¿EN QUÉ DESTACAN TUS ALUMNOS?

sábado, 26 de octubre de 2024

 


 

El éxito del mensaje de Ken Robinson con su libro "El elemento" planteaba la necesidad de seguir aquello que te apasiona para ganarte la vida. A pesar de las críticas y alabanzas a este mensaje, aún hoy en día continuamos planteando esa dicotomía, que nos incomoda, entre vocación y empleabilidad. Difícil trabajo tienen los orientadores. Tal vez, como docentes, no ayudamos lo suficiente a nuestro alumnado a resaltar en aquellas cualidades que mantienen en barbecho. Por distintas razones (número elevado de estudiantes, escaso tiempo, falta de cultura al respecto) no verbalizamos esas aptitudes o talentos que individualmente cada uno de ellos atesora.

 

Con facilidad descubrimos las carencias más evidentes o el éxito sobresaliente de aquellos alumnos que despuntan por los extremos. Sin embargo, es menos frecuente explorar y destapar las habilidades personales o aquellas artes en las que cada uno de ellos destaca. La predominancia, en principio sensata, de una evaluación objetiva, nos lleva a centrarnos en las competencias y contenidos que todos los estudiantes debe agenciarse; sin ahondar en las especificidades que a nivel individual pudieran relucir. Se suponía que la inclusión y la diversidad venía a enmendar este entuerto; pero nos hemos quedado en tratar de solventar los casos más complejos, de la mano de los especialistas, dejando de lado al estudiante medio que puebla mayoritariamente las aulas. 

 

Los procedimientos y la burocracia no son necesarias para alentar al alumno. Todos somos capaces de resaltar las cualidades que cada joven posee en mayor o menor medida. Probablemente, muchos chavales jamás han recibido un halago o felicitación por su forma de ser, sus cualidades personales o sus inclinaciones profesionales. No podemos ni debemos tomar decisiones académicas o laborales en el nombre de los alumnos o sus familias, pero sí es posible reforzar y elevar las motivaciones que muchos no encuentran para su futuro de vida. Destacar en qué son buenos, además de corregir sus carencias, es un ejercicio sencillo que podríamos automatizar en nuestra práctica docente. De manera informal pero como una responsabilidad necesaria. Seguramente, incorporar esta práctica ayude a insuflar la energía que muchos chavales requieren durante su paso, más o menos anodino, por el sistema educativo. Sin importar sin son buenos o malos estudiantes, mejores o peores en su comportamiento, impertinentes o juiciosos. ¿La educación no era inclusiva?

 

Y, de paso, lograr uno de los objetivos de nuestra labor. Como dice Meirieu:

...nuestro trabajo consiste en convencer a nuestros alumnos, contra toda fatalidad, de que un futuro diferente es posible. Un futuro en el cual, gracias a que habrá conseguido aprender, podrá comprender mejor y comprender el mundo, y así asumir, prolongar y subvertir su propia historia.

Foto de Robby McCullough en Unsplash

FORMAR PARA GENERAR CONTENIDOS

jueves, 24 de octubre de 2024

 

FORMAR PARA GENERAR CONTENIDOS

 

Ser perservante o concienzudo no se lleva. Al menos eso dicen algunos gurús y expertos en las redes que nos lanzan anzuelos sin importar si pican pescados precongelados. Si pierdes demasiado tiempo creando contenido es porque algo estás haciendo mal. Eso dicen. Eres un profesional ineficaz o un ingenuo que no hace buen uso de las herramientas digitales que tiene a su alcance. Ser creador de contenidos pasa por programar contenidos para toda una semana en menos de una hora. Y además, aseguran sin vergüenza, que tus creaciones van a ser valiosas y obtendrán la repercusión deseada entre tu público objetivo. Productores a demanda y a destajo. 


La IA generativa ha acelerado este proceso y la desvirtuación de una escritura (y lectura) atenta y artesana. Con Twitter nos hartamos a sintetizar mensajes en esos ciento cuarenta caracteres que inicialmente nos ofrecían. Ahora, ni esas docenas de caracteres son una creación real de sus supuestos autores. Ni siquiera los vídeos o las imágenes nos ofrecen la garantía de que sean verdaderas. Todo son copias por doquier, imitaciones o creaciones ficticias que nos hacen dudar de las personas que las publican o los hechos que anuncian. El fast food de los contenidos ha venido para quedarse. 


Mi sensación, cuando veo que una portada o la imagen que ilustra un artículo parece haber sido generada por IA, es de rechazo. Se pierde autenticidad, pese a que no es justo valorar el fondo por la forma percibida. Las hamburguesas están de moda y nos las quieren hacer pasar por productos gourmet. Y eso mismo está pasando con los contenidos en las redes: cada vez es más difícil encontrar calidad y rigor en artículos o materiales de cualquier tema. Cursos en píldoras (masticables y tragables fácilmente), ensayos con no demasiadas páginas para no asfixiar al lector o vídeos donde en un minuto vas a encontrar la iluminación que necesitas para ser feliz en tu vida profesional y personal. 

 

Estoy convencido que ser resolutivo, flexible y autónomo (competencias que predicamos en la arena del aulario) no está reñido con buscar un aprendizaje más sosegado donde, como en un buen puchero a fuego lento, no necesitamos ser prolíficos sino sustanciosos. Podemos mandar a freír espárragos a todos los que nos prometen aprendizaje sin dedicación, resultados sin constancia o éxito instantáneo. La originalidad y la artesanía acaba sobresaliendo ante tanto content creator desalmado. A pesar de que los likes o los followers nos cuenten otra cosa, o las tendencias de esos estudios que suenan a profecías autocumplidas.

 

La calidad de los textos y contenidos que ofrezcamos al alumnado va a diferenciar nuestra enseñanza. Evaluar de otro modo, diseñar proyectos o ser cercano al alumno y a sus intereses, es compatible con buscar lecturas atentas, momentos de estudio o dedicar tiempo a escribir sin caer en el control C y V. En absoluto están demodé este tipo de prácticas. Estamos haciendo un enorme favor a estos estudiantes, futuros profesionales, que van a tener que cocinarse la vida ligando datos, filtrando restos, escogiendo el conocimiento y generando su propio relato de provecho. 

 

P.D. Para ser sinceros, he dedicado ochenta y dos minutos para la edición de este artículo. ¿Demasiado o muy poco tiempo?

 

Foto de Gaelle Marcel en Unsplash

PRESENTACIONES EN CLASE: CÓMO DISEÑARLAS Y CUÁNDO ENTREGARLAS

martes, 22 de octubre de 2024

 

presentaciones en clase: cómo diseñarlas y cuándo entregarlas

 

En Formación Profesional, al igual que en otras etapas educativas, los profesores acostumbramos a usar presentaciones digitales con distintos objetivos pedagógicos. Ya sea en PowerPoint, con presentaciones de Google, Canva o Keynote, no importa la herramienta, la mayoría tratamos de apoyar nuestra docencia haciendo uso de este tipo de software que no requiere conocimientos técnicos avanzados. El Prezzi pasó a mejor vida, el Genially requiere más tiempo de uso para manejarlo convenientemente y ahora la IA se supone que agilizará el diseño. Sin embargo, ¿facilitan el aprendizaje?, ¿hemos analizado cuál es el diseño ideal de una presentación educativa?, ¿es necesario entregar las presentaciones antes de dar el tema o mejor hacerlo a su finalización?

 

No parece haber evidencias claras de que el uso de las presentaciones mejoren el aprendizaje. En 2018, Baker y otros llevaron a cabo un metaanálisis de 48 estudios sobre el tema sólo para concluir que con el uso de PowerPoint no hay un efecto estadísticamente significativo en el aprendizaje cognitivo (desde recordar hechos hasta crear conocimiento). Aún así, la experiencia nos dice que, dependiendo de la materia o el nivel de los estudiantes, a través de las diapositivas podemos añadir una motivación extra a la clase o sintetizar los contenidos más relevantes del temario para su mejor comprensión. Incluso, los estudiantes pueden percibir que estas presentaciones son más útiles de lo que realmente son para sus resultados personales. A pesar de la falta de conclusión de estos estudios, es indudable que las presentaciones siguen siendo un apoyo para captar la atención o para que el docente tenga un soporte adicional y una guía para dar clase.


En relación al diseño de las presentaciones, todos hemos sufrido diapositivas soporíferas o antiestéticas donde no hay un orden adecuado en el guion presentado; o donde los textos, gráficos e imágenes utilizados no tienen la perceptibilidad mínima requerida: tamaño de la letra pequeño, tipografía no legible, exceso de contenidos, contraste inadecuado entre los colores de la fuente y el fondo, etc. Además, corremos el peligro de sintetizar en exceso los contenidos: la materia se simplifica y el alumnado solo estudia las diapositivas publicadas (con un exceso de viñetas o bullet points) mientras dejan de leer textos elaborados que requieren una mayor atención. En cuanto a las imágenes, además de elegir aquellas que tengan relación al texto insertado, o gráficos que ayuden a explicar conceptos y procesos, también debiéramos hacer uso de ellas para incluir ejemplos, añadir humor, cambiar de tema o hacer algún receso durante la presentación. Evidentemente, hay módulos o materias donde la parte visual tiene más sentido: sanidad, geografía, comercio, diseño, etc. 

 

El cómo usemos estas diapositivas también marca la diferencia. No tienen sentido hacer uso de ellas para ser leídas en clase por el docente. Una diapositiva con solo una o dos líneas junto a una imagen representativa debe dar pie a una explicación más desarrollada. No hacen falta decenas de palabras. Para evitar la pérdida de razonamiento, contenidos o vocabulario, es aconsejable el uso de las presentaciones como un material complementario y no como el objeto principal de estudio. Añadir otros textos a través de artículos, libros o apuntes elaborados por el docente, nos ayuda a evitar esa excesiva simplificación de los contenidos que deseamos transmitir y de las competencias y de las capacidades cognitivas que debemos desarrollar. Asimismo, además de usar las diapositivas como un medio meramente expositivo, podemos incluir diapositivas que favorezcan el debate y el diálogo, lancen cuestiones a la clase, nos ayuden a introducir anécdotas o ejemplos, etc. 

 

Cuestión aparte es la pertinencia de que los estudiantes tomen notas durante las presentaciones (un hábito ciertamente en desuso). Quizás no insistimos lo suficiente sobre la importancia de que traten de tomar apuntes para mejorar la comprensión y añadir explicaciones al material de estudio. Hay alumnos que son capaces de tomar apuntes mientras escuchan al docente, tanto en un soporte digital como en papel; y las diapositivas pueden ser una buena excusa para incluir esas explicaciones adicionales que enriquecen el temario de nuestra programación. Pero la realidad nos supera ante las distracciones que ofrecen los dispositivos conectados a Internet. Difícil contrincante.


Los estudiantes, por experiencia, suelen querer disponer de la presentación antes de comenzar el tema o la materia en cuestión. Pueden ser muy insistentes requiriendo la publicación de las diapositivas con el fin de tener ese material que algunos aprovechan para seguir la clase y tomar notas; mientras que otros se relajan al saber de su existencia (más aún si son los únicos apuntes del módulo). Sin embargo, el estudio de León y García-Martínez (2021) confirmó este patrón: los estudiantes opinan que la provisión de diapositivas de PowerPoint apoya su proceso de aprendizaje. Los alumnos lograron resultados más bajos en la prueba de conocimiento cuando se proporcionaron las diapositivas y resultados más altos cuando no recibieron ninguna diapositivas. Esto era independiente de la participación de los estudiantes y el uso de estrategias de aprendizaje. Al mismo tiempo, los estudiantes con valores promedio o más altos en su compromiso con el aprendizaje hicieron mejor la prueba de conocimiento que sus compañeros de clase con valores más bajos - independientemente de si las diapositivas de PowerPoint fueron proporcionadas para el tema o no. Lo mismo ocurrió con los estudiantes con un mayor uso de estrategias de aprendizaje. Lo que sí parece claro es que si no facilitamos las diapositivas previamente favorecemos el porcentaje de asistencia a clase y la consiguiente mejor comprensión del temario. 


Personalmente, a pesar de que hay estudiantes (una minoría) que toman notas en las diapositivas durante la clase, si se las he entregado previamente, prefiero no suministrarlas. La idea es mantener la atención del grupo de alumnos, sorprenderles de algún modo y tener la oportunidad de ir modificando o añadiendo diapositivas durante la presentación de cada unidad: incluyendo noticias, datos actualizados, nuevas tareas, etc. Las publico posteriormente (aquí un ejemplo reciente sobre la identidad digital). Elaborar unos apuntes propios es una tarea compleja que requiere un tiempo que no siempre tenemos. A través de presentaciones propias y personalizadas siempre es más fácil para perfeccionar los materiales publicados por otros autores a la vez que enriquecemos los contenidos y activamos a los estudiantes durante nuestras clases. Simplificar el diseño, hacerlo todo más visual y estéticamente agradable, incorporar ejemplos y oportunidades para el debate, son algunas pautas que pueden facilitar nuestra docencia. 

 

Foto de Parastoo Maleki en Unsplash

NO LO SÉ

sábado, 19 de octubre de 2024

 


Me asombra la capacidad de algunas personas en tener respuesta para todo. La convicción con la que afirman argumentos o refieren su experiencia hacen dudar hasta al más experto. Aún sabiendo de la falsedad de sus tesis, una mayoría prudente calla por evitar conflictos. Así ocurre tanto en las relaciones personales, donde algunos hacen de la sinceridad un ejercicio de mala educación; como en las relaciones profesionales donde quedar por encima es una mala decisión a largo plazo por el rechazo que supone. La impopular repelencia.

 

Con los estudiantes, también es fácil caer en la pedantería. Pese a que por sus menores conocimientos e inmadurez no sean conscientes de la impertinencia del supuesto sabihondo. Cuando hablamos de los peligros de adoctrinar, tal vez no vemos que el adoctrinamiento más nocivo no viene de confrontar unas ideas contra otras, sino que el peligro se origina al ofrecer una visión sesgada, sin autocrítica o carente del conocimiento debido. La modestia algunos la perciben como debilidad, no como un valor que se basa en comprender que no somos infalibles. Incluso, decir un "no lo sé", nos honra ante tanto atrevimiento derivado de la imprudencia, la inseguridad o la soberbia.


A menudo, ese atrevimiento venía de la mano de los más jóvenes. La insolencia suele ser consustancial a la juventud. Sin embargo, o hemos prorrogado la duración de esta etapa, o parece que cada vez más adultos profieren sin vergüenza juicios o valoraciones sin un conocimiento mínimo de base. Nos atrevemos con todo: derecho, psicología, literatura, matemáticas, medicina... no hay materia en la que cualquier aficionado o profesional principiante atrevido pueda contradecirte a pesar de la erudición de su interlocutor o del autor puesto en entredicho. Solo hace falta ver el currículo de algunos responsables políticos o el bagaje de los supuestos expertos que en ocasiones forman al profesorado. 

 

La edad ya no es un criterio seguro para validar la idoneidad de un profesional; pero, en mi opinión, algo contribuye una larga carrera profesional a la hora de emitir juicios o trasladar conocimientos y cultura. La juventud nos aporta distintas cualidades que, con el tiempo, solemos desdeñar por falta de energía, prudencia excesiva o simple tranquilidad personal. Aunque tampoco tiene sentido, como he conocido recientemente, la inclusión de un chico de trece años como formador en un curso de carácter tecnológico. Nos estamos pasando de frenada con la disrupción u otras innovaciones varias. 

 

Ahora, cuando parecen estar de moda los resúmenes y las síntesis de cualquier tipo de texto, no hay persona que no tenga respuesta para todo gracias a la aplicación de su IA generativa de turno. El descaro tiende a ser crecer cuando desde cualquier ChatGPT podemos obtener una respuesta supuestamente verdadera sobre cualquier temática. Incluso nos vanagloriamos de que no hace falta leer un estudio desde el principio hasta el final, ni visionar una charla completa o escuchar la totalidad de una conferencia, cuando hay una herramienta de inteligencia artificial que lo hace por ti. Y, además, dicen que esa IA evalúa con mayor corrección e imparcialidad que cualquier otro profesional. Permitidme dudarlo. ¿No estaremos creando una sociedad todavía más engreída? 

 

La mercadotecnia, la insustancialidad de las redes sociales, el ansia por certificar todo y el exceso de confianza en cualquier tecnología disruptiva, nos vuelve irreflexivos. Toleramos lo que haga falta para no ser considerados caducos ante discursos adornados o con promesas de recetas fáciles. Somos temerarios cuando buscamos la vía rápida junto a los alumnos y simulamos una enseñanza y un aprendizaje donde el estudiante elabora con IA y el docente corrige con IA. Y todos contentos. En lugar de reconocer todo lo que no sabemos y que podemos aprender de las mejores fuentes posibles que hoy en día tenemos fácilmente a nuestra disposición. ¿Tanta prisa tenemos? No lo sé. 


Foto de Jon Sailer en Unsplash

DIEZ RAZONES PARA IMPLEMENTAR PROYECTOS Y RETOS EN FP

jueves, 17 de octubre de 2024

Ahora que la nueva Ley de FP nos redescubre los proyectos o retos y nos incentiva su introducción a través de unas metodologías (ABP, ABR, APP, PBL, APS...) que muchos centros y docentes han puesto en marcha a nivel de ciclo o a través de uno o varios módulos, merece la pena seguir caminando en esta dirección por distintas razones:

 

1. La motivación. El diseño de un reto o proyecto que se acerque a la realidad profesional y al entorno laboral futuro del estudiante aporta motivos extra para su satisfacción con la formación recibida. Si logramos además conectarlo con sus intereses, ya tenemos la combinación perfecta para un lanzamiento exitoso. Sin olvidar la trascendencia y visibilidad, más allá del aula, que debemos dar a la presentación de sus productos o soluciones finales.  

 

2. El trabajo en equipo de los docente y el alumnado. Estas metodologías conllevan un trabajo colaborativo donde lo ideal es que el profesorado lo diseñe de modo que los responsables de los módulos participantes participen desde el principio hasta el final de cada proyecto. Además, el alumnado también debiera trabajar a través de equipos de trabajo heterogéneos donde todos puedan aportar a través de una organización formal y unas responsabilidades asumidas. 

 

3. La digitalización. Un reto es una oportunidad para incluir aquellas nuevas tecnologías o herramientas digitales que son una realidad o tendencia en el sector profesional del ciclo formativo. Nos ayuda a obligarnos a plantear su introducción a la par que todos aprendemos las bondades e inconvenientes de su aplicación en el aula.  

 

4. La programación. Un proyecto puede ser útil para alcanzar aquellos Resultados de Aprendizaje (RA) que más nos cuesta introducir en las programaciones del ciclo formativo. Incluso, podemos idear proyectos desde aquellos RA menos trabajados o que difícilmente podrán llevar a cabo durante su formación en las empresas. Asimismo, un buen diseño de un reto nos facilita la visión global del ciclo y la complementariedad de los distintos módulos que lo componen.  

 

5. La memorabilidad. Hay proyectos que por su carga social, emotiva o las experiencias que conllevan, dejan una huella en el aprendizaje del alumnado. Incluir esa particularidad a un proyecto facilita tanto su ejecución como una formación que perdura en el tiempo.  

 

6. La evaluación. Este tipo de metodologías son la oportunidad perfecta para introducir una evaluación formativa que valore el proceso, aporte feedback durante su realización y corrija los defectos o imperfecciones que siempre aparecen hasta lograr un producto final lo más impecable posible.  

 

7. Metodologías. Este tipo de diseños para la enseñanza y el aprendizaje en la FP, no está reñido con otras metodologías como la instrucción directa. A menudo es necesario profundizar en ciertos conocimientos y competencias para luego hacer uso de ellos durante el desarrollo del proyecto.  

 

8. Competencias duraderas. Conocemos sobradamente la importancia de esas competencias profesionales (curiosidad, colaboración, flexibilidad, creatividad, resolución...) que marcan la diferencia en la empleabilidad de los estudiantes. Un reto es un medio perfecto para contemplar este tipo de competencias que ahora algunos denominan como "duraderas" (durable en lugar de soft) y que tienden a tener más importancia en un mundo profesional donde la IA comienza a facilitar muchos procesos técnicos.

 

9. Experiencia. Este tipo de metodologías, a pesar de su supuesto carácter innovador, son una realidad en el mundo educativo y en la formación profesional desde hace siglos. En la actualidad hemos diseñado ciertos marcos conceptuales que nos ayuda a extender este modelo de enseñanza y aprendizaje para facilitar su implementación por parte del profesorado. Los primeros progetti aparecieron en 1577 con la fundación en Roma de la Accademia di San Luca para la formación profesional de distintos artesanos (García Doval, Fátima. La educación es otra historia) y ahora hemos aportado distintas variantes y objetivos para seguir con una metodología que se caracteriza por la libertad que concede al estudiante. 

 

10. Activación. Durante la etapa del diseño, ejecución y evaluación de un proyecto, reto o problema profesional, estamos obligados a pensar, estudiar, discutir y crear nuevas oportunidades para el aprendizaje de nuestro alumnado. El día a día en el aula no ayuda mucho a activar estos verbos, y, los proyectos, nos exigen recolocarnos si queremos diseñar una oportunidad de aprendizaje realmente valiosa. Son un estímulo.

 

Afortunadamente, cada vez hay más recursos y formación de calidad para iniciarse de un modo efectivo en este tipo de metodologías. En la siguiente web os dejo con una recopilación de materiales y herramientas que os pueden resultar útiles al respecto: Recursos para diseñar proyectos y retos para FP

 

 

10 razones para implementar retos y proyectos en FP


 

DISCUTIR PARA EDUCAR PROFESIONALES

martes, 15 de octubre de 2024


Siempre preocupa que los más jóvenes no tengan cierta conciencia social sobre los transformaciones que implica la introducción de nuevas tecnologías en nuestras vidas. La solidaridad, la empatía, la inclusión o la diversidad parecen conceptos abstractos que pueden no percibir necesarios o incluso encontrar inútiles en una sociedad que no les ofrece las oportunidades o los medios que necesitan para desarrollarse personalmente. Ciertos discursos calan y, por mucho que aportes datos, hay ciertas ideas fijas o sentimientos donde el debate y la reflexión es peliaguda. Y nos toca discutir y provocar polémica.


Los sesgos de la IA que favorecen el sexismo, la homofobia, el racismo o cualquier otro tipo de discriminación, no son considerados siempre un problema. El uso responsable de las redes sociales parece un tema de adultos viejunos escandalizados porque una multinacional no quiere controlar a delincuentes, acosadores y pederastas que se cuelan en las cuentas de los más chicos. La culpa siempre la tiene el otro: las familias, las empresas, el gobierno, el sistema... El discurso de que cada uno se apañe por su cuenta se expande y lo que le ocurra a otros no es problema mío. Aquí al lado o a miles de kilómetros. La geopolítica es un término extravagante. Precioso panorama. Sin embargo, todos estos asuntos son oportunidades inmejorables para hacer uso de la dialéctica. 


A nivel docente ya he insistido en otras ocasiones en la necesidad de incluir expresamente esta serie de valores, el cuidado de la identidad digital y esas competencias personales que ahora trabajamos de un modo más o menos formal según la sensibilidad y formación del profesorado. Los nuevos módulos de FP son de hecho una oportunidad para caminar en este sentido. Más allá de ciertas charlas o vídeos que puedan ser de interés (fundamental el reportaje sobre Meta) siempre es recomendable un debate sosegado con información comprensible y contrastada para nuestros estudiantes. 

 

No hay que ser catastrofistas ni agoreros con la juventud, pero conviene dar baños de realidad a muchos chavales que no ven más allá de su círculo cercano o, peor aún, de lo que le recomiendan los algoritmos de sus redes sociales. Da pereza la discusión, así como cansan los sermones; pero desde nuestra posición tenemos una credibilidad mayor de la que pensamos. Disponemos de muchas lecturas, documentales, películas o podemos montar proyectos -excelente oportunidad- con el fin de acrecentar estos saberes inútiles técnicamente pero valiosos a nivel humano. Discutir y entrar en conflicto, actuando de forma respetuosa, también es muy educativo.


Bastante tenemos con intentar acabar la programación de los módulos, pero no nos queda otra que pringarnos de vez en cuando con cuestiones que puedan tener un impacto en las vidas de los estudiantes o de sus familias a la hora de afrontar la convivencia. El verbo educar trasciende al de formar. Como afirma Victoria Camps: "Si educar es guiar y es extraer de la persona lo mejor que lleva dentro, hay que saber qué es lo mejor y qué es lo peor; por lo tanto, hay que tener criterios para educar, hay que tener criterios para dirigir." La FP debiera ser una educación profesional donde los docentes seamos capaces de diferenciar lo que es conveniente para el estudiante, fomentando la autonomía que requerirá en su futuro, pero haciéndole consciente de la necesidad de respetar unas normas que protegen la libertad de todos. Discutamos y convenzámosles.


Foto de Frank Eiffert en Unsplash

10 INCOHERENCIAS DOCENTES

lunes, 14 de octubre de 2024

 


 

En cuanto te paras a pensar en las incongruencias personales que cometemos como educadores, te das cuenta del camino que nos queda por recorrer para ser íntegros y no seguir atrapados en esa falta de coherencia donde no siempre hacemos lo que decimos. Sabemos que el ejemplo es uno de los mejores maestros, pero no siempre somos ejemplares en el aula, fuera de ella, o a lo largo de esa actividad digital que desarrollamos con mayor o menor acierto. Me he dispuesto a listar una serie de comportamientos habituales donde suele patinar esa congruencia que se nos supone:

 

1. Uso del móvil. Nos hartamos a despotricar sobre el uso y abuso que hacen los más jóvenes de sus dispositivos. Nos alarmamos por el exceso de tiempo que dedican a consumir contenidos digitales de todo tipo y, principalmente, como un medio de ocio personal y comunicación con sus allegados. Se supone que con más de 30 horas de consumo del móvil ya tenemos un problema incipiente de adicción. Sin embargo, ¿has mirado cuánto tiempo consumes al día? Es fácil saber este dato desde nuestro dispositivo y tal vez nos llevemos alguna sorpresa. En casa o en el aula no siempre somos capaces de mantener el móvil guardado y apagado con la excusa de alguna urgencia o para pasar lista en su caso.   

 

 2. Redes sociales. Al igual que con el móvil, los adultos también adolecemos de congruencia cuando nos sobreexponemos en las redes sociales más comunes: publicación de fotos personales en una cuenta con un perfil abierto, difusión de imágenes de familiares menores de edad (el peligroso sharenting), inclusión de comentarios inapropiados en las redes, consumo de tiempo excesivo o el proselitismo en el que caemos cuando desde la escuela animamos a usar las redes para comunicarnos con los estudiantes, compartir materiales o hacer ese marketing educativo de dudosa catadura moral cuando los protagonistas son menores. Cómo si no fuera suficiente con las medidas persuasivas que aplican las multinacionales del ramo para mantenernos atrapados sin aplicar los filtros necesarios. Eso no quita, evidentemente, que aboguemos y eduquemos por un uso sensato y profesional de unas aplicaciones que también pueden ofrecer conocimiento y oportunidades laborales. 

 

3. Lectura y escritura. Aquello de "hay que leer" ya dijo Pennac que debiera estar prohibido. Si consideramos abrir un libro como un acto subversivo, tal vez ganemos lectores. Sin embargo, es nuestra afición a la lectura y/o a la escritura la que puede animar a otros a engancharse a este viejo pasatiempo. La animación a la lectura, además de desde casa, también se puede hacer mediante conversaciones, debates, visitas culturales, o sencillas actividades donde damos importancia a los libros por encima de otros valores. Para ello, es necesario empaparse de libros habitualmente o escribir con asiduidad para trabajar esas competencias relacionadas tan necesarias. Sin olvidar la escasa lectura pedagógica que acumulamos a lo largo del tiempo.

 

4. Evaluación. Muchos aún confunden evaluar con calificar. Nos quedamos con esa nota final obtenida a través de una extensa hoja de cálculo donde se promedian un sinfín de ítems que no son revisados por los alumnos. Seguimos calificando y evaluando formativamente poco a pesar de lo que la norma nos indica o de lo que hemos señalado en nuestra programación con un simple corto y pego que luce a la perfección.

 

5. Compañerismo. Hay muchas formas de ser un buen compañero/a de trabajo: dejar el trabajo programado y disponible cuando deben sustituirte, implicarte en los equipos de trabajo docente, no aprovechar la antigüedad o los intereses personales en contra de los criterios pedagógicos de organización educativa, hacer crítica constructiva, etc. Ese trabajo en equipo que tanto demandamos al alumnado suele ser una carencia entre un profesorado acostumbrado en hacer y deshacer a su antojo o sin contar con el criterio de otros colegas.

 

6. Disculpas. Como docentes metemos la pata a menudo. No es difícil enfadarse con los estudiantes, tener un mal día o no estar afortunado con las palabras dichas en un momento determinado. Incluso con otros compañeros. El problema viene cuando exigimos disculpas a esos mismos alumnos o docentes mientras nosotros nos creemos actores impecables en nuestro cumplimiento profesional. Lo poco que cuesta una disculpa y lo mucho que previene...

 

7. Inteligencia Artificial. Nos subimos al carro de la IA por obligación, por convencimiento o por no quedarnos rezagados de la moda educativa de turno. Con facilidad despotricamos de los plagios cometidos por el alumnado mientras fusilamos recursos de otros sin hacer mención a las fuentes o copiando y pegando párrafos enteros del ChatGPT del momento. Y mira que cuesta poco citar y referenciar estas fuentes, así como comprobar la corrección de los materiales generados por unas aplicaciones que siempre tienen riesgos (alucinaciones, privacidad, medio ambiente, sesgos, etc.). 

 

8. Medio ambiente. Si todavía no has caído en el negacionismo climático (ahora tan moderno), puede que sigas presumiendo de reciclar botes y botellas o el aceite de tus fritangas. Incluso en casa, donde apagamos hasta la última bombilla, somos seres sostenibles casi perfectos. En los centros educativos ya es otro cantar: luces o aires acondicionados sin apagar o con las ventanas permanentemente abiertas, residuos sin separar, ordenadores constantemente encendidos, fotocopias a diestro y siniestro, o el uso de esa IA que ha provocado un aumento del consumo de energía de los centros de datos mayor al 92% de los países del mundo.

 

9. Inclusión. Delicado asunto. En el papel todos somos respetuosos con la diversidad en las aulas (y supuestamente fuera de ellas). Luego, nuestros comentarios más o menos desafortunados, por el nivel intelectual del alumno, su procedencia o el incordio que generan, ya son menos coherentes con ese respeto e inclusión debidos. Lamentablemente, hay discursos discriminatorios en las aulas que no cortamos para evitar problemas o discusiones incómodas. No sea que nos señalen o nos woketicen sin permiso.

 

10. Experiencia. Los docentes de FP, mayoritariamente, abogamos por la importancia de la formación práctica del alumnado. Somos conscientes de las bondades de la formación en la empresa y el impulso de una dualización eficaz y estratégicamente programada. Aún así, son pocos los docentes de FP que consideran llevar a cabo esa misma formación práctica en un centro de trabajo para actualizar sus conocimientos y competencias profesionales. Nos sumamos a otros tipos de formación por motivos bien distintos. Desafortunadamente, los incentivos y las normativa al respecto nos hace merecedores de esta última incongruencia.


Foto de Random Thinking en Unsplash

¿CUÁNTO VALE UN DOCENTE?

domingo, 13 de octubre de 2024

¿cuánto vale un docente?
 

Hemos naturalizado recibir una factura de un persianero o del electricista y abonar fácilmente setenta euros por una faena de treinta minutos, además del desplazamiento pertinente y los materiales que pueda necesitar. Sin duda, la ley de la oferta y la demanda tiene algo que ver ante la escasez de profesionales dedicados a la fontanería, carpintería, electricidad, calefacción, pintura, albañilería, pintura, etc. Y, sin embargo, estos oficios, al igual que las titulaciones de otras familias profesionales, no tienen la demanda suficiente (ver datos del Observatorio de la Formación Profesional). 

Con el oficio docente todavía no pasa lo mismo, aunque ya existen ciertas ciclos formativos y módulos con dificultades para encontrar el profesorado titulado que exige la normativa. Aún así, para ciertas especialidades técnicas, los requisitos son cada vez más laxos para abrir las oportunidades y evitar las vacantes sin cubrir; así como sigue sin exigirse ningún tipo de experiencia profesional en oficios donde el componente manual o artesanal es imprescindible. Parece que todo vale con tal de conseguir el profesorado necesario para comenzar el curso. 

 

Otro problema, que motiva la redacción de este artículo, hace referencia a la paupérrima estimación de la hora de trabajo de un docente. Todavía se sigue calculando la hora de trabajo en función únicamente de la hora en la que se imparte esa formación; sin tener en cuenta la preparación que requiere de antemano o el trabajo que se precise después de la sesión formativa, ponencia o taller de turno. He llegado a leer ofertas en formación presencial por doce euros la hora o un euro por cada estudiante en la formación online. El exceso de docentes y la aceptación de estas condiciones, junto a una miserable consideración de la profesión, conjugan el cóctel perfecto para ofertar una enseñanza de pena. El profesorado de ciclos formativos en centros educativos de FP (sobre todo en la enseñanza privada o concertada) nos quejamos a menudo de unas condiciones muy mejorables en comparación con los trabajadores de la pública; aún así no caemos en la precariedad de aquellos que se dedican a la FP para el empleo o de aquellos que dependen de los presupuestos de los proyectos del momento. Y hace años que todo sigue igual, gracias o pese al boom de los fondos europeos.

 

Ofrecer una buena enseñanza, unos recursos de calidad, una atención personalizada y una evaluación formativa apropiada, exige mucho tiempo de dedicación, experiencia y profesionalidad; además de la formación superior continua del docente. Si nos dirigimos hacia un sistema emisor de títulos como churros, donde todo vale, seguiremos ahondando en el desprestigio del docente junto a unas condiciones indignas. El pluriempleo, la temporalidad o regalar títulos es una mala inversión a largo plazo. Quizás ya estamos viendo los primeros frutos no deseados de estos fondos. A pesar de que muchos docentes cumplen más de la cuenta y se embarcan en responsabilidades con un coste elevado.

 

Hacemos un flaco favor a esos estudiantes que se conforman con el certificado de turno en lugar de animarles a demandar un docente exigente y realizado con su trabajo. Obtener un título no debe estar reñido con aprender, ni pagar una formación debe asegurar ese mismo título. En mi opinión, el modelo educativo, no importa si es online o presencial, debe dirigirse hacia una enseñanza realmente personalizada (y no a destajo) donde la evaluación se demuestre con el trabajo llevado a cabo durante la formación y el aprendizaje demostrado. Y todo ello requiere un tiempo del profesorado que debe ser remunerado justamente. Colocar una persiana no puede ser más caro que mejorar las competencias de futuros profesionales. 


Foto de Mateusz Butkiewicz en Unsplash

UN REFERENTE DE LA FP: JORGE ARÉVALO

miércoles, 9 de octubre de 2024

 


 

Las palabras que aquí puedo escribir para agradecer y reconocer el trabajo de Jorge Arévalo Turillas seguro que no son suficientes ni reflejan a la perfección la bonhomía y el impacto que ha dejado en la Formación Profesional del País Vasco. Hablo de Euskadi, cuando perfectamente podríamos considerar su influencia en la FP española, europea o internacional. No creo que haya otra figura pública que haya tenido tanta ascendencia en los cambios que se han producido en nuestro sistema de Formación Profesional: desde la introducción de nuevas metodologías, la innovación e investigación aplicada, la adaptación a la revolución tecnológica, el humanitarismo y la inversión creciente que requiere cualquier transformación de calado. 

 

Los planes vascos de FP han marcado su impronta en otros gobiernos educativos. Estoy seguro que el nuevo sistema de FP también ha heredado su filosofía de transformación continua, adaptación a los cambios, digitalización, sostenibilidad y necesidad de un trabajo en equipo tanto a nivel docente como junto a las empresas que colaboran en la formación del alumnado. Jorge, además, ha posibilitado con hechos e inversiones todos estos planes que ahora se dirigen hacia la dualización integral de la FP, la inclusión, el impulso de la orientación y una oferta de alto rendimiento adaptada a los sectores estratégicos de su región. 

 

Jorge Arévalo es uno de los responsables principales del prestigio que ahora atesora la FP. A pesar de las reticencias que todavía algunos tienen con la FP, Jorge ha sabido darle la categoría necesaria para que se convierta en una etapa fundamental para generar los profesionales y especialistas que necesita el mercado laboral e impulsar la vida de muchos jóvenes con dificultades de todo tipo. Y que sean valorados como corresponde. Ha sabido rodearse de un buen equipo con la visión necesaria para diseñar una FP puntera a nivel tecnológico sin perder de vista la importancia de las personas y con todos los recursos públicos necesarios. Dudo que haya otra comunidad autónoma española donde su profesorado de FP tenga mejores condiciones de trabajo, sin importar la titularidad de su centro educativo.

 

Todos los congresos de FP en Euskadi a los que he podido asistir me han dejado siempre un sabor agridulce. Por un lado, no ha habido encuentro donde los visitantes de otras CCAA no hayamos visto con envidia y admiración los cambios que se iban implementando en su red de centros; por otro lado, las conferencias, visitas y las conversaciones personales, nos inyectaban esa dosis de motivación tan necesaria para seguir dando clase día a día pensando en la importancia de nuestro trabajo con los más jóvenes. Por no dejar de mencionar las cálidas acogidas de Jorge en las que, pese a la categoría de su cargo (Viceconsejero de Formación Profesional), siempre tenía un momento para saludar, conversar o despedirse amablemente tras la finalización del congreso. Un tipo extraordinario. 

 

Gracias también a Jorge muchos profesores de FP pudimos intercambiar recursos y estrechar relaciones que aún perduran con docentes de otros centros y zonas geográficas: Elena, Daniela, Antonio, Daniel, Juan Antonio, Luis, Julia, Pablo, Sabina, Mª Cruz, Javier, Alberto y otros muchos más que me dejo en el tintero (disculpad por ello). No sé si sin quererlo, nos convirtió en embajadores de un modelo de FP que hemos intentado replicar en nuestros centros; a pesar de los contratiempos con los que siempre nos topamos a nivel legislativo o por cuestiones de gestión académica.

 

Sin saber que dejaba sus responsabilidades este pasado mes de septiembre, antes del verano, aún tuve el atrevimiento de importunarle para que escribiera el prólogo a un próximo libro que saldrá a la luz próximamente. Y, cómo no, aceptó de buen grado su escritura. Me atrevo a adelantar un fragmento que refleja perfectamente todo su compromiso y visión hacia la que ha dirigido su labor durante todos estos años:


La formación profesional debe hacer un nuevo esfuerzo aspirando a ser una herramienta fundamental para fortalecer a las personas, a la economía y a la competitividad, preparándose para los profundos cambios que está viviendo nuestra sociedad, con una perspectiva inteligente, sostenible y humana.

 

Muchas gracias, Jorge. Siempre serás un referente para otros políticos, responsables educativos y profesorado de FP. Eres un profesional ejemplar. En los tiempos que corren, pese a los veloces cambios, tú sí has sabido adaptarte a la perfección desde que comenzaste a dar clase hace más de cuarenta años. Nos has dado los cimientos, y no solo la fachada, de la FP que tantos deseamos. Nos has transmitido numerosos motivos para poder lograrlo. Eskerrik asko.


LA IDENTIDAD DIGITAL PROFESIONAL DE DOCENTES Y ALUMNOS

martes, 8 de octubre de 2024

 

IDENTIDAD DIGITAL MARCA PERSONAL ALUMNOS Y DOCENTES FP

 

La identidad digital del alumno es una cuestión que viene tiempo tratándose en las aulas. En la Formación Profesional es un asunto que debía incorporarse de un modo transversal a través del casi extinto módulo de Formación y Orientación Laboral (FOL) como una forma de mejorar la empleabilidad del futuro titulado/a y ampliar sus posibilidades de éxito en el mercado laboral de sus sector profesional. Ahora, con los nuevos módulos de Itinerario Personal para la Empleabilidad I y II (IPE I e IPE II), uno de la Resultados de Aprendizaje (RA5) hace una mención explícita a esta identidad digital:

 

Aplica las estrategias para el aprendizaje autónomo reconociendo su valor profesionalizador, diseñando y optimizando su propio entorno de aprendizaje haciendo uso de las tecnologías digitales como herramientas de aprendizaje autónomo, siendo coherente con su identidad digital y sus propios objetivos profesionales planteados en su plan de desarrollo individual.

 

Al igual que en el RA1 de IPE II donde un Criterio de Evaluación (CE) hace referencia a esa marca personal donde la identidad digital es, sin duda alguna, una variable a tener en cuenta:

 

Se ha construido una marca personal identificando las necesidades del mercado
actual, sus habilidades, destrezas y su aporte de valor

 

Como docentes no todos tenemos interiorizados este concepto ni adoptamos estrategias para su desarrollo. La identidad digital, como profesores, parece que nos queda lejos cuando obtenemos una plaza fija o consolidamos nuestro puesto de trabajo. Más allá de publicar la paella del domingo, el cumpleaños de turno o el atardecer a la orilla del mar, no dedicamos demasiado tiempo a estos menesteres. O no damos importancia a nuestra presencia en las redes o en los buscadores de Internet, o ceñimos nuestra presencia a cuestiones personales alejadas de nuestra faceta profesional. Evidentemente, no es obligada una presencia digital positiva para todos los docentes de FP, así como también es aceptable la ausencia de una identidad digital. El problema puede venir cuando esa identidad digital se descuida, mezclamos lo personal en exceso o se mete la pata por imprudencia o falta de sensatez. Sin olvidar el mal ejemplo que damos cuando caemos en el hateo, el exhibicionismo digital o en el empleo de cuentas anónimas como desahogo personal. Un adolescente tiene disculpa pero a cierta edad roza lo grotesco. Asimismo, las cuentas oficiales de los centros educativos también debieran ser un ejemplo para no caer en la insustancialidad de las redes; se puede entretener, informar y transmitir valores sin fomentar ese bombardeo adictivo continuo que nos tiene a todos embaucados en una u otra medida. La guía de la AEPD también nos puede ayudar a evitar una difusión inadecuada de datos o imágenes.

 

Enseñar acerca del cuidado de la identidad digital de un modo profesional, debiera venir de la mano de  profesionales que cultivan y protegen su presencia en un entorno que acaba trascendiendo a nivel laboral. No hablo solo de cuidar la seguridad de nuestros dispositivos o configurar la privacidad de las redes sociales (muy útiles los materiales del INCIBE); sino más bien acercarse a nuestro sector productivo o de servicios y conocer de primera mano la actualidad profesional a la que se dirigen los estudiantes y los medios más óptimos para obtener una presencia diferenciadora y un valor añadido que faciliten esa inserción laboral pretendida. Muchos materiales sobre la marca personal en este artículo publicado en el blog de la Fundación Adecco. Igualmente, sería provechoso alentar la autenticidad a la hora de crear contenidos, evitando el plagio o el uso desmedido de la IA para generar textos, imágenes o vídeos con escaso mérito.

 

El uso de X (la red anteriormente llamada Twitter), a pesar de ser una red con millones de seguidores, parece ha quedado como un reducto donde se vocifera en exceso y donde tendemos a arrimarnos a nuestro bando preferido sin posibilidad de acuerdo o convencimiento. Sin embargo, todavía quedan joyas por descubrir si eres una persona curiosa y no se fía solo del algoritmo de Elon Musk. Eso sí, no merece la pena la discusión con aquellos que despotrican sin piedad o pretenden iluminar tu vida. Los perfiles de docentes de FP no abundan y hay escasas publicaciones específicas para esta etapa, más allá de algunas cuentas viejunas que resistimos a duras penas. 

 

En Instagram, a pesar de las tonterías que nos atrapan, podemos encontrar información útil para los estudiantes relacionadas con el ciclo formativo o con actividades que otros docentes muestran. Si indagas, puedes encontrar cuentas corporativas de interés, pese a que el formato invite más al consumo rápido que a la reflexión (como es habitual en el ecosistema digital). Algo similar ocurre con TikTok, donde la viralidad y la velocidad en la expansión de contenidos, tampoco anima a la atención o un conocimiento profundo; aunque pueda sugerir fuentes de información para desarrollar contenidos técnicos.  


LinkedIn es otra cosa. De momento no hay demasiado ruido y es fácil encontrar recursos útiles por parte de empresas, entidades o personas con experiencia. Saber el currículo de quien produce los contenidos o recomienda publicaciones, es una magnífica variable para filtrar a quien sigues en esta red. La veteranía puede ser un grado en un mundo profesional plagado de vendedores de humo que se autoconsideran expertos o ponentes habituales con mucha ligereza. Informarse sobre normativa, proyectos o noticias de tu sector es fácil a través de su buscador o conectando con las personas adecuadas. 


Nuestras presencia digital dice o calla mucho más de lo que pensamos de nosotros mismos. Al igual que he tenido la suerte de encontrarme con magníficos profesionales de la educación también me he tropezado en ocasiones con la bilis de quienes (normalmente de forma anónima) entienden la vida como un campo de batalla o una carrera de adoctrinamiento. Tenemos la posibilidad de sensibilizar al alumnado para no formar parte de estos últimos tipos, mientras les animamos a aportar, crear contenidos valiosos a la par que aprenden; sin duda será un resultado de aprendizaje esencial para cualquier estudiante y futuro profesional. 


Foto de Mariia Shalabaieva en Unsplash

LA SOBRECARGADA LABOR TUTORIAL DEL PROFESORADO DE FP

sábado, 5 de octubre de 2024

 

tutoría en formación profesional

 

No sé cómo se organizará la labor tutorial en el resto de comunidades autónomas pero ser tutor o tutora de un grupo de Formación Profesional conlleva cada día más carga de trabajo y nuevas responsabilidades que ni son retribuidas ni consideradas en el horario lectivo personal del docente. Por fortuna para mí, este año no me ha tocado en gracia la responsabilidad de tutorizar ninguna clase. Sin embargo, soy testigo de la cantidad de gestiones y asuntos crecientes con los que deben tratar mis compañeros docentes, además de tutores. Las fichas, consentimientos, entrevistas, reuniones, protección de datos, planes de igualdad y convivencia... no hacen más que apoyarse en la filantropía del profesorado.


La complejidad y diversidad creciente del alumnado tiene el apoyo de unos servicios de orientación que suelen saturarse, y que debe en un primer momento ser afrontado por el tutor o tutora de turno. La cantidad de casuísticas, y la necesidad de comunicarse con las familias y los estudiantes, exige mucho tiempo dedicado a evaluar, derivar y atender personalmente a cada uno de ellos. La FP actual está pensada para ser inclusiva, adaptando los currículos a las distintas necesidades personales que puedan tener los alumnos; aún así, con los mismos medios, formación, horas lectivas o la obligación de actualizar las programaciones, es difícil llevar a cabo adecuadamente esta responsabilidad. Como siempre, el desarrollo de la tutoría depende de la generosidad del profesorado y su implicación extra para su desempeño. Y no hablo en este caso del tutor de empresa con la nueva dualización integral de los ciclos.

 

En los ciclos formativos de grado medio o en la FP básica, tenemos una ardua tarea tanto para gestionar el aula, motivar a los estudiantes o atender a esas peculiaridades donde los problemas personales, familiares o sociales, dificultan el seguimiento del curso. En estas etapas el reto es mayor por la edad e inmadurez de los más jóvenes. También debemos combatir un abandono que tiene como principales causas: el entorno, la falta de orientación adecuada o el mercado laboral (ver estudio de Caixabank Dualiza: "El abandono de los estudios en la Formación Profesional en España: diagnóstico y propuestas de mejora"). Aunque, como tutores podamos hacer poco al respecto, es clara la necesidad de una mayor formación para gestionar la tutoría. Además de la motivación del profesorado, se necesitan recursos, metodologías, prácticas pedagógicas, coordinación docente y una flexibilidad tanto personal como organizativa de los centros educativos.

 

Al final, como es frecuente, estamos mendigando recursos que permitan atender a la diversidad del aula y a esos múltiples protocolos y normativas que consumen energías y tiempo de unos tutores que además deben cumplir con la programación prevista. Si no dotamos de recursos al profesorado, no es de extrañar que el desánimo campe entre los docentes, agobiados por esta gestión añadida y un nuevo sistema de FP que también incorpora obligaciones distintas. Y no estoy hablando de remunerar con treinta euros mensuales esta función; sino más bien contemplar horas de trabajo semanal y una formación específica para su cumplimiento. Haremos un gran favor al alumnado. 

¿AÑADES VALORES A TUS MÓDULOS DE FP?

jueves, 3 de octubre de 2024

 

valores en FP

 

Como comentaba en una entrada anterior sobre el módulo del "Proyecto Intermodular", a través de la programación del mismo tenemos la oportunidad de trabajar las competencias informacionales del alumnado. Además, a falta de un currículo que contemple los valores que deseamos transmitir como sociedad, independientemente del conocimiento de la normativa laboral o de las competencias transversales que debe ser conocidas a través del módulo de Itinerario Personal para la Empleabilidad (IPE I), podemos hacer mucho más en cuanto a esos valores humanos considerados como universales. 

 

Sin embargo, estamos en una época difícil donde se ponen en cuestión los datos o cualquier discurso bienintencionado que acaba siendo tildado de buenista o perjudicial para los locales. El desprestigio de los políticos, el hartazgo con los gobernantes o la falta de perspectivas optimistas, son un caldo de cultivo para las actitudes insolidarias o la desinformación interesada que suministran aquellos que siembran la discordia a su favor. Debatir sobre temas de actualidad que nos conciernen tanto como profesionales como ciudadanos, es un buen punto de partida siempre que se haga desde el conocimiento y el uso de fuentes contrastadas. Distinguir las opiniones de los hechos es imprescindible para enseñar esa ética universal que nos representa y protege.

 

En teoría, la practica totalidad de los ciudadanos y del profesorado estamos de acuerdo en unos valores que apuestan por la no discriminación, la igualdad, la tolerancia o la no violencia. Bien sabemos que, luego, en nuestros actos cotidianos o en las conversaciones intrascendentes salen a la luz otros discursos o comportamientos basados en inexactitudes o en una propaganda malintencionada e ignorante que empañan esos valores. Justo ahora, cuando más se pone en entredicho la acción de las Naciones Unidas y la vigencia de su Declaración Universal de Derechos Humanos, sigue siendo necesario apostar por estos valores comunes desde el ámbito educativo. A los docentes nóveles o a los jóvenes alumnos les quedan lejos las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial y que fueron el origen de ese derecho internacional. ¿Saben que es el Holocausto más allá de alguna película?


Las campañas escolares o los días internacionales acaban pueden acabar fácilmente en saco roto si no se trabajan estos valores de un modo convincente y distinto a esa comunicación institucional que muchos jóvenes estudiantes encuentran postiza. Trabajar datos e información de un modo profundo, sin caer en los lugares comunes que repelen a los chavales, es una tarea complicada pero necesaria para combatir los discursos insolidarios. No caer en discursos paternalistas o aleccionar desde una supuesta superioridad moral o ideológica es también conveniente. La famosa empatía que pregonamos no se desarrolla solo con murales, canciones o vídeos ingeniosos. Conocer de primera mano los informes de las asociaciones que trabajan con inmigrantes o acercarse al testimonio de personas que han sufrido en su vida la desigualdad, la discriminación o las penurias por la intolerancia, son buenos ejemplos que podemos acercar a las aulas. ¡Y la congruencia personal, por supuesto!

 

No podemos pedir la paz en Oriente Medio y luego no saber ubicar a Palestina. O no saber el porcentaje de inmigrantes que hay en tu localidad y quejarnos de su elevado número. O atribuir delitos a los menores no acompañados sin conocer los datos oficiales que los contabilizan. O protestar por el gasto en servicios sociales y no saber su destino ni importe. No es tan difícil enseñar a los estudiantes a verificar sus fuentes de información; que se localizan principalmente en las redes sociales que utilizan diariamente.


Nos preocupamos ahora por los famosos Resultados de Aprendizaje de nuestros módulos, y, por falta de tiempo o desinterés, dejamos de lado esas otras enseñanzas que también pueden suponer un aprendizaje extra y profundo en el alumnado. Desde los proyectos intermodulares o a través de cualquier unidad de un módulo, podemos invertir tiempo en valores. La geopolítica mundial o la crónica nacional no invitan a ser optimistas; nos hemos insensibilizado ante tanto cayuco hundido, bombardeo o mujer asesinada. Si no espantamos de un modo efectivo la ignorancia y el egocentrismo en las generaciones venideras acabaremos contagiando esa falta de solidaridad y respeto a todos los entornos.


Foto de Boudewijn Huysmans en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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