En ocasiones nos encontramos con alumnos especialmente criticones -que no críticos- que con cierta ligereza califican el comportamiento o trabajo de los demás. Una actitud poco positiva que seguramente permanecerá en la edad adulta.
El ejercicio de autoanálisis puede ser una buena cura para un ego desmedido o una vara de medir distorsionada. Es fácil atribuir todos los fallos al sistema, a las leyes o normas, al profesorado, al compañero, etc. No es tan sencillo replantearse la actitud, el comportamiento y el trabajo diario de uno mismo.
Planteo estas cuestiones que a muchos alumnos les pueden servir de reflexión inicial:
1. ¿Valoro positivamente el trabajo de mis compañeros y/o profesores? ¿se lo traslado de algún modo?
2. ¿Escucho activamente en clase y aprovecho siempre el tiempo en el aula?
3. ¿Hablo siempre con respeto y consideración a mis compañeros y profesores?
4. ¿Cumplo las normas de convivencia de mi escuela (puntualidad, orden, respeto al material, etc.)?
5. ¿Me esfuerzo siempre al máximo para aprender cosas nuevas o realizar las actividades propuestas?
6. ¿Me interesan las asignaturas para algo más que aprobar, obtener buena nota o sacarme un título?
7. ¿Soy comprensivo con las limitaciones o los inconvenientes que surgen diariamente en el aula?
8. ¿Hago propuestas positivas o planteo otras actividades al profesorado?
9. ¿Analizo concienzudamente mi trabajo antes de criticar el de los demás? ¿o comparo constantemente?
10. ¿Me tomo siempre las valoraciones o comentarios del profesor como una ayuda a mi aprendizaje?
Reflexionar sobre estas cuestiones nos puede ayudar a mordernos la lengua en alguna que otra ocasión. Criticar con buena intención es sano y aconsejable para alumnos, profesores o cualquier otra subespecie.
muy bueno
ResponderEliminarGracias!
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