PROFESORES QUE NO SE SIENTAN

jueves, 28 de enero de 2021

Cuando llevas años en esto de la enseñanza y has podido observar o hablar con muchos alumnos, así como eres conocedor de las experiencias de tus propios hijos u otros compañeros, sabes ya cuáles son algunas de las actitudes de los docentes que los alumnos destacan como valiosas


Ojalá me hubieran enumerado estas actitudes, conductas o hábitos en el desaparecido Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP), que se centraba poco en la aptitud y menos aún en la pedagogía. Ahora, con el Máster de Formación del Profesorado, parece que los tiros apuntan hacia las herramientas digitales junto a muchas horas de prácticas que, si están bien planteadas y tienes un tutor/a con experiencia e implicación, pueden desequilibrar la balanza hacia una buena o mala formación inicial. 


Porque los alumnos lo que solicitan es atención. Una atención permanente que, a causa de la ratio o de la diversidad en las aulas, es difícil de ofrecer. Sin embargo no es raro hacer dejación de esta atención, al igual que se lo recriminamos al alumnado, dedicando tiempo en el aula a otros menesteres: correcciones, correos, navegando en la web o incluso apoltronados haciendo uso de ese maldito despistador o manipulador que es el móvil. 


profesores que no se sientan


Los alumnos valoran que les atiendas y no les dejes con una retahíla de ejercicios o tareas pendientes; aprecian las explicaciones orales y la resolución personalizada de dudas; necesitan un refuerzo positivo cuando hay un esfuerzo o un logro en su aprendizaje o resultados académicos. Al fin y al cabo, como todos, precisan una figura de referencia que sea congruente con lo que dice y les sirva de estímulo; la mayoría estamos cansados de embaucadores aficionados o profesionales que no ofrecen lo mejor de sí mismos. Más allá de buenas palabras, jueguecitos, melodías o colegueo; los alumnos necesitan esa referencia o ese mentor que los oriente y se interese por ellos, despreocupado por quedar mejor o peor de cara a la galería o tener más o menos gracia. 


Los estudiantes, jóvenes o mayores, quieren (incluso sin saberlo) profesores actualizados; pero creo que valoran aún más, a ese docente que se interesa por su aprendizaje, en cómo están; maestros que no tiene tiempo para sentarse en el aula. Desean, aunque a menudo no lo parezca, un docente que les escuche a la par que les explica y pretende activar unas cabezas saturadas de asuntos personales y aturdidas por los inputs del entretenimiento continuo. 


Saber estar en el aula es también un aprendizaje para el docente. Ser capaz de tener una narrativa, sin pretender embaucar a los más ingenuos, corrigiendo, explicando, valorando positiva o negativamente los aprendizajes y desde la honestidad con la escuela que representas, es crucial en nuestro ejercicio profesional. Admiro a esos profesores y profesoras que no paran en toda la hora, que no se sientan ni un minuto, que se desgañitan, cuentan y explican, siempre solícitos, en ese pequeño cosmos poblado por alumnos. 


photo credit: designwallah Laneway Still Life with steno chair and flower pot via photopin (license)

SE BUSCAN SENSATOS PROFESIONALES

jueves, 21 de enero de 2021
La sensatez no se imparte todavía en ningún módulo profesional. Al menos de momento. Es difícil ponerse en la piel (o en los zapatos) del otro cuando la situación es compleja o delicada. Es fácil criticar a los que nos dirigen o las que nos acompañan en nuestras ocupaciones profesionales habituales. Todos no tenemos la misma paciencia; y cuando son los nuestros los criticados parece que tenemos mucha más cuerda para seguir disculpando sus desatinos o inoperancias repetidas.

Arrogarse la sensatez puede también ser peligroso. Escuchar y leer mucho, además de tener la fortuna de haber vivido con buenos ejemplos, son un buen remedio para esa dosis de sensatez y eficiencia que se demanda a un buen profesional. Aún así, siempre acabamos metiendo la pata en algún momento. Sin embargo, la reiteración en la impericia, la altanería, el egoísmo, la dejadez o el infantilismo, acaban agotando la paciencia de cualquier fulano. 

Vivimos tiempos donde muchos se esconden tras unos derechos de los que abusan; donde otros tienen complejo de infalibles; donde algunos dan lecciones mientras solo piensan en su beneficio personal; o donde unos pocos achican agua mientras el resto se asegura su salvavidas. Temerarios, ignorantes o negligentes que solo alzan la voz cuando les rozan la jeta. La experiencia, los años de convivencia, ponen a todos en su sitio. Sobre todo, a nivel profesional. Engañarán a los suyos o a los inmaduros, pero acaban retratados. 

La pandemia, y esta maldita situación con la que malvivimos, puede disculpar o disimular muchas carencias. Las redes sociales, los comunicados, los míos, las sonrisas adulteradas... pueden esconder una insensatez que ahora cuesta vidas. Y seguimos disculpando todo o cerramos los ojos paralizados por la rutina que nos anestesia ante una negligencia que causa, no el desempleo o la falta de educación de los más jóvenes, sino la pérdida de la salud o la vida de muchas personas. Los insensatos somos ahora nosotros; creyentes y confiados por esa supuesta profesionalidad de los que nos dirigen. 

El narcisismo en las redes sociales, la querencia por el poder o la pasta, son demasiado antiguas para no disculparlas.  Los que dicen una cosa pero hacen otra. Los que viven de una foto editada junto a una frase entrecomillada. Pero la inacción, la nulidad o el estorbo no pueden ser ahora toleradas. Y no es un problema de ideología. Ser sensato -prudente, cuerdo, de buen juicio; como afirma la RAE- es ahora obligado. Ya no estamos discutiendo entre lo público y lo privado, el sistema tributario o esas horas lectivas y la ratio que nos aprietan cada día. Nos jugamos la vida. 

Vivimos una época donde faltan sensatos, con visión y abnegados, que nos dirijan. No solo mediocres de telediario. Sensatos de esos que aparecen como cuentagotas en las aulas y aún están madurando o con los que compartimos parte de nuestras vidas y son demasiado modestos para levantar la mano o la voz. Acabaremos regulando la sensatez en el currículo. Cuídese. 


photo credit: Mark Seton 171/365v3 - Maurice Gill via photopin (license)
Con la tecnología de Blogger.

.

Back to Top