Reflexiones y deseos educativos: del 2020 al 2021

jueves, 31 de diciembre de 2020

Si en algo nos hemos puesto todos de acuerdo es en las ganas que tenemos de volver a la vida normal anterior a este fatídico 2020. No hemos sido, como viene siendo la norma, capaces de consensuar una nueva ley educativa. Tampoco tenemos todos la misma percepción ante el riesgo ni adoptamos las medidas necesarias (y recomendadas por las autoridades sanitarias) para prevenir la expansión de la pandemia. Las diferencias en torno a la visión sobre lo que debe significar la escuela continúan patentes entre los que ensalzan los conocimientos técnicos de los docentes por encima de todo y aquellos que destacan la importancia de las metodologías o la pedagogía; como si no fueran todas áreas interdependientes y hablásemos de la educación como una ciencia exacta. 


Soy poco optimista sobre lo que nos cambiará esta pandemia. La profesionalidad la han demostrado los de siempre, los que no se quitan de en medio, tanto en el sector educativo como en cualquier otra área profesional. Los que han primado el interés general sobre los particulares. La importancia que tiene un proyecto educativo común sigue ausente en los discursos habituales. Sigue prevaleciendo la comodidad ante cualquier otro tipo de sacrificio; incluso ahora que la gente se juega la salud, no somos capaces de pasar unas fiestas sin celebraciones. No hemos cambiado esa mirada cortoplacista, alimentada del estrés continuo de querer hacer un buen trabajo, por una visión de futuro puesta en la educación integral de nuestros alumnos. Una educación que permanezca, sin prisas, para todas las generaciones, presentes y venideras, que no dependa del maestro o profesora que te haya caído en suerte.


Queremos que nos escuchen a los docentes y cuenten con nosotros en las tomas de decisiones, en los medios de comunicación, así como buscamos el respeto de la sociedad, de los alumnos y sus familias; sin embargo, seguimos demostrando poca escucha y empatía con los profesionales de la medicina que ahora mismo sufren interminables listas de esperas y la agonía de sus pacientes mientras otros debatimos si almorzar dentro o fuera de una cafetería, o mientras la Administración debate sobre los purificadores o las pruebas de diagnóstico. 



El "cada uno a la suyo" lleva tiempo calando en la sociedad. Necesitamos proyectos ilusionantes más allá de las palabras de los políticos de turno. Esta crisis sanitaria es una buena oportunidad para valorar todo aquello que ahora no disfrutamos en las aulas: las sonrisas, la cercanía física, las celebraciones con compañeros y alumnos, las salidas fuera del centro educativo, las reuniones multitudinarias... Incluso podemos valorar ese sueldo estable que disfrutamos mientras otros sufren las consecuencias económicas en sus carnes. Hemos dado por sentadas muchas cosas, pretendiendo que las mejoras podían ser infinitas, tanto en sueldos como en horarios. Pero la memoria del ser humano es muy endeble, dentro de nada estaremos de nuevo discutiendo sobre una hora más o menos de trabajo o ese céntimo adeudado, en lugar de tratar lo importante, lo que nos urge y aquello que puede suponer cambios trascendentes en la vida de otros.


Con la que está cayendo, algunos siguen pensando que es imposible que ellos tengan ese número que premia con el desempleo o la enfermedad. Muchos son inconscientes y siguen soñando con frases rotuladas en tazas de café con leche. La escuela se vuelve también fantasiosa si nuestro mensaje principal es el "querer es poder" o "persigue tus sueños". El esfuerzo y la preparación son fundamentales para tener opciones en la vida, además de una dosis de fortuna y no jugar muchos números con nuestra amiga la imprudencia. Aprendamos de nuestros mayores, de su entrega en otros tiempos, de su prudencia y falta de necesidad de ese espectáculo permanente al que sometemos nuestras vidas en las redes sociales como adolescentes despiadados. 


A nivel de la Formación Profesional seguimos oyendo cantos de sirena sobre la reforma que está por venir y que supondrá, supuestamente, miles de plazas nuevas de FP, la actualización de los títulos, atención especial a la digitalización y sostenibilidad; junto a un incremento presupuestario y una nueva ley de Formación Profesional. Las reformas serán bienvenidas siempre que cuenten con los centros educativos y sus docentes, y disfrutemos, los que estamos a pie de aula, de algún tipo de mejora a la hora de desarrollar nuestro trabajo: ¿actualización de medios materiales? ¿horarios que permitan acometer proyectos educativos de calado? ¿disminución de la ratio de alumnos por clase? ¿eliminación de las enormes diferencias de las condiciones laborales entre CCAA o red pública y concertada? ¿digitalización planificada y con recursos para todos?


Esta desdicha tiene sus horas contadas. No sabemos cuando sonará la alarma, pero podemos ir soñando ya con esa clase donde se pueden reconocer, sin mascarilla, a todos los alumnos. Podemos soñar con clases meramente presenciales, sin turnos y donde la tecnología sea solo una herramienta para ser más diligentes o creativos. Incluso está a nuestro alcance soñar con un 2021 donde los conflictos habituales dejen paso a la colaboración, la reflexión y un humanismo solidario en la escuela. 

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No somos números

viernes, 25 de diciembre de 2020

La resaca de recuerdos golpeaba a la familia cada Navidad desde hacía veinte años. Estas Navidades, con una cifra redonda que tornaba la memoria aún más afilada si cabe, Carla volvería a escuchar la historia que le había acompañado desde su nacimiento.


Carla debía su nombre a la abuela paterna. Una mujer que vivía al día pero soñaba cada segundo. Una mujer resolutiva tanto en su trabajo como en su casa; nada dada a muestras de cariño pero que exhalaba una preocupación desmedida por sus dos hijos; un desvelo que parecía reflejar justo lo contrario a un carácter seco en el que sumergía a los demás. Atisbaba una jubilación parcial que le permitiría seguir estudiando psicología en la universidad de adultos y dejar de lado ese estrés laboral que monopolizaba su tibia calidad de vida con un salario que no alcanzaba una cuantía razonable. Carla avistaba ya una vida donde recorrería los paisajes de sus novelas favoritas o podría remolonear en la cama junto a un despertador enmudecido. 


Carla nunca llegó a escuchar la palabra abuela de los labios de esa niña que iba a ser su primera nieta y que nació un veinticuatro de diciembre del año dos mil veinte. Falleció justo cuatro meses antes de su nacimiento; entubada en la misma UCI del hospital donde había trabajado los últimos veintitrés años como auxiliar de enfermería. El color verde hospital de su uniforme le acompañó hasta el último instante de una vida donde la necesidad, más que la vocación, le permitió ser agradecida con la profesión que le ayudó a valorar la salud de los suyos. 


Carla era sensible a la historia de su familia. Llevaba con orgullo el nombre de su abuela. Era sabedora de todos los padecimientos de ese annus horribilis en el que la Navidad había quedado mal aparcada para siempre en muchas casas. Su padre, año tras año, durante estas dos últimas décadas, se había ocupado de celebrar con ella la vida de su madre. Carla no era un número más para ellos. Era una persona, única y especial, que se marchó sin poder despedirse. 


no somos números

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REGALOS NAVIDEÑOS ESPECIALES PARA DOCENTES

martes, 15 de diciembre de 2020

En estas extraordinarias Navidades, donde muchos no podremos disfrutar de esas copiosas e indigestas comidas junto a familiares y amigos, nos queda al menos el recurso de pensar en un regalo hecho con el máximo cariño, humor e incluso responsabilidad social, para con ese compañero, profesor o profesora, que nos hizo pasar mejor el desastroso curso pasado o que nos soporta en el agotador curso actual. 

Siempre se agradece que tus alumnos, tu pareja o un familiar (cuñados incluidos) se acuerden de ti; y no solo para recordarte las larguísimas vacaciones que tienes y lo que bien vives el resto del año. Aunque parece que este desafortunado 2020, las familias y los alumnos, han valorado, en su justa medida, los esfuerzos de esos miles de docentes que se desvivieron tratando de continuar un curso a distancia, con más o menos medios y sin formación especializada.


Paso a haceros las siguientes diez recomendaciones navideñas para ese amigo invisible, o encargos de Papa Noel o SSMM los Reyes:


1. Un kit de caligrafía. Tras hartarnos de videollamadas, carpetas y archivos compartidos, qué mejor que darle al manubrio y con una plumilla dedicarse al arte de la caligrafía que ahora los más modernos llaman lettering. No todo es digitalización en la vida. 


2.  Elimino esta recomendación por no estar asegurada su fiabilidad frente a la COVID. ¿No reconoces a tus alumnos todavía a causa de la dichosa mascarilla? ¿No han visto todavía tu encantadora sonrisa ni esa expresión de alegría infinita que muestras a primera hora de la mañana? Con una mascarilla higiénica semitransparente reutilizable y certificada tienes la solución a todos tus problemas. Y si regalas un pack para toda la clase: te sales. 


3. Seguramente habrás terminado con todo el catálogo de series y películas comerciales de cuenta de Amazon y Netflix. Prueba regalar ahora una suscripción a Filmin o a FlixOlé para pasar unas fiestas con otro tipo de cine y así fardar a la vuelta al cole de tu nivel cultureta tras visionar "La estanquera de Vallecas". 


4. Como seguro ya tienes todos los certificados de Google Eduqueison o Microsoft innoveitor, puedes pedir formación todavía más útil para ser buen docente y mejor persona: un curso de tatuaje para principiantes. Aprenderás a cubrir tus brazos con dibujos a la moda y tener más temas de conversación con la chavalería, a la par que les muestras ese tigre de Bengala que cubre tu espalda. Todo sea por la empatía y la vocación desenfrenada.


5. Regala un dominio con el nombre de ese profesor/a favorito y anímale así para que se abra un blog personal donde reflexionar y despotricar de su práctica docente (sin abusar de los vídeos, por favor), o, al menos, que nos muestre sus mejores recetas, libros leídos o esas fotos espectaculares que guarda solo para sus allegados. Por 5,99 euros tienes un dominio .es


6. Un manual práctico para iluminar a tus estudiantes en el arte del estudio. Consejos útiles y basados en evidencias científicas para aprovechar mejor el tiempo dedicado a estudiar: "Aprendiendo a aprender" de Héctor Ruiz Martín. Te lo agradecerán sus alumnos. 


7. Cansados de la semipresencialidad y del trabajo a deshoras desde ese dulce hogar que te conocer ahora como la palma de tu mano; agotado de las notificaciones del moddle, el classroom, el grupo de wasap de turno o los mensajitos de tu queridísima suegra. Tienes ahora disponible este móvil con un diseño espectacular pero sin aplicaciones ni conexión a Internet que pueda interrumpir siestas, meriendas o películas junto a la familia o para evitar responder de madrugada a aquellos que no saben aún como enviar un pdf. Inconveniente: algo prohibitiva la marca Punkt. Siempre te quedará un Nokia más asequible y con aire retro. 


8. Probablemente no has podido ejercitar tu cuerpo en tu gimnasio de barrio. Puede que aún no hayas sucumbido al complejo de Adonis imperante, pero estás a tiempo de adquirir un Electroestimulador Muscular de Abdominales para evitar costosos aparatos y transformar tu físico mientas corriges hasta altas horas de la madrugada. Y no ocupa espacio... 


9. Los mejores huevos de España: Galo Celta. Inmejorables para tomar en crudo y aclarar esa voz maltrecha por la mascarilla o no poder asumir ese amplificador de voz o uno de los purificadores de aire con filtros HEPA para no pasar frío pese a llevar batín en el aula (la Administración nos quiere endurecer). A unas malas siempre puedes hacerte un buen huevo frito para mojar con pan y olvidar las penas o esas notas por introducir en la plataforma. 


10. El mejor regalo para el final: un kit de educación de Unicef para alguno de los 57 millones de niños que todavía no disfrutan del derecho a la educación. Este regalo no falla nunca, no lo encontrarás en el Tiger de turno. 


¡Cuídate mucho y felices fiestas (pese a todo)!



Ilustración: @JJSaezDomper

Personas, ante todo.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Nada que decir. Mucho que aprender.  Demasiada velocidad. Quejas sin acierto ni medida. Las soluciones de siempre y las recetas para nunca. Todo son opiniones con hechos subjetivos. Nos perdemos en un camino que no tiene fin ni escapatoria. 

Educamos faltos de normas. Los recursos de siempre para todos: a veces. Evolución forzosa a costa de lo importante. No tenemos lo que nos merecemos. Muchos menos de los que deseamos. Muchos más de los que podemos. 

Fuegos de artificio para pirotécnicos sin mecha. Lecciones para desalmados. Innovación de cartón, tecnología para artesanos, lecturas para quienes no quieren ver ni oír. Muchas nueces para los que valen, los que se dedican, los que quieren pese a todo(s). Poco ruido para los normales, los que conectan. 

Enseñas por inercia, enseñas sin ganas, enseñas por defecto. No enseñas. Te soportan. Pasas el tiempo sin remedio para nadie. Aprenden sin querer. Aprenden porque les toca, porque lo sufren, porque lo gozan. Aprender pese a ti. Pese a los listos de turno; los que se esconden; los que viven para ellos. 

Casi todo gracias a los que te preceden. Aunque no lo sepas. No inventamos nada, solo simulamos lo que creamos. Creadores de perspectivas. Unas duraderas, otras para olvidar. El afán es el de siempre. Huellas futuras, huellas indelebles. 

Decimos pocas gracias. De nada. Elogios precarios. Cada uno de ellos vale mucho. Cada uno de nosotros vale lo que quiere. Vidas en tus manos, en tus textos, en tu voz. Personas, ante todo. 


photo credit: Fan.D & Dav.C Photgraphy On the wings of time, sadness flies away. via photopin (license)

La tecnología y digitalización educativa: ¿estafa o panacea?

sábado, 28 de noviembre de 2020

Desde que que los docentes hacemos uso de las famosas TIC, allá por el siglo pasado, hemos podido contemplar, experimentar, trastear, aprender o desechar múltiples herramientas tecnológicas o digitales que nos han permitido soñar en un tipo diferente de docencia. Somos muchos los que hemos creído a pies juntillas en las infinitas bondades del software y hardware que íbamos añadiendo a nuestras aulas de un modo errático en ocasiones o a golpe de las modas del momento.


Estamos en un momento donde, al igual que en otros ámbitos económicos, acusamos el monopolio de los GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) en los centros educativos; donde estas corporaciones son ya omnipresentes en los dispositivos de nuestros profesores y alumnos. En su día también algunos protestábamos por el monopolio de Microsoft y su Windows, o a causa de los altos precios de sus licencias. Por entonces, también algunos sorteábamos estos pagos a través del software libre, pese a la oposición de los amantes del Office y sus costumbres arraigadas. 


El trepidante avance e inmersión de la tecnología en el aula, junto a conexiones cada vez más veloces en la mayoría de los centros educativos, nos han vuelto dependientes de los servicios de estos GAFA. Unas empresas multinacionales que dicen ofrecer soluciones a la miopía educativa de niños, jóvenes y docentes. No podemos ignorar las posibilidades que tenemos ahora en comparación a hace dos décadas, o el fascinante acceso a la información y las virguerías que ahora podemos diseñar en nuestras clases. Hace no tantos años, el profesorado ejercía la docencia básicamente a través de un libro de texto, una pizarra y, como mucho, un retroproyector, un VHS y algunos instrumentos, en su mayoría mecánicos, para aquellos que trabajan en talleres. ¡Qué complicado era encontrar buenos materiales audiovisuales o acceder a bibliografía especializada en algunas materias técnicas!


Ahora, la situación es bien diferente para los docentes que acceden a la profesión o para aquellos que se ven obligados a actualizar sus competencias técnicas si no quieren ser declarados oficialmente profesaurios. Paradójicamente, ahora hay quien presume de ser profesaurio y andar adosado a una tiza blanca. Ahora todos debemos tener unas competencias digitales mínimas imprescindibles no solo para entender el mundo digital en el que convivimos sino también para acceder a las herramientas que son ya de obligada utilización en las escuelas: plataformas educativas, sistemas de gestión del aprendizaje, dispositivos móviles, etc. 


No seré yo quien proclame la inutilidad de esas competencias básicas digitales del profesorado. Lo que no podemos es condicionar la enseñanza, al igual que hicimos en su día con las famosas capacitaciones en inglés y esos títulos de B2 o C1 exigidos a mansalva, con la obligación de superar nuevos certificados (la titulitis española) que acrediten la supuesta aptitud digital de nuestros docentes. Estamos a tiempo de repensar hacia dónde queremos ir en compañía de la tecnología. Todavía, pese al monopolio tecnológico, podemos decidir cuándo y cómo debemos introducir las nuevas tecnologías en la escuela. No debemos estar sujetos a las campañas comerciales de aquellos que pretenden, lógicamente, vender lo máximo posible a un sector educativo que acusa frecuentemente ser pasto de los experimentos y rutas sin destino definido. Más aún ahora, que, con la excusa de la pandemia y la maldita semipresencialidad, tenemos prisa en quedarnos descolgados.


La fiebre digitalizadora no debe arrasar indiscriminadamente a todos los centros y etapas educativas: como esas aulas de educación infantil donde las tabletas o los portátiles pretender ser la panacea; o esos colegios de educación primaria que piensan sustituir sus libros en papel por los mismos contenidos pero a través de una pantalla; o aquellos centros de secundaria que se creen muy avanzados por permitir que sus alumnos envíen tareas por una plataforma con acuse de recibo pero que no se replantean otras cuestiones a nivel pedagógico. El modelo de escuela se ha dejado al albur de esta calentura tecnológica, que ha desdeñado o postergado otras muchas facetas vitales para la educación y que debieran situar a la escuela como un referente que ofrece algo bien distinto a lo que se respira en los mercados o en las redes sociales: artes, ciencias, lectura, naturaleza y ganas de saber y adquirir conocimientos. 


En Formación Profesional la visión debiera ser bien distinta. Estamos obligados a que nuestro alumnado se titule con las competencias profesionales lo más actualizadas posibles. En los ciclos formativos es imprescindible que los profesores y alumnos accedan y aprendan a moverse en un entorno digital para mejorar su empleabilidad y la competitividad y eficiencia de las empresas y centros de trabajo donde vayan a ejercer profesionalmente. También es innegable que esa digitalización no puede plantearse, como todas la mejoras que proyecta la administración, como un sálvese quién pueda donde cada docente hace lo que buenamente puede a costa de su enseñanza o su vida personal.


Sin embargo, y volviendo al título inicial de este artículo, ¿todo vale con tal de digitalizar el ejercicio diario de nuestra profesión docente? ¿somos ahora más eficientes que antaño? ¿podemos atender mejor ahora a nuestros alumnos? ¿aprenden más? ¿estamos ahora estresados laboralmente por cuestiones administrativas y por la formación continua indispensable? ¿o pasamos demasiadas horas frente al ordenador y menos conversado o enseñando en contraposición a ese modelo imperante que nos deja solos ante una pantalla en casa e incluso dentro del aula?


No tengo respuesta a todas esas cuestiones. Sí me planteo que nuestros alumnos requieren más feedback permanente y menos respuestas automatizadas. Asimismo, confirmo que muchos docentes han asumido la necesidad de ser competentes digitalmente a expensas de ser mejores enseñantes o sufrir estrés por no llegar a completar todas las tareas añadidas a la enseñanza actual. Somos de las pocas profesiones donde la tecnología no nos ha convertido en profesionales más eficientes: trabajamos con personas, una materia prima que no siempre se puede moldear y que no entiende de tiempos estandarizados. 



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Educar durante la pandemia desde la exigencia

domingo, 15 de noviembre de 2020

Los tiempos que corren parece que no hacen mella en muchos de nuestros conciudadanos. Puede que no estemos sufriendo una Tercera Guerra mundial, pero me parece, de lejos, la peor situación que han vivido la mayoría de las generaciones actuales. Aún así, es fácil observar cierta dejadez laboral y académica: los quejosos de siempre poniendo palos en las ruedas sin aportar nada valioso; seguimos soportando a esos indignados solo con sus derechos pero no con los ajenos; o aquellos otros que siguen desempeñando su trabajo a la mínima expresión posible.


No suelen ser mayoría. Pero no está de más recordar, sobre todo a nuestros alumnos (ya que el resto de adultos no creo que varíe su dinámica), que es tiempo de esforzarse al máximo. No podemos permitir, pese a la compleja educación semipresencial que algunos soportamos, que el alumnado se escude en los impedimentos que supone asistir menos a clase y organizar su trabajo individual desde su domicilio. En Formación Profesional estamos obligados a recordarles la exigencia del mundo profesional y la necesaria autonomía personal que muchos trabajadores desarrollan con responsabilidad mientras teletrabajan. 


Cabe igualmente recordarles que la situación económica es muy desfavorable, sin paños fríos, que pueden y deben esforzarse al máximo para estar bien preparados para su próxima inserción laboral. Que todo pasará. Los derechos laborales y los del estudiante siguen siendo los mismos, independientemente de la situación actual o futura, pero no podemos consentir abusos, dejadez o pereza, mientras hay profesionales desbordados por la contingencia actual; por no hablar de las miles de personas que sufren mental y físicamente los efectos de una pandemia que algunos solo miran de reojo o únicamente reaccionan cuando les afecta personalmente. 


Nuestra labor, como docentes y educadores, pasa también por despertar esa conciencia que algunos tienen dormida. Con nuestro trabajo diario, y me consta del denuedo de muchos, somos ejemplo para los más jóvenes e incluso para aquellos que trabajan (y cobran) como si prestaran un favor al resto de los mortales. Seguro que en la aulas tenemos muchos ejemplos que pueden dar testimonio del padecimiento actual personal o profesional en sus casas, mientras otros solo protestan por un exceso de deberes o tener que corregir más exámenes. 


Quizás, con el trajín actual y reorganización continua del curso, no es momento de mucha innovación educativa. Sin embargo, estoy seguro de que es tiempo de dar lo mejor de uno mismo, siempre que la salud lo permita, y redoblar los esfuerzos para que nuestros alumnos no pierdan conocimientos y competencias que seguro precisarán en ese porvenir que se antoja más incierto que nunca. Que no sea por no haberlo intentado, desde la autoexigencia. 


educar durante la pandemia desde la exigenciaphoto credit: mingusmutter No tot anirà bé via photopin (license)

VENTAJAS E INCOVENIENTES DE LA EDUCACIÓN SEMIPRESENCIAL Y EN ALTERNANCIA

jueves, 29 de octubre de 2020

 Llevamos varias semanas en este experimento forzoso que llamamos educación semipresencial, híbrida o en alternancia a través de dos subgrupos en cada clase que rotan entre la formación presencial en la escuela y la formación a distancia; con el fin de disminuir el número de alumnos en que asisten físicamente en cada clase. Una organización académica que nos ha venido impuesta por cuestiones sanitarias y que implica que los alumnos tengan educación presencial en días alternos: la mitad de la clase acude una semana los lunes, miércoles y viernes, mientras que el resto de alumnos asiste los martes y jueves; la semana siguiente justo al contrario. Los días que no asisten físicamente al centro educativo deben seguir su formación desde casa a través de las distintas tareas que el profesorado programa para ser realizadas a distancia.


En nuestro caso, la formación en casa es fundamentalmente asíncrona, de modo que el alumno no se conecta virtualmente a la clase durante los días que debe permanecer en su domicilio. Por cuestiones técnicas, así como por el perfil del alumnado, decidimos que los estudiantes mantuvieran el ritmo de trabajo de un modo autónomo y se aprovechara mejor el tiempo en el aula física, tratando de evitar además las pérdidas de tiempo que conllevan la conectividad en tiempo real así como la saturación y poca eficiencia de las videollamadas en el público más joven y fácilmente distraible. 


Tras estas primeras semanas podemos apuntar algunas ventajas que más o menos podíamos prever: 


  • Grupos menos numerosos (tenemos la mitad de alumnos cada día) que permiten dar una atención más personalizada y mejorar el clima de trabajo en el aula con menos interrupciones y un mayor aprovechamiento del tiempo. Un aspecto que refuerza la importancia de la ratio en el aula; más aún en ciclos formativos de grado medio o en FP básica que requieren mayor escucha y cuidado del alumnado.

  • Digitalización forzosa de muchos procesos a través del uso de webs docentes o el Entorno Virtual de Aprendizaje (EVA) que usamos opcionalmente con Google Classroom. Todo ello obliga a una organización personal del profesorado y de los alumnos a través de herramientas digitales que pueden (y debieran) ayudar a incrementar la productividad personal. Se ha revelado aún más importante la agenda personal con un calendario de tareas y entregas bien organizado. 

  • Flexibilidad para los alumnos: pueden aprender a su ritmo e incluso dedicar más tiempo a aquellas materias o módulos que sean de su interés o que lo requieran por cualquier otro motivo. Esta autonomía exige una mayor responsabilidad al alumno en aquellos momentos que se encuentra en casa. Los alumnos se han acostumbrado a una comunicación digital semanal que exige unas competencias personales muy útiles para su futuro desempeño profesional. También ha forzado a muchos docentes a reflexionar sobre su materia y optar por formas de enseñar alternativas.


educacion semipresencial híbrida alternancia


Las desventajas y dificultades que, por el contrario, estamos padeciendo son numerosas. En algunos casos por las propias medidas de seguridad que nos obligan a llevar mascarilla con el consecuente agotamiento de las cuerdas vocales y el no reconocimiento físico de los alumnos, así como ese distanciamiento físico que impide una cercanía no solo en su lado tangible. Independientemente de estos hándicaps, esta formación en alternancia pone en relieve otros inconvenientes de peso:

  • Los alumnos no aprovechan convenientemente los días de formación en casa al igual que lo harían en el centro educativo. Raros son los casos de alumnos que dedican al trabajo las mismas horas en casa en comparación con el tiempo que se ocupa en las aulas. La falta de madurez y de responsabilidad es una traba importante para seguir el curso y aprender en las mismas condiciones que en la formación presencial habitual. 

  • Falta de recursos del profesorado: los docentes necesitamos más tiempo para diseñar tareas digitales y evaluarlas. Más allá de mandar ejercicios del libro de texto, se requieren materiales que fomenten el autoaprendizaje y un conocimiento alto del EVA utilizado para no caer en una sobrecarga de trabajo. Todo ello exige formación y un tiempo extra del que actualmente aún disponemos en menor medida al tener que repetir clases magistrales a los distintos subgrupos sin un minuto libre para otras actividades relacionadas con la docencia. Ello se traduce, si quieres llevar un buen seguimiento del alumnado, en un estrés constante, agotamiento o desistimiento (en los peores casos).

  • La imposibilidad de adquirir ciertas competencias desde casa: los módulos más prácticos que precisan de talleres o herramientas técnicas (maquinaria, software, dispositivos electrónicos, etc.) tienen una importante pérdida al no poder replicar las condiciones idóneas que la formación profesional precisa.

  • Calendario y seguimiento de las clases: la coexistencia de dos subgrupos obliga a llevar un doble calendario con cada uno de ellos y cierto lío con el cambio semanal de días de asistencia. Los exámenes y tareas duplicados exigen calendarios diferentes para cada subgrupo que conlleva un esfuerzo extra en la organización del profesorado. 

  • Falta de acompañamiento diario por parte del profesorado y socialización con el resto de compañeros. Las horas en el centro educativo son un activo muy valioso para unos alumnos, muy jóvenes en su mayoría, que reciben una educación tanto formal como informal en su paso por la escuela. Esta educación es insustituible, no importa la calidad o cantidad de herramientas digitales de las que dispongamos. Por no mencionar a aquellos alumnos que, por motivos económicos, no poseen equipos informáticos o conexión suficiente para seguir las clases a distancia. 

El profesorado, como viene siendo habitual, ha hecho un esfuerzo adicional para adaptarse a estos cambios. Unos cambios que, según la motivación, formación y recursos profesionales, se están llevando a cabo con mejores o peores resultados. Los efectos de este mal sueño, sin contar con los peores meses en los que estuvimos confinados, los podremos comprobar a final de curso. Espero y deseo que podamos, pese a tantos inconvenientes, seguir al menos con la educación semipresencial; un nuevo confinamiento y una formación online (FCT incluida) sería un mazazo irreparable en la formación de los alumnos. 

Con suerte, el próximo curso 2021-2022 volveremos a la normalidad y a quejarnos solo de la falta de recursos habitual que sufrimos como consecuencia de las políticas educativas o el escaso valor que la sociedad da a nuestro trabajo. 


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MEDIDAS QUE DISCRIMINAN A LOS CENTROS CONCERTADOS EN LA COMUNITAT VALENCIANA

jueves, 22 de octubre de 2020

Llueve hoy por esta tierra, la Comunitat Valenciana, y toca mojarse. Nunca he entendido esas ganas de enfrentamiento o discriminación que, desde algunos sectores o partidos políticos, se fomenta entre la educación pública y la privada (concertada o sostenida con fondos públicos); ya sea para denostar o relegar a los centros públicos o a los privados. 


Comprendo, como docente de Formación Profesional de un centro de educación concertada, que la mayoría de funcionarios y amplios sectores de la población exijan una mejora de los recursos y una dignificación de la educación pública como garante de un derecho universal de nuestros niños y jóvenes. Entiendo que se mire de reojo a muchos centros concertados que parecen disponer de más recursos con el esfuerzo de las asociaciones de madres y padres o las infraestructuras heredadas de anteriores épocas. 

Sin embargo, sin entrar a debatir sobre el derecho a la libertad de enseñanza, ni en los artículos de la Constitución Española o en las sentencias del Tribunal Constitucional al respecto, me parecen totalmente injustas y discriminatorias ciertas medidas que la actual administración educativa valenciana llevan a cabo cuando se proponen ayudas y proyectos que solo contemplan su ejecución en centros públicos. Estamos hablando de ayudas que debieran llegar por igual a todo el alumnado, independientemente de la titularidad del centro educativo donde estudian; alumnos que no tienen culpa alguna de las discrepancias ideológicas de los gobiernos de turno y que merecen ser atendidos con los mismos recursos y oportunidades. 


Pongo como ejemplos el programa para dinamización de las bibliotecas escolares y el fomento de la lectura del actual curso o la futura Red 'Novigi' de centros educativos innovadores en FP que solo contemplan la participación de centros públicos. ¿No es posible la colaboración entre centros educativos de distinta titularidad? ¿No se pueden aprovechar sinergias que redunden en la mejora de las prácticas docentes, metodologías o actualización del profesorado? ¿No debieran tener los alumnos de todos los centros educativos las mismas herramientas y recursos para la mejora de su aprendizaje?


Se gobierna para todos y no hay derecho a que no se respeten los principios de igualdad, así como el trabajo que se hace desde los centros educativos pensando siempre en el beneficio del alumnado a través de la obtención de mayores recursos con los que ofrecer una formación actualizada sin que ello suponga un desembolso para las familias, un quebranto para los centros o una mayor presión laboral para el profesorado de estos centros. 


Tras casi dos décadas en la Formación Profesional, puedo afirmar que muchas de las sinergias que se activan y provocan cambios, vienen dadas por parte de personas que por su carácter, motivación, bagaje o aptitudes personales, saben conectar y compartir sus conocimientos; todo ello sin importar el centro donde ejercen y sin estar preocupados por la condición laboral o afiliación ideológica de otros colegas. Ya es hora de aparcar esas diferencias por parte de nuestros dirigentes políticos; contar con todos los actores y acordar medidas que redunden en el beneficio de todos los estudiantes, y, sobre todo, de aquellos que más lo necesitan. 



photo credit: pablocba Mirada de Evita en el billete de 100 pesos argentinos. via photopin (license)

EDUCAR PARA NO CONSPIRAR

sábado, 3 de octubre de 2020

Damos por supuestos demasiados conceptos vitales. Luego, nos chocamos con esa fea realidad que descubrimos en ciertas actitudes insensatas a nuestros ojos o esa indolencia que una minoría bulliciosa se empeña en plantarnos en los morros. Es comprensible que algunos jóvenes bailen en la incertidumbre de un pensamiento al compás de vídeos de YouTube o de las habladurías con propios y extraños. No es tan entendible que otros tantos adultos no reparen en la importancia de sus actos para con el bien común; ya sea en un centro de trabajo, en la calle o cualquier otro establecimiento público.

 

Educar para desdeñar teorías conspiratorias, bulos o esas estúpidas fake news que pululan por las redes, es más necesario que nunca cuando la salud es lo que está en juego. Que nadie tenga la tentación de crear una asignatura para ello; sin embargo si es necesario leer más, dar ejemplo con la actitud y acción personal y crear espacios y momentos para reflexionar al respecto. En una sociedad donde la mayoría va a la suya (o como máximo se preocupa de sus allegados), hay que poner el acento en la necedad que supone tragarse conjeturas o creencias sin base científica alguna o sin datos que las respalden. No nos vale solo con colgar carteles informativos o utilizar pasajeras campañas audiovisuales.


Leer periódicos no está de moda. Algo habrán hecho también los medios de comunicación para el desapego que provocan entre la juventud. Desde la escuela tampoco se siente ese interés en la actualidad informativa a través de los medios de información escrita y mediante lecturas sosegadas de los mismo. Somos carne de vídeos de un minuto emitidos en Internet o presa de tertulianos televisivos que vociferan para un público talludito en su canal favorito. La receta, en mi opinión, siempre está en dar qué pensar; salir de la rutina de ese pensamiento que nos lleva a no salir del redil mundano e invita poco más que a pensar en nuestro bienestar personal, alcanzar cierto nivel de consumo y aparentar un felicidad perpetua en esa malla virtual que tejemos en las redes para atraparnos a nosotros mismos.


Leer y leer. Discriminar lecturas y fuentes de información. Tareas engorrosas en los tempos que corren. Mucha tableta, mucha app y poca conexión con esa realidad donde los jóvenes alumnos tienen mucho que decir cuando hablamos desde el conocimiento y no desde la mera opinión o la superficialidad. A todo ello contribuimos con eslóganes breves, frases hechas y una apariencia engañosa (y a menudo ridícula) a través de simples instantáneas que siguen el formato un instagrammer cualquiera. 


Y lo peor puede estar por llegar. Padres y madres que han claudicado a la dictadura de la pantalla; ellos mismos solo creen lo que ven (ya que leen poco). Niños acostumbrados a vivir bajo el clic sin ningún filtro y con la notificación de un me gusta como banda sonora de su existencia. Seguramente, tendremos que esperar a que la generación de aquellos que ahora rondan los dieciocho años sean padres y deshagan el entuerto de una mala educación basada en la barra libre tecnológica que se administra desde la cuna. Ellos son ya conocedores de la idiotez que provocan las redes, de los contenidos intolerables que consumen muchos niños o del postureo que atrapa las vidas de unos chavales que debieran estar jugando con una pelota o deambulando con sus amigos. 


No se trata de sermonear, como frecuentemente hacemos. Dotemos las aulas de recursos e insistamos al profesorado en la necesidad de un conocimiento que sobrepase el libro de texto y ese copio y pego que inunda los trabajos escolares. Leamos, hablemos y perdamos el tiempo en desgranar la información veraz en aquellas cuestiones donde no cabe la opinión. Encendamos el móvil para recibir y cribar los datos contrastados y no solo imágenes intrascendentes para seguidores provisionales. Estamos a tiempo. 


educar para no conspirar

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CÓMO ENVIAR UN CORREO ELECTRÓNICO AL PROFESORADO Y AL ALUMNADO

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Las cosas cambien menos de lo que parecen. Siempre andamos quejándonos de cómo responden nuestros alumnos a algunos mensajes, de la forma de dirigirse a nosotros, de las faltas de ortografía, del vocabulario, etc.


Pensamos también que los alumnos nacen enseñados y el docente anterior ya debiera haberles iluminado con esas normas básicas de comunicación que se supone todos utilizamos en nuestros escritos. Tal vez seguimos todos ciertas inercias y damos por supuesto muchas competencias que a veces se quedan por el camino o que no se trabajan lo suficiente a lo largo del tiempo. 


En cualquier etapa educativa es necesaria esa netiqueta (término caído en el olvido) que seguro es apreciada por los receptores de los cientos o miles de mensajes que probablemente enviarán a lo largo de su vida desde sus direcciones de correo electrónico. 


El lenguaje whatsapero e informal abunda en las comunicaciones digitales; olvidamos signos de admiración e interrogación al comienzo de las oraciones, tuteamos y abrazamos por doquier haciendo uso de emoticonos de todo tipo. Por no hablar de las variopintas imágenes que subimos en nuestros perfiles de correo o en las redes sociales. Sin embargo, luego nos quejamos de la cultura de la imagen, la inmediatez y todos esos apelativos con los que nos gusta denostar cualquier tiempo venidero o contemporáneo. 

Espero sea de utilidad esta infografía o plantilla para que el alumnado conozca las claves de un correo formal o profesional y que surgió tras ver la plantilla en inglés publicada en Twitter por el @SrMadel. El tuteo utilizado en esta plantilla (aviso para lectores de fuera de España) es algo habitual a nivel escolar durante la educación primaria y secundaria; de ahí la omisión del tratamiento de usted. 


CÓMO MANDAR UN CORREO ELECTRÓNICO AL PROFESORADO


Adjunto también una plantilla para responder a los correos electrónicos de los alumnos. Muchos entendemos que debieran sobrar estos consejos, pero, vistos los comentarios de algunos alumnos ante la parquedad de ciertos profesores, me atrevo a publicar esta otra infografía para evitar esos "Ok. Enviado desde mi iPhone."


CÓMO MANDAR UN CORREO ELECTRÓNICO AL ALUMNADO

YO ME LIBRO [EN FP]

viernes, 11 de septiembre de 2020
 Este curso, pese a las obligadas e incomodas medidas que tenemos que seguir para dar clase, nos embarcamos en la escuela en un proyecto de esos que llaman de innovación que sin embargo se nutre de esa intemporal creencia de que la lectura nos convierte en nómadas más sabios que cabalgan sobre la vida de otros que no quieren ser olvidados a través de la imperecedera escritura. 


En la Formación Profesional actual se desatendieron, con cierta lógica aunque indiscriminadamente, ciertas materias que en la  antigua FPI y FPII buscaban continuar la formación básica del alumnado más allá de las competencias técnicas específicas de cada título. La lengua española o las ciencias aplicadas eran parte de esa formación integral que se buscaba en los antiguos títulos de FP antes de la llegada de la la LOGSE en 1990 y la dilatada implantación de los actuales Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior. 


Ahora suena a menudo ese continuo runrún, creo que ya por vicio, de lo poco que leen los jóvenes y el aumento de faltas de ortografía en sus escritos. Los centros educativos, así como los distintos artífices de la política educativa, hemos tenido (y perdido habitualmente) la oportunidad de fomentar la lectura como ese tronco principal de la escuela que deshidrata y provoca la sed de conocimientos o el gusto por narrativas que imaginan otras vidas. Tanto en la FP como en el resto de etapas educativas, la lectura no vende a las familias deseosas de idiomas extranjeros o recursos en la nube, ni a los políticos que gustan de idear ocurrencias que suenen a siglo veintiuno. 


A través de este incipiente proyecto, buscamos involucrar a todo el alumnado del centro en cada uno de los ciclos formativos que hay en nuestra escuela; todo ello, a través de distintas actividades que a lo largo del curso se llevarán a cabo con la colaboración voluntaria de un grupo de profesores que abarcan todas las titulaciones y que pretenden animar y acompañar también en estas tareas de animación lectora al resto del profesorado. 


Ahora, con la aprobación provisional de este proyecto de innovación educativa (PIIE 2020-2021), por parte de la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte de la Generalitat Valenciana, nuestro centro de Formación Profesional, la Escuela Profesional Xavier, dispondrá de fondos para llevar a cabo este proyecto gracias al compromiso y la implicación de buena parte del profesorado sensible a esta causa pero necesitado de recursos y motivación para llevarlo a buen puerto. 


Nuestro proyecto, titulado "Yo me libro [en FP]", es ambicioso pero busca ser realista con las dificultades que seguro se presentan. En las siguientes líneas os dejamos con algunos extractos seleccionados del proyecto presentado que resumen el contexto en el que lo vamos a implementar, al igual que la planificación que lo acompaña. Os iremos contando...

El título de este proyecto hace referencia a la necesidad de “librarse” (permítasenos el neologismo) en el sentido de buscar ese libro con el que te puedes evadir, conocer otros paisajes y personajes, empatizar con ellos y crecer personal y profesionalmente con su lectura”. Librar, como disfrutar de un descanso merecido a través de la lectura; librar como una evasión ante las contrariedades y preocupaciones diarias. Librarse de (casi) todo gracias a los libros que otros escriben, otros más nos recomiendan y que nos atrapan al mismo tiempo.

Los jóvenes con estudios secundarios, según investigaciones recientes, leen libros con mucha menor frecuencia que los jóvenes con estudios superiores: un 59,5% de los jóvenes con estudios secundarios leen en su tiempo libre, comparado con un 83,3% de los universitarios. Mientras que por razón de trabajo o estudios, solo un 27,1% de la población con estudios secundarios lee libros, frente a un 42,4% de aquellos con estudios universitarios. Asimismo, a partir de los 18 años, la edad mayoritaria de nuestros alumnos en los ciclos formativos de grado medio y superior, un 38,7% se consideran no lectores. Por ello, contemplamos este proyecto transversal que pretende abarcar los diferentes ciclos formativos de grado medio (Actividades Comerciales, Cuidados Auxiliares de Enfermería, Gestión Administrativa, Farmacia y Parafarmacia) y grado superior (Administración y Finanzas, Animación Sociocultural y Turística, Comercio Internacional, Dietética).

En nuestro contexto, la Formación Profesional, los currículos oficiales no contemplan de un modo transversal el fomento a la lectura ni un trabajo específicos de la competencia lectora como esa habilidad del ser humano que puede ser valiosa en la sociedad que le rodea. Sabiendo además que esta competencia es fundamental para mejorar las perspectivas de empleo y el desarrollo personal de nuestros alumnos y alumnas. La competencia lectora requiere: “saber acceder a la información y seleccionarla de acuerdo con determinados objetivos de lectura, saber interpretar los textos interactuando con ellos a partir de los propios conocimientos e intenciones o ser capaces de reflexionar sobre lo que se lee para actuar en diversos ámbitos sociales”

Los sectores que podrían ganar peso a raíz de la pandemia demandan, en términos relativos, más habilidades TIC, de lectura, de escritura y numéricas. Es decir, que la competencia lectora, es una habilidad importante para la empleabilidad de las ramas profesionales con mayor crecimiento de empleo en el futuro tras la el Covid-19.

Tal y como se refleja en el preámbulo de la LOMCE: “Las habilidades cognitivas, siendo imprescindibles, no son suficientes; es necesario adquirir desde edades tempranas competencias transversales, como el pensamiento crítico (...)”. Es necesario por tanto, para facilitar este pensamiento crítico, un fomento de la lectura desde todas las etapas educativas; incluyendo sin duda alguna a la Formación Profesional, que tiene entre sus finalidades la preparación para la actividad en un campo profesional y su desarrollo personal.

Por todo ello, consideramos vital que siga favoreciéndose el hábito lector entre nuestros jóvenes estudiantes, de modo que la escuela ofrezca la lectura como una alternativa a otras formas de ocio y sea considerada como un entretenimiento que nos ayuda a comprender el mundo, nos hace más tolerantes y nos proporciona cultura. En la actualidad, debemos considerar la amenaza, en nuestra sociedad democrática, del bombardeo constante de información que exige poca reflexión y un pensamiento menos profundo; la cultura digital ofrece innegables ventajas, pero sin buenos lectores, que procesen la información de un modo crítico y sabio, no educaremos ciudadanos reflexivos, compasivos y diversos.

Partimos de la necesidad de trabajar dos aspectos fundamentales en este proyecto de innovación. Por un lado, es necesaria una acción coordinada del profesorado para incluir la lectura de un modo formal en los proyectos de investigación que se llevan a cabo en el centro educativo desde los distintos ciclos formativos. Y, por otro lado, es necesaria una intervención en la biblioteca tanto en su espacio físico como en su concepción de un lugar que no es solo para el estudio y el trabajo de los módulos. Una biblioteca que debe contemplarse también de un modo virtual como un espacio en las redes desde donde generar contenido audiovisual o reseñas adecuadas a las necesidades de nuestros alumnos de Formación Profesional y contando con la participación de todo el profesorado en cada uno de los módulos que imparten.

Buscamos además, atendiendo al “efecto Mateo” según el cual el mejor lector cada vez sabe más y el peor cada vez menos, que el alumnado tenga más “probabilidades de poder avanzar y ponerse al día con los contenidos curriculares de un título eminentemente técnico y que requiere actualización constante.”

La intervención del proyecto pretende abarcar a todo el alumnado de nuestro centro educativo, receptor principal de nuestro objetivo de promoción de la lectura, así como implicar al profesorado para crear lectores y generar un cambio en la cultura lectora de los centros de Formación Profesional. Como afirman Lluch y Sánchez-García: “Estamos en un momento propicio para plantear proyectos innovadores de promoción de la lectura que superen las prácticas habituales y tradicionales.”

El proyecto “Yo me libro [en FP]” presenta un programa innovador para un centro de Formación Profesional que no pretende ser un Plan Lector del Centro (PLC) sino una estrategia coordinada desde cada una de las familias profesionales de la escuela, contando con el departamento de FOL, para fomentar la lectura como actividad con la que disfrutar a la vez que es un medio para aprender y complementar los contenidos curriculares de los módulos.

Para llevar a cabo este proyecto hemos contemplado la realización de las siguientes tareas a lo largo de todo el curso y que aquí enumero someramente:

tarea 1: Formación equipo "Yo me libro"
tarea 2: Selección títulos para cada ciclo formativo
tarea 3: Creación del blog colaborativo: me libro [en fp]
tarea 4: Evaluación inicial hábitos lectores del alumnado y percepciones del profesorado
tarea 5: lanzamiento oficial del proyecto
tarea 6: Uso de redes sociales para el proyecto
tarea 7: Repositorio online de los proyectos que incluyen libros
tarea 8: Ambientación literaria de la escuela
tarea 9: Rediseño de la biblioteca
tarea 10: Reconfiguración préstamo tabletas
tarea 11: Formación del profesorado
tarea 12: Lectura y emprendimiento
tarea 13: Visitas lectoras
tarea 14: Punto promoción lectora
tarea 15: Encuentros literarios
tarea 16: Recital y concurso booktubers
tarea 17: Actualización fondo literario
tarea 18: Motivación del profesorado: lecturas al aire libre
tarea 19: Talleres de animación lectora
tarea 20: Bibliotecarios asistentes

 

YO ME LIBRO EN FP

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TENGO ALGO QUE CONTAROS

jueves, 10 de septiembre de 2020
Hacía tiempo que no reseñaba un libro en este blog. También, desde antes del verano, no me había puesto cara a la pantalla a escribir; tal vez no encontraba nada a destacar (educativamente hablando) y el agotamiento al terminar julio tampoco ayudó mucho a ponerme manos a la obra.
Me preocupa reseñar este libro de Bea Galán, profesora de secundaria en Barcelona (entre otras muchas cosas), y no hacer justicia a todo lo que expresa como docente y tutora de esos alumnos que, como otros muchos, pasaron semanas confinados en sus casas, solos y ante una pantalla, con panoramas bien diferentes en cada familia en una edad compleja por muchos motivos.

En "Tengo algo que contaros" Bea Galán relata y remarca con mucho acierto y sensibilidad aquellos puntos claves que considera vitales para la educación de sus jóvenes alumnos. En un formato epistolar les exhorta hacia el inconformismo, la humildad, la lectura y la bondad. Combina perfectamente sus observaciones personales con su sentir hacia la docencia. Distingue la tarea educadora como una invitación permanentemente dirigida a que el alumno piense y tenga curiosidad; siempre desde la escucha y observación atenta a cada uno de ellos.

Se adivina entre sus líneas que Bea Galán es una profesora especial, sensible y sensata. Una profesora que seguro disfrutan sus alumnos; con la que aprenden desde la exigencia y los valores que transmite. Sus palabras destellan, sin pretenderlo, su buen hacer. Con este libro te hace meditar sobre la razón de ser de nuestra profesión; lo importante que es la preparación de una primera clase, la empatía sin caer en lo banal, el trabajo docente en equipo, el sinsentido de la queja permanente y el mal carácter, o el disfrute de la enseñanza como un medio de vida exigente pero agradecido.

Me quedo también con su percepción (o más bien constatación) de que la juventud actual no es en absoluto peor que la de nuestra generación o la de hace un siglo. Como padres y docentes somos testigos de ese excesivo protagonismo sin exigencia que muchos chavales disfrutan desde bien pequeños; y ahí, en este inexcusable escenario, está esa labor educadora que puede transformar personas o pasar a ser una simple anécdota en sus vidas.

El único fallo que veo a este libro es su extensión: me he quedado con ganas de más. Finalizo con este párrafo dirigido a esos adolescentes de 3º de la ESO que seguro se asemejan a cualquier otro de FP básica o Grado Medio que tenemos en nuestras aulas.
Escuchadme, por favor: no vayáis nunca a mínimos. No os conforméis. Estoy absolutamente convencida de que existe una línea que une la bondad, la belleza y la inteligencia. Es una línea fina pero irrompible. No la subestiméis. Sed ambiciosos y exigentes, pero no con arrogancia, sino con humildad. Hay que ser muy humilde para darlo todo, y hay que ser muy valiente para darse a los demás.
Leedlo sin falta. 

RESPONSABILIDADES DOCENTES

martes, 23 de junio de 2020
Como docentes, al igual que les sucede a los alumnos, parece que tendemos a ver la anécdota como ese todo que nos dificulta el trabajo y nos incordia en el día a día. Una anécdota en forma de compañero, profesor o alumno que no cumple nuestras expectativas o que quiebra la confianza que habíamos depositado en cualquiera de ellos. Una minucia dentro de la enormidad de personas con las que nos movemos habitualmente y que, para bien o para mal, altera nuestra visión de las cosas. Pienso ahora en esos pocos alumnos disruptivos que te ponen el curso cuesta arriba; o en aquel colega que no participa ni coopera en la misma medida que tú (te) exiges. Tal vez pecamos de falta de empatía, nos falla la vara de medir o, simplemente, el hartazgo en ocasiones nos supera ante tanta odiosa comparativa. El quid de la cuestión se mueve entre esas fronteras difusas que separan nuestras responsabilidades de las de los demás.

responsabilidades docentes
En el caso de los alumnos, pese a la mayoría de edad de algunos, me duele ver como desaprovechan el curso y caen en un absentismo pese a la ayuda y consejos de compañeros y profesorado. Sigo sin ver qué falla en estos chavales que, o bien están mal orientados, o bien su situación personal no les ofrece motivos para seguir un curso. No tengo clara cuál es nuestra responsabilidad ante un fracaso que consume tiempo y recursos de las familias, la Administración y supone un nuevo revés vital en la trayectoria de estos jóvenes. 

Podemos optar por culpabilizar al alumno o a sus familias; o incluso a un sistema educativo del que se dice que no promueve el esfuerzo como en aquellos tiempos de opulencia intelectual y cultural (léase con ironía). Muchos de los que hacen este diagnóstico suelen ser aquellos que luego van a la suya y asumen difícilmente su falta de implicación en la tarea que les ocupa. También es cierto que hacemos lo que podemos, o más bien lo que sabemos, en situaciones difíciles y ofreciendo una atención insuficiente con los recursos actuales. O quizás nos hayamos pasado experimentando. 

Mirando hacia atrás, no tengo clara la receta educativa ante el pasado confinamiento y sigo dando vueltas a qué podríamos haber hecho mejor para atender al alumnado y evitar ese interés ausente. Bastante teníamos con gestionar clases, plataformas, correos, correcciones... en un entorno doméstico, en muchos casos, poco proclive para el trabajo. Nos puede haber fallado la (des)organización, la falta de coordinación, la generosidad con los colegas para compensar el trabajo, las prioridades. No sé. Hemos estados sometidos a una situación excepcional en medio de una alerta sanitaria; sin embargo, el problema viene cuando este tipo de situaciones se prorroga en el tiempo y los docentes quemados o los alumnos congelados por su inactividad académica siguen manteniendo esas inercias negativas.

Me temo que en septiembre estaremos en las mismas. Igual de quemados o motivados. Viéndolas venir y esperando instrucciones de arriba o de los costados. Se hará más difícil acercarse físicamente a los alumnos, evitar el ruido con unas ventanas abiertas permanentemente o controlar esas nuevas herramientas digitales sin miedo a cometer un traspiés que te ponga en evidencia. Y las responsabilidades seguirán siendo nuestras; forma parte de nuestra profesión y su límite es tan dilatado como personalidades hay en la escuela, pese a las normas y la burocracia del momento. Nuestra mayor certeza vendrá si trabajamos conjuntamente y asumiendo unas responsabilidades bien repartidas.

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UN CURSO POSTCOVID

jueves, 18 de junio de 2020
Por fin vamos ya viendo el fin de un maldito curso que nos ha robado muchas horas y días junto a nuestros alumnos y compañeros; con la amargura añadida de no poder sentir la compañía de nuestros familiares y amigos, o incluso perder a alguno de ellos a causa de un insólito virus.

A estas alturas de la película, las fuerzas y las ganas de repensar el nuevo curso van ya menguando. Muchos estamos exhaustos de tanto cavilar y estar frente al ordenador impersonal tratando de gestionar correos y singulares reuniones online . Han pasado tres meses. Nos quedan ahora otros tantos para comenzar un curso incierto con un virus que acecha; pese a muchos desmemoriados que creen haber terminado, con final feliz, una novela de Stephen King.

Esperemos que la demanda de FP no sufra ningún bajón. Que ese prestigio añorado, de nuestra Formación Profesional, sea algo más que una económica propaganda por las redes. Espero también que superemos un curso próximo con más acción, instrucciones y consenso; que rebasemos las ocurrencias y esos sálvense quienes puedan que vivimos ordinariamente. Innovarán los de siempre y se esconderán camuflados los que nunca dejan de pensar más que en sí mismos. Y lo pagaremos todos con agotamiento, conflictos o un desasosiego continuo. Todo por no remar al unísono.


A la fuerza se han digitalizado muchos docentes, pese a una autoformación obligada y muchas penurias frente a un teclado que se ha convertido en ese escudero solícito que al mismo tiempo nos ha mortificado junto a su amiga la pantalla. ¡Ay, qué bien estábamos dando y recibiendo clases en el aula! ¡Qué maravillosa es la educación presencial! No hay robots que valgan ni aplicaciones que sustituyan esa riña, el nervio en la pizarra o aquel discreto cumplido que recibes ocasionalmente. Los gurús educativos deberán afrontar una temporada de rebajas y saldos para lograr vender sus fórmulas magistrales.

Oiremos aquello de esto no va a ser lo mismo que antes o esa nueva anormalidad que tal vez se quede en un gel de manos o un chócame ese codo, colega. Soy poco optimista. Los que se quitaban de en medio, seguirán en las mismas; los usureros del tiempo ajeno, continuarán pensando solo en si mismos, en su horario y su monedero; los exhaustos, volverán a terminar un curso agotados por la dedicación a tiempo completo a sus alumnos y escuela. En fin. Que volveremos a las andadas con el temor añadido de un contagio a nuestros mayores. A lo sumo, en 2021, nos habremos acabado de idiotizar montando tiktoks para dar clases online.

Como mucho, algunos soñaremos con una escuela donde la lectura, la reflexión, la significatividad del aprendizaje y el cambio educativo, vengan de la mano de un consenso donde el profesorado participe y lidere a través de aquellos más sabios y experimentados, capaces de acordar y gestionar, con sensatez y humanidad, nuestro futuro educativo. Septiembre hablará.

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QUÉ NO CAMBIARÁ EN LA FP

miércoles, 3 de junio de 2020
La lectura de este artículo de Xavier Marcet  me ha inspirado para reflexionar acerca de los que seguro, a mi parecer, NO va a cambiar en la Formación Profesional, ni después de la pandemia ni dentro de diez años o más. Puede ser una especulación valiosa tener en cuenta todos aquellos aspectos que creemos continuarán siendo importantes en la educación de nuestros alumnos, en la docencia del profesorado o en la organización de nuestros centros educativos.

¿Serán nuestros alumnos diferentes dentro de una década? Seguro que continuaremos hablando de generaciones T, alfa o táctil, o esa otra letra del abecedario que convenga; pero también es cierto que seguiremos tratando de amoldarnos a los alumnos para buscar ese aprendizaje significativo que combine las necesidades de los centros de trabajo con los intereses y conocimientos de los alumnos. Los nativos o aborígenes digitales seguirán siendo colonizados por esa turba de profesores dispuestos a transmitir conocimientos a las promociones venideras.

Los alumnos siempre van a necesitar ser formados presencialmente, independientemente de las tecnologías que nos acompañen; y, como se ha venido demostrando estas semanas de confinamiento y educación a distancia, seguirán precisando de la figura del docente que les acompañe y mentorice; de unos compañeros con los que relacionarse y aprender a trabajar en equipo; y de una evaluación presencial continua más allá de un formulario digital o unas tareas en la nube. A excepción de esa modalidad online con la que coexistiremos y que seguirá siendo adecuada para unos perfiles específicos de alumnos: "La formación online no funciona".

Nuestros alumnos, o clientes como a algunos gusta llamar, permítaseme la sinonimia, van a continuar requiriendo la atención del profesorado, lo más individualizada posible (si una adecuada ratio y horas de docencia nos los permiten), y una formación permanente de los docentes en aquellas herramientas y métodos que, desde la evidencia, contribuyan a ese aprendizaje permanente deseado. Seguiremos necesitando formación actualizada, lecturas profesionales sobre pedagogía y nuevas técnicas específicas en cada familia profesional. Comienzo ahora un libro interesante al respecto, de Héctor Ruiz Martín: "¿Cómo aprendemos?".

qué no cambiará en la formación profesional blogLos centros educativos seguirán precisando una organización que se adapte a las tecnologías que las empresas y otras entidades utilizan en sus procesos productivos o prestación de servicios. Nuestros centros continuarán necesitando espacios donde trabajar en equipo, tiempos donde el profesorado se coordine, líderes que se adapten a las exigencias del momento y que encabecen medidas transformadoras más allá de la ingente documentación que generamos. Las escuelas de FP seguirán necesitando dar autonomía y confianza a su profesorado; motivando y promoviendo el compromiso de su claustro; gestionando la abundancia o la falta de implicación o profesionalidad.

Como docentes de FP mantendremos innegablemente la necesidad de relacionarnos más estrechamente con el mundo del trabajo; cercanos a las empresas y a las competencias que demandan. Seguiremos en unos años buscando recursos, digitales o físicos, para poder actualizar nuestros temarios. Aunque espero que algún día se materialice alguna iniciativa que recoja todos esos recursos publicados en abierto, por ciclos formativos, disponibles para toda el profesorado que en muchos módulos tiene dificultades para encontrar materiales específicos. Un proyecto que debiera ser coordinado entre las distintas administraciones educativas del Estado y sus Comunidades Autónomas.

En unos años, difícilmente cambiarán esos profesores que cumplen y se preocupan por el aprendizaje del alumno, más allá de unas meras calificaciones. Disfrutaremos de compañeros y compañeras que, con su experiencia, honestidad y forma de enseñar, nos seguirán inspirando para ser mejores profesionales. Y siempre habrá quien se quite de en medio, o aquel que nos da coraje por su disfrute desconsiderado a costa de alumnos y colegas que no perdonan un día en este oficio. Seguirán siendo los menos, pese al ruido que ocasionan.

Desafortunadamente, viviremos también acometidas por parte de los oportunistas que nos desean vender fórmulas seductoras para mejorar la enseñanza o artefactos supuestamente imprescindibles para ser un innovador certificado. Seguirá siendo necesario tener los pies en la tierra, contar con la experiencia de nuestros docentes; analizar y reflexionar antes de cada curso, sobre qué añadir o en qué merece la pena emplear un tiempo siempre escaso. Geniales las tiras cómicas que Pedro Cifuentes publica en Twitter con la etiqueta: #enclasenosedibuja.

Lo que dudo si cambiará o no, será esa necesidad de prestigio permanente que, como el arca perdida, parece ser el sino de nuestra Formación Profesional. Espero que se mantenga esa creciente estima a una etapa, la FP, que refleja una valoración muy positiva por parte de los alumnos que pasan por sus aulas y talleres, a pesar de las reticencias iniciales de algunas familias o un cierto desdén de algunos estamentos. Seguiremos demostrando, con hechos y a través de las experiencias vitales de nuestro alumnado, que la FP es la mejor elección para crecer personal y profesionalmente. Siempre, claro está, que se invierta en ella y se cuente con el profesorado para su transformación y mejora.

EL VALOR DE LA LECTURA Y LAS COMPETENCIAS DIGITALES EN FP

lunes, 1 de junio de 2020
Al principio de este casi, por fin, finiquitado curso, arrancamos la lectura con los alumnos de un ciclos de grado medio en Actividades Comerciales de uno de los libros del escritor Nando López: "En las redes del miedo".

Para situarnos, mejor os cuento los antecedentes y la justificación en relación al tipo de actividad propuesta como el título seleccionado. Mi insistencia, o pesadez, sobre la importancia de la lectura en los más jóvenes, me ha llevado desde hace unos años a tratar de incluir y fomentar títulos más o menos relacionados con los módulos en los que imparto mi docencia. Es difícil acertar con los gustos de los alumnos, así como es complicado que sustituyan la lectura por otras formas de ocio mucho más atractivas a sus ojos. Otros compañeros y compañeras, todavía una minoría, también se atreven a recomendar lecturas o incluyen libros (no de texto) dentro de sus programaciones.

Otros años, en ciclos formativos de grado superior, he optado por seleccionar cuatro o cinco títulos entre los que el alumno pueda escoger. La voluntariedad y esa posibilidad de elección suele ser valorada muy positivamente por los alumnos. El inconveniente principal es acertar con libros que aporten tanto el placer de la lectura como algún conocimiento o valores para su vida profesional futura. Al final, me he acabado decantando tanto por novelas como por otros títulos más "técnicos": "Libros recomendados para jóvenes de FP".

En esta ocasión, con alumnos más jóvenes, decidí seleccionar el libro de Nado López en un módulo poco literario, Aplicaciones Informáticas para el Comercio, por ser tanto literatura juvenil como por las diferentes problemática o inquietudes en las que, desde una postura nada paternalista, el autor se sumerge a través de las miradas de sus protagonistas. Asimismo, este libro, ofrece una estructura nada clásica, con constantes referencias a la música y a las redes sociales que, al principio de cada capítulo, se plasman con capturas de un diálogo o memorias personales publicadas en Instagram.

nando lópez escritor
Imagen propia
Comenzamos leyendo en clase, una vez por semana, para facilitar la lectura de todos y teniendo en cuenta la dificultad o falta de motivación de muchos alumnos para abrir un libro durante su tiempo libre en casa. También, buscábamos un tiempo de silencio a través de una lectura compartida pero individual, donde cada uno toma el ritmo que necesita o comparte su libro con otro compañero/a. No todo ha sido un camino de rosas; costó lo suyo el alcanzar ese clima de silencio y tranquilidad requerido para leer plácidamente; las interrupciones se han sucedido y en ocasiones no había libros suficientes o el temario nos obligaba a posponer la lectura. De hecho, nunca sabré si para "perder tiempo", algunos alumnos demandaban esa hora de lectura en detrimento de la clase de informática con la que debíamos avanzar; pero voy a ser bien pensado. 😄

Los días de lectura, y desde un perfil en Instagram que cree para esta ocasión, lanzaba algunas cuestiones para reflexionar sobre los capítulos de libro. Ha sido también complicado que todos participaran, entiendo también que por no querer ver "afectada" su cuenta personal con una cuenta escolar. Pero al menos, proyectando este en perfil en clase, nos servía para conversar sobre alguna de los asuntos que preocupan a los personajes del libro: suicidio, anorexia, pareja, autoestima, redes sociales, amistades, etc.

Justo antes del confinamiento, andábamos algo rezagados con la lectura del libro, y quise aprovechar estas últimas semanas para que lo terminaran todos aquellos que aún no lo habían hecho. Espero que me "confiesen", en una futura encuesta, cuantos terminaron finalmente el libro, en unos días en los que las series y el horario nocturno ha dejado huella en unos jóvenes ansiosos, lógicamente, por retomar su vida social.

La última tarea (ver aquí) que debían realizar con el libro, aprovechando las competencias digitales trabajadas durante este curso, pretendía que los alumnos utilizaran la hoja de cálculo, el diseño digital, el marketing y la edición de vídeos. Aquí, y gracias a la generosidad de Nando López, ofrecíamos a los mejores cuatro trabajos, un ejemplar dedicado del autor. Finalmente, por los problemas actuales con la logística, no los pudo firmar pero, a cambio, nos regaló dos ejemplares para cada uno de los cuatro afortunados: "La versión de Eric" y "Hasta nunca Peter Pan". Espero, a la vuelta en septiembre, poder hacer entrega en mano de estos ejemplares que ahora solo adornan mi librería a la espera de nuevos lectores.

Recalco de nuevo aquí la amabilidad de Nando que, en todo momento, se mostró atento y partícipe en esta sencilla iniciativa. Es muy motivador que un escritor se implique de esta manera con sus lectores y responda a las interpelaciones de unos jóvenes que suelen acercarse a la literatura con cierto recelo. Aquí os dejo con la reseña personal, sobre "Las redes del miedo", de una de esas alumnas que, puede pasar desapercibida en el aula, pero que demuestra su sensibilidad y saber hacer en otras muchas destrezas a menudo no demasiado valoradas desde la Formación Profesional.

ESTO ES LA FP.

sábado, 30 de mayo de 2020
La Formación Profesional no es una moda. La Formación Profesional lleva décadas trabajando con jóvenes que han logrado adquirir, gracias a ella, las competencias necesarias para especializarse en un sector profesional. Las empresas de nuestro país están en funcionamiento gracias a los miles de técnicos medios y superiores que dan soporte diario a los distintos engranajes que empresas, organizaciones, entidades y centros de trabajo de toda índole que ofrecen sus productos y servicios. Y lo han demostrado ahora, en los peores momentos de la pandemia.

La FP no es una alternativa más. La FP es la opción de cualquier alumno o alumna que esté buscando una salida laboral en tan solo dos cursos académicos. En estos dos cursos, y a través de los distintos módulos que componen cada ciclo formativo, los estudiantes son capaces de integrarse en un centro de trabajo de la mano de unas competencias profesionales alcanzadas que le van a  facilitar la inserción laboral en su sector profesional. La actitud, la seriedad, los modales, la iniciativa, la creatividad o la cultura, no están reñidas con esas competencias técnicas que aprovechamos y disfrutamos desde las aulas.

esto es la formación profesional


La Formación Profesional no es el último recurso. La Formación Profesional es la expresión del talento que muchos jóvenes materializan a través de cualquiera de los más de 150 ciclos formativos desde los que pueden emplear sus intereses personales y profesionales. La oferta formativa es numerosa y permite especializarse con un ciclo formativo de grado medio como Técnico/a o desde un ciclo de grado superior como Técnico/a Superior; existiendo además la posibilidad de transitar a otra etapa educativa diferente a la FP. Sin olvidarse de los títulos de FP Básica que son una opción magnífica para iniciarse en una profesión y encontrar motivos para seguir formándose en una edad complicada.

La FP no es todo práctica. La FP es fruto de la experiencia que el profesorado traslada a sus alumnos a través de multitud de métodos donde las habilidades profesionales se trabajan sin perder de vista la teoría para cada una de las técnicas y las destrezas para llevarlas a cabo. En FP se aprende desde las aulas, los talleres y desde los centros de trabajo, en un entorno real, donde ponen a prueba sus conocimientos y las competencias trabajadas. La FP supone una evaluación constante donde se valora el proceso de maduración profesional y no solo se califica con un examen teórico.

Los docentes de Formación Profesional no son iguales al resto. El profesorado de FP es, de hecho, el mayor activo de la Formación Profesional. Gracias al profesorado funciona una FP que, con recursos siempre limitados, ofrece una formación actualizada donde el centro de la enseñanza es el alumno. La vocación profesional del alumnado y de los docentes se conjugan perfectamente en esta etapa educativa; una actitud positiva es una garantía para el éxito académico y profesional de unos alumnos que van a beneficiarse de la especialización de su profesorado.

La FP no es tan solo un título oficial. Con la FP también vas a poder amplificar tu currículum gracias a los programas de FP Dual que se ofrecen en muchas titulaciones; o desde una experiencia en el extranjero con prácticas en empresas internacionales facilitadas con una beca Erasmus+. Conocerás, en todos los ciclos, las posibilidades de empleo y emprendimiento, los retos de la digitalización y cómo acceder al mundo del trabajo gracias a un módulo específico de Formación y Orientación Laboral. La FP acredita tu aprendizaje desde la experiencia de cualquiera de los cientos de centros de Formación Profesional en España que llevan décadas preparando a jóvenes para que afronten su futuro con la mayor confianza. Tan solo tienes que preguntar a una antigua alumna o alumno de FP.

Gracias a la FP se han iniciado mucha vidas profesionales. Incluso, desde la FP, muchas personas han podido cambiar el rumbo a sus estudios o empleos a otras actividades más satisfactorias a nivel personal. La FP nos ha dado a muchos una forma de estar en el mundo; aprendiendo constantemente, tanto desde la parte técnica como de la humana, gracias a ese contacto constante con compañeros y alumnos que dotan de ese carácter especial que tiene nuestra Formación Profesional. Esto es para mí la FP.

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GRACIAS A LOS TÉCNICOS Y TÉCNICAS DE FP

viernes, 22 de mayo de 2020
Ahora que parece que cesan los aplausos dando paso a protestas más o menos acertadas; tras muchas semanas confinada la mayor parte de la población, teletrabajando y tratando de seguir con la Educación, toca agradecer, si es que no se ha hecho suficientemente todavía, y poner nombre a todos los profesionales técnicos y técnicas de Formación Profesional que siguen dando el callo desde sus puestos de trabajo. Profesionales titulados y preparados gracias a los actuales ciclos formativos de grado medio y superior, o profesionales que se titularon como técnicos auxiliares y especialistas en FPI y FPII en aquella pionera FP.

Aquello de los trabajadores de cuello azul o cuello blanco sigue vigente en cierto modo. Ser operario nunca han sido objeto de deseo de aquellos que buscaban crédito, así como ahora, trabajar en una oficina, tampoco supone mayor consideración vistas las condiciones laborales de algunas empresas. Incluso los docentes hemos dejado de ser referentes para gran parte de la población; pasando a ser únicamente envidiados por aquello de unas vacaciones más extensas que en el resto de ocupaciones. También nos toca justificar nuestro trabajo mientras pretendemos, como ahora está de moda, solucionar ese desprestigio a base de una mejor comunicación de nuestro desempeño en una sociedad que sobrevalora la apariencia. Así ha ocurrido siempre con la gente de FP: esos efeperos que llevan décadas demandando visibilidad y reconocimiento tanto a nivel educativo como social.

Nuestros alumnos y alumnas, ya titulados en Formación Profesional, se han revelado imprescindibles a lo largo de esta pandemia. Imprescindibles los técnicos Sanitarios por su atención especializada, y en las peores condiciones, a la población afectada. Imprescindibles los técnicos en Comercio y Marketing o Seguridad y Medio Ambiente, que junto a  los técnicos de las familias Marítimo-Pesquera, Industrias Alimentarias y Agraria, han seguido desempeñando su labor para que podamos seguir disponiendo de alimentos y productos básicos en nuestras casas. O nuestros técnicos en Administración y Gestión que, desde casa principalmente, han seguido atendiendo las necesidades de las empresas que han podido continuar con su actividad económica. Por no hablar de los técnicos de Instalaciones y Mantenimiento, Energía y AguaEdificación y Obra Civil, Industrias Extractivas, Fabricación Mecánica, Química, Electricidad y Electrónica, Madera, Mueble y Corcho, Transporte y Mantenimiento de Vehículos que han seguido reparando y manteniendo la maquinaria, vehículos, activos, herramientas e instalaciones necesarias para la industria y los hogares, al igual que los técnicos en Informática y Comunicaciones que nos siguen facilitando el teletrabajo y el funcionamiento informático de las redes en unos días en los que hemos puesto al límite la capacidad de los servidores en un encierro físico pero digitalizado.  Fundamentales los técnicos de Imagen y Sonido que han facilitado que sigamos informados y entretenidos, al igual que los técnicos en Servicios Socioculturales y a la Comunidad que han seguido ofreciendo un servicio valiosísimo a muchas familias con dificultades personales. O esos técnicos en Actividades Físicas y Deportivas que han ayudado a sobrellevar la falta de ejercicio físico al aire libre con su profesionalidad y conocimientos.

gracias a la fp formación profesional

Y no me olvido de otros profesionales de sectores como la Hostelería y Turismo, Artes gráficas, Textil y Confección, Artes y Artesanía, Vidrio y Cerámica o Imagen Personal, que han tenido que bajar la persiana ante la imposibilidad de seguir con sus negocios.

Sin dejar tampoco de lado a esos miles de profesionales universitarios que ahora desempeñan su trabajo tras haber pasado por las aulas de FP y que siguen desarrollando su carrera laboral en otros ámbitos.

Es obligado este reconocimiento de todos aquellos profesionales que, diariamente, nos facilitan la vida y nos ofrecen productos y servicios de calidad, ayudándonos a sobrellevar una situación que roza la distopía. Y, muchas gracias a todos esos docentes de Formación Profesional que, a pesar de las dificultades, han seguido persiguiendo que sus alumnos adquieran las competencias profesionales desde cada uno de sus módulos. Volveremos a las aulas. Y no es una amenaza... 😉

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