UN MÓDULO DE EMPATÍA PROFESIONAL

lunes, 17 de noviembre de 2014
Este curso, muy acertadamente en mi opinión, el gobierno canario ha implantando en educación Primaria la asignatura de Educación Emocional y para la Creatividad. Una asignatura transversal que no tendrá tanto éxito social como el inglés, la programación o el fútbol, pero seguramente será mucho más útil en la vida de los chavales. Una asignatura que, en el caso de la FP, podríamos titular en un módulo de EMPATÍA PROFESIONAL. 

empatía profesional fp
A nivel de Formación Profesional se trabaja mínimamente el tema de las competencias personales en los equipos de trabajo a través del ya casi extinto módulo de Relaciones en el Entorno del Trabajo (RET), sin llegar a tratar específicamente las habilidades emocionales -a discreción del profesor de turno-. Desafortunadamente, este módulo -poco popular entre el alumnado- ya no se contempla en los nuevos ciclos LOE de Formación Profesional, pese a que los ciclos LOGSE tampoco contemplan una carga lectiva suficiente (2 horas semanales aproximadamente) para trabajar estas habilidades en el aula. 

Pero, ¿por qué no trabajar la empatía en el aula? Ya que no disponemos de un módulo de estas características, podríamos trabajar la empatía y el resto de habilidades para la vida necesarias (ver documento de la OMS) de un modo transversal. Es deseable que, tanto alumnos como profesores, trabajemos este concepto, vital en nuestras relaciones personales y profesionales. La empatía nos ayuda a modificar nuestro punto de vista que, como seres humanos, tendemos a considerar el acertado. Con empatía somos personas más dispuestas a colaborar y tenemos más posibilidades de solucionar conflictos. Gracias a la empatía podemos construir un mundo más humano. La empatía evita prejuicios, odiosas comparativas y nos hace mejor personas. 

Comenzar a demandar empatía en docentes y alumnos puede ser el primer paso para darle a esta habilidad la importancia merecida. En cualquier profesión es necesaria cierta empatía para relacionarse con clientes, pacientes, colegas, empleados, proveedores, alumnos... La empatía es también imprescindible para negociar, realizar una presentación o disfrutar de un buen clima laboral. Una cualidad olvidada en escuelas de negocios o universidades que ayudaría a revertir las dinámicas dañinas que se suceden en muchos centros de trabajo.

Porque es posible trabajar técnicas de comunicación verbal y no verbal para resultar más empáticos. Aquellos que no han tenido la suerte de convivir en un ambiente empático, pueden igualmente cultivar la empatía. Porque la empatía es contagiosa: se transmite gracias a los compañeros o personas con las que convivimos habitualmente. Os dejo con este artículo, "¿Cómo iniciar una revolución de la empatía"?, de Guadalupe de la Mata (@Inn4SocChange), con algunos recursos para comenzar a trajinar con la empatía. También son de interés las "126 dinámicas de educación emocional" de Fernando Navarro (@fenamo59). 

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CAMBIO EDUCATIVO YA

jueves, 13 de noviembre de 2014
La paciencia es una virtud imprescindible en todo docente. En mi caso, por suerte, esta paciencia la he ido cultivando gracias al riego de algunos compañeros y al abono de otros muchos colegas que pululan por las redes. Tengo menos prisa para terminar las cosas, soporto mejor los desafíos de los alumnos o me enfado con menos facilidad ante contratiempos o impertinencias.

cambio educativo paciencia impaciencia
Por otro lado, me he vuelto más impaciente en relación al cambio que necesita la educación que queremos. Una educación para nuestros hijos y alumnos en consonancia con unos nuevos tiempos que están revolucionando las formas de aprender y trabajar. Nos tropezamos con reseñas acerca de las inteligencias múltiples en cualquier foro, se habla de creatividad, innovación y emprendimiento hasta en la cola del supermercado. La tecnología con tabletas, pizarras digitales o impresoras 3D parecen nuestra tabla de salvación.

Pero, ¿hay un cambio real en nuestras escuelas? ¿estamos hablando mucho y cambiando poco la práctica cotidiana del aula? ¿no nos pasará lo mismo que con la llegada a las aulas del VHS o del proyector de transparencias? ¿o seguiremos modernizando nuestros powerpoints ad infinitum?

Sigo encontrándome con una mayoría (no silenciosa) que exige deberes rutinarios, se preocupa en demasía por las calificaciones, protesta por la actitud de los más jóvenes, evalúa sólo la memoria y valora únicamente los comportamientos dóciles del alumno. Una mayoría de padres y docentes que parece querer cambiar, pero que terminan arrastrados por las inercias de siempre. Inercias que se agravan con medidas insensatas donde la prioridad es el conocimiento de otro idioma sobre cualquier otra competencia. O donde el deporte pasa a ser considerado un trampolín social o económico para integrar al joven en la manada.

Por ello me muestro impaciente. Impaciente porque no veo el momento donde evolucionemos en nuestras formas de evaluar; donde el tiempo de clase se exprima y disfrute para no seguir memorizando en casa el resto de la jornada. Ansioso por ver más profesores tirándose a la piscina con nuevas prácticas y metodologías, sin miedo a innovar pese a la falta de confort. Sigo inquieto porque van pasando cursos y los más pequeños siguen adquiriendo las mismas inclinaciones donde se estudia para aprobar. Preocupado porque con más pruebas y más alumnos por aula no vamos a poder dar una educación personalizada y ajustada a sus necesidades y cualidades.

Necesitamos comenzar a cambiar YA. La tecnología, Internet, las redes sociales y esos claustros virtuales, repletos de buenas prácticas, pueden impulsar este cambio vital con la ayuda de los equipos directivos y el profesorado de nuestros centros educativos.

A veces la impaciencia da más frutos que los más profundos cálculos. George Bernard Shaw

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MARKETING EDUCATIVO - INED21

miércoles, 12 de noviembre de 2014
Os dejo con mi primer artículo publicado en el Magazine INED21. Una satisfacción personal poder participar periódicamente en esta publicación digital sobre educación y aprendizaje.

Un artículo en el que reflexiono sobre la importancia del otro Marketing Educativo de nuestras escuelas: los profesores memorables.

"El mejor marketing educativo del mundo" en INED21

INED21, efepeando,

FOMENTAR LA LECTURA EN FORMACIÓN PROFESIONAL

sábado, 8 de noviembre de 2014
Pese al carácter más técnico de los ciclos formativos de Formación Profesional, no parece menos importante otro tipo de habilidades o aptitudes, como es el caso de la competencia lectora. Porque todo alumno preparado, profesionalmente hablando, necesita entrenar esta competencia.

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Por desgracia, el placer de la lectura no es algo arraigado entre la mayoría de jóvenes que acceden a la Formación Profesional. Tal vez, estos alumnos no han cogido ese gusto a la lectura necesario durante su formación académica previa. Tal vez, se plantea la lectura en muchos colegios como una tarea obligatoria con libros, resúmenes y comentarios de texto que repelen al estudiante. Para muestra, un botón: ¿cuántos niños o jóvenes podemos ver en las bibliotecas municipales después de clase o el fin de semana (sin contar los que están preparando exámenes)?

En el caso de la Formación Profesional, los únicos libros que solemos encontrar son los libros de texto; libros técnicos y tediosos con contenidos normalmente inabarcables en un curso académico. Pocos se plantean utilizar otros libros, ya sea por falta de tiempo, presupuesto o inercia. Pero, ¿por qué no fomentar la lectura y trabajar la comprensión lectora con ensayos, biografías, novelas o cuentos? ¿Por qué no sustituir los libros de texto por apuntes propios, cuando sea posible, y pedir la lectura de otro tipo de libros en cualquier formato (papel o electrónico)?

Si trabajamos la competencia lectora, ayudamos al alumno a: mejorar su vocabulario, cometer menos faltas de ortografía y comprender mejor las normas, manuales o instrucciones técnicas de una empresa. Con más lectura estaremos fortaleciendo el espíritu crítico del alumno y enriqueciendo su poso cultural; un poso necesario para trabajos que requieren el trato con personas de diversa índole. La lectura nos convierte en personas más educadas y tolerantes. El problema, en los más o menos jóvenes, es que sólo leemos por motu propio si experimentamos alguna satisfacción. Leer para aprobar exámenes puede ser útil, pero no nos convierte en lectores habituales o empedernidos.

Podemos introducir en la programación algún libro, ya sea recomendado por el profesor o a propuesta de los alumnos. Comentar este libro vía Twitter u otras redes sociales. Realizar debates sobre el mismo. Analizar sus ilustraciones. Criticarlo. Y, por qué no, recomendar o no su lectura a otros colegas o amigos. A ser posible, sin obligación y con ganas de disfrutarlo.

Quizás, la tarea más complicada, sea seleccionar un libro con relación directa a los contenidos de nuestro módulo profesional. Por suerte, hay miles de títulos en el mercado, sin olvidar que podemos trabajar otras competencias y valores que complementan las competencias técnicas que estamos aprendiendo. Incluso, ¿por qué no visitar en grupo la biblioteca de la escuela o del municipio, en búsqueda de ese título oportuno?

photo credit: gioiadeantoniis via photopin cc

¿POR QUÉ LO LLAMAMOS INNOVAR SI QUEREMOS DECIR...?

miércoles, 5 de noviembre de 2014
Se me ocurren muchos términos sinónimos o complementarios que podríamos utilizar los educadores en lugar del trillado vocablo: innovar. Nuestro léxico recoge abundantes palabras, imprescindibles, si queremos innovar con éxito en nuestra labor docente.

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EL PROFESOR BENNY HILL

domingo, 2 de noviembre de 2014
Hoy he recordado a este cómico inglés tras un comentario de un compañero que se preguntaba si los profesores deben convertirse en un tipo como Benny Hill para llamar la atención del alumno. Personalmente, no es mi cómico favorito, pero sí hay otros muchos humoristas a los que no me importaría parecerme si consiguiera captar el interés del alumno en clase.

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Evidentemente, no es posible convertir cada clase en un show excepcional. Es obvio que no todos tenemos los mismos recursos personales para enganchar al alumnado o conectar con ellos. Que algunos podemos ser más o menos sosos, más o menos divertidos, o tener más o menos (in)genio. Aún así, lo que no podemos consentir es caer en la monotonía. Una monotonía que sufre el alumno y que desemboca en su desconexión y en las pocas ganas de vernos por clase.

Se puede (y se debe) ser disruptivo en clase. Descolocar al alumno con el uso de la ironía o el humor. Variar y romper el ritmo de clase para mantener el interés. No es un tema de "coleguear" o no con el alumno, sino más bien tratar de sorprenderle desde la cercanía. No podemos ser comediantes cada jornada escolar, pero sí se puede innovar -manido verbo- sin temer por el cumplimiento de la programación.

Desafortunadamente, hoy tenemos feroces competidores en el aula, ya sean los móviles, videojuegos u otras aplicaciones que tienen al alumno hiperconectado. Llamar su atención es tarea casi imposible en algunos alumnos; la curiosidad es un bien preciado en las aulas. Aún así, podemos enganchar, sin necesidad de prohibir o utilizar la amenaza de la calificación. Es tarea difícil y agotadora, pero no hay más satisfacción que finalizar una clase donde el alumno ha trabajado, ha aprendido y el tiempo se nos ha pasado volando. Y si es necesario, ¿por qué no contar algún chiste? Porque de monologuistas sabemos demasiado...

photo credit: AJC1 via photopin cc



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