LA RUTA HACIA LA NUEVA FP: PRIMEROS PASOS

jueves, 10 de julio de 2025

 


 

El problemático curso 2024-2025 ya ha concluido. Seguramente pasará a ser aquel curso donde, con cierto escepticismo, arrancó un nuevo sistema de Formación Profesional que venía a transformar íntegramente una FP en boga. De momento, nos hemos tenido que enfrentar a más faena de la habitual con prácticamente los mismos recursos y desde visiones distintas según cada comunidad autónoma. Ahora, con un nuevo curso a la vista, donde se deben implantar todavía muchos cambios previstos por la nueva ley de FP, podemos comenzar a valorar el camino andado. 

 

En mi opinión, a nivel docente todavía queda mucho por cambiar. Los centros educativos y sus claustros pueden ser muy diferentes, tanto por las titulaciones ofrecidas como por la cultura educativa que atesoran; sin embargo, todos precisan una líneas de actuación que marquen el rumbo hacia esa FP que se supone debe avanzar hacia la innovación, la investigación aplicada, el acercamiento a las empresas, la inclusión y la internacionalización; además de en el uso de metodologías activas y una evaluación formativa que facilite los aprendizajes. No nos quedemos en la superficie. No es sensato poner solo el esfuerzo en unas programaciones complejas con decenas de ítems y porcentajes, o en esos nuevos módulos que deben entenderse como un avance hacia la actualización de los ciclos, tanto a nivel digital como en relación a una sostenibilidad bien planteada. Convertir un proyecto curricular del ciclo en un galimatías que no nos creemos significa perder un tiempo precioso para otros menesteres.

 

Bien sabemos que la administración educativa se mueve con un exceso de parsimonia, por no decir otra cosa; y que si a ello le unimos lo costosos (en tiempo y dinero) que resultan los cambios en la forma de enseñar y en las competencias a actualizar, el viaje se nos hace todavía más pesado. Me temo que nos movemos demasiado a trompicones y sin unas reglas de juego claras que nos permitan diseñar el recorrido más óptimo para mejorar lo que hasta ahora ofrecíamos al alumnado y a las empresas. Tal vez, además de modificar el sistema de FP también deberían cambiar las estructuras, a menudo viciadas, donde se deciden esas normativas, se gestionan los recursos y se marque una ruta atrevida pero planificada con ilusión y conocimiento de las aulas y las empresas.

 

Percibo además cierto desencanto con estos cambios obligados, así como por los que están al llegar. Mantener la motivación del profesorado es vital si queremos progresar realmente y no caer en una transformación únicamente estética. Como siempre, sin recursos suficientes y adicionales no hay  modernización alguna. A pesar, desde luego, de que los esfuerzos extras seguirán siendo necesarios estos primeros cursos. Todo ello no quita que dejemos de autosabotearnos con mil y un requerimientos burocráticos o reglas de complicado entendimiento. Creo además que se ha hecho poco por comunicar el sentido de todos estos cambios junto a un día a día que nos nubla el entendimiento por falta de tiempo.

 

Este curso ha terminado de explotar el furor por la inteligencia artificial. La dichosa IA se ha entrometido, con mayor o menor acierto, en todas las tareas que desempeñamos como docentes. El proceso de enseñanza y aprendizaje esta mediatizado por una IA que unos abrazan sin rubor alguno mientras que otros la reciben con cierto recelo. Al igual que con los consabidos cambios de la FP, la IA se está adoptando de modos muy distintos y una mirada no siempre crítica. Evidentemente, la multitud de herramientas que ofertan una IA generativa, nos pueden facilitar multitud de tareas a la hora de diseñar programaciones, idear actividades o buscar esa deseada autonomía del estudiante. Nos hartamos de mencionar las cuestiones éticas de su uso, pero, a decir verdad, son anecdóticas las iniciativas reales al respecto; todos probamos, suministramos datos e incluso damos habitualmente por cierta la información generada. Es imprescindible un replanteamiento continuo de la evaluación y del tipo de tareas que llevamos a cabo en el aula. Apostar por un andamiaje en el uso de la IA y unas normas claras de uso, podrían ser unas buenas compañeras para esta desconocida travesía donde el significado de ser competente está en entredicho.

 

Un aspecto que suscita poco interés, aunque a menudo da titulares, hace referencia a la escasa comprensión lectora o competencia escritora del alumnado; una capacidad que presumiblemente seguirá decreciendo gracias a esa IA seductora e impersonal. Ahora, más que nunca, debemos leer en el aula para dotar al alumnado de las herramientas necesarias que le ayuden a entender un mundo que no solo debemos estar bajo el mandato de la productividad y de esa cultura de la imagen que favorece la superficialidad. Seamos auténticos. Nuestros jóvenes necesitan, además de nuestra empatía, recursos profesionales donde la educación digital, los valores universales o la salud mental, sean parte de ese currículo oficial que ahora estamos renovando. Despotricar de la juventud actual no aporta nada. No podemos competir con Netflix ni con el móvil, pero debemos insistir y pregonar sin descanso la importancia de la atención, la lectura y las relaciones humanas, para su futuro inmediato. 

 

Solo me queda desearos un buen descanso a todos los compañeros y compañeras de profesión. Ojalá que el curso próximo podamos centrarnos más en lo que realmente interesa: trabajar codo con codo con los colegas del ciclo, compartir recursos y buenas prácticas, investigar con criterio sobre cómo enseñar mejor en el entorno actual, y disponer del tiempo necesario para que nuestros conocimientos técnicos se adecúen a las salidas profesionales de nuestro alumnado. Espero que la burocracia, el sentido común y los medios nos acompañen en septiembre en esta querida FP. Feliz verano. 

 

Foto de Carlos Torres en Unsplash

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