MI FP DESEADA

domingo, 21 de diciembre de 2025

 


 

Termina el año natural, que no académico, con ansias para que lleguen las deseadas vacaciones navideñas. Parece que el próximo año 2026, además de salud, trabajo y amor, muchos desearemos que la nueva FP no termine con nosotros... y todos esos módulos estrenados, resultados de aprendizaje evaluados y programaciones aplicadas no sean la puntilla de esta cada vez más larga vida laboral. Las aspiraciones son dispares pero todos anhelamos un reposo no solo físico sino mental para afrontar el resto del curso. Alejarse para conectar mejor con lo que está por venir. 

 

Ahora que acaba el año, y además de despotricar (de poco sirve) y de tener los mejores deseos para todos los que andamos enredados en la formación profesional, tenemos la posibilidad de parar y tomar fuerzas para retomar caminos y recordar la importancia de nuestra labor para esos estudiantes que, a pesar de todo, esperan algo de nosotros. También ellos tienen ganas de cambiar el tercio y cortar con la rutina de seis horas diarias frente a los discursos y manías que cada uno de nosotros presentamos. Y aquí no hay quien se libre: los de las metodologías activas, pasivas, tradicionales o innovadoras... Ya no sabemos si vale la pena conservar lo que ya está caduco y es inapropiado o progresar cuando hay medidas, modas y ocurrencias que retrasan la finalidad de nuestra profesión. Nos estancamos con nuevos viejos problemas sin recordar la educación por la que suspirábamos. Nos hemos atiborrado de consignas vacías que ahora quieren rellenarse con una densa instrucción. ¿Back to the past?

 

En mi opinión, como docente, entiendo que siempre tenemos margen de mejora tanto a nivel técnico como en relación a los modos de enseñar. El problema ahora, con el susodicho nuevo sistema de FP, se acentúa cuando dejamos de tener tiempo para formarnos en cómo aprende mejor nuestro alumnado o es complicado investigar y obtener recursos para conectar con ellos. Además de los problemas de disciplina, la soporífera burocracia o la heterogeneidad en las aulas, es esencial seguir desarrollando técnicas y herramientas docentes de la mano del conocimiento que nos muestran los estudios y la experiencia. Sin obviar que es necesario alimentar nuestra pasión y dedicación profesional desde la evocación constante hacia la trascendencia que puede tener nuestra materia y acompañamiento personal. 

 

Nos siguen faltando conversaciones y lecturas sobre cómo dar clase y qué sentido tienen las rutinas que con mayor o menor acierto llevamos a cabo en nuestro día a día. Convenir y dialogar desde estructuras horizontales pero no desde la ocurrencia del momento ni de lo que me conviene a nivel personal. Poco ayuda la constante crítica hacia el menor nivel de los estudiantes si no viene acompañada de una reflexión más allá del cumplimiento de nuevas normas que corresponde debatir con conocimiento y no con temor a ser señalado o escurriendo el bulto. Espero personalmente algo más de sosiego para compartir por aquí ideas y lecturas sugestivas que necesitan de ese reposo ansiado.

 

La mejora no solo puede proceder de recetas generadas de una IA que no siente lo que ocurre en un aula. Aceleramos la creación de materiales pero continuamos con un estrés creciente donde la dedicación a cada alumno o alumna no obtiene la calma precisa. Me parece imprescindible que como docentes mantengamos un interés genuino por el estudiante y estemos en la búsqueda permanente sobre cómo podemos influir para que no caigan en el derrotismo vital que ahora todo lo empaña. Debemos frenar la desesperanza y agitar en el mejor sentido a unos alumnos que son nuestro presente y futuro como sociedad.

 

Espero que en este curso 2025-2026 terminemos con los parches que hemos puesto en cada ciclo o módulo reformado y nos dediquemos a tejer unas costuras firmes pero flexibles que resistan las dificultades para sostener una relación fructífera entre docentes y alumnos más allá de porcentajes y simulaciones. Busquemos el confort para enseñar mejor, desde la sencillez pero sin el simplismo propio de quienes nos mandan a perseguir sueños con sedantes baratos y contando con aquellos que aún creen en una educación transformadora donde los más jóvenes quieren ser escuchados y necesitan entender la importancia en sus vidas del conocimiento, la cultura y unos valores más allá del individualismo reinante.

 

Mis mejores deseos para todos.  

IABORÍGENES EN FP

jueves, 11 de diciembre de 2025

 

IA GENERATIVA FP


 

Hacer un uso adecuado de la inteligencia artificial generativa es una de las principales preocupaciones de cualquier docente. Tenemos claro que el alumnado (y el resto de mortales entre los que se encuentra el profesorado) tiene la tentación de utilizar las herramientas actuales y futuras de la IA generativa para cumplir con el expediente, ahorrar esfuerzos y ser así lo más eficiente posible a la hora de cumplir con las tareas encomendadas desde cualquier módulo profesional. ¿Quién no aprovecharía tamaño filón? 

 

Podemos rompernos la cabeza en cómo evitar el abuso o esos plagios que nos cuelan desde la inocencia y habitualmente con nuestro beneplácito. Sin embargo, las herramientas digitales que comprueban y dan su veredicto en un probable porcentaje de plagio son cada vez más inútiles. Engañar al engañador es placentero, como diría Maquiavelo, pero las pruebas no son irrefutables. Luego nos queda la alternativa de intensificar las pruebas orales y escritas (el examen de toda la vida) y así dejar claro que no hay escapatoria al poder supremo del profesorado (léase con ironía). O, incluso, podríamos dar la batalla por perdida y esperar que esa Generación Alfa (o IAborígenes) que más pronto que tarde poblarán nuestras aulas, nos utilicen como un recurso humano que facilite la conversación, el aprendizaje y la curiosidad del alumnado con un enfoque integral. 

 

Mientra tanto, podemos seguir experimentando y tratando de conocer cómo funcionan esas herramientas de IA generativa que aparecen, se actualizan y se desvanecen dentro de esa burbuja digital de la que ya no podemos escapar. Podemos buscar modos para que nuestro alumnado aprenda y profundice de un modo crítico sin volverse totalmente dependiente de una IA que no facilita la reflexión ni la digestión lenta de lecturas o problemas planteados. La IA puede ser la nueva olla exprés frente a la olla de hierro fundido; las dos herramientas pueden subsistir en función del guiso preferido. En la dieta puede estar el secreto de toda este desasosiego digital que podría terminar empachándonos y con el peligro de pretender volver a una dieta paleo(lítica) donde el papel y la tiza sean los únicos ingredientes para evitar los complejos artificiales.

 

En mi opinión, entiendo que la IA generativa ya produce mejores resultados que casi cualquier estudiante de FP. Deduzco que el diseño de actividades y materiales técnicas y específicas es ahora mucho más sencillo y probable para el profesorado. Antes del advenimiento (preciosa palabra) de la IA no era demasiado popular la creación de materiales propios; ya sea por la falta de tiempo o la dificultad que conlleva esta tarea. La dependencia del libro de texto o de esos manuales técnicos ha sido, y sigue siendo, la norma reinante en muchas aulas de Formación Profesional. Sin embargo, ahora mismo es extremadamente fácil programar, crear contenidos y diseñar actividades según la complejidad requerida. Historia aparte es el cuidado que pongamos en la revisión de los materiales generados y en cómo queramos aderezar esos contenidos con nuestra esencia personal. 

 

El presente mercado de tecnología educativa, del que no ando todo lo actualizado que debiera, nos ofrece multitud de herramientas que, como lo fueron otras en el pasado, acabarán pasando a mejor vida. Ahora, las multinacionales del sector parecen haber tomado de nuevo la delantera; las aplicaciones de Google o Microsoft nos ofrecen un entorno conocido y ligado a otros servicios que ya venimos usando. Su gratuidad parcial (de momento) nos volverá a cautivar para bien y para mal a nivel educativo. Volveremos al redil del oligopolio probablemente. 

 

Como docente con las miras abiertas, aunque receloso con ciertos aspectos de la digitalización, encuentro multitud de oportunidades con herramientas como NotebookLM o los Gems de Google. Diseñar materiales de estudio o ayudantes para tareas rutinarias con fuentes de información controladas y de calidad es ahora más sencillo que nunca. Luego, con Gemini o ChatGPT también podemos mejorar contenidos propios y personalizarlos en función de nuestros objetivos (empleo, publicaciones, investigación, etc.) pero sin perder de vista esa personalidad propia necesaria para evitar ese empacho actual de datos generados sin ton ni son que no respetan las fuentes originales ni la creatividad humana. Algo similar ocurre con herramientas como Canva donde cualquier persona con una formación mínima puede producir diseños aparentes con la IA como asistente. Aún así, como comentaba anteriormente, la cultura y la sabiduría que otorgan las experiencias vitales y el estudio, son diferenciales para una producción si no óptima al menos adecuada. 

 

Aún así, y siguiendo las recomendaciones de expertos en estos asuntos (ver estudio "La inteligencia artificial en la formación profesional"), la evaluación sigue siendo la clave en nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje; debemos pasar a un modelo de evaluación formativa donde se haga un uso a la medida y gradual de la IA en función de los resultados de aprendizaje y criterios de evaluación que precisamos en cada momento. Tenemos un amplio abanico de posibilidades: desde limitar totalmente la IA para ciertas actividades, pasando por hacer uso de la IA solo para evaluar los resultados, hasta promover su utilización de un modo responsable y crítico. Todo ello requiere una reflexión en nuestros claustros, donde, por una vez, no caigamos en la adopción de tecnologías sin haber leído, discutido, experimentado con la contribución de personas doctas y fuentes confiables tanto a nivel tecnológico como educativo. 

 

Foto de Crawford Jolly en Unsplash

JUVENTUD, LEGALISMO Y FP

lunes, 8 de diciembre de 2025

 

 

El nuevo curso ha traído los mismos viejos problemas junto a otros añadidos que surgen conforme cambian los tiempos. Ya no hablo de diferencias generacionales, o esa seductora inteligencia artificial generativa ya omnipresente en los teclados propiedad de docentes y discentes (perdón por el pareado). No alcanzo a ver claro el rumbo que toma nuestra estimada Formación Profesional. Quizás no hemos entendido hacia dónde nos debería llevar este nuevo sistema de FP. Más allá de esas personas y entidades disruptivas que siguen siendo minoría en el panorama actual, no parecemos caer en la cuenta del sentido de una FP renovada con el propósito puesto en nuestro alumnado y en las empresas colaboradoras.

 

Tenemos en las aulas estudiantes de carácter cada vez más heterogéneo pero que suelen coincidir en un resultadismo donde priman para ellos las calificaciones sobre la curiosidad y el aprendizaje. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, ahora hay que añadir nuevas situaciones con jóvenes inseguros o con otros problemas emocionales junto a la indolencia o la inmadurez propias de la edad y que tanto cuestan conducir en el día a día en el aula. No existen manualesagentes de IA personalizados, coaches ni planes innovadores milagrosos que nos resuelvan estas circunstancias. Formación, especialistas, tiempo disponible y una ratio menor suelen ser el mejor refuerzo. 

 

Aún así, hay que valorar el esfuerzo de una juventud donde el despreciativo término "nini" está en sus cuotas más bajas. Cada vez son más lo jóvenes que estudian y trabajan, a pesar o gracias a esa precariedad sostenida en un modelo que funciona gracias al consumo permanente en "experiencias" frente a la imposibilidad de adquirir una vivienda o ahorrar con un propósito realista y a largo plazo. Tenemos en nuestras aulas a muchos de estos jóvenes que madrugan para estudiar y luego se pasan la tarde o el fin de semana reponiendo, sirviendo mesas o frente a una caja registradora. Además de, como corresponde y es saludable, tratan de buscar diversión y su propio espacio junto a otros jóvenes en un mundo -el que les hemos dejado- que adora las pantallas y la apariencia que reflejan. Necesitan buenos motivos para seguir formándose en una realidad internacional política y económica incierta.

 

En mi opinión, como adultos y a pesar del diferente bagaje que cada uno aportamos, desde la FP podemos ser la tabla de salvación o ese "Pepito Grillo" que les aliente y facilite una transición al mundo profesional o hacia otra etapa académica donde lo que más importa es: ser una persona atenta, con interés, perseverante y afable en el trato. Buenos chicos y chicas críticos con los estímulos que reciben. Sin desdeñar esas competencias técnicas y digitales que mudan permanentemente y que pueden menoscabar su empleabilidad. Para ello, no nos queda otra que empatizar con el alumnado sin perder una mirada donde la eficiencia y el legalismo nunca debiera ser lo más importante en la educación a pesar de las necesarias mediciones o sistemas de calidad que nos interpelan y constriñen en exceso. 

 

Luego, y a pesar de nuestras propias miserias y fallos que cometemos diariamente a nivel personal o profesional, no es necesario empantanarse en una desacertada aplicación de una normativa de Formación Profesional donde se corre el riesgo (tal vez ya hemos caído...) de pensar en su estricto cumplimiento antes de en otras cuestiones más fundamentales: ¿Nos estamos relacionando más con las empresas de nuestro sector?, ¿nos planteamos algún tipo de investigación educativa para mejorar el aprendizaje o actualizar competencias?, ¿llevamos a cabo una evaluación realmente formativa?, ¿tenemos medios para atender la diversidad y la inclusión?, ¿hemos actualizado los recursos del aula o talleres?, ¿estamos siendo flexibles como el sistema proclama?

 

No tiene sentido disfrazar los módulos profesionales a través de unos anticuados resultados de aprendizaje (RA) donde lo que más importa es demostrar su adquisición mediante tantos instrumentos como criterios de evaluación los sostienen. Esta no puede ser la obsesión actual o la situación se volverá ingobernable o programar será una farsa consentida. Los efectos indeseados son ya perceptibles en cuanto nos dedicamos a trocear un módulo y diseñar exámenes atendiendo únicamente a esa división de resultados de aprendizaje; o, en el momento en que nos ofuscamos con decenas de porcentajes en lugar de diseñar retos significativos para el alumnado y el sector al que dirigirán sus primeros pasos profesionales.

 

Espero que sepamos desandar el camino cuando sea necesario, así como tomar esa nueva senda que nos debiera llevar a buscar otras formas de enseñar de la mano de la experiencia y la participación de los compañeros que siguen creyendo en la juventud y en una FP transformadora.  

 

Foto de majd altaifi en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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