CLAVES, MODELOS Y DUDAS DEL PROYECTO INTERMODULAR

martes, 4 de noviembre de 2025

 


 

Tras casi dos meses de curso, tal y como comentaba en el anterior artículo, seguimos enfrascados con esa multitarea que nos ha supuesto la nueva normativa de FP en nuestras programaciones diarias. A mi parecer, este agobio sigue impidiéndonos ver el bosque detrás de esos árboles o zarzas que suponen esos Resultados de Aprendizaje (RA) que tratamos de trasladar con dudosos criterios y pocas certezas sobre su conveniencia. Luego están los nuevos módulos transversales sobre digitalización y sostenibilidad, así como ese "Proyecto intermodular" que también parecen incomodar a los agraciados responsables de los mismos. 

 

En las tres últimas ponencias que he ofrecido al respecto de estos proyecto intermodulares, sigo percibiendo cierta desorientación sobre cómo diseñar estos retos y qué sentido tienen dentro del nuevo sistema de Formación Profesional. Además, las diferentes normativas autonómicas, parece contemplan de distinto modo este nuevo módulo donde el profesorado debiera tener una carga lectiva para trabajar junto a su alumnado; al igual que en los proyectos o retos lanzados también correspondería incorporar un trabajo colaborativo entre el profesorado junto a los necesarios equipos de trabajo que debieran formar los estudiantes. Los proyectos de carácter individual tienen poco sentido en el marco metodológico actual, así como no facilitan la adquisición de esas competencias con las que deseamos facilitar habilidades interpersonales y organizativas. 

 

Tanto en el taller ofrecido en el Congreso de CECE como en la conferencia en SIMO Educación he insistido en un diseño de proyectos donde se ponga el acento en el proceso y no únicamente en esas presentaciones finales donde no suele haber cabida a la mejora continua; es vital facilitar un aprendizaje donde el alumnado se autorregula a través de entregas parciales (con unos estándares claramente definidos) en cada una de las fases programadas antes de llegar a la exposición y divulgación de aquellos productos o soluciones finales demandados.

 

Tal y como marca la ley orgánica y el real decreto que desarrollan el actual sistema de FP, los centros educativos deben tener autonomía para incorporar ese trabajo en equipo de los docentes e innovar y experimentar a nivel pedagógico. La nueva FP debe ir encaminada a un modelo realmente flexible y no limitado a una serie de criterios de evaluación e infinidad de rúbricas que solo buscan el cálculo de una nota final. Tal y como se apuesta desde la evaluación formativa, también exigida por la normativa educativa, debemos atender al alumnado a través de procesos donde ofrecemos tiempos para la mejora de las tareas entregadas, gracias a un feedback permanente y a unos recursos seleccionados por el profesorado donde lo que importa es la mejora continua. 

 

A pesar de las indeseadas consecuencias de la incorporación de la IA generativa, el profesorado de FP es consciente del cambio de paradigma que supone su uso masivo por parte del alumnado (el profesorado está también en ello). Casi cualquier tarea que pedimos es susceptible de ser llevada a cabo por este tipo de IA. Es el momento de tratar de convenir con el alumnado el uso de la IA generativa en el aula y ofrecer una buena selección de recursos de calidad para evitar un abuso continuo de una IA que no siempre ofrece las mejores garantías en los resultados que genera. Reflexionar sobre las herramientas utilizadas y cotejar los contenidos generados por la IA generativa debe ser una práctica habitual en cualquier proyecto y módulo profesional. Citando a Tíscar Lara y Carlos Magro, en su recién publicado y recomendable libro "IA y educación. Una relación con costuras"

 

Un uso excesivo de herramientas de IA, impulsado por la presión para obtener buenos resultados, puede disminuir la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera independiente.

 

Los estudios apuntan a la necesidad de trabajar una competencias blandas donde la resiliencia, el pensamiento analítico o la creatividad son esenciales para muchos empleadores.  Todo ello a pesar de una IA que nos debiera ayudar en estos menesteres pero que, en los tiempos actuales y en contraposición, nos recalca la importancia de unas habilidades interpersonales (What workers really want from AI) que no son técnicas pero sí vitales para el futuro profesional de nuestros jóvenes estudiantes. 

 

Además, sigue siendo vital buscar la colaboración de entidades o profesionales externos que enriquezcan estos retos o proyecto intermodulares junto a una selección de recursos de calidad que obliguen al alumnado a su utilización en detrimento de esas herramientas de IA generativa (Gemini, ChatGPT, Perplexity, Claude, Grok, etc.) que impiden la reflexión y ese pensamiento crítico que demandamos tan a menudo. Debiéramos marcar un uso convenido de la IA con momentos de desconexión de la misma y momentos donde se cotejen los resultados generados con esas fuentes fiables que recomendamos previamente. 

 

Cabe también señalar que, además de todas estas incertidumbres digitales que nos acechan, tenemos la oportunidad de mejorar estos proyectos o retos intermodulares a través del arte y las humanidades con las que cada docente está más sensibilizado y puede aportar más a un alumnado que, probablemente, está terminando su itinerario escolar oficial. Visitar museos, ir a conciertos, ofrecer lecturas o acudir a una exposición o charla son buenas excusas para crecer no sólo a nivel profesional. 

 

Estas cuestiones y otras muchas siguen incrementando las inseguridades de un profesorado de FP que desea enseñar del mejor modo posible. Docentes y alumnos necesitamos guías y modelos sencillos, efectivos y realistas, que sean de fácil aplicación en las aulas y talleres de los centros educativos. Espero que os resulten útiles estas plantillas diseñadas en Canva y editables para facilitar ese borrador inicial de un proyecto o reto intermodular y sus distintas fases y producto final. 

 

👉 Más recursos al respecto en el nuevo libro "Diseña tu proyecto intermodular" disponible en papel y en digital en Amazon.  

 

Foto de 8machine _ en Unsplash

FP HORRIBILIS

jueves, 9 de octubre de 2025

 


 

Este comienzo de curso, para el profesorado de FP, puede que esté siendo el más exigente y complejo (por no utilizar otros términos) de los últimos años. Ahora no recuerdo, pese las habituales incertidumbres que siempre arrastramos, un año con tantas novedades a implementar, tantas dudas, descontento y poco convencimiento con el rumbo que hemos tomado de la mano de un nuevo sistema de FP que comenzó su andadura el pasado curso académico. 

 

Quizás sea todo una percepción personal, pero las conversaciones con profesorado de otros centros educativos, procedentes de distintas regiones y sin importar la titularidad de los centros, me lleva a esta conclusión: agobio, estrés e incomprensión de las medidas adoptadas. Y no es de extrañar. En mi opinión, nos hemos enfrascado en unos cambios necesarios que buscan transformar una FP que requiere mejoras; cambios que no pueden venir solo de la mano de un mera aplicación legislativa y una malentendida autonomía de los centros educativos. Vivimos en un last minute permanente sin una guía de viaje que nos facilite ese plausible y deseable destino. Todo son prisas y cunde cierta desorientación. 

 

El sector educativo no es un sector profesional cualquiera. En estos momentos, más allá de entender la filosofía de la nueva ley de FP y ofrecer recursos adicionales para su cumplimiento, nos hemos enfrascado en reorganizar los currículos y adoptar y adaptar los nuevos y viejos módulos como si no hubiera un mañana. Nos estamos dedicando a encajar a la fuerza este puzzle normativo sin entender el sentido de los cambios y sin caer en la cuenta de que desandar el camino resultará luego más costoso o que, en el mejor de los supuestos, todo seguirá igual pero con daños colaterales.

 

A pesar de ser docentes, es evidente la falta de pedagogía existente a la hora de enfocar todos los cambios implantados con el objetivo de una necesaria transformación de la Formación Profesional. En ocasiones parece que no hay nadie al mando o que estemos pilotados por demasiados conductores con distintas guías. Nos hemos centrado en diseccionar los currículos en ciento y una rúbricas con otros tantos criterios de evaluación, instrumentos y resultados de aprendizaje. Estamos cayendo en una excelitis donde importan más lo porcentajes, las filas y las columnas, que buscar un sentido a la evolución que necesitamos. Además, nos faltan referencias claras y relevantes que nos sirvan para encauzar las modificaciones por el mejor camino y desde ese denostado confort que nos ayudaría en esta exigente escalada. Trabajamos en un ay permanente que no facilita nuestra principal misión: preparar y dar la mejor clase posible.

 

No se trata de contraponer la FP de antaño con unos módulos profesionales a menudo inconexos y con un exceso de teoría frente a una FP donde parece que solo caben indicadores de calidad o unas metodologías que parecen desactivar al docente en lugar de activar al estudiante. La educación requiere tiempos de reflexión, debate, lecturas sosegadas y menos inteligencia artificial para cuadrar esas programaciones que tan bien relucen en nuestro escritorio virtual. Hemos redescubierto los currículos oficiales para darnos cuentas de que acaso nos habíamos dejado asuntos pendientes durante estos últimos años; sin embargo, nos atosigan ahora con un cumplimiento preciso de esos mismos currículos (a menudo desfasados) junto a nuevas competencias y resultados de aprendizaje. Todo por el mismo precio, menos horas disponibles y recursos materiales similares. 

 

Para más inri, nos enfrentamos con cierta desazón e ignorancia a una propagación ilimitada de la IA generativa en todas las áreas de la educación. Estamos acelerando ciertos procesos del aprendizaje en una FP que también es valiosa por su cariz artesano donde el método es igual o más importante que el resultado y donde nuestra materia prima son las personas. De nuevo, sin querer caer en el pesimismo tecnológico, somos unos crédulos si pensamos que la IA va a transformar la educación y esa FP que queremos. El cacareado pensamiento crítico y analítico acabará siendo otra impostura si no ponemos remedio. Corremos también el peligro de rendirnos ante una IA, que de momento nos sirve para camuflar un exceso de tareas, donde la exigencia pasa a mejor vida en aras de no complicar la existencia del profesorado o en busca de la satisfacción del mal llamado cliente. 

 

Veo difícil que nos libremos de esta galopante burocratización de la enseñanza donde todo se debe medir sin importar lo importante. Estamos cayendo en un autosabotaje continuo en una escuela que precisa pensar hacia adónde vamos y donde todo no es estandarizable ni medible. Dejemos de tirarnos piedras contra nuestro propio tejado. Simplifiquemos, por favor. Medir cada minuto en el aula, cada comportamiento, cada rúbrica o cada iniciativa, acelera el desencanto por una educación donde lo fundamental es disponer de docentes complacidos con su profesión. La docencia es relevante por esa mucha o poca capacidad que tenemos de transformar y ofrecer un mejor porvenir a alguna de esas personas que cada día se sientan junto a nosotros. 

 

Y para avanzar es necesario echar la vista atrás. Sin ilusión no hay mejora, por muchos planes novedosos que nos despachen. Entendamos la FP, y este curso que mal comienza, como una ocasión para aplicar aquellos cambios que consideramos realmente importantes y sin desmerecer el trabajo ya realizado. Además de la autoexigencia y un necesario optimismo, también es momento de demandar recursos y tiempos para que todos y cada uno de nosotros podamos aportar ese singular talento que cada docente es capaz de ofrecer en sus aulas y talleres.  

 

Foto de Matthew Henry en Unsplash

CÓMO MOTIVAR AL ALUMNADO DE FP

domingo, 21 de septiembre de 2025

 


 

Tratar de motivar a nuestro alumnado es un asunto recurrente para el profesorado de cualquier etapa educativa. Ahora, parece que volvemos a enfrentar la disciplina frente a las emociones, retornando al mismo punto de partida donde solo nos queda mantener un ambiente monacal u optar por un sucedáneo de parque de bolas. Sin embargo, en educación todo es mucho más complejo; la mano izquierda, el sentido común, aderezado de los recursos que nos debiera dar una buena formación docente, son siempre buenos aliados que nos garantizan un ambiente ideal para enseñar a esos jóvenes que pueblan nuestras aulas. 

 

En las aulas de Formación Profesional tenemos una diversidad creciente: desde los más jóvenes alumnos en la FP básica hasta adultos de cierta edad que buscan actualizarse a través de una formación reglada que les ofrece un título oficial. Estos últimos, habitualmente más maduros, no tienen problemas con la motivación; poseen motivos de sobra para estar atentos en clase y aprender lo máximo posible con el fin de encontrar un buen empleo. Cuestión diferente son los estudiantes de ciclos formativos de grado medio o superior que todavía no han definido sus intereses o que están creciendo aún a nivel personal. 

 

Los problemas se acentúan con estos otros perfiles con un alto grado de inmadurez o con ciertas dificultades personales o sociales que influyen en su comportamiento y seguimiento del curso. Tenemos multitud de chicos y chicas disruptivos, con ansiedad, distraídos, con poca autoestima, o, simplemente con una mala experiencia educativa en sus años de escolarización obligatoria. La experiencia o las percepciones nos podrían indicar que estamos peor que nunca, y que además, el nivel educativo tiende a empeorar año tras año. Pero nos faltan datos además de percepciones. 

 

Podemos analizar los últimos informes PISA publicados en 2023 que nos indican un empeoramiento en comparación con los resultados de 2015: España ha caído 15 puntos en matemáticas, 22 puntos en lectura y ocho puntos en ciencias. En comparación con los resultados de 2012, España ha caído 11 puntos en matemáticas, 14 puntos en lectura y 11 puntos en ciencias. Aunque, por otro lado, este mismo informe señala: "En España, los adultos de más edad (entre 55 y 65 años) mostraron un nivel de competencia inferior al de los jóvenes de 25 a 34 años en lectura, matemáticas y resolución adaptativa de problemas. En lectura, los adultos de 55 a 65 años obtuvieron 18 puntos menos que los de 25 a 34 años (media de la OCDE: 30 puntos menos). Las brechas competenciales entre los adultos de más edad y los más jóvenes podrían reflejar efectos del envejecimiento, pero también diferencias en la calidad y la cantidad de la educación y la formación entre generaciones."

 

Por tanto, no todo es blanco y negro, a pesar de las deficiencias que arrastra el sistema y que no son motivo de análisis en este artículo. Lo que sí es seguro es que cada generación es fruto de sus circunstancias. En la actualidad, si analizamos el Informe de juventud en España (Injuve, 2024), podemos conocer algo mejor las distintas preocupaciones o problemáticas que tienen nuestros jóvenes y que se resumen en los siguientes puntos en la actual coyuntura:

 

  • Minoría demográfica Vs envejecimiento del país.
  • Diversidad creciente.
  • Cualificación al alza y menor abandono escolar
  • Precariedad vital multidimensional.
  • Salud mental en crisis.
  • Valores (igualdad, sostenibilidad, familia y amistad)
  • Brecha y tensiones de género.
  • Identidad digital y alfabetización desigual.
  • Sentimiento de incertidumbre y reivindicativa.
  • Individualismo pragmático con solidaridad.
  • Trayectorias “zig‑zag” hacia la adultez tardía.

 

Bien sabemos que los problemas de salud mental son crecientes (la soledad no deseada y ansiedad autopercibida alcanza cuotas preocupantes) o que ahora hay más población extranjera en las aulas, así como que el ocio pasa por estar conectado a Internet en cualquier lugar y momento. Pero, ¿qué hacer en el aula ante este panorama? Como profesionales no nos queda otra que adaptarnos sin perder de vista los motivos de siempre que deben dar sentido a la educación: que todos nuestros alumnos y alumnas aprendan para poder labrarse un futuro digno. Ahora bien, para afrontar del mejor modo nuestra enseñanza en el aula y en un contexto complejo, nos podemos ayudar de la psicología del comportamiento y de las estrategias que algunos investigadores nos confirman que son útiles y no requieren demasiados cambios profundos. 

 

Os recomiendo la lectura del libro "Hábitos para una escuela exitosa", de Harry Fletcher-Wood, que nos señala la importancia de las rutinas escolares, la importancia de descomponer las tareas en pasos simples, dividir la clase en tiempos diferenciados y utilizar modelos o ejemplos en aquellas actividades que deben llevar a cabo los alumnos. Simplificando, demasiado quizás, debemos buscar captar la atención a través de pequeños sprints de dificultad creciente, donde el profesorado sea capaz de evaluar y retroalimentar a sus alumnos a través de distintos instrumentos. Este libro va en consonancia de una evaluación formativa que, en Formación Profesional, es uno de los ejes del nuevo sistema a la hora de programar los módulos profesionales o plantear proyectos intermodulares. Es necesario utilizar distintos instrumentos de evaluación (checklists, coevaluación por pares, cuestionarios, rúbricas, evocación, etc.) donde el alumnado además de demostrar su aprendizaje y competencias, sea cada vez más autónomo contando con nuestro apoyo y diseño de unas rutinas en el aula. 

 

En definitiva, como docentes, podemos motivar al alumnado desde distintas acciones que encajan muy bien con esa evalución formativa y la necesidad de establecer rutinas con objetivos específicos, estimulantes y alcanzables:

 

  • Demostrar la importancia y dar valor inmediato de lo que van a aprender.
  • Presentar referentes de quien quieren ser: docentes, compañeros, personalidades, ídolos…
  • No destacar las malas conductas del grupo, enfatizar los cambios y progresos de los alumnos.
  • Establecer prácticas gradualmente más exigentes.
  • Establecer plazos de entrega cercanos, automatizar recordatorios desde las plataformas, checklists. 
  • Miniretos por clase: entregable / evidencia y feedback inmediato
  • Cambiar el contexto en el aula: evitar distractores, parejas de trabajo
  • Normas y consecuencias claras, feedback privado
  • Retos colaborativos y con éxito compartido
  • Retos con responsabilidad económica real

 

Seleccionar y profundizar en alguna de estas acciones, según sean nuestros objetivos como docente, puede ayudarnos a mejorar el clima del aula y, más que dar motivos al alumnado, facilitar su atención a pesar de sus inquietudes o de una edad que no acompaña a la hora de ponerse a trabajar durante varias horas seguidas cada día. El tiempo nos pone a todos en el sitio, pero, con nuestra ayuda, el tránsito de los estudiantes hacia la vida profesional puede ser más llevadero. 


Cito a Meirieu, como así me gusta hacer al final de algunas presentaciones dirigidas al profesorado, porque además de técnicas es fundamental inspirar cierta esperanza hacia esas personas que comienzan a buscar motivos para crecer:

 

 "...nuestro trabajo consiste en convencer a nuestros alumnos, contra toda fatalidad, de que un futuro diferente es posible. Un futuro en el cual, gracias a que habrá conseguido aprender, podrá comprender mejor y comprender el mundo, y así asumir, prolongar y subvertir su propia historia". 

Foto de Masood Aslami en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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