Aprendizaje Basado en Proyectos en FP

jueves, 18 de marzo de 2021

A lo largo del tiempo de vida de este blog, así como durante mi trayectoria docente, han sido muchas los ocasiones donde he podido narrar y disfrutar junto a los estudiantes y compañeros docentes con distintos proyectos de aprendizaje diseñados para los ciclos formativos donde trabajo. 


La Formación Profesional es una etapa donde la metodología de ABP es en la práctica algo inherente a estos estudios. Con el ABP podemos trabajar todas las competencias técnicas y transversales que precisa un futuro técnico o técnica en FP. Así como las competencias digitales o esas soft skills que son imprescindibles para la empleabilidad del alumnado. 


Conocer el marco teórico en el que nos movemos, las oportunidades que nos brindan otros profesionales, las herramientas que facilitan este aprendizaje, los artefactos digitales que podemos construir, la creatividad necesaria, las distintas formas de evaluación o la necesidad de un trabajo en equipo desde el propio departamento; son algunas de las peculiaridades que nos obliga a plantear un trabajo por proyectos.


Por ello, desde el MOOC (curso online masivo y abierto) que Dualiza Bankia  ha lanzado junto a FP Empresa, de la mano de Conecta13, tenemos una buena oportunidad para iniciarnos en el ABP o profundizar en aquellos aspectos que podemos reforzar a la hora de diseñar y llevar a cabo un proyecto desde nuestros módulos y ciclos formativos. Un curso, en el que he colaborado, que está producido por y para docentes de FP con experiencia en esta metodología que  atesora décadas de experiencia y que sin embargo puede suponer un plus de innovación en las aulas. 


Desde mi experiencia personal tan solo puedo valorar positivamente todos los proyectos en los que nos hemos embarcado. En este MOOC tienes además la oportunidad de conocer el trabajo de otros docentes de Formación Profesional que pueden servir de ejemplo o inspiración para que te plantees el ABP en tus clases. 


CÁLCULO Y REDACCIÓN EN FP

domingo, 14 de marzo de 2021

Es curioso como los estudiantes de Formación Profesional acaban percibiendo la importancia de sus competencias básicas en matemáticas y en escritura. No descubro nada afirmando que adquirir una buena base de estas competencias, durante la educación obligatoria, supone ese plus necesario para desempeñar distintas tareas en cualquiera de las ocupaciones a las que se dirigen los alumnos de FP. 


La antigua FP contemplaba materias como las matemáticas o la lengua española, en detrimento de la carga modular actual que contempla solo materias de carácter técnico específicas y transversales en todos los ciclos (FOL, EIE, RET). La buena noticia es que desde cualquier módulo podemos seguir trabajando las matemáticas y el lenguaje de un modo también transversal. Incluso, podríamos hacer ver al estudiante la necesidad de trabajar estas áreas a través de las distintas aplicaciones, tareas o productos que diseñamos habitualmente en el aula. 


En los tiempos que corren, donde la espectacularidad de las herramientas digitales y un diseño dinámico venden mucho, debiéramos recuperar la importancia del manejo de las hojas de cálculo. A través de este tipo de programas podemos, en cualquier titulación, desarrollar multitud de contenidos a la vez que adquirimos competencias técnicas muy útiles en su entorno laboral futuro. Dar un paso más y avanzar en el uso de estas hojas de cálculo es necesario tanto para los docentes como para nuestro alumnado. En este blog de Juan Carlos Becerra se enumeran múltiples cursos gratuitos y online para iniciarse o especializarse en Excel a través de un MOOC. 



Luego viene el tema de la lengua con la competencia escritora como un hándicap para muchos estudiantes que, obra y gracia del corto y pego en la red, escriben únicamente durante los exámenes; exámenes que incluso ahora están pasando a convertirse en meros formularios de corrección automática. Podríamos trabajar más textos (artículos periodísticos, fragmentos de ensayos, webs, blogs, etc.) sobre los cuales el estudiante pueda redactar su opinión o inferir unas conclusiones en cualquier formato digital. 


Desde hace años, pese a que la tendencia nos lleva hacia una cultura preminentemente audiovisual, tengo inclinación al uso del blog en el aula. Que los alumnos tengan su propio blog personal y deban mantenerlo durante un curso es una tarea que requiere constancia y un ejercicio de escritura y reflexión. Obligar a redactar veinte o treinta líneas sobre cada tarea presentada, supone una tarea que va más allá de ese corta y pega que inunda la mayoría de trabajos. A la vez que nos sirve para señalar los errores gramaticales u ortográficos que se arrastran por la falta de práctica. 


Que los estudiantes sean ágiles a la hora de redactar un correo electrónico, crear contenidos propios, organizar y gestionar distintos cálculos y saber comunicarlos convenientemente, dota de valor al perfil profesional de los alumnos. Pese a las carencias académicas con las que muchos aterrizan en la Formación Profesional, tenemos la oportunidad de solventarlas a través de nuestro trabajo en cada módulo. Pueden incluso descubrir que no "se les dan mal las mates y la lengua"; que con trabajo pueden lucir mucho, y brillantemente, como profesionales que hacen cálculos y redactan contenidos propios. 

photo credit: wuestenigel Group of people sitting on calculator with white background via photopin (license)

LA MEJORA DOCENTE

domingo, 7 de marzo de 2021

Pasan los cursos y las vacilaciones e incertidumbres sobre el ejercicio de nuestra docencia parece que no se inmutan. Los años de experiencia no siempre significan una mejora, desafortunadamente, para esa mayoría de profesores que tenemos constantemente que hacer y deshacer prácticas en nuestra enseñanza porque los resultados no son los esperados o no acabamos de estar satisfechos del todo. 


Seguimos replanteándonos la evaluación y los exámenes que esta conlleva, la valoración de las competencias, la motivación de los estudiantes, la metodología o los dispositivos tecnológicos que utilizamos. Luego está el estéril debate de aquellos que nos quieren iluminar con la importancia de los contenidos frente a los que nos acusan de falta de inteligencia emocional. ¡Cómo si no tuvieran importancia ambos asuntos!


El debate se contamina cuando no diferenciamos entre los alumnos más pequeños de los más maduros, de aquellos que están en Primaria frente a otros que pueden estar cursando la ESO, FP o el Bachillerato. Y seguimos sin tener demasiado en cuenta las evidencias y las reflexiones de aquellos que se dedican a investigar sobre los diferentes métodos de enseñanza y la importancia de ciertas prácticas que redundan en un aprendizaje más óptimo.


Que el rigor no está reñido con la flexibilidad ni con las pantallas ni con los intereses del alumnado. Que el temario está para ser exigido pero no para aletargar las mentes durante largas jornadas escolares donde la desconexión con el docente es la norma.  Que la digitalización en inevitable pero solo cuando aporta un valor añadido a nuestras explicaciones o libros de texto: porque motivan,  incrementan la productividad, mejoran los contenidos o ayudan a adquirir nuevas competencias. Y seguimos, veinte años después, con los fans de las TIC y los que las aborrecen; incluso algunos ya están pensando en volver al aula de informática de antaño (quizás no sea tan mala idea para los más pequeños); obviando que la competencia digital docente debiera ser tan básica como saber leer y escribir. 


Continuamos protestando por la vagancia de los estudiantes o su falta de concentración; pero seguimos sin "perder" tiempo en explicar cómo se toman apuntes, cómo se estudia o cómo se redacta adecuadamente. Seguimos condensando exámenes en unos pocos días agobiados con las correcciones y con el fin principal de calificar y calcular unas notas que a toda prisa ponemos en la plataforma de turno. Pero, ¿nos preguntamos si han aprendido tras esos exámenes? ¿nos sirven o les sirven para mejorar? ¿hacemos feedback o los guardamos a toda prisa para que no los fotografíen?


La quemazón parece afectar a muchos más compañeros que de costumbre. La falta de motivación intrínseca se plasma en bajas laborales o en un estancamiento profesional que acaban padeciendo los alumnos. La pandemia, las exigencias de las familias, la burocracia o imposiciones para parecer que innovas, el descrédito social... todo suma en un curso agotador donde la mayoría hace lo que puede y lo que sabe. Y en lo que (no) sabe está la solución. O eso creo. Siempre podemos saber más. Siempre tenemos herramientas nuevas para afrontar mejor el curso y nuestra enseñanza. Las ganas se nos presumen, y bien que las demostramos, pero hay margen de mejora. Y esa es la buena noticia.


Sin embargo, con la excepción de esos docentes entrañables y sabios que siempre dan con tecla correcta, todos podemos mejorar, cambiar y desdeñar las malas prácticas que arrastramos o replantearnos otros modos de enseñar y aprender. No se trata de elegir entre la instrucción directa y el aprender haciendo, ni entre la disciplina militar y la anarquía ingenua; cada centro, cada curso y cada alumno son diferentes, al igual que nuestros compañeros de los que aprendemos (por falta de tiempo) menos de lo que debiéramos, ¡y mira que tenemos buenos modelos a mano!


De cualquier modo, siempre nos quedará la lectura para buscar ese progreso en nuestra enseñanza. Y no hablo de hacer cursos sobre herramientas, dispositivos o modas educativas manidas. Tenemos a nuestra disposición decenas de recursos donde se reflexiona y se investiga sobre educación; blogs como el de Juan G. Fernández  donde traduce, reseña y desgrana libros de interés para la práctica docente en el aula; libros como los de Héctor Ruiz Martín, para aprender sobre cómo aprendemos; o muchos otros autores que nos inspiran desde las redes: Fernando Trujillo, Marta Ferrero, Toni Solano, Carlos Magro, Bea Galán y otros muchos más que se atreven a opinar con amabilidad y mostrar su trabajo. 


Ya sufrimos bastantes cenizos en educación para convertirnos en uno de ellos. La crítica está a la orden del día en todos los sectores, y nosotros estamos expuestos a los alumnos y sus familiares, medios de comunicación, y a la sociedad en general. No podemos abstraernos de todo ello, pero sí podemos capear ese temporal demostrando la profesionalidad que atesoramos, con afecto y demostrando que nuestra labor educativa tiene fundamento; más allá de nuestras particularidades y de la diversidad con la que convivimos.  


photo credit: iukarchives KP0000243 via photopin (license)
Con la tecnología de Blogger.

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