a su plantilla.

Es por tanto imprescindible que nuestros jóvenes alumnos sepan afrontar con ciertas garantías una entrevista de trabajo y realizar un currículo adecuado y profesional tanto para antes de realizar esta FCT como para cuando las finalicen y se titulen como técnicos. El problema surge, en muchos ciclos, en los que el módulo de Formación y Orientación Laboral se ha programado para ser impartido durante el primer curso del ciclo formativo; en lugar de realizarse en un segundo curso donde deberán afrontar una continuación de estudios o su inserción en el mercado laboral. No es raro encontrar currículos con faltas de ortografía, mal planteados o con un diseño descuidado.

Cabe por tanto que el resto del profesorado sigamos orientando a los alumnos a la hora de afrontar estas entrevistas, diseñar un CV o afrontar una primera experiencia laboral. Es necesario que conozcan de primera mano lo que las empresas esperan de su trabajo, a nivel personal y profesional; que la actitud y las ganas de aprender en el trabajo son esenciales; que los modales, la humildad o el respeto se deben mostrar desde el primer al último día; que la honestidad y el cuidado de las herramientas de trabajo o de la mercancía es ineludible; o que su intimidad e identidad digital pueden influir positiva o negativamente en su contratación. No solo podemos centrarnos en esos supuestos empleos del futuro; debemos aterrizar y poner los pies en el suelo con todas esas competencias que se demandan desde el mercado del trabajo y que pueden asegurar ese empleo en condiciones, deseado y necesario para tener un proyecto vital. Sería deseable, si la disposición de tiempo nos lo permitiera, dedicar espacios en exclusiva para cada uno de nuestros alumnos con el fin de orientarles y mejorar sus posibilidades antes de afrontar su primer empleo. Soltar a mansalva consejos o enlaces con información sin una revisión personal y acompañando al alumno, no pasa por ser una táctica eficaz con perfiles que afrontan un empleo con escasa o nula experiencia profesional.

Trabajar con los alumnos para que se muestren naturales, sin nervios ni arrogancia pero seguros de sí mismos, es esencial para lograr esa inserción laboral exitosa. Hacerles saber que su disposición, ganas de trabajar y formalidad serán claves para afrontar esa inserción y la consiguiente recomendación de su persona por parte de profesores o tutores de empresa; que si que importa su actitud en el aula y su conducta con compañeros y profesorado. Hay decenas de páginas web con información para redactar currículums o realizar entrevistas, así como recursos con tutoriales para aprovechar las redes sociales en la búsqueda de empleo (os animo de nuevo a colaborar en esta tabla colaborativa con recursos para FP). Sin embargo, el profesorado necesita estar actualizado en estas áreas con el fin de saber realizar diseños digitales, utilizar redes sociales para el empleo o, simplemente, encontrar información útil con ofertas de empleo o recursos apropiados para favorecer su contratación.

No podemos pensar que cada uno de nuestros alumnos van a lograr crear una marca personal de éxito en su próxima vida laboral; pero si podemos soñar con alumnos informados y preparados para desarrollar su vida profesional en un mercado laboral competitivo, exigente y que demanda perfiles donde los conocimientos técnicos se sobrentienden y las competencias personales se valoran más que nunca.

photo credit: Mihail Maletin Way via photopin (license)

LA NECESIDAD DEL DEPARTAMENTO DE FOL

lunes, 13 de enero de 2020
En nuestra FP, todos los ciclos formativos (LOE) tienen atribuidos dos módulos transversales, Formación y Orientación Laboral (FOL) y Empresa e Iniciativa Emprendedora (EIE), que se vertebran en los centros educativos a través de su correspondiente Departamento de FOL. Así al menos, hasta ahora, se organizaban estos módulos en la FP de la Comunidad Valenciana en todos los centros de FP.

Sin embargo, ahora, según el borrador del nuevo proyecto de Decreto del Consell, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico y Funcional de los Centros Integrados Públicos de Formación Profesional  (CIFP) de la Comunitat Valenciana, Título III, se pretende eliminar este departamento de FOL; repartiendo a su profesorado entre los diferentes departamentos de cada familia profesional donde imparta docencia, o, insertarlo dentro del departamento de información y orientación educativa y profesional; esta nueva norma también dejaría la posibilidad de crear este departamento de FOL a criterio de cada CIPF. 

fol fp departamento formación y orientación laboral
Las consecuencias de este desmembramiento del departamento de FOL, en este tipo de centros o en cualquier otro centro de Formación Profesional, público o privado, pueden ser adversas tanto para los alumnos como para el profesorado. Cabe destacar que el profesorado de FOL es de los pocos colectivos que tiene cierta visibilidad dentro de la FP gracias a su trabajo conjunto, recursos compartidos y proyectos transformadores visibles en todo el país y en los que colaboran profesionales de todas las comunidades autónomas que llevan años implicados en la difusión de buenas prácticas y experiencias formativas. Unas sinergias y una colaboración entre los foleros que redunda en la mejora de la docencia del resto del profesorado de los ciclos formativos a través de nuevas metodologías, la innovación educativa imprescindible en esta etapa y una actualización constante de las competencias que demandan las empresas. 

Como bien explica Daniela Gimeno en este hilo de Twitter, el profesorado de FOL corre el peligro, con la eliminación de su departamento, de perder esa autonomía y flexibilidad necesaria para dar respuesta a un alumnado y profesorado que suele ejercer su docencia entre diferentes ciclos formativos. 
Más que eliminar este departamento de FOL, debiera impulsarse su crecimiento y dotación para afrontar mejor la complejidad creciente a la que se enfrenta nuestro alumnado. Un alumnado que, con dos o tres horas semanales, debe aprender legislación laboral básica, conocer las medidas de seguridad y salud en su sector, descubrir las salidas laborales y académicas de su ciclo, y estar al tanto de todos los recursos para encontrar empleo en un entorno digital que es imprescindible dominar. Sin mencionar ese emprendimiento, casi milagroso, que se persigue desde el módulo de EIE.

El módulo de FOL ha conseguido en muchos centros, gracias a su profesorado comprometido, dejar de ser ese módulo insertado con calzador que muchos alumnos temen como consecuencia de un temario farragoso y desconectado de su entorno real profesional a menudo impartido a través de densos libros de texto. Un módulo que precisa de un departamento y una jefatura que sensibilice y motive al profesorado a seguir actualizando unos contenidos oficiales desmesurados que suelen quedarse atrás mucho antes de la renovación de los títulos profesionales. Una renovación permanente que siempre es más fácil llevar a cabo de forma coordinada y a través de esa colaboración que debiera suponer trabajar en un mismo departamento.

Todo ello no es óbice para demandar a la Administración una organización de los centros donde todo el profesorado y resto de actores que participan en la Formación Profesional, colaboren de una forma más sistemática y con mayor frecuencia. Se necesitan centros que puedan a su vez organizar, como medio de mejora, la estructura de los ciclos formativos que ofertan; pudiendo variar el orden en que se imparten los módulos (en primer o segundo curso); dejar carga lectiva en cada ciclo a libre disposición para así aumentar u ofrecer contenidos más relevantes y adecuados en ciertas zonas geográficas o sectores profesionales. Centros educativos con jefaturas de departamento, en todos los centros sostenidos con fondos públicos, dotadas con más horas y formación suficiente para embarcarse con garantías en proyectos de internacionalización, emprendimiento, digitalización y actualización de los ciclos formativos de grado medio y superior.

Espero que, en lugar de eliminar este departamento de FOL, se apueste por distinguirlo como uno de los ejes transformadores de la FP; subrayándolo como uno los puntales de la renovación pedagógica de buena parte de ese profesorado inquieto que pretende mejorar su docencia y el aprendizaje de sus alumnos.


photo credit: Peter Schüler together via photopin (license)

2020, NUEVA DÉCADA: ¿NUEVA FP?

jueves, 9 de enero de 2020
Año 2020. Afrontamos una nueva década en la que si echamos la vista atrás y retrocedemos veinte años, este tiempo ha supuesto un incremento sustancial de la complejidad de la docencia, y de todo lo que ahora conlleva la misma, a todos los niveles. Nos hemos atiborrado a cursos de formación continua, sobre metodología y nuevas tecnologías, idiomas y alguna que otra ocurrencia que se estilaba en su momento. Algunos seguimos con la misma cantinela esperando esas mejoras deseadas que nunca llegan y de las que nos compadecemos en público o en privado.

Sin embargo, veinte años después: ¿ha cambiado significativamente la enseñanza y la Formación Profesional que ofrecemos? Sigo viendo, sin ánimo de crítica, mucho libro de texto; jóvenes distraídos que necesitan una motivación constante; aulas, equipos y mobiliario del siglo pasado; docentes buscándose la vida para dar clases; unos ciclos y módulos flexibles según sea la intención del profesorado que no de la Administración; y, unos recursos siempre limitados para emprender esos cambios tecnológicos y formativos que precisaría esa nueva economía que muchos solo ven en los titulares de prensa. Se añaden planes, se proyectan estrategias para mejorar la FP, se lanzan campañas de comunicación, se internacionalizan los estudios, se busca la inclusión; pero todo cambio es a costa del profesorado y sus equipos directivos, y a discreción de los mismos.


2020 NUEVA FORMACIÓN PROFESIONALEl mayor cambio o mejora lo observo en el largo y lento proceso de digitalización de un profesorado que ha entendido y aceptado, en su mayoría, la tecnología como una herramienta más que puede ayudar a nuestra labor docente a través de aplicaciones y recursos donde el protagonista es el alumno con un profesorado que crea contenidos y se comunica fácilmente a través de las redes. Cambios que, gracias a la mejora de la velocidad de la conexión a Internet, hemos logrado implementar desde aquellos primeros años donde el correo electrónico era casi una amenaza a la conciliación laboral y personal de algunos colegas. Ahora nos toca afrontar un reto aún mayor: la digitalización de todas aquellas familias profesionales que ahora o en un futuro próximo van a ver transformada su forma de trabajar.

Otro de los cambios, a mi parecer, y provocados por el inexorable paso del tiempo, ha sido la renovación de unas plantillas y de un modo diferente de entender la profesión por motivos generacionales. Unas experiencias vitales distintas que se reflejan en nuevas prioridades y otros modos de abordar la vida profesional. En mi caso, he aprendido a valorar más a esas generaciones pasadas sin dejar de lado el punto de vista de las nuevas hornadas de docentes que aterrizan con otras preocupaciones y estilos de trabajar. No creo que se trate de entender la profesión de un modo más o menos conservador o más o menos reaccionario; aunque estoy seguro de la importancia que tiene la experiencia acumulada de muchos de esos compañeros y compañeras que se han dejado la piel en el aula y que debiéramos seguir atesorando y transmitiendo a los que ahora nos acompañan.
Pertenecer a la generación X, Y o Z, debiera ser irrelevante, pese a las inevitables diferencias particulares, cuando se trabaja con unos mismos objetivos y priorizando el bien común sobre los intereses particulares; manteniendo la congruencia y profesionalidad como distintivos personales.

El cambio que no quisiera tener vivir es aquel que quite el centro de atención en el alumno. Debemos actualizarnos, ser más flexibles con las competencias y contenidos, evaluar nuevas y viejas capacidades, pero todo ello sin olvidar que nos dirigimos a unos jóvenes con intereses propios que necesitan una preparación personal y profesional para afrontar un exigente y complejo mercado laboral con las mejores garantías posibles. Despertar en el alumno la necesidad y carencia de aprendizaje que tienen y tendrán en el futuro, es una tarea vital con nuestro alumnado. Disponer de tiempo para trabajar con ellos, preparar recursos, atenderlos en condiciones, orientarlos y, sobre todo, enseñarles una profesión, debe seguir siendo nuestro cometido principal por muchos años que pasen.

En líneas generales no sabría decir si estamos mejor o peor que hace veinte años. Es cierto que el prestigio de la Formación Profesional parece ser una variable ascendente, y cada año son más los estudiantes que eligen cursar un ciclo formativo. Los que disfrutamos la enseñanza, no perdemos la ilusión de que se pueden mejorar muchas cosas sin necesidad de hacerlo con prisas, sin dejar de ser pragmáticos,  y teniendo en cuenta la mejora en la formación del alumno sin menoscabar las condiciones del profesorado. Sigamos aprovechando el conocimiento de nuestros profesionales de la docencia para diseñar esa FP moderna y transformadora que reclamamos y que nos diferencia de otras etapas educativas.

photo credit: Rusty Russ A Bird in a Time Tree via photopin (license)
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