Tras casi dos meses de curso, tal y como comentaba en el anterior artículo, seguimos enfrascados con esa multitarea que nos ha supuesto la nueva normativa de FP en nuestras programaciones diarias. A mi parecer, este agobio sigue impidiéndonos ver el bosque detrás de esos árboles o zarzas que suponen esos Resultados de Aprendizaje (RA) que tratamos de trasladar con dudosos criterios y pocas certezas sobre su conveniencia. Luego están los nuevos módulos transversales sobre digitalización y sostenibilidad, así como ese "Proyecto intermodular" que también parecen incomodar a los agraciados responsables de los mismos.
En las tres últimas ponencias que he ofrecido al respecto de estos proyecto intermodulares, sigo percibiendo cierta desorientación sobre cómo diseñar estos retos y qué sentido tienen dentro del nuevo sistema de Formación Profesional. Además, las diferentes normativas autonómicas, parece contemplan de distinto modo este nuevo módulo donde el profesorado debiera tener una carga lectiva para trabajar junto a su alumnado; al igual que en los proyectos o retos lanzados también correspondería incorporar un trabajo colaborativo entre el profesorado junto a los necesarios equipos de trabajo que debieran formar los estudiantes. Los proyectos de carácter individual tienen poco sentido en el marco metodológico actual, así como no facilitan la adquisición de esas competencias con las que deseamos facilitar habilidades interpersonales y organizativas.
Tanto en el taller ofrecido en el Congreso de CECE como en la conferencia en SIMO Educación he insistido en un diseño de proyectos donde se ponga el acento en el proceso y no únicamente en esas presentaciones finales donde no suele haber cabida a la mejora continua; es vital facilitar un aprendizaje donde el alumnado se autorregula a través de entregas parciales (con unos estándares claramente definidos) en cada una de las fases programadas antes de llegar a la exposición y divulgación de aquellos productos o soluciones finales demandados.
Tal y como marca la ley orgánica y el real decreto que desarrollan el actual sistema de FP, los centros educativos deben tener autonomía para incorporar ese trabajo en equipo de los docentes e innovar y experimentar a nivel pedagógico. La nueva FP debe ir encaminada a un modelo realmente flexible y no limitado a una serie de criterios de evaluación e infinidad de rúbricas que solo buscan el cálculo de una nota final. Tal y como se apuesta desde la evaluación formativa, también exigida por la normativa educativa, debemos atender al alumnado a través de procesos donde ofrecemos tiempos para la mejora de las tareas entregadas, gracias a un feedback permanente y a unos recursos seleccionados por el profesorado donde lo que importa es la mejora continua.
A pesar de las indeseadas consecuencias de la incorporación de la IA generativa, el profesorado de FP es consciente del cambio de paradigma que supone su uso masivo por parte del alumnado (el profesorado está también en ello). Casi cualquier tarea que pedimos es susceptible de ser llevada a cabo por este tipo de IA. Es el momento de tratar de convenir con el alumnado el uso de la IA generativa en el aula y ofrecer una buena selección de recursos de calidad para evitar un abuso continuo de una IA que no siempre ofrece las mejores garantías en los resultados que genera. Reflexionar sobre las herramientas utilizadas y cotejar los contenidos generados por la IA generativa debe ser una práctica habitual en cualquier proyecto y módulo profesional. Citando a Tíscar Lara y Carlos Magro, en su recién publicado y recomendable libro "IA y educación. Una relación con costuras":
Un uso excesivo de herramientas de IA, impulsado por la presión para obtener buenos resultados, puede disminuir la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera independiente.
Los estudios apuntan a la necesidad de trabajar una competencias blandas donde la resiliencia, el pensamiento analítico o la creatividad son esenciales para muchos empleadores. Todo ello a pesar de una IA que nos debiera ayudar en estos menesteres pero que, en los tiempos actuales y en contraposición, nos recalca la importancia de unas habilidades interpersonales (What workers really want from AI) que no son técnicas pero sí vitales para el futuro profesional de nuestros jóvenes estudiantes.
Además, sigue siendo vital buscar la colaboración de entidades o profesionales externos que enriquezcan estos retos o proyecto intermodulares junto a una selección de recursos de calidad que obliguen al alumnado a su utilización en detrimento de esas herramientas de IA generativa (Gemini, ChatGPT, Perplexity, Claude, Grok, etc.) que impiden la reflexión y ese pensamiento crítico que demandamos tan a menudo. Debiéramos marcar un uso convenido de la IA con momentos de desconexión de la misma y momentos donde se cotejen los resultados generados con esas fuentes fiables que recomendamos previamente.
Cabe también señalar que, además de todas estas incertidumbres digitales que nos acechan, tenemos la oportunidad de mejorar estos proyectos o retos intermodulares a través del arte y las humanidades con las que cada docente está más sensibilizado y puede aportar más a un alumnado que, probablemente, está terminando su itinerario escolar oficial. Visitar museos, ir a conciertos, ofrecer lecturas o acudir a una exposición o charla son buenas excusas para crecer no sólo a nivel profesional.
Estas cuestiones y otras muchas siguen incrementando las inseguridades de un profesorado de FP que desea enseñar del mejor modo posible. Docentes y alumnos necesitamos guías y modelos sencillos, efectivos y realistas, que sean de fácil aplicación en las aulas y talleres de los centros educativos. Espero que os resulten útiles estas plantillas diseñadas en Canva y editables para facilitar ese borrador inicial de un proyecto o reto intermodular y sus distintas fases y producto final.
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