LA FP PARALELA

martes, 28 de septiembre de 2021
Tras veinte años en el aula, mi capacidad de sorpresa ha ido en descenso. Los últimos cursos hemos sido bombardeados con una ralea de cambios que nos amenazaban: un entorno VUCA (horrible acrónimo) en el que supuestamente vivimos; una zona de confort en la que presuntamente estamos cómodamente apoltronados; o atrapados en una maraña insalvable de flexibilidad en aras de pasar a ser profesionales camaleónicos. Hemos pasado a ser los protagonistas secundarios de una serie distópica de Netflix donde los docentes de FP somos superhumanos capaces de acabar con el malvado desempleo y la tirana fracaso escolar. 

 

¿No estaremos viviendo en una realidad paralela? ¿Los que nos dirigen viven en ese entorno VUCA o atrapados en el tiempo del día de la marmota? ¿Podemos llamar comodidad a unas condiciones laborales que no se adaptan a las necesidades organizativas de los centros educativos con los mismos recursos que hace décadas? ¿O montamos una sucursal del conforama con tanto bienestar que parecemos gozar? ¿Y dónde anda esa flexibilidad en una administración educativa elefantiástica que funciona a cámara superlenta mientras la economía se transforma en supuestamente sostenible mientras lo único verde que nos queda es el colorido de los pupitres? De la digitalización ni hablamos, no sea que nos quedemos congelados de nuevo discutiendo entre software o cubalibre mientras otras comunidades y países se conjuran con flashesgordon tecnológicos. 

 

Mientras tanto andaremos engatusados con la metodología pensando algunos en que un mundo mejor es posible dentro de una maraña de egos desbocados, perfiles hastiados o aprovechados, personajes que se agotan y mucho bienintencionado que desea cumplir con sus obligaciones profesionales con la vista puesta en el futuro de sus alumnos. 

 

El nuevo maná vendrá de una nueva ley educativa para la Formación Profesional española que nos tendrá entretenidos unos cuantos años más. Tal vez hasta los 75 si Mick Jagger nos presta su gimnasio personal y el parné no se lo funden en dispendios dispensables con la venia del ministro sagaz. Que no nos conviertan en burocrátas certificadores, por favor. Que la titulitis no fustigue a los más profanos que no tienen la fortuna de convivir con la cultura y unos posibles familiares al tiempo que doctores e intelectuales dan lecciones de buena educación. 


Mi castigo es no perder el optimismo y la fe en un sistema educativo donde plagiemos lo que realmente funciona, se invierta en beneficio de todos los actores de este escenario efepero bendito y no se discrimine a nadie independientemente de credos, origen y afiliaciones. Luego, que hagan todas las campañas que quieran. Me apunto si hace falta. 

 


 Photo by Jeremy Thomas on Unsplash

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