DESPROGRAMAR LA FP

lunes, 14 de abril de 2025

 

DESPROGRAMAR LA FP

 

Probablemente, este año, la programación de cualquier módulo de primer curso de aquellos ciclos formativos que han sufrido las modificaciones de la nueva ley de FP, debe haber padecido también alguna que otra merma. Ya sea por la dualización de los ciclos, que suele afectar a la mayoría de módulos, o por la variación de la carga horaria. La diferencia radica, como suelen argumentar los críticos al sistema, en la imposibilidad temporal de abarcar los contenidos y las unidades formativas donde aquellos se engloban. Quizás, la costumbre nos marca unos currículos donde lo que figura en el papel nos parece imprescindible o que, con el paso de los cursos, ya hemos interiorizado esa programación como algo no negociable y vital para el alumnado. 

 

También, posiblemente, los estudiantes de FP, durante su formación en las empresas (FE) u organismos equiparados, no alcanzarán todos esos resultados de aprendizaje que, de forma optimista hemos reflejado en su itinerario formativo personalizado y que ahora no trabajarán en las aulas. Y algunos de nosotros, como docentes, tendremos esa mala conciencia de no haber trabajado suficientemente esos RA que ahora, en mayor o menor medida, o de ningún modo, serán adquiridos con ayuda del tutor/a de la empresa colaboradora. El papel y los boletines oficiales todo lo aguantan. Este año, con colocar a todo el alumnado de primer curso, ya nos habremos dado por satisfechos. ¿Quién dirá si falta una parte u otra de ese u otro RA? Tal vez sea el momento de depurar currículos y quedarnos con lo que realmente importa. Así como evitar prácticas insustanciales que no aportan gran valor. 


Pero el sistema, afortunadamente, y a pesar de nuestras rutinas, nos deja hacer y deshacer. Los inspectores educativos suponemos que dejarán pasar estas u otras omisiones. ¿No había que ser flexible? Si queremos adaptarnos a un sistema que aboga por la innovación y un mayor acercamiento al mundo real de la empresa, deberíamos cambiar el chip. Ese chip que ahora es un procesador de última generación con el que deseamos trabajar pero haciendo más de lo mismo y a pesar la engañosa aceleración y dependencia de la IA. Corremos el peligro de perder el tiempo haciendo papeles y ocupándonos de los trámites, mientras no valoramos en su justa medida los aprendizajes que obtendrán los estudiantes gracias a la dualización. Evidentemente, como en cada cambio de modelo, nos toca superar la prueba y el error; ahora tratamos de salvar la papeleta y cumplir ese mínimo que la normativa marca y que tantos desvelos ocasiona. 

 

Me gusta ser optimista. Sin embargo, seguimos con prisas y visión de futuro cuando planteamos unos cambios que deben transformar la FP a corto plazo. Como al principio comentaba, continuamos entendiendo la enseñanza como algo estanco donde lo más importante es cumplir con la programación, un horario establecido  y donde la coordinación a menudo queda como algo impostado y molesto en el quehacer diario. Es difícil transformar una titulación si mantenemos todo constante menos esos RA que repartimos a nuestro aire. La organización académica, junto a unas normativas poco generosas o valientes, no hacen más que demorar ese cambio por el que apuesta la nueva FP. Es momento de trabajo real en equipo y esa coordinación que demandamos al alumnado. Y eso requiere tiempo, estimados docentes. 


Las nuevas formas de trabajo, la digitalización y las tecnologías emergentes, o esas otras competencias que interesan a los empleadores o emprendedores actuales, no son nuestro punto fuerte en la práctica profesional. Disculpad la generalización. Bastante tenemos con resistir los envites del alumnado más desafiante, las nuevas responsabilidades o la incertidumbre que cada curso afrontamos. Y las metodologías, a pesar de másteres y la vacilante formación docente, siguen teniendo mucho recorrido. Al igual que esas evidencias educativas sobre las que ya tenemos un manifiesto de numerosos investigadores. Demasiado bien salen las cosas teniendo en cuenta todos estos obstáculos. Y ahí seguimos enfrascados en esas inercias donde el mejor horizonte se baña en el período vacacional. Nada nuevo bajo el sol...

 

El verdadero hándicap lo vamos a tener con aquellos que se desmotivarán ante tanto vaivén. Si una temida crisis económica no lo esconde (ojalá no la veamos), van a ser unos cuantos los que renuncien a este guirigay que tensiona el ambiente laboral, con sus crecientes bajas, a cambio de ninguna mejora profesional. Van a ser necesarios muchos alicientes y políticas que pongan en valor a los ya motivados para que el sistema no solo se transforme sino que además se mantenga en ese crecimiento sostenido al que nos hemos acostumbrado. Los gestores de personal, y no los burócratas administradores; los innovadores con conocimiento, y no los de las ocurrencias; los previsores atrevidos, y no los complacientes continuistas; son quienes pueden mover este sistema con mucha mano izquierda y los recursos necesarios. 

 

Foto de Andrey Matveev en Unsplash

TIEMPO DE CAMBIO Y DECISIÓN EN LA FP

lunes, 7 de abril de 2025

 

TIEMPO DE CAMBIO Y DECISIÓN EN LA FP

 

A cierta edad te pueden empezar a importar poco ciertos asuntos a nivel profesional. Puedes mirar con nostalgia a esos jóvenes risueños que, sin saber que están en la flor de la vida, se lamentan por el examen de turno o el madrugón habitual. Todavía no entienden que el confort era esto. Sin embargo, a pesar de la edad, hay quienes no nos resignamos con la tarea que se nos encomienda y queremos ver progresar la preparación de nuestro alumnado y los recursos disponibles con mayor celeridad. A pesar de los años, no nos da todo igual. Aunque ahora te sube la tensión o callas para evitar dolores de cabeza.

 

La carrera docente se torna más larga de lo que parece. Si echas la vista atrás, parece que todo ha cambiado mucho, pero no hace tanto que nos preocupábamos por similares motivos: comportamiento del alumnado, burocracia, horas lectivas, materiales, etc. Somos profesionales reincidentes pero el futuro se nos antoja ahora más complejo; las mismas responsabilidades pero nuevas preocupaciones en un entorno donde la normativa todavía no está clara y las interpretaciones ocasionan decepciones. Y ahora, la nueva FP también conlleva conflictos además de esas nuevas tareas que no parecen contemplar todavía la reestructuración y medios necesarios para los centros educativos y sus departamentos profesionales. 


Mantener la moral alta no siempre es fácil. La minoría ruidosa nos ayuda a tomarnos la docencia con un mayor ánimo. Poco se valoran las figuras que, con dedicación y devoción, emprenden proyectos en sus centros educativos como una forma de realización personal e ilusión por la formación profesional. Solo hace falta ver al profesorado que se embarca en los campeonatos (skills) de la FP a nivel autonómico, nacional e internacional. O las iniciativas donde se comparten recursos específicos para la FP con el fin de transformar una etapa que está de moda pero que corre el peligro de convertirse en un lugar de paso. Y los congresos educativos se asemejan a un oasis donde calmar la sed ocasionada por la rutina escolar. 


Está bien empezar haciendo para luego ver qué pasa. Pero, si no entendemos el objetivo que persigue la transformación del sistema de FP, acabaremos con más de lo mismo pero con más faena y desmotivación. Creo que, esa repetida falta de pedagogía, sigue incrustada en el quehacer diario. Las diapositivas y las normativas que llegan con retraso, lo aguantan todo. Si no cambiamos la mirada, tanto organizativamente como a nivel curricular, solo cosecharemos otra FCT ampliada, nuevos módulos por compromiso, una investigación aplicada irrisoria y un cambio metodológico anecdótico. 

 

El panorama mundial cambia. Algunos predicen una vuelta atrás. Habíamos conseguido vivir medianamente bien, y ahora, a pesar de que las posibilidades de empleo son mayores, la precariedad es una costumbre laboral. Si el panorama no cambia, hará falta mucho más compañerismo y menos parcelas protegidas; además de líneas de actuación sensatas para un futuro que está en entredicho. Los clarividentes no se dedican solo a hacer papeles mientras tratan de mantener el status quo. Ni tampoco se empeñan en culpar a las nuevas generaciones o los políticos de turno. Hacen y deshacen. Pero, sobre todo, siguen creando. El papeleo solo agota. 

 

Por suerte, la vida continúa, y la mayoría de jóvenes profesores se aproximan a la docencia con ilusión. No los quememos. No hay nada peor que un docente desmotivado o apalancado esperando, sin iniciativa, a que transcurra el curso sin pena ni gloria. Aunque la cultura escolar y la costumbre no lo faciliten, los profesores somos mucho más interdependientes de lo que creemos; nuestra intensa labor diaria es menos agotadora cuando sabes que cuentas con un compañero, compartes fatigas, y se aporta con criterio y humildad en lugar de poner excusas o mirar solo el interés personal. Y el camino, con más o menos años por delante, se puede volver tortuoso en lugar de cuesta abajo si no lo emprendemos con cierto riesgo, filantropía, reflexión, conocimiento y sin temor al conflicto o al qué dirán. El tiempo proveerá. 


Foto de Noah Silliman en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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