NUEVO CURSO DE FP: ¿SEGUIMOS CON LOS MISMOS OBJETIVOS?

domingo, 31 de agosto de 2025

 

FP 2025 2026

 

Nuevo curso 2025-2026. Supongo que con distintos ánimos, como no puede ser de otro modo, encaramos cada docente el año académico con dosis de trabajo extra y no demasiado convencidos de las modificaciones iniciadas el pasado curso. Además de los nuevos módulos y la dualización que ahora se completará, andamos sumergidos con nuevas programaciones que debieran suponer ciertos cambios en el enfoque de nuestros módulos profesionales, teniendo en cuenta la intermodularidad demandada y la optatividad al igual que la introducción de la digitalización y sostenibilidad de un modo práctico y no anecdótico. 

 

Además de todo ello, y aunque de momento no parezca una prioridad, la nueva ley de FP también impulsa ciertos aspectos fundamentales para su mejora. Me refiero tanto a la investigación e innovación aplicada, tanto técnica como pedagógica, así como a continuar progresando en el emprendimiento y la internacionalización a través de programas que faciliten su desarrollo sin que sea necesario un sacrificio personal demasiado costoso. Esperaremos a que se hagan realidad y cobren sentido todos esos términos que las normas nos arrojan y que tomamos con mayor o menor acierto desde la intuición o el voluntarismo: evaluación formativa, proyectos o retos, orientación profesional, inclusión, etc. 

 

Personalmente, solamente con reprogramar módulos con las nuevas cargas horarias, añadir nuevas competencias así como tratando de dar sentido y coordinar los proyectos intermodulares, ya tengo suficiente faena. En esas estamos gran parte del profesorado, sin obviar los desafíos diarios a los que nos enfrentamos cada año: mejorar la enseñanza y el aprendizaje, motivar al alumnado, lidiar con la burocracia, actualizar recursos limitados, bregar con las tecnologías, etc. Queda poco tiempo para debates o abundar en la queja como terapia. 

 

Gracias a la profesionalidad docente estas primeras semanas podemos lidiar con todos estos frentes abiertos que dejamos aparcados antes de las vacaciones estivales. Ahora, según me dice la experiencia, es momento de focalizarnos en aquello que consideramos más relevante para nuestro alumnado. A pesar de la normativa o de la organización académica, de esas programaciones oficiales que a muchos atormentan, o de todo el trabajo extra que seguirá suponiendo la dualización de la FP en primer y segundo curso, creo que es necesario centrar los esfuerzos en lo estrictamente necesario para preparar unas clases exigentes y sugestivas. La educación y la transformación del sistema de Formación Profesional no vendrá de las prisas y de los cumplimientos estéticos. Y todos, desde los docentes noveles hasta lo más experimentados, aportamos desde nuestras particularidades y la implicación en esta valiosa profesión. 

 

Este curso deberá suponer un nuevo paso a ese modelo de FP donde el objetivo es mejorar el trabajo que veníamos haciendo a través de competencias actualizadas y en consonancia a los cambios sociales y tecnológicos que se suceden en el mundo del trabajo. La inquietante entrada de la inteligencia artificial, así como los distintos perfiles de alumnado en nuestras aulas, o el exigido contacto con las empresas, son retos enormes que se suman a la tarea básica del todo profesor o profesora: dar clase cada día. Comenzar este nuevo curso con buena cara, a pesar de las distintas circunstancias personales y profesionales que cada uno vive, puede ser más fácil si centramos la mirada en cada uno de los alumnos que retornarán o acudirán por primera vez a nuestras clases. Somos la única tabla de salvación para algunos. No sé si cada vez vienen peores o mejores, pero nuestra obligación es atenderles y ofrecerles oportunidades donde el éxito educativo les sirva de acicate para seguir progresando de forma autónoma. Luego ya despotricaremos.

 

Podría enumerar las múltiples demandas o sugerencias que, desde este espacio personal, llevo anhelando hace demasiados años y que han dado lugar a otros tantos artículos. Desde la necesidad de compartir recursos a través de espacios impulsados y compartidos por las distintas comunidades autónomas y centros educativos, a mejorar e igualar las condiciones laborales del profesorado (carga horaria, salarios, etc.) de las distintas redes públicas y privadas, a diseñar planes de formación del profesorado de FP desde el conocimiento y la investigación educativa, o que la normativa educativa y sus presupuestos se diseñen con la mirada puesta en facilitar al profesorado sus responsabilidades y promover una FP excelente a todo el alumnado interesado. Para todo ello es necesario invertir y que nos lideren equipos con visión de futuro y actitud de servicio.

 

La desesperanza es un tren que se toma muy fácilmente. Transitar a lo largo de cada curso implica un largo recorrido a pie, con algunas cuestas, que es más llevadero si lo hacemos junto al apoyo de los compañeros, el aliento y ejemplo de los equipos directivos y una administración educativa que comunique y planifique con los medios y tiempos que necesita una buena educación. Os deseo un muy buen curso. 


Foto de Nic Low en Unsplash

NO USES LA IA EN EDUCACIÓN

miércoles, 23 de julio de 2025

NO USES LA IA EN EDUCACIÓN

 

Maticemos el título de este artículo. Ya sé que si no haces uso de la Inteligencia Artificial no eres persona de este tiempo y estarás perdiendo un sinfín de oportunidades que tu alumnado merece conocer y que, pese a la galopante contaminación que provoca, es inevitable; a pesar de esas múltiples consideraciones éticas que citamos pero desdeñamos desde el momento en que nos damos de alta en cualquiera de las herramientas del momento que buscan nuestra atención y datos con ánimo de lucro. Perdón por la longitud de esta proposición: cojo aire de nuevo. 

 

No hacer uso de la IA en el aula o fuera de ella es equivalente a luchar contra molinos generadores de texto e imágenes escurridizas que sabemos tienen la batalla ganada. El problema acontece cuando consumimos IA generativa al estilo fast food educativo donde ni el proveedor del aprendizaje (el docente) ni el consumidor habitual (el estudiante) contemplan su proceso de elaboración. Todo vale si está rico. Nos hemos rendido a una IA en forma de vending (interesante artículo al respecto de Owen Matson) sin acordarnos de esa motivación que nos llevó a diseñar actividades de enseñanza y aprendizaje poniendo el foco en unas metodologías activas que ahora pueden acabar desactivadas. Como sostiene Matson, hemos pasado de poner el centro de la educación en un o una docente que transmitía información de un modo unidireccional, a basar el aprendizaje (o lo que ahora sea) en unas herramientas que generan contenidos y ofrecen retroalimentación gracias a unos algoritmos avanzados. Del chef supremo a la thermomix

 

La educación es poco amiga de la celeridad. Sin embargo, bien sabemos que ahora cualquier tarea académica puede ser resuelta con cierto crédito en tan solo unos segundos. Optimizar nuestro tiempo y esfuerzos es algo connatural a la mayoría de seres humanos que ahora, con esta IA en progresión constante, nos lleva a tomar atajos para avanzar en nuestra formación, y no siempre en nuestro aprendizaje. Diseñar tareas que no puedan ser resueltas con ayuda de la IA se ha vuelto literalmente imposible. Más allá de retomar exámenes escritos u orales sin la ayuda de dispositivos digitales, procede reflexionar cómo podemos favorecer los procesos cognitivos del alumnado. No es sensato demandar contenidos que bien sabemos se generan sin ese esfuerzo mental que las lecturas o los diálogos enriquecen personalmente. ¿Por qué tenemos tanta prisa en conseguir unos resultados que no permanecen? 

 

No usemos siempre la IA. Es necesario limitar su uso, conocer su funcionamiento y educar sobre sus posibilidades y riesgos. Cuando diseñamos tareas o programamos sesión de clase, debemos contemplar momentos iniciales donde no se permita el uso de la IA. Es necesario sentar ciertas bases antes de comenzar a generar resultados haciendo uso únicamente de unos materiales que hay que comprender o de unos conocimientos previos que hay que ordenar para seguir avanzando. Luego, teniendo en cuenta ciertas pautas, puede ser deseable contrastar o añadir aquellos contenidos que la IA genera. Los estudiantes deben ser conscientes del sentido de esta forma de trabajo y de las bondades que conlleva un esfuerzo de comprensión y razonamiento sin necesidad de alimentarse de datos procesados. Difícil tarea la nuestra.

 

Como docentes, tenemos ahora la ocupación de ser más selectivos que nunca con los contenidos trabajados en el aula, además de ser capaces de generar situaciones de aprendizaje verdadero donde no importe demasiado el producto final sino que cultivar y cocer a fuego lento unos ingredientes (a pesar de los aditivos) sea la mejor forma de adquirir conocimientos con sentido educativo. Podemos perpetuar la farsa a la hora de programar, seguir cocinando porcentajes, copiando y pegando de la IA o plagiando sin rubor contenidos para cumplir con los procedimientos escolares obligados; sin embargo, no cometamos el error de facilitar una educación anodina donde importen más los prompts que el pensamiento. En caso contrario, no nos echemos las manos a la cabeza cuando los alumnos tengan dificultades para comprender textos, no sepan distinguir la desinformación o sean carne de cañón de los desalmados de siempre. 

 

Foto de Zhouxing Lu en Unsplash

SIMPLIFICAR LA EVALUACIÓN EN FP

lunes, 21 de julio de 2025

 


 

Según la RAE,  SimplificarHacer más sencillo, más fácil o menos complicado algo.

 

A menudo nos complicamos nosotros mismos las obligaciones docentes. Una de las responsabilidades del profesorado, habitualmente la menos grata, nos obliga a evaluar a cada uno de nuestros estudiantes. Ahora, con el nuevo sistema de Formación Profesional, y con esa evaluación formativa que no siempre tenemos clara, nos hemos enzarzado con esos múltiples resultados de aprendizaje (RA) y criterios de evaluación (CE) que en teoría deben ir ligados a una serie de unidades didácticas y que podemos ponderar y calificar según nuestro criterio profesional. Hasta aquí todo bien. 

 

El problema aparece cuando en lugar de centrarnos en el aprendizaje y en qué nos aportan los RA, cómo alcanzarlos y de qué forma podemos actualizarlos para que nuestros alumnos sean más competentes en su sector, centramos nuestros esfuerzos en diseñar una programación y una evaluación que justifique cada paso de una forma exhaustiva y mediante un sinfín de porcentajes. ¿Son necesarias esas hojas de cálculo donde se cruzan multitud de datos que el alumnado comprenderá con dificultad y que a muchos docentes les ocasionan inseguridad? Dudo que de este modo vayamos a mejorar la enseñanza. 

 

Volvamos al concepto de evaluación formativa. Su introducción en la FP tiene sentido cuando convierte la información sobre el aprendizaje en acciones de mejora aquí y ahora, fomentando la autorregulación del alumnado y haciendo que la enseñanza responda a las necesidades reales que van surgiendo en el aula. Sin embargo, como es habitual, nos focalizamos en esa otra evaluación, la sumativa, donde interesa una calificación final que se obtienen a través de una serie de fórmulas más o menos complejas. La nota de toda la vida y por la que más preguntan nuestros queridos alumnos.

 

Así que ahora, y para no variar, andamos enfrascados en cómo se obtiene esa calificación final de cada módulo teniendo en cuentas los distintos RA que lo componen; en lugar de ese modelo "clásico" donde se califica normalmente a partir de las notas obtenidas en cada evaluación y en función de una serie de unidades didácticas o temas clasificados por contenidos. Ahora, un error de conceptual o simplemente por comodidad, nos lleva a camuflar esas unidades didácticas para luego simplemente renombrarlas o esconderlas tras esos RA que nos exige el currículo oficial. Cuando, en teoría, debiéramos transitar hacia un modelo donde la calificación del módulo se obtenga a través de la valoración ponderada de cada uno de los RA que lo forman y que a su vez contienen esas unidades didácticas mencionadas. De este modo normalizaríamos los currículos oficiales de esta FP que transita desde los grados A hasta los grados E

 

La normativa y el lenguaje educativo poco ayuda al docente. Consultando esta guía para elaborar el proyecto curricular de un ciclo formativo en la Comunitat Valenciana, y a pesar de la buena intención, puede resultar desesperante como ayuda para configurar la evaluación del ciclo o módulo correspondiente. Si nos metemos a programar la evaluación de un ciclo, trabajando de un modo intermodular, la complejidad es aún mayor. Por todo ello, es imprescindible simplificar porcentajes y fórmulas, centrando nuestro tiempo en el diseño de tareas, pruebas, prácticas o instrumentos que faciliten tanto la evaluación formativa como la sumativa. Podemos para ello plantear una auténtica evaluación formativa y continua que facilite información al estudiante para su progreso personal. No es conveniente mantener esa parcelación de los módulos donde incluso se suspendía a un estudiante por no superar un tema. Las evidencias (pruebas, ejercicios, portafolios, tareas...) acumuladas a lo largo del curso certifican el logro de los aprendizajes necesarios de cada módulo y ciclo formativo. 

 

En mi opinión, debemos pasar a un modelo donde de una forma clara, tanto los docentes como el alumnado, puedan ver cómo se obtiene su nota poniendo en valor los aprendizajes obtenidos. Debemos ser capaces de seleccionar los contenidos más valiosos relacionados con cada RA para no convertir la programación en una carrera simulada donde sabemos que nadie va a ser capaz de llegar a la meta. Ahora, con la disminución de la carga horaria de muchos módulos profesionales, es todavía más improbable alcanzar esos RA que solíamos delegar en unos libros de texto imposibles de terminar. Las normas están para ser cumplidas, pero considerando su espíritu para que no acaben siendo un mero trámite de cara a la galería.

 

La nueva FP nos incita a ser capaces de coordinar módulos e introducir esas otras competencias que se añaden o transforman con el tiempo: digitalización, la sostenibilidad, el emprendimiento, la comunicación o ese pensamiento crítico que no siempre sabemos cómo trabajar en el aula pese a la importancia que le concedemos públicamente. Aunque también indica que es necesaria una dotación de recursos. No nos liemos con esas décimas y porcentajes que bien sabemos no son relevantes para alcanzar aprendizajes. Deberíamos perder el tiempo, aún más escaso el próximo curso, replanteándonos el trabajo en equipo de los docentes junto a la actualización y/o estudio de los módulos asignados. Si bien para ello hacen falta pautas claras y comunes para evitar incongruencias y quebraderos de cabeza del profesorado. Simplifiquemos.

 

Foto de Maxwell Dugan en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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