LA INCLUSIÓN EDUCATIVA ES RENTABLE

martes, 30 de mayo de 2023

 

LA INCLUSIÓN EDUCATIVA ES RENTABLE

Cuando hablamos de incluir al alumno supuestamente debiéramos referirnos al significado que la RAE otorga al término: Poner a alguien dentro de un conjunto, o dentro de sus límites. Ese alguien que engloba a todos y cada uno de los alumnos que tenemos en clase, nuestro conjunto, y dentro de esos límites que marcan una ratio, una forma de acceso, una etapa educativa, una localidad o una edad determinada.

 

Y la inclusión nunca ha sido una moda. Todos conocemos escuelas que invitaban (e invitan) a sus jóvenes estudiantes a darse de baja de colegios o institutos por falta de nivel o a causa de un comportamiento inadecuado. Ahora, al igual que está pasando con el feminismo, hemos llegado a caricaturizar un término, la inclusión, que simplemente nos recuerda que la escuela no debe dejar nadie atrás. El buenismo sin herramientas específicas, los mensajes simplistas, la polarización en todos los ámbitos o la adoración del pasado, pueden haber influido en una malentendida inclusión. El esfuerzo por incluir siempre ha sido una opción necesaria y adoptada por educadores y docentes aún cuando no figuraba en las leyes educativas. 


Evidentemente, requerimos recursos específicos para atender muchas de esas necesidades especiales que conlleva una aula diversa donde cuando no fallan las capacidades cognitivas de uno, la salud mental de otros se desmorona, o la inmadurez de otra se refleja en comportamientos disruptivos. Y la mayoría hacemos lo que podemos, mejor o peor, a pesar de esos medios escasos o inexistentes. Sin embargo, la intención cuenta, y, a pesar de la ineficacia e ineficiencias del sistema educativo, la mirada que ponemos sobre cada uno de nuestros alumnos es vital. Lo que no quita que sigamos demandando servicios de orientación profesionales, atención psicológica y formación pedagógica para abordar determinadas problemáticas. 


Es fácil hablar de incluir cuando no tienes a un chaval incapaz de sentarse durante más de treinta minutos a una silla; o mientras no tienes a una chica totalmente abstraída a causa de problemas personales; o si no sufres una mayoría que solo piensa en terminar la jornada escolar, salir al patio y buscar el móvil para desconectar de la rutina escolar. Lo de (casi)siempre. Y la dureza de la docencia no está en reproducir nuestros conocimientos, sino en ser capaces de transmitirlos a todos y cada uno de los alumnos, sin perder la paciencia, desde el respeto y sin cejar en el empeño; pese a los fracasos, desagradecimientos, abandonos y conflictos que surgen. Empatía y profesionalidad deben ir de la mano. 


Pese a que hablar de inclusión rentable parezca un oxímoron, no podemos dejar de recordar todos esos chicos y chicas que, tras una trayectoria escolar complicada, consiguieron, gracias al acompañamiento de sus docentes, finalizar unos estudios y emplearse dignamente. Por no hablar de aquellos que encontraron motivos para seguir estudiando y regenerar sus expectativas personales y profesionales. No hay mayor rentabilidad que lograr, como decía Philippe Meirieu en "Carta a un joven profesor", convencer a nuestros alumnos contra toda fatalidad y subvertir su propia historia.


Foto de Justice Amoh en Unsplash

LOS BLOGS HACEN LOS LABIOS

martes, 23 de mayo de 2023
LOS BLOGS HACEN LOS LABIOS

 

Como diría Lola Flores, si me dieran un euro por cada visitante a este blog, podría alcanzar la jubilación antes de hora. Bromas aparte, ya son diez años pensando en voz alta desde este espacio, blogger mediante, que comenzó como un medio de reflejar preocupaciones, lecturas, opiniones, y forma de ver la educación y esa Formación Profesional que nos ocupa a muchos docentes.

 

Han pasado por aquí unos dos millones de visitantes, meras estadísticas, entre los que seguro habrá muchos bots, turistas pasajeros de ida y vuelta o simples curiosos despistados por Google... más algún que otro u otra interesados en una simple reflexión personal o en un recurso recomendado. Gracias a este blog he podido encontrar y conocer a gente diversa y espléndida; he ampliado mi formación profesional, y, sobre todo, sigue siendo un estímulo personal y terapia para canalizar ese vapor que exhala la sustanciosa olla a presión del día a día en la escuela.

 

Los tiempos cambian y los formatos de consumo digital o analógico también lo hacen. Aún así, estoy convencido de que la lectura y la escritura, pese a la desafiante inteligencia artificial, continuará siendo una alternativa interesante para aprender, comunicar, colaborar, indignarse, reclamar, criticar, trascender, crecer, o, simplemente, disfrutar. El blog es una opción más respecto a otros medios que crecen, con mayor o menor relevancia y poso: podcasts, redes sociales, canales de vídeo... En definitiva, el blog es un buen modo para seguir creciendo a pesar de la omnicanalidad actual. Parafraseando a Irene Vallejo en El infinito en un junco: "Los habitantes del mundo antiguo estaban convencidos de que no se puede pensar bien sin hablar bien: 'los libros hacen los labios', decía un refrán romano." Lo de siempre: escribir, leer. Supongo que ser bloguero volverá dentro de un tiempo a ser algo retro y se tornará moda en un mundo digital donde los autómatas se habrán merendado la originalidad y las imperfecciones personales.

 

No pierdo la ilusión y el convencimiento de que nuestra tarea de enseñantes continua transformando vidas; de que es vital hacer pensar, leer o escribir sin importar la herramienta utilizada. Y los blogs son una más. Un artefacto que podemos usar como docentes, como alumnos, como lectores, como comunidad educativa. Quizás, el reto, ahora que aumentan los índices de lectura entre los más jóvenes, esté en fomentar y crear blogs destinados a ese público. Aunque sea a contracorriente o con ayuda de otras plataformas y a pesar de que los señores de Google siguen sin estar por la labor de modernizar blogger. Cuestión de prioridades, supongo.

 

Mientras tanto, espero seguir por aquí muchos más años y sentir ese aliento digital que, con cuentagotas, anima a escribir con cierta asiduidad. Mil gracias por pasarte por estas líneas. Nos leemos.


 

P.D. Aún más agradecido estaré si recomiendas, abres o retomas un blog y dejas un comentario por aquí. :)



Foto de FotoFlo en Unsplash

¿LOS JÓVENES NO SALEN DE CASA?

viernes, 19 de mayo de 2023

 

LOS JÓVENES NO SALEN DE CASA

La efectos secundarios de la postpandemia o la creciente atracción por la vida hogareña pueden ser alguna de las causas del inmovilismo que atenaza a muchos jóvenes. El confort digital que conlleva que prácticamente todos los hogares con hijos tengan acceso a Internet puede ser otro motivo para atrincherarse en un dormitorio que necesita no mucho más que un ordenador personal. Empezamos a correr el riesgo de importar una especie de hikikomori donde jóvenes y no tan jóvenes opten por una vida envasada al vacío. 

 

Como docentes, y como escuela, tenemos mucho que decir al respecto. Animarles a perder el miedo a lo ignorado o a vencer la falsa comodidad de su cuarto o entorno inmediato puede no entrar dentro del currículo pero es seguro una buena enseñanza. Los tiempos en los que solo queríamos huir de casa han pasado a mejor vida. La conectividad disponible 24/7 no invita a salir ni obliga a desconectarse de una familia que solía ser vista como desfasada. Ya hemos normalizado que cada uno de los habitantes de una casa disponga de varios dispositivos de uso privativo en su dormitorio. Las casas se parcelan alrededor de puntos de conexión. ¿Para qué salir del cuarto si nadie me incordia ni agobia?


Como enseñantes o profesores tutores tenemos cierta obligación moral para que aprendan a abrir los ojos. El arte, la música, la literatura o el cine son buenas aliadas para encontrar una ocasión donde hablar de otras culturas, otros países,  gente aventurera, nuevos paisajes, etc. Son muchas las novelas que podemos recomendar para que sientan esa curiosidad necesaria para lanzarse a conocer otras realidades. Por no mencionar películas fascinantes o incluso cuentas en las redes sociales o canales en YouTube que incitan a explorar otras geografías: chavales como YoSoyPlex o las clásicas guías de Lonely Planet  y las expediciones de National Geographic. Afortunadamente, siempre les queda la opción de solicitar una plaza con un programa Erasmus+ o un voluntariado europeo para abrir la mente con nuevos proyectos fuera del domicilio habitual. Aunque no hace falta comenzar como un Shackleton...


La sensación de peligro permanente, en una sociedad no más insegura que hace décadas, también hace mella en unas familias que sobreprotegen con todos los medios a su alcance; de nuevo la hiperconexión nos limita los movimientos con geolocalizadores y aplicaciones para comunicar cualquier contratiempo insignificante. Un whatsapp sin responder puede ser un drama hoy en día. La tecnología nos ha facilitado infinidad de trámites que antes eran tediosos, así como nos permite organizar cualquier ruta dejando todo bien atado de antemano; la comodidad nos impide aventurarnos y la incertidumbre no se tolera como antaño. Cuestión aparte son las dificultades económicas propias de la edad que se solían suplir con menores miramientos hacia las incomodidades de salir de casa con un presupuesto ajustado.

Además, nuestra capacidad de asombro se ha ido reduciendo. ¡Qué importante es conocer las odiseas que han sufrido otros jóvenes viajeros o personajes históricos y contemporáneos! A la vuelta de cada andadura nos damos cuenta de que casi todo permanece como lo dejamos. Nos perdemos mucha vida anhelando continuidad.


El confort que nos ofrece lo conocido es una traba habitual para no plantearse los enredos que ocasionan viajes y nuevas aventuras personales. Es necesario darles un empujón, si las circunstancias lo permiten, para emprender esas andanzas de las que seguro no se arrepentirán. La juventud y el atrevimiento deben seguir yendo de la mano. Todo no pueden ser peripecias virtuales o en realidad aumentada y bajo techo. Las experiencias vitales que reciben estudiando o trabajando en el extranjero son tan valiosas como cualquier acción formativa. Sigamos animándoles a conectar con lecturas, aventureros, migrantes y planes que les aporten mundología.


Foto de Mantas Hesthaven en Unsplash

ES LA LECTURA, ESTÚPIDO

martes, 16 de mayo de 2023

 

ES LA LECTURA, ESTÚPIDO

El asesor de Bill Clinton, James Carville, logró triunfar en su camino hacia la Casa Blanca con el famoso eslogan: "¡La economía, estúpido!". Puede que nos falte uno de esos asesores para que, el Ministerio de Educación y FP o cada una de las respectivas consejerías, establezcan como una prioridad la lectura en las aulas. Puede que necesitemos de un Pepito Grillo hispánico que aconseje al respecto a los responsables educativos de modo que estos estimulen el hábito de leer en todas y cada una de las etapas de nuestro sistema.

 

Porque, definitivamente, pese a no estar de moda la lectura ni ser un gancho de marketing para los estudiantes y sus familias: es la lectura, estúpidos. No toda la educación debe pasar por las tendencias que marca el mercado de las empresas tecnológicas. Lo de GAFAM se está pasando de castaño oscuro con la aquiescencia de (casi)todos y con escasas alternativas para frenar este oligopolio. Si a esto le unimos ciertas aplicaciones de redes sociales que controlan gobiernos extranjeros con escaso o nulo nivel democrático, los deepfakes que acelerarán los engaños masivos, o el empantallamiento digital al que nos sometemos adultos, jóvenes y niños, tenemos el cacao servido.


El último Estudio Internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora (PIRLS, Progress in International Reading Literacy Study en inglés), recién publicado, puede ser interpretado desde una óptica optimista (como suelen hacer nuestros gobernantes) o puede ser leído desde la frustración que supone seguir como país en el furgón de cola (pese a nuestros puntos fuertes en algunos aspectos) en la comprensión lectora. Pero podemos consolarnos con que alemanes, holandeses o neozelandeses están a un nivel semejante. Y eso que estamos hablando de un estudio realizado sobre alumnado de 4º de Educación Primaria; niños y niñas que tienen una edad donde todavía se mantiene alto el gusto por la lectura y en un momento vital donde los móviles u otros dispositivos digitales no forman parte de sus vidas, a pesar de los esfuerzos de introducirlos en las aulas sin medir su impacto en el aprendizaje. 

 

No somos solo víctimas de la política educativa; somos también cómplices de un sistema que premia la grandilocuencia de proyectos (siempre en formato vídeo, por supuesto) y la utilización de cualquier novedad tecnológica poco contrastada. Aulas del futuro, nuevas metodologías, la digitalización, el multilingüismo... todo tiene su cabida y sus adeptos más o menos informados o con mayor o menor fundamento. Pero, salvando excepciones gracias a claustros convencidos o docentes entusiastas, los libros y el fomento a la lectura no son una prioridad en los centros educativos. La inversión en bibliotecas escolares, el gasto en novedades dirigidas a niños y jóvenes, o el personal dedicado a estos menesteres librescos, son incomparablemente menore que los dedicados a otras partidas escolares. Con una pequeña parte de la inversión pública en el famoso Plan Digital de Centro, podríamos hacer maravillas... Lo realmente renovador es montar un plan de fomento a la lectura que trascienda y se mantenga a lo largo de los años. 


En la ESO, en el Bachillerato, en la Formación Profesional, o incluso en la Universidad, se hace cada vez más cuesta arriba el estímulo por la lectura. Los enemigos de la misma crecen. Son pocos (o más bien pocas) los estudiantes que mantienen un hábito lector; pese a la buena salud de la literatura infantil y juvenil. Son minoría los padres o madres que tienen la lectura como una afición compartida que valoran igual que las actividades deportivas o los idiomas. Por eso mismo, la escuela debe ser un espacio donde se respiren libros impresos en papel; donde se recomienden lecturas; donde se fomenten las préstamos gratuitos de libros electrónicos; donde la biblioteca escolar trascienda al resto de espacios y sea omnipresente desde la escolarización infantil. 

 

En tiempos de estulticia artificial toca alimentar la inteligencia natural de esos futuros ciudadanos que decimos querer que sean críticos y juiciosos.


Foto de Johnny McClung en Unsplash

LAS COMPETENCIAS Y TRABAJOS DEL FUTURO EN LA FP

lunes, 15 de mayo de 2023
Como cada cierto tiempo, los informes sobre los trabajos y competencias que el futuro demandará, proliferan por las redes a través de organismo o entidades que pretenden adivinar qué nos deparará el mercado laboral en los próximos años. La labor de pitoniso es bien difícil en los tiempos que corren; más todavía con la vertiginosa irrupción de una desafiante Inteligencia Artificial (IA) que parece removerá los cimientos de los negocios y sus empleos. Cuando creíamos que estaba todo controlado, manejando con cierta soltura los dispositivos móviles, manejando internet o atentos al big data, nos han devuelto a la casilla de salida. 

Sin embargo, no está de más estar atentos a los posibles cambios que se avecinan, teniendo en cuenta la cada vez más necesaria actualización de los títulos de una Formación Profesional que requiere estar a la última. Para muestra del acierto de predicciones pasadas tenemos la publicación de la revista The Futurist, en febrero de 1984, de un artículo titulado "Carreras emergentes: ocupaciones para la sociedad postindustrial", escrito por el psicólogo y consejero de carreras S. Norman Feingold. Las tendencias que Feingold  rastreaba en ese momento incluían el avance de las tecnologías de información y comunicación que estaban mejorando la productividad de la oficina, así como las oportunidades creadas por los avances médicos y los desafíos asociados con la escasez de recursos. Las carreras emergentes que identificó, como consejero genético, gerente de hotel oceánico y técnico en inteligencia artificial, se desarrollarían a partir de áreas de carrera preexistentes y serían posibles a través de avances en tecnología, cambios en el medio ambiente y otras megatendencias. Parece que casi acertó de pleno, hace ya 40 años... 

 

Ahora nos toca desgranar las tendencias, las competencias y futuros empleos que, en el reciente informe sobre el futuro de los trabajos ("The Future of  Jobs Report 2023"), las mayores empresas a nivel global entienden que se producirán como consecuencia de los cambios tecnológicos, geopolíticos, sociales y medioambientales.  


En relación a las competencias clave que se espera los docentes desarrollen, no hay demasiadas novedades sobre lo venimos escuchando en los últimos tiempos:


 1. Habilidades digitales y técnicas: en el uso de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y la realidad virtual para poder integrarlas en su enseñanza. 

2. Habilidades blandas: la resolución de problemas, la creatividad, la colaboración y el pensamiento crítico para poder fomentar el aprendizaje permanente entre el alumnado. 

 3. Conocimientos especializados: en áreas como la tecnología, las ciencias, las matemáticas y las habilidades técnicas para poder ofrecer una educación más personalizada y adaptada a las necesidades de cada estudiante. 

4. Comunicación efectiva: habilidades en la comunicación efectiva para poder transmitir información compleja de manera clara y concisa a sus estudiantes. 

5. Adaptabilidad: capaces de adaptarse rápidamente a los cambios en el entorno educativo y laboral para poder ofrecer una educación relevante y actualizada. 

 

Y me gustaría lanzar una pregunta (no retórica) al respecto de estas competencias clave de los docentes: ¿existe realmente una planificación al respecto? Tengo la sensación de que los discursos (sobre todo en política educativa) se focalizan en unos lugares comunes pero vacíos donde la palabrería nos impide avanzar y concretar para cada una de las titulaciones de FP en las que trabajamos. 


También se pronostica un crecimiento sustancial de empleos para profesorado de Formación Profesional (Vocational Education Teachers) que acompañaría a una demanda creciente de puestos de trabajo relacionados con la sostenibilidad, la inteligencia artificial, la tecnología, la digitalización y la sostenibilidad. Por el contrario, trabajos administrativos, en contabilidad, de secretariado, cajeros, empleados de servicios postales o taquillas, o de entrada de datos, irán disminuyendo conforme avance la digitalización. 

 

Observamos también, según este informe, que la formación de los trabajadores, las plataformas digitales y las apps, el análisis de big data, la realidad aumentada y virtual o la computación en la nube, el procesamiento de texto, voz e imágenes, el internet de las cosas y la IA, van a impactar positivamente en la creación de empleo en el sector educativo y en esa transformación anunciada repetidamente.

 

A nivel de competencias profesionales, tanto en para los profesionales del sector educativo como para los trabajadores de otros sectores económicos, vemos que las habilidades cognitivas (atención, memoria, razonamiento, aprendizaje...) siguen siendo las más demandadas, seguidas de la eficacia personal, las competencias tecnológicas, el trabajo en equipo y las habilidades de gestión o dirección. 

 

En relación al reciclaje y actualización profesional (reskilling and upskilling) vemos también un cambio significativo en comparación con años anteriores. El pensamiento analítico y creativo, la Inteligencia Artificial y el big data, el liderazgo y la influencia social, la resiliencia, flexibilidad y adaptabilidad, o la curiosidad y el aprendizaje continuo, son los puntos clave hacia donde giran las estrategias de las empresas; adquiriendo menor importancia otras competencias relacionadas con las destrezas manuales, las habilidades sensoriales, la lectoescritura y las matemáticas, o el multilingüismo. 

 

Muy interesantes también las perspectivas de rotación de trabajadores por sectores (labour market churn); así como los empleos donde se espera mayor creación de nuevos empleos o mayor destrucción de trabajo. Unos datos interesantes para analizar detalladamente las consecuencias de los cambios tecnológicos, sociales, económicos y medioambientales, en las distintas familias profesionales que nos ocupan. Si no adaptamos las distintas titulaciones a estos cambios, así como actualizamos las competencias que necesitan tanto el profesorado como los estudiantes, será complicado mejorar su empleabilidad y expectativas personales. 

 

Políticas para retener el talento del profesorado, la planificación de una carrera profesional docente y una gestión estratégica de la formación de los profesores, son claves para hacer frente a los cambios; no a los que se avecinan sino a los que ya estamos experimentando. Sin obviar la necesidad de actualización de unos currículos desfasados junto a unos libros de texto también anticuados; y la obligación de desechar modas educativas y ocurrencias que no trascienden ni transforman la Formación Profesional que precisamos. Además de una nueva Ley, vamos a necesitar mentes preclaras que conduzcan la FP al ritmo y con el cuidado que los tiempos y nuestra comunidad educativa merecen. El desafío lo exige.

 

LAS COMPETENCIAS Y TRABAJOS DEL FUTURO EN LA FP

LOS MALOS ALUMNOS

jueves, 11 de mayo de 2023

Si eres mal enfermo necesitarás la comprensión de tu médico. Sin embargo, si eres mal alumno no resulta tan evidente el remedio. Es alta la probabilidad de que tu caso personal acabe relegado en el jaleo habitual del aula. Puede que no existan recursos suficientes para ser atendido, sea cual sea la causa de tus dificultades, o que seas una molestia para el resto de compañeros por tu conducta o rezagamiento habitual. Y tendrás el sambenito del mal estudiante, el impertinente, el movidito, el contestón, el enjugazado (qué palabrita), el de ACI, el maleducado...Y pocos preguntarán qué te pasa, qué problema tienes o no entenderán esa adolescencia o inmadurez sobrevenida pero previsible a tu edad.


Luego vendrán quienes afirmen que esto que ocurre ahora son cosas de la modernidad actual, que antes todos éramos estudiantes estupendos, maravillosos y educadísimos. Que la comprensión y la armonía campaba por esas aulas de tiza cuadrada y tarima. La palabra disrupción no existía, parece ser. Ni los vándalos, impertinentes o gandules. 

 

Hay quien no parece darse cuenta de que la educación es para todos. Y más aún para quienes no estimamos que la merecen. Lo que no quita que ofrezcamos atención a los que en silencio pasan, curso tras curso, una escolarización discreta. Pero son los que más incordian, los que menos comprenden, los que más suspenden, aquellos que más recursos requieren. No podemos dejarlos a su buena o mala suerte familiar y personal. Las buenas escuelas brillan por su atención prioritaria a los alumnos que más lo necesitan. Los buenos estudiantes suelen progresar de forma autónoma pese a que también requieren de aliento y afecto como todos. No podemos tacañear con la empatía, a no ser que nos hayamos confundido en la elección profesional.


Puedes tener genio, afabilidad, ternura, carácter, sentido del humor, sobriedad, ironía o rectitud. Cada uno aportamos una personalidad distinta en la aulas con la que también transmitimos y educamos; por mucho que ahora algunos deseen una escuela mera transmisora de conocimientos. Podemos dejar huella e influir, como adultos, sobre unas personas que están en crecimiento y que absorben y sienten con mayor pasión que nosotros. Muchos están más horas con sus profesores que con su padre o madre. Incluso puede que nos escuchen o hablen más que a ellos. Merecen conversaciones, consejos, apoyo y todo eso que nos quita un estresante estilo de vida. 

 

Y la escuela, pese a los maldecidores de leyes educativas o los agoreros de la innovación educativa, sigue como casi siempre. Continuamos corriendo para acabar un sinfín de temas que son vistos superficialmente, mientras fingimos que todo lo comprenden pero no damos abasto con las correcciones y esos porcentajes que ponderamos a ojo. No hay tiempo para pensar en qué estudiar, en qué trabajar, qué lecturas criticar, sobre qué podemos conversar, descubrir el mundo y la cultura, quiénes somos... Y se multiplican las jornadas infantiles y juveniles interminables donde la única pausa es una pantalla inseparable. Todo se centra en una serie de calificaciones, en avanzar por cada etapa educativa sin demasiados daños colaterales, o en aterrizar donde las circunstancias, el esfuerzo o las capacidades han querido que te poses.  


Disfrutar de una escuela amable, considerada y afectuosa con todos es una obligación que tenemos como sociedad y un deber de nuestra condición docente. Luego ya podremos discutir de currículos, didáctica o tecnología.  

 

LOS MALOS ALUMNOS

LA AUTOCOMPLACENCIA DE LA FP

sábado, 6 de mayo de 2023

La FP se vende sola hoy en día. Los esfuerzos de la administraciones para fomentar esta etapa siguen dando sus frutos con un aumento de matrículas mientras disminuyen las de otras enseñanzas postobligatorias (bachillerato y grados universitarios). El carácter práctico de los estudios, así como la alta empleabilidad que aportan muchos ciclos formativos, son factores clave de este éxito; sin obviar la amenidad de unas titulaciones que, al contrario de en otras etapas, no logran conectar con los estudiantes o no son seducidos para seguir aprendiendo.  


A menor edad se supone menor madurez personal. Esa inmadurez también ayuda a que aquellos que no desean estudiar tras finalizar la educación obligatoria no vean otra salida más que hacer una FP si no quieren quedarse fuera de un mercado laboral exigente y todavía más precario para los menos preparados. Otra de las razones del éxito de la FP. Aún así, las administraciones públicas deberán seguir esforzándose para promover esta etapa entre los más jóvenes desencantados o sin apoyo; pero sin olvidar que el profesorado necesita nuevos recursos para conectar con su alumnado y afrontar las actualizaciones técnicas, así como reordenar una organización escolar mastodóntica a la medida del desafío que supone esta demanda creciente. No es suficiente con abrir nuevas titulaciones; poner parches con la sustitución y renovación de un profesorado cada vez más escaso, fugaz e inadecuado a su puesto; o aprobar una nueva ley con mayores exigencias para los centros educativos pero con una financiación desigual e injusta. Por no mencionar una FP Dual que avanza a distintos ritmos según el planteamiento de cada comunidad autónoma. 

 

Aún así, todo ese éxito de la FP puede acabar anestesiado con la autocomplacencia que se respira. No podemos pensar que somos la única solución a un fracaso escolar demasiado elevado; que la formación que ofrecemos es suficiente para un mercado laboral voluble y desigual; o que las competencias técnicas facilitadas son suficientes para personas que tienen toda la vida por delante. Tenemos además un grave problema cuando titulamos a muchos estudiantes que luego no quieren trabajar en su sector profesional: ¿a qué se debe ese desapego hacia ciertas ocupaciones? Habría que investigar mucho más al respecto y ofrecer soluciones no solo por el lado del sector educativo sino también por parte de las empresas. Algo falla cuando tenemos casi un 30% de paro juvenil y a la vez tenemos empresas que no encuentran empleados en determinados puestos. Por no hablar de los puestos de trabajo que ya comienzan a amortizarse con la irrupción de una Inteligencia Artificial que puede hacernos replantear el sentido de algunas titulaciones o la necesidad de impulsar otras que no son necesariamente dependientes de su uso (empleos y técnicos manuales, cuidadores, creativos o artesanos). 


Una formación superior presupone una mayor preparación para el mundo del trabajo. Cada vez necesitamos mayores esfuerzos para ofrecer esta formación actualizada a las demandas del mercado laboral; ya no solo debiera bastar con el manual de turno y un examen multirespuesta. Ahora tenemos el reto, no solo de estar atentos para incorporar los cambios digitales y tecnológicos del sector, sino también de formar jóvenes con criterio, autoexigentes, conocedores de sus derechos e inclinados hacia el conocimiento y la cultura. No sirve una FP expedidora de títulos que no se ponen en práctica o que forma ciudadanos sin luego unas oportunidades justas y apropiadas. En nuestra mano está abrir los ojos y capacitar a los jóvenes ante las dificultades y complejidad del empleo; pero los planes educativos, la normativa laboral y la colaboración con las empresas deben facilitar unas condiciones que inviten, a nuestros estudiantes de FP, a permanecer en los puestos de trabajo a los que van encaminados.


LA AUTOCOMPLACENCIA DE LA FP

Con la tecnología de Blogger.

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