Los boomers del presente solo hacíamos gala del chandal durante las clases de gimnasia o algún que otro domingo para recoger níscalos en el monte más cercano. Pero, a diferencia de esos tiempos (no siempre mejores), ahora los zapatos y las camisas han pasado a mejor vida y solo se utilizan en ocasiones muy especiales. El chandal gris con elasticos ajustados en los tobillos y mangas es ahora el paradigma de la moda retro y el uniforme escolar no oficial más deseado por una creciente multitud de estudiantes.
En mi particular batalla contra el chandal he llegado a amenazar con algún punto menos en las presentaciones orales (aunque nunca he cumplido la advertencia) o con el destierro indefinido al parque urbano más cercano a la clase. Todo sea para que, en clave de humor, reflexionen acerca de la idoneidad de su vestimenta en función de las circunstancias. Ahora que se llevan tanto las soft skills debiéramos añadir, quizás no la elegancia, pero al menos un cierto gusto adecuado al marco profesional donde se moverán los alumnos en el futuro una vez finalicen su titulación de FP.
Por suerte, los docentes no tenemos que sufrir obligatoriamente un traje de chaqueta y corbata, pero, al paso que vamos, no será raro ver a algun joven teacher arremangado y con una reedición del chandal de Di Stefano dando una clase magistral o gamificando sin medida. Como parece ser que dijo Karl Lagerfeld: "Los pantalones de jogging son una señal de derrota, de que perdiste el control de tu vida". Ayudemos pues a que lo recuperen.
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