Nos sobran los motivos, como dice la canción de Sabina. O tal vez, como dice Alfonso Alcántara, lo importante de la motivación no es tener ánimo sino tener motivos; y cada cual tiene los suyos. Tal vez ahí está la clave de muchos docentes hastiados pero que cumplen cada día pese a la falta de ganas o sus circunstancias; gente que no falla porque tiene motivos para estar en el aula cada día.
Quizás los más motivados, por lo que observo, son aquellos que tienen siempre proyectos en mente; que tienen una agenda llena de actividades con sus alumnos, que idean y no tienen tiempo para el desánimo. Algunos están motivados por naturaleza, por la pasión que ponen a lo que hacen; otros por simple responsabilidad y honestidad con su desempeño; la mayoría, porque necesitamos un empleo retribuido.
Somos únicos. A mí, personalmente, me gusta poner el acento de mis motivos en los alumnos. Alumnos que tienen la posibilidad de un futuro mejor gracias a la formación que podemos darles. Alumnos que tienen la oportunidad de crecer con nosotros y que agradecen que confíes en ellos; pese a que a muchos también les falten los motivos para ir diariamente a clase y tengamos que recordárselos porque a su edad las certezas no abundan. Y ahí el habitual desacierto de ese docente que no recuerda sus años escolares ni su fugaz juventud.
A mí me sobran los motivos porque el aula tiene su aquel inexplicable, que no cambio por oficinas o despachos con la cara pegada a la pantalla o a un mostrador. No la cambio porque cada año veo nuevas caras, nuevas ilusiones y desplantes; estudiantes igual de jóvenes año tras año y yo con un ceño fruncido cada curso más hondo. Convivir con una juventud que aporta vida, que nos regala reconocernos en ellos, recordar cómo fuimos, qué buscábamos.
Aún así, entiendo quien padezca esa falta de motivos, o más bien, de ganas, para compensar la energía que absorben las preocupaciones, los desplantes, la burocracia, los conflictos. Motivos que van y vienen. Motivos que, si no lo remedias, fallan porque te come la rutina, los agravios comparativos, el cansancio.
Esta reflexión personal viene a cuento de mi participación como ponente en el pasado encuentro de educadores de Formacón Profesional que usan tecnología en la nube y Google Workspace: "La FP que viene". Encuentros donde se respiran los motivos en todos aquellos que participan, liados, de una u otra forma, en plantear la docencia de modos distintos, con la tecnología como excusa y, sobre todo, conscientes de los cambios constantes que afrontamos y que debemos trasladar a las aulas de Formación Profesional.
Os dejo con mi presentación del encuentro, donde recomiendo algunas lecturas y recursos valiosos para mejorar como docentes y, sobre todo, para seguir teniendo motivos.