Unas nuevas Navidades y el periodo vacacional que conllevan, demasiado largo para algunas almas ajenas a la profesión, significan nuevos deseos que no siempre son materiales. Muchos anhelamos una educación diferente pero con los motivos de siempre: dar oportunidades a nuestros alumnos. Mientras tanto, pese a las estériles batallas lingüísticas, las quejas con costra de unos pocos, los enfrentados derroteros de los dirigentes y el desaliento que provoca una pandemia que parece eterna; solo nos queda imaginar tiempos mejores y disfrutar de esas personas que nos acompañan en la vida (aulas inclusive).
Todo ello no quita que suspiremos por algún que otro capricho que podemos solicitar formalmente a SS. MM. Aquí os dejo con algunas ideas con las que poder agasajar o camelar a tu docente favorito o favorita, ya seas alumna, pariente lejano o amigo íntimo. Dejemos ya de lado la típica caja roja de bombones o el bono regalo para masajear pies. Tomad nota, por favor.
1. Un jamón de bellota. Atemporal y siempre acertado obsequio, con la condición de que no sea marca blanca de supermercado. Aciertas seguro (aceptado hasta por ciertos veganos) con un jamón ibérico de la localidad extremeña de Zahínos. Estírate, aunque siempre te quedará elegir uno de cebo en lugar del de bellota.
2. Hartos de mascarillas parece que la película no llega a su fin. No llegaremos al exterminio pero, ya que nos toca costeárnoslas, al menos que los estudiantes nos vean dos tercios del careto. Las nuevas mascarillas higiénicas M.L. Inclusiva PROVEIL además de permitir la lectura de labios nos dejarán transmitir risas y disgustos por partes iguales.
3. Bono almuerzo. Un ticket regalo con diez almuerzos en el bar más cercano al centro educativo es la mejor manera de seguir apoyando la hostelería a la par que empeoras la analítica del colesterol con un bocata diario de panceta, blanco y negro con habas o calamares a la romana. No te fíes de las reseñas de Google y pregunta a su colega más cercano.
4. Deportes. Olvídate del Decathlon. Si queremos docentes innovadores no caigamos en las típicas mancuernas, batidos proteínicos o matrículas al gimnasio. La gimnasia cerebral (nada que ver con la neuroeducation and coaching) es el futuro para una profesión que promete alargarse hasta los setenta y tantos. Con un económico cubo antiestrés tal vez aguantes mejor tus clases, sudores menos e incluso recuerdes dónde te has dejado las gafas de lectura.
5. Lecturas. Los lectores jóvenes hacen crecer las ventas de libros de este último año. Ahora nos toca a los más viejos dar ejemplo y llevar bajo el brazo alguno de esos títulos recomendables a nuestro público habitual. Regala una edición singular de Lavandera Blanca Editores para presumir entre los pupitres de un precioso ejemplar impreso.
6. No puede faltar un buen álbum de música. En los tiempos donde las plataforma de streaming copan el mercado, no vuelvas al CD ni al vinilo, ahora toca el sonido cálido de una cinta de cassette a la que puedes incorporar un bolígrafo Bic para su posterior rebobinado. Puedes buscarlas por Wallapop, pero te recomiendo la tienda La Cassettería donde ofrecen cassettes originales de todo tipo. Eso sí, a lo mejor te toca regalar también un Walkman.
7. La tecnología no puede faltar para ese hiperprofesor en su hiperaula ecológica y digitalizada. Mientras nos conformamos con la pizarra y el pupitre verde, vale la pena gastar unos cientos de euros en formación para afrontar con garantías el próximo Metaverso. Luego nos digas que no te habían avisado. Con suerte, te encontrarás a tus futuros alumnos más disruptivos en la virtualidad del aula...
8. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Mi batalla perdida contra el chándal en el aula solo tiene una solución: busca uno que se acople a tu estilo. Para rememorar los setenta siempre tienes un chándal Beckenbauer con el que contar batallitas de cuando hacías gimnasia en clase, con el plinto y el potro, antes de que C. Tangana popularizara una prenda que se ha vuelto omnipresente.
9. Para docentes con hijos menores, hartos de bregar todo el día con el móvil en el aula y en casa, siempre nos quedara alguna de esas aplicaciones que obligan a la desconexión para hacer frente a la hartura de unas redes sociales diseñadas para su uso infinito. Inmejorable opción la de FamiSafe. Mejor que el antiguo candado con el que bloqueaban aquellos teléfonos antiguos con la rueda de números donde se introducía el dedo índice.
10. Para el final, el mejor regalo: un kit de educación de Unicef. Pese a lo mucho que protestamos, no conviene olvidar la escasez y miseria que en muchas partes del mundo sufren los escolares y sus docentes. Sigamos protestando cuando toca, pero agradecidos también cuando corresponde, sin perder de vista aquellos que no tienen nada.
Disfruten lo regalado.
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