¿QUÉ PODEMOS MEJORAR COMO DOCENTES?

lunes, 13 de marzo de 2023

La educación es compleja y no admite simplezas. La mejora de la enseñanza no solo requiere de años de experiencia, pese a algunos discursos. Enseñar con los mismos recursos de siempre sin replantearse constantemente la propia labor es un camino seguro hacia la mediocridad. Y mira que nos gusta criticar las prácticas ajenas sin pararnos a meditar sobre las propias. Y esa crítica solo debiera venir desde el conocimiento y atesorando una experiencia rica de esfuerzo y preocupación por enriquecer el aprendizaje de nuestros alumnos. Las ocurrencias son una losa.

 

Ya son muchos años en el aula, y muchas las correcciones, pruebas, errores y replanteamientos de la propia docencia. Hemos vivido muchos vaivenes en los últimos lustros, y ahora, parece que todo es culpa de una mala ley educativa (que parte de la disensión, como es habitual) y nosotros solo somos títeres descabezados sin posibilidad de réplica ni progreso profesional. Son multitud los que esperan, y no con la boca pequeña, una jubilación merecida; e incluso crecen los desencantados con la enseñanza como modo de vida. Y voy al grano, que me desvío. 

 

¿Qué podríamos mejorar cómo docentes? Más allá de la falta de recursos, tanto personales como materiales, y de la consabida inequidad que sufren muchos estudiantes, entiendo que el margen de mejora personal siguen siendo muy amplio. Pese al desaliento que nos intimida. Un buen plan de formación permanente (sin experimentos ni veleidades) podría remediar muchas de las carencias que arrastramos, así como rebajar ese fracaso escolar, desatención en las aulas y aversión a la escuela. Y aprendiendo más, lo que no es tarea fácil. De momento, me atrevo a enumerar algunos de esos elementos o acciones que, como docentes, podemos reconsiderar para evolucionar en nuestro trabajo diario; así como añado algunos enlaces con recursos que me parecen de interés:

 

  • La importancia de la lectura. La sitúo en primer lugar y no aleatoriamente. Entiendo que, todos y cada unos de los miembros del claustro, debieran dar hoy día una relevancia especial a la lectura en el aula y fuera de ella. Si la escuela no se erige como el promotor de esta actividad, estamos perdidos ante un mundo digital que irremediablemente copa nuestras vida en todas las etapas. Son demasiados los estudios que confirman la importancia de la lectura para el progreso académico y esa falta de pensamiento crítico que tanto nos gusta pregonar. Sin embargo, ¿es una prioridad de nuestros centros y de la política educativa? ¿Podemos enseñar a amar los libros? Y, de paso, cumplir las leyes educativas e incentivar posibles pactos al respecto. Quizás así nos quejaríamos menos de las pantallitas...
  • Metodologías. El guirigay metodológico, pese a los desaciertos o su mala adecuación, sigue siendo vital para afrontar la enseñanza. Todos debiéramos tener claro que la enseñanza no es un mundo de extremos. Nos puede gustar la instrucción directa y alternar la misma con métodos donde el estudiante participe y se responsabilice de su aprendizaje teniendo en cuenta su etapa educativa. Implicar al estudiante a través del diseño de actividades que conecten con su entorno y las motivaciones propias de su edad debiera es una oportunidad que no debemos desaprovechar. Salir más del aula, y del libro de texto, es esencial para conectar con ese alumno que tiende a la desatención continua. La significatividad del aprendizaje es posible, a pesar de las dificultades, a través de esas llamadas metodologías activas que no pueden ser algo residual en la escuela. Y la exigencia no tiene que ir reñida con esa diversidad. 
  • Aprender a estudiar. Saber cómo se aprende mejor y cómo debe afrontar el estudio el alumnado debiera ser una tarea continua a lo largo de, al menos, toda la educación obligatoria. Seguimos encontrándonos con los atracones de estudio la última semana, la lectura compulsiva y repetitiva de libros de texto y apuntes, así como la ineficacia en la organización y gestión del tiempo de preparación de exámenes. La evocación, la práctica espaciada y la comprensión de lo estudiado, son elementos valiosos que pueden ser enseñados si los conocemos adecuadamente. Lo de aprender a aprender no es tan solo un lema manido y malinterpretado.
  • La evaluación. Dichoso y conflictivo asunto. La evaluación a través de infinidad de tareas e ítems obteniendo una calificación final y numérica mediante el uso de una media aritmética y ponderada es el pan nuestro de cada día. La transformación de la evaluación sumativa hacia un modelo formativo donde el alumno aprenda de sus errores, sea capaz de mejorar las entregas (permitiendo las reentregas), disponga de modelos de los que aprender y el número obtenido no sea el único y último objeto de la materia, no debiera ser una panacea ni un tema a ventilar por la idea tradicional que tenemos del aprendizaje. 
  • La disciplina. La sensación de descontrol en la aulas parece ir en aumento. Los niños, adolescentes y jóvenes tienen, como es natural, inquietudes y comportamientos distintos a los de los adultos; tratar de dirigir o solventarlos con medidas (o castigos) que rozan la ocurrencia o heredadas desde hace décadas, sin el asesoramiento de los orientadores o psicólogos escolares, es un desatino. Simplificar el diagnóstico y el tratamiento entre endurecer o no las medidas, hace un flaco favor a nuestros alumnos y, por consiguiente, al ambiente escolar que anhelamos. Podemos ser más positivos
  • Escuchar. La empatía, la comprensión y el interés por nuestros alumnos es un útil básico del docente. No somos psicólogos, pero tenemos la capacidad de entender a ese joven o niña que un día fuimos. La paciencia (infinita) es agotadora y necesaria para establecer ese diálogo necesario con jóvenes con ideales, afectos e inclinaciones muy distintas a las nuestras. Conocerlas significa llevárnoslos un poco a nuestro bando. Luego ya están esos otros problemas, más complejos, a los cuales solo podemos aportar comprensión y escucha. Humanidad a fin de cuentas
  • Digitalización. Es innegable la necesidad de ser competente a nivel digital, tanto para poder preparar a nuestros alumnos como para saber aprovechar las ventajas que nos ofrece la tecnología. Tenemos claro que las herramientas TIC son un medio sobre el que ya no debemos gastar mucho tiempo; las curvas de aprendizaje son cada vez más bajas y nuestra preocupación debiera recaer más en cuestiones relativas a la seguridad de los datos, las amenazas informáticas, el buen uso de los dispositivos o el filtrado de información. Didáctica y digitalización deben ir de la mano, sin duda; aunque diferenciando siempre por edades y niveles educativos. Los proyectos educativos con la colaboración calculada de recursos digitales son una oportunidad. 
  • Referentes. Buscar, leer y escuchar atentamente a esos colegas que tenemos dentro y fuera de los centros educativos, y que pueden aportarnos otras perspectivas y modos de hacer. Acercarse a los que proponen y no están instalados en el reproche u ocupados solamente en las trivialidades de la vida escolar. La amargura es contagiosa, al igual que la esperanza y las ganas de trabajar por un proyecto común capaz de mejorar o cambiar la vida de cada uno de los que ocupan un pupitre escolar. La ósmosis funciona en los centros educativos y es un motivo importante para acudir cada día a nuestro centro de trabajo.


Seguir haciendo lo de siempre es ayudar a perpetuar el error. El inmovilismo y la crítica gratuita hacia nuevas prácticas docentes o hacia las conclusiones que aporta la investigación educativa no transforma ni ayuda en nada al aprendizaje. Desde luego que hay experiencias valiosas de los docentes que nos preceden y de las que podemos seguir aprendiendo; pero no situarse en el contexto actual y no aprovechar el conocimiento nuevo que nos ofrecen los datos e investigaciones, dentro de una realidad cambiante, supone un desperdicio que no podemos permitirnos. Quizás la mirada es lo que más debiéramos fijar, sin importar la época. Mirar a cada alumno y alumna como una persona con capacidades por descubrir y desarrollar; con cualidades personales por madurar; y con necesidades distintas que contemplar.

 

mejorar como docente

Foto de Redd F en Unsplash

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