LA NUEVA FP: LECCIONES DEL PASADO

martes, 19 de marzo de 2024

 


 

La FP tiene una larga historia. Podríamos remontarnos a los neandertales con su enseñanza especializada en el proceso de tallado de piedras; o a esos primeros proyectos (progetti) del siglo XVI donde el alumnado diseñaba planos y calculaba costes de posibles construcciones:

Así que al cuerpo docente se le ocurrió proponer una tarea compleja que permitiese al alumnado mantenerse vinculado con el currículo. Esta tarea debía ser tan real como fuese posible, pero con el grado de reto necesario para fomentar/exigir el estudio y la superación constantes.

                                                                                "La educación es otra historia" Fátima Mª García Doval.


Sin embargo, la FP es una etapa educativa poco mitificada que ha avanzado enormemente y en un escaso periodo de tiempo: tasa de matriculaciones creciente, variedad en la oferta de titulaciones, recursos disponibles (becas, tecnologías, digitalización), nuevos centros de FP, etc. En los últimos años, hemos pasado de una FP destinada básicamente a estudiantes abocados al fracaso escolar, a ser una opción donde caben todo tipo de perfiles que buscan una vía de acceso al mercado laboral o para aquellos que no encuentran el estímulo personal suficiente en otras etapas más académicas. Afortunadamente, ya no miramos con añoranza esas otras épocas donde la FP se dirigía casi únicamente a un tipo de alumno con unas circunstancias personales o sociales vulnerables. 


Lejos quedan los años 70 del siglo pasado, donde la FP1 y la FP2 nacieron como el primer intento de conectar formalmente la FP con el sistema educativo. Tanto entonces, como después con la LOGSE en los años 90 del siglo XX, se consiguió aumentar el número de estudiantes que optaban por la FP al finalizar la educación obligatoria. Todo ello, a pesar de los cambios que supusieron pasar de una FP más academicista y poco vinculada a las necesidades del sistema productivo a otra de carácter modular donde la formación en las empresas ha sido un factor determinante. La creación de los ciclos formativos con la LOGSE y la LOE trajo muchas necesidades de adaptación tanto del profesorado (ahora más especialista) como de la forma de trabajar en el aula a través de contenidos y competencias diferentes (desaparecieron las asignaturas tipo matemáticas, física y química, lengua española, educación física, etc.) Sin contar con las mil y una modificaciones en cuanto al acceso o promoción a otras etapas educativas o entre los distintos ciclos de grado básico, medio o superior. Las facilidades para promocionar o transitar entre etapas era más restrictiva.

 

De cualquier modo, todavía continúan ciertas reticencias en las familias para optar por la FP en lugar de por otros estudios (bachillerato o universidad), pero, sin duda, nada que ver con el escenario que hace poco más de veinte años afrontaban los jóvenes. No podemos negar que la FP ya no es solo una moda y que el esfuerzo inversor ha dado su resultados tanto a nivel de promoción como con la creación de nuevas plazas. A pesar de que seguimos 10 puntos por debajo de la media de la UE en estudiantes matriculados en FP. La oferta de plazas acabará reordenándose por una simple cuestión de eficiencia económica; ya sea por el aumento de la oferta privada como por la ausencia de estudiantes en determinados perfiles técnicos muy demandados por las empresas. Una eficiencia que debe mirar siempre de reojo el contexto de cada territorio y cada centro educativo. 


Ahora, con la nueva FP a las puertas, y con la consiguiente preocupación que conllevan los cambios sustanciales que nos depara, deberíamos mirar con cierta perspectiva esa FP de la que venimos. Tal vez sería necesario hacer un ejercicio realista de recuerdo; buscar el testimonio de esos pocos profesores que aún quedan y que anduvieron dando clase en esa FP1 y FP2 y que transitaron hacia los ciclos LOGSE o los actuales LOE con mucho esfuerzo. Quizás su memoria, junto a los datos que tenemos de cómo han evolucionado nuestros estudios y la inserción sociolaboral que ahora ofrecen, nos ayudarían a plantear con más optimismo una nuevo sistema de FP que debiera acercar aún más el mundo profesional a la escuela. Todo un desafío con la dualización integral que se asoma a la vuelta de la esquina.

Lo genuino no es agachar las rodillas para reverenciar y añorar imperios extintos o conceptos inamovibles, sino usarlas para caminar y avanzar. 

                                                                                                     Irene Vallejo. El País.10 de marzo de 2024

 

Parece que acabaremos añorando ese confort del que nos pedían repetidamente salir. La clave: seguir trabajando por el bien del alumnado. 


Foto de Meizhi Lang en Unsplash

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