SI LA ESCUELA FUNCIONARA COMO UNA EMPRESA

martes, 10 de noviembre de 2015
En los últimos tiempos existe una tendencia que busca la mercantilización de la escuela como una institución que compite en el mercado y que debe por ello ser competente en todas sus áreas de actuación: organización docente, dirección, contratación, aprovisionamientos, marketing, servicios ofrecidos, etc.

escuela empresas educaciónProbablemente, si los centros educativos actuaran únicamente como empresas con ánimo de lucro, muchos responsables educativos, políticos o ponentes y dirigentes de organismos nacionales e internacionales, alabarían su funcionamiento. Se acabarían, tal vez, las excusas o los ataques a una escuela que dicen disfruta de unos privilegios que no tienen otros sectores y que son supuestamente responsables de la "mala" formación de sus alumnos.

Si cada escuela funcionase meramente como una empresa, ésta perdería su razón de ser y parte de la visión humanista y función social que representa. Si los centros educativos se dedicaran a optimizar su materia prima -los alumnos- perderíamos esa finalidad social. Si los docentes trabajaran sólo bajo primas o sueldos variables se acabaría gran parte de la pasión existente en esta profesión. Si los programas sólo atendieran a competencias técnicas, estaríamos edificando una sociedad más fría e impersonal. Si los directivos se centrasen en competir con otras escuelas, perderíamos -si no lo hemos hecho ya- las ventajas de una cultura colaborativa.

No estoy en contra de la mejora, ni mucho menos de la urgente necesidad de cambio de nuestra escuela actual. Es evidente que las formas de enseñar y aprender han evolucionado, al igual que la sociedad, y que nuestro sistema educativo ha quedado rezagado; precisamos mejores recursos tecnológicos y conectividad, igual que cualquier empresa puntera, pero, aún más, necesitamos una formación y actualización diferente del profesorado que sirva de motor de un cambio educativo imprescindible.

Aún así, no podemos caer en la mercantilización de una educación centrada en los resultados y en unas supuestas competencias únicas que exige el mercado laboral. Las competencias personales, la dignidad, la inclusión, la justicia social, la solidaridad o la responsabilidad son parte fundamental de una educación transformadora y no sólo transmisora de conocimientos técnicos ("Replantear la educación". Ediciones UNESCO).

La educación debe ser esa etapa memorable y catalizadora de valores y actitudes que permanecen a lo largo de nuestra vida personal y profesional. La escuela debe ser faro de la sociedad y, por ende, del mundo empresarial; los negocios no pueden ser nuestro timonel principal.

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