Si la implantación del nuevo sistema de FP lo permite, en nada arrancamos el periodo estival donde solemos disponer de mayor tiempo para esas lecturas pendientes más allá de normativas o las dichosas programaciones de aula. En este artículo paso a recomendaros dos libros que he leído este año relacionados con la educación, pero de temática bien diferente. Me gusta recomendar lecturas de ensayos porque son una de las principales herramientas que tenemos, como docentes, para basar y justificar parte de nuestros comportamientos de nuestra enseñanza. Apelar a la experiencia es un argumento de peso, pero no lo entiendo como suficiente para tomar ciertas decisiones sobre las que a menudo caemos en la ocurrencia y el gato al agua se lo lleva el opinante más persuasivo (y no el que lleva la razón).
Indudablemente, la lectura de mayor o menor cantidad de literatura sobre la educación no es sinónimo de acierto en las medidas tomadas; pero, el conocimiento de otros profesionales y la evidencia educativa, son siempre buenos aliados a la hora de introducir cambios o enfrentarse a la complejidad del alumnado. Podemos hacer probaturas o alternar con las modas educativas del momento, sin desdeñar la ciencia y la sabiduría acumulada. Aún más ahora cuando tenemos la tentación de interpelar a esa IA presuntamente magnificiente ante cualquier desvarío o duda profesional. No es todo oro el algoritmo. Y, por supuesto, teniendo clara cuál es la misión de la educación (aquí que cada cual complete su espacio en blanco) y las prioridades de la etapa educativa correspondiente.
Voy al grano. El primer libro que recomiendo es de la autora Fátima García Doval (la podéis seguir en "X" como @mininacheshire): "La educación es otra historia". Su ensayo me ha recordado al afamado ensayo de Irene Vallejo sobre la historia del libro; pero en este caso acerca de la historia de la educación. Su libro, "La educación es otra historia", es un magnífico relato donde se rastrea el origen de la escuela desde el Antiguo Egipto hasta la actualidad. Quizás su valor, en mi opinión, no está en el formidable documento histórico que muestra, sino en la teoría que subyace en el ensayo a partir de la segunda parte del libro: la escuela actual es fruto de una evolución constante, gracias principalmente a su profesorado, y así debemos seguir contemplándola; mirando de reojo al pasado sin caer en la complacencia ni en los mantras que predican que cualquier tiempo pasado fue mejor. Perdonad la brevedad de la síntesis.
Lo mismo ocurre con todo aquello que afecta a los métodos y recursos educativos. No son independientes de las circunstancias vitales en las que actúan enseñantes y aprendices. Aquello que funcionó en el pasado tal vez no sea útil hoy en día en el mismo entorno, aunque puede que sí en otro diferente o en un momento posterior. Todo esto es verdad también para los miedos y temores que retornan periódicamente a las aulas, en ocasiones con trajes nuevos, pero con el mismo cuerpo interior. Es lo que ocurre en la actualidad con el miedo a lo que puede suponer la Inteligencia Artificial en la educación. En el fondo, no es más que un trasunto del recelo que ha mostrado la educación a la práctica totalidad de las tecnologías que han ido surgiendo a lo largo de los siglos.
En definitiva, un buen libro para echar la vista atrás y plantearse la educación sin ese prisma actual que tiende a denostar prácticas actuales, únicamente por parecer modernas, sin saber de su larga tradición pedagógica o de su valor aplicadas a la escuela contemporánea.
El otro libro que sugiero, escrito por Juan G. Fernández, se titula: "En blanco: Cómo focalizar la atención, la memoria y la motivación para aprender." Un nuevo ensayo de este autor (con un blog muy recomendable) que, de un modo sencillo nos introduce en los distintos estudios que evidencian la necesidad de focalizar la atención, aprovechar la capacidad de la memoria para un estudio más eficiente, la importancia para el estudiante de los distintos tipos de motivación, o aprender a autorregularse con el fin de tener un mayor éxito académico. Fernández, al igual que en otros libros anteriores suyos, maneja una extensa bibliografía que acerca recomendaciones provechosas en asuntos donde a menudo solo tenemos en cuenta la intuición.
En definitiva, el procesamiento profundo implica entender un nuevo concepto en términos de conceptos ya conocidos y de conexiones entre ellos. Por eso, una buena forma de empezar a trabajar sobre cualquier idea es sacar una hoja en blanco y preguntarnos: ¿qué cosas conozco ya sobre esta idea? ¿Cómo se relaciona esta nueva idea con lo que ya conocía? De esta manera las ideas relacionadas se procesarán en la memoria de trabajo y estarán listas para conectar con lo nuevo que se vaya a aprender.
Habría mucho más que reseñar sobre estos dos libros. Os animo en cualquier caso a su lectura completa si la nueva normativa y la gestión académica lo consienten... Siempre nos quedará un rato, junto a la orilla o en el monte, para libros tan sugerentes y con tanto conocimiento detrás.
Foto de Rhema Kallianpur en Unsplash
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