¿A QUIÉN SEGUIR EN LINKEDIN COMO DOCENTE DE FP?

miércoles, 30 de abril de 2025

 

linkedin y formación profesional

 

El otrora famoso Entorno Profesional de Aprendizaje, también llamado PLE, surgió en su día como una metodología personal para seguir aprendiendo a nivel personal y profesional, a la vez que se compartían los conocimientos adquiridos y las experiencias o recursos acumulados a lo largo de la larga carrera docente. Uno de sus pilares, la red social de aprendizaje, incluiría a aquellas personas que nos aportan recursos, experiencia, reflexiones o cualquier otra enseñanza afines a nuestra área profesional. Cuando se puso de moda este término, hace ya más de dos décadas, las redes sociales comenzaban a emerger. En 2006 surgió Twitter (rebautizado ahora como "X"), que pasó a ser la red por excelencia de los docentes que se animaban a compartir y entablar relaciones en un clima profesional y a su vez amable. Con el señor Musk, aunque también algo antes de su adquisición, pasó a ser principalmente un tablón de anuncios con no demasiadas interacciones o destinada a aquellos con fuerzas para la discusión permanente. A pesar de que aún es útil para estar informado o actualizado en ciertos temas; siempre que seas riguroso a la hora de filtrar contenidos y perfiles insustanciales.

 

Ahora, en mi opinión, este PLE se puede nutrir mucho mejor de otra red social, todavía más antigua pero que ha crecido enormemente en los últimos años: LinkedIn. Apareció en 2003 y, tras su adquisición por Microsoft, continúa incrementando sus usuarios hasta los más de mil millones de personas que pueblan esta red en la actualidad. Una barbaridad que no ayuda demasiado a filtrar perfiles que sean de interés para el crecimiento profesional o para aquellos que lo utilizan como fuente de empleo o de potenciales clientes. A los que nos dedicamos a la Formación Profesional es, sin duda alguna, un espacio muy provechoso tanto para aprender de otros compañeros docentes como para estar al tanto de la actualidad del sector de nuestra familia profesional. Asimismo, es un excelente medio para mantener contacto con antiguos alumnos, ya titulados, o conocer perfiles de empresas de interés para nuestro alumnado actual y su formación práctica o futuro empleo. 

 

También tiene sus peros, como no podría ser de otra forma. Como todas las redes, tiene su punto de seducción digital para mantenerte en constante conexión en su aplicación a través de las distintas e incesantes notificaciones (conviene desactivar las menos relevantes). Además, el ruido digital de esta red, de carácter originalmente profesional, a veces se desvía a otras cuestiones algo más mundanas (por llamarlas de alguna forma). Igualmente, es fácil tropezarse con contenidos generados toscamente por la IA para ganar usuarios a costa de nuestro tiempo. La solución más fácil, para evitar estos inconvenientes, pasa por dejar de seguir a ciertos usuarios o silenciar sus notificaciones (opción "No me interesa"). 

 

Pero vamos al meollo de este artículo: ¿A quién seguir en LinkedIn como docente de FP? Hay muchos perfiles en esta red, como comentábamos anteriormente, y seguro que me dejo unos cuantos en el tintero o no he tenido aún la suerte de tropezarme con algunos. Sea como fuere, tras unos años de convivencia por esta red social profesional, puedo ofrecer una selección (¡sin contraprestación económica alguna!😉) para aquellos que os dedicáis a la docencia o la gestión en la Formación Profesional:

 

  1. CaixaBank Dualiza: excelente espacio de esta iniciativa de la entidad bancaria que ofrece numerosos estudios, informes, formaciones en abierto sobre asuntos de interés para el profesorado de FP o responsables educativos.   
  2. Cedefop: el European Centre for Vocational Education and Training (VET) es la agencia de la UE dedicada a la FP, competencias, aprendizaje y cualificaciones.
  3. EfVET: asociación a nivel europeo para proveedores de formación profesional (technichal, vocational education and training) que ofrece recursos, talleres y eventos relacionados con temas de actulidad e interés para cualquier interesado en FP. 
  4. Santiago García Gutiérrez: Secretario General de la Confederación Española de Centros de Enseñanza. Conocedor excelente de la FP a lo largo de todo el país a nivel de normativa y gestión de centros. 
  5. Nuria Ferré: docente de FP, muy activa, que comparte 
  6. FPEmpresa - Asociación de centros de FP: probablemente la asociación española que más centros educativos de FP públicos y privados engloba y que organiza habitualmente jornadas, encuentros y formaciones dirigidas principalmente al profesorado de los centros asociados.
  7. FP Innovación: iniciativa que ofrece recursos, espacios y organización para formar de manera integral al alumnado de FP. 
  8. Fundación Bertelsmann: entidad que lleva a cabo proyectos pioneros en favor de la Formación Profesional dual, la prientación Profesional y el desarrollo de los tutores de empresa.
  9. Pablo Peñalver: docente con muchos años de experiencia e iniciativas relacionadas con el emprendimiento y la transformación de las aulas de formación profesional.
  10. Marta Rivas Gayol: docente y magnífica conocedora de la formación profesional para el empleo (ahora integrada en la nueva FP), del diseño evaluativo y las normativas que giran en torno a esta etapa.  
  11. Patricia Santos Campos: docente de FP, conocedora de la legislación educativa y experimentada formadora sobre proyectos de innovación.
  12. Fernando Soler Parra: divulgador de legislación educativa, principalmente a través de su conocido canal de YouTube donde comenta principalmente la actualidad efepera.
  13. Miguel Ángel Roda: docente de FP con interesantes proyectos formativos donde se pone en valor la digitalización y sus conocimientos técnicos. 
  14. Tknika: pionero centro de Investigación Aplicada de la Formación Profesional del País Vasco. 
  15. Noemí Zambrana: docente de Hostelería y Turismo con muchos proyectos en las aulas de FP donde muestra su creatividad y aprendizaje permanente.

 

¡Espero tus recomendaciones al respecto! Con o sin PLE, compartir recursos de calidad actualmente es una labor muy valiosa, además de poco reconocida y fomentada. En estos tiempos de IA, las aportaciones personales, la experiencia y la reflexión educativa, se han vuelto imprescindibles para no caer en la mediocridad. Son muchos los profesionales en el ámbito de la FP que pueden aportar en este tipo de redes o foros público en cualquiera de los formatos que hoy en día nos ofrecen los medios digitales. Espero encontrarte por LinkedIn o, aún mejor, en algún evento donde se pueda conversar y escuchar sobre educación y formación profesional.

¿CUÁNTO LEEMOS EN FP?

miércoles, 23 de abril de 2025

 

LEER EN FP

 

El placer de leer en cualquier lugar o momento, la afición a visitar librerías o bibliotecas, reseñar libros, seguir a escritores por las redes o desde los clubes de lectura, son algunas de las muchas actividades relacionadas con el mundo de las letras que también podemos promover desde la formación profesional. A pesar del empeño, reconozco que es fácil caer en el desánimo cuando las buenas intenciones se dan de frente contra esa ociosidad dedicada a visionar vídeos e imágenes de consumo instantáneo; o cuando la programación del aula absorbe todas tus horas lectivas; o cuando no hay un impulso decidido desde los centros educativos y las administraciones públicas. Porque leer con detenimiento se ha tornado una tarea improbable a no ser que sea una exigencia de la evaluación escolar.

 

Aún así, me quedo con esas iniciativas donde obtuvimos fondos para ampliar una biblioteca escolar en creciente desuso y con escasos títulos actuales. También me quedo con las experiencias que me han permitido conocer qué desean leer los más jóvenes o las posibles razones de su indiferencia hacia la lectura. Hay mucha literatura al respecto y muchos profesionales que se dedican a investigar estas cuestiones relevantes ayer y hoy: Gemma Lluch, Daniel Cassany o Lalo Salmerón son autores imprescindibles para acercarse a la lectura dentro del mundo educativo. En FP, salvo iniciativas puntuales, hay escasas experiencias o estudios al respecto. Sin desmerecer el esfuerzo de los docentes que se preocupan de ofrecer o recomendar tiempos para esta siempre oportuna ocupación.

 

Tal vez, en un futuro dominado por la inteligencia artificial, el empobrecimiento mental se ha vuelto más probable. La acción de cortar y pegar es cada vez más sencilla y plausible (al menos formalmente). Pero creo firmemente que, aquellos que se han cultivado a nivel literario, los que son lectores habituales de los medios de comunicación, o esos que son capaces de disfrutar de una lectura profunda; atesoran un valor añadido y diferencial a nivel profesional frente al resto de individuos. Leer no nos hace mejores personas (aunque los estudios sugieren que la afición a las novelas nos vuelven más empáticos) pero sí más competentes en muchas tareas profesionales. Tenemos la excusa perfecta para fomentar esas bibliotecas escolares, usualmente dirigidas desde el voluntarismo o el empeño personal, para que nuestro alumnado de FP adquiera no solo competencias blandas (como la empatía) sino que podamos reforzar esas habilidades comunicativas (y comerciales) que se demandan en muchos puestos de trabajo. La cultura, sin duda alguna, refuerza cualquier candidatura. 

 

Y no se trata de confrontar la lectura con otro tipo de actividades también enriquecedoras. Escuchar podcasts, visionar películas o documentales, o ciertos videojuegos, son también fuente de crecimiento personal y profesional. Sin embargo, en esta ocasión insisto que, como docentes, podemos no solo dar ejemplo como lectores habituales, sino que además es posible buscar cómplices en los claustros o emprender actividades donde los libros sean también los protagonistas de nuestros módulos. Esas nuevas optativas que se incluyen en la nueva FP, el proyecto intermodular o cualquier otro módulo profesional, son una oportunidad para seguir creando lectores. Desde los centros educativos de FP tenemos quizás la última oportunidad de fomentar la lectura en aquellos que, por disfrutar de un menor capital cultural, no la consideran interesante o atractiva.


Desde los equipos docentes, también es importante compartir lecturas; ya sea a través de artículos, ensayos o novelas relacionadas en mayor o menor medidas con la educación. Las lecturas pedagógicas, por experiencia personal, no son demasiado solicitadas en nuestro limitado universo docente. Puede que también hayamos caído en las lecturas encapsuladas en aceleradas formaciones digitales, vídeos sinópticos, o simplemente, la vida laboral no ofrezca la desocupación suficiente. En donde focalizamos nuestros esfuerzos, a nivel formativo y profesional, no es un asunto menor. Y mira que tenemos experiencia sobrada en mil y una minucias a las que hemos dedicado un excesivo tiempo. 

 

Comencemos por la parte más fácil. Es sencillo recomendar libros a nuestros jóvenes estudiantes de FP. Es asequible sugerir o solicitar lecturas de artículos. Cuesta poco trabajo organizar alguna visita a la biblioteca del centro o del barrio. Es viable pedir consejo a otros compañeros, compartir lecturas en el claustro, enviar o publicar reseñas literarias, o adquirir algún que otro libro que sea de interés para el debate y una reflexión desde el conocimiento y con otros puntos de vista. Aunque soy consciente que no es tarea menor competir con la serie televisiva del momento o con el estudio del manual o libro de texto que nos toca impartir cada curso.

 

Con el ánimo de ser congruente con estas últimas líneas, os recomiendo algunos títulos de los autores arriba mencionados junto a otras lecturas personales que publico esporádicamente desde mi cuenta de Instagram:

 

Gemma Lluch 

Daniel Cassany 

Competencia lectora en el siglo XXI. Dosier Graó 

 

Aprovecho la ocasión para incluir mi modesta contribución a las lecturas específicas sobre la Formación Profesional: con el libro "Aprender en la nueva FP" editado por Graó el pasado mes de octubre. Si los has leído o te animas a su lectura, estaré encantado de leer tus comentarios.

 

Foto de Noufal Salih en Unsplash

DESPROGRAMAR LA FP

lunes, 14 de abril de 2025

 

DESPROGRAMAR LA FP

 

Probablemente, este año, la programación de cualquier módulo de primer curso de aquellos ciclos formativos que han sufrido las modificaciones de la nueva ley de FP, debe haber padecido también alguna que otra merma. Ya sea por la dualización de los ciclos, que suele afectar a la mayoría de módulos, o por la variación de la carga horaria. La diferencia radica, como suelen argumentar los críticos al sistema, en la imposibilidad temporal de abarcar los contenidos y las unidades formativas donde aquellos se engloban. Quizás, la costumbre nos marca unos currículos donde lo que figura en el papel nos parece imprescindible o que, con el paso de los cursos, ya hemos interiorizado esa programación como algo no negociable y vital para el alumnado. 

 

También, posiblemente, los estudiantes de FP, durante su formación en las empresas (FE) u organismos equiparados, no alcanzarán todos esos resultados de aprendizaje que, de forma optimista hemos reflejado en su itinerario formativo personalizado y que ahora no trabajarán en las aulas. Y algunos de nosotros, como docentes, tendremos esa mala conciencia de no haber trabajado suficientemente esos RA que ahora, en mayor o menor medida, o de ningún modo, serán adquiridos con ayuda del tutor/a de la empresa colaboradora. El papel y los boletines oficiales todo lo aguantan. Este año, con colocar a todo el alumnado de primer curso, ya nos habremos dado por satisfechos. ¿Quién dirá si falta una parte u otra de ese u otro RA? Tal vez sea el momento de depurar currículos y quedarnos con lo que realmente importa. Así como evitar prácticas insustanciales que no aportan gran valor. 


Pero el sistema, afortunadamente, y a pesar de nuestras rutinas, nos deja hacer y deshacer. Los inspectores educativos suponemos que dejarán pasar estas u otras omisiones. ¿No había que ser flexible? Si queremos adaptarnos a un sistema que aboga por la innovación y un mayor acercamiento al mundo real de la empresa, deberíamos cambiar el chip. Ese chip que ahora es un procesador de última generación con el que deseamos trabajar pero haciendo más de lo mismo y a pesar la engañosa aceleración y dependencia de la IA. Corremos el peligro de perder el tiempo haciendo papeles y ocupándonos de los trámites, mientras no valoramos en su justa medida los aprendizajes que obtendrán los estudiantes gracias a la dualización. Evidentemente, como en cada cambio de modelo, nos toca superar la prueba y el error; ahora tratamos de salvar la papeleta y cumplir ese mínimo que la normativa marca y que tantos desvelos ocasiona. 

 

Me gusta ser optimista. Sin embargo, seguimos con prisas y visión de futuro cuando planteamos unos cambios que deben transformar la FP a corto plazo. Como al principio comentaba, continuamos entendiendo la enseñanza como algo estanco donde lo más importante es cumplir con la programación, un horario establecido  y donde la coordinación a menudo queda como algo impostado y molesto en el quehacer diario. Es difícil transformar una titulación si mantenemos todo constante menos esos RA que repartimos a nuestro aire. La organización académica, junto a unas normativas poco generosas o valientes, no hacen más que demorar ese cambio por el que apuesta la nueva FP. Es momento de trabajo real en equipo y esa coordinación que demandamos al alumnado. Y eso requiere tiempo, estimados docentes. 


Las nuevas formas de trabajo, la digitalización y las tecnologías emergentes, o esas otras competencias que interesan a los empleadores o emprendedores actuales, no son nuestro punto fuerte en la práctica profesional. Disculpad la generalización. Bastante tenemos con resistir los envites del alumnado más desafiante, las nuevas responsabilidades o la incertidumbre que cada curso afrontamos. Y las metodologías, a pesar de másteres y la vacilante formación docente, siguen teniendo mucho recorrido. Al igual que esas evidencias educativas sobre las que ya tenemos un manifiesto de numerosos investigadores. Demasiado bien salen las cosas teniendo en cuenta todos estos obstáculos. Y ahí seguimos enfrascados en esas inercias donde el mejor horizonte se baña en el período vacacional. Nada nuevo bajo el sol...

 

El verdadero hándicap lo vamos a tener con aquellos que se desmotivarán ante tanto vaivén. Si una temida crisis económica no lo esconde (ojalá no la veamos), van a ser unos cuantos los que renuncien a este guirigay que tensiona el ambiente laboral, con sus crecientes bajas, a cambio de ninguna mejora profesional. Van a ser necesarios muchos alicientes y políticas que pongan en valor a los ya motivados para que el sistema no solo se transforme sino que además se mantenga en ese crecimiento sostenido al que nos hemos acostumbrado. Los gestores de personal, y no los burócratas administradores; los innovadores con conocimiento, y no los de las ocurrencias; los previsores atrevidos, y no los complacientes continuistas; son quienes pueden mover este sistema con mucha mano izquierda y los recursos necesarios. 

 

Foto de Andrey Matveev en Unsplash

TIEMPO DE CAMBIO Y DECISIÓN EN LA FP

lunes, 7 de abril de 2025

 

TIEMPO DE CAMBIO Y DECISIÓN EN LA FP

 

A cierta edad te pueden empezar a importar poco ciertos asuntos a nivel profesional. Puedes mirar con nostalgia a esos jóvenes risueños que, sin saber que están en la flor de la vida, se lamentan por el examen de turno o el madrugón habitual. Todavía no entienden que el confort era esto. Sin embargo, a pesar de la edad, hay quienes no nos resignamos con la tarea que se nos encomienda y queremos ver progresar la preparación de nuestro alumnado y los recursos disponibles con mayor celeridad. A pesar de los años, no nos da todo igual. Aunque ahora te sube la tensión o callas para evitar dolores de cabeza.

 

La carrera docente se torna más larga de lo que parece. Si echas la vista atrás, parece que todo ha cambiado mucho, pero no hace tanto que nos preocupábamos por similares motivos: comportamiento del alumnado, burocracia, horas lectivas, materiales, etc. Somos profesionales reincidentes pero el futuro se nos antoja ahora más complejo; las mismas responsabilidades pero nuevas preocupaciones en un entorno donde la normativa todavía no está clara y las interpretaciones ocasionan decepciones. Y ahora, la nueva FP también conlleva conflictos además de esas nuevas tareas que no parecen contemplar todavía la reestructuración y medios necesarios para los centros educativos y sus departamentos profesionales. 


Mantener la moral alta no siempre es fácil. La minoría ruidosa nos ayuda a tomarnos la docencia con un mayor ánimo. Poco se valoran las figuras que, con dedicación y devoción, emprenden proyectos en sus centros educativos como una forma de realización personal e ilusión por la formación profesional. Solo hace falta ver al profesorado que se embarca en los campeonatos (skills) de la FP a nivel autonómico, nacional e internacional. O las iniciativas donde se comparten recursos específicos para la FP con el fin de transformar una etapa que está de moda pero que corre el peligro de convertirse en un lugar de paso. Y los congresos educativos se asemejan a un oasis donde calmar la sed ocasionada por la rutina escolar. 


Está bien empezar haciendo para luego ver qué pasa. Pero, si no entendemos el objetivo que persigue la transformación del sistema de FP, acabaremos con más de lo mismo pero con más faena y desmotivación. Creo que, esa repetida falta de pedagogía, sigue incrustada en el quehacer diario. Las diapositivas y las normativas que llegan con retraso, lo aguantan todo. Si no cambiamos la mirada, tanto organizativamente como a nivel curricular, solo cosecharemos otra FCT ampliada, nuevos módulos por compromiso, una investigación aplicada irrisoria y un cambio metodológico anecdótico. 

 

El panorama mundial cambia. Algunos predicen una vuelta atrás. Habíamos conseguido vivir medianamente bien, y ahora, a pesar de que las posibilidades de empleo son mayores, la precariedad es una costumbre laboral. Si el panorama no cambia, hará falta mucho más compañerismo y menos parcelas protegidas; además de líneas de actuación sensatas para un futuro que está en entredicho. Los clarividentes no se dedican solo a hacer papeles mientras tratan de mantener el status quo. Ni tampoco se empeñan en culpar a las nuevas generaciones o los políticos de turno. Hacen y deshacen. Pero, sobre todo, siguen creando. El papeleo solo agota. 

 

Por suerte, la vida continúa, y la mayoría de jóvenes profesores se aproximan a la docencia con ilusión. No los quememos. No hay nada peor que un docente desmotivado o apalancado esperando, sin iniciativa, a que transcurra el curso sin pena ni gloria. Aunque la cultura escolar y la costumbre no lo faciliten, los profesores somos mucho más interdependientes de lo que creemos; nuestra intensa labor diaria es menos agotadora cuando sabes que cuentas con un compañero, compartes fatigas, y se aporta con criterio y humildad en lugar de poner excusas o mirar solo el interés personal. Y el camino, con más o menos años por delante, se puede volver tortuoso en lugar de cuesta abajo si no lo emprendemos con cierto riesgo, filantropía, reflexión, conocimiento y sin temor al conflicto o al qué dirán. El tiempo proveerá. 


Foto de Noah Silliman en Unsplash

¿PROMOVEMOS EL ACCESO DESDE FP A LA UNIVERSIDAD?

miércoles, 19 de marzo de 2025

 

FP A UNIVERSIDAD

 

Facilitar el tránsito entre las distintas etapas educativas ha sido un acierto. Esta flexibilidad permite a los estudiantes avanzar en sus estudios o tomar nuevas vías que no había considerado por falta de madurez o una situación personal diferente. De hecho, ahora con el nuevo sistema de FP, los distintos grados que se ofertan posibilitan obtener distintos títulos: microacreditaciones (A), certificados de competencia (B), certificados profesionales (C), ciclos formativos (D) y cursos de especialización (E). Un sistema que se ha reinventando con el fin de facilitar el aprendizaje a lo largo de la cada vez más larga y cambiante vida laboral de las personas. Cuestión aparte es fomentar la necesidad o la conveniencia de que los estudiantes de FP, una vez titulados como técnicos superiores, accedan a un grado universitario. ¿Es este el objetivo final de la formación profesional?

 

Una de las razones del éxito de la FP ha venido de la mano de la demanda creciente de perfiles técnicos en nuestro mercado laboral frente a los titulados universitarios. La población sobrecualificada en España alcanza casi un tercio de la la población ocupada. Además, nuestro país arrastra ciertas peculiaridades si nos comparamos con el resto de países de la Unión Europea, tal y como señala el monográfico realizado desde Orkestra - Instituto Vasco de Competitividad y CaixaBank Dualiza:

 

  • Los grados universitarios suponen el 38,3% de los estudiantes matriculado; un porcentaje casi tres puntos superior al de la UE-27 (35,6%) y es uno de los más altos de la UE. En España estas enseñanzas tienen un carácter netamente académico. 
  • Las enseñanzas de Grado Medio tienen un peso en España del 23,9%, de los más bajos de Europa, a nueve puntos de la UE-27 (32,9%). 
  • Los ciclos formativos de Grado Superior tienen un un peso del 16,7%. Dicho peso supera al de los países de la UE-27 que cuentan con dicho nivel (4,5%), en más de 12 puntos. De hecho, España se posiciona como el país de la UE con mayor peso de este nivel educativo. 

 

De este modo, tal y como sugiere este informe, es necesario un refuerzo (inversión y promoción) de los ciclos formativos de grado medio, apostar por la titulaciones de FP de carácter STEM e impulsar esa formación dual que el nuevo sistema exige para fomentar la inserción laboral. Se observa que las tasas de empleo de las enseñanzas de FP en España tienen un amplio margen de mejora respecto de la mayoría de los países europeos. 

 

¿Y por qué nos empeñamos en promover o subrayar el acceso de los titulados de la FP de Grado Superior a la universidad? Sin hacer ningún análisis exhaustivo, podemos señalar distintos motivos: la necesidad de la universidades en captar alumnado en un contexto demográfico desfavorable (a pesar de que la preferencia por cursar estudios universitarios se ha incrementado 10 puntos porcentuales entre la población joven, pasando del 22% en 2008 al 32% en 2022); la falta de prestigio de las enseñanzas vocacionales (FP) frente a los estudios universitarios; y unas altas tasas de empleo juvenil, junto a la carestía en el acceso a la vivienda que frena la independencia del hogar familiar (solo el 14,8% de la juventud española vive fuera del hogar) y empuja a seguir estudiando; y la consideración de la FP como una pasarela para evitar un bachillerato, una EBAU y unas notas de acceso al alza. 


En mi opinión, estamos haciendo un flaco favor tanto al nuevos sistema de FP que queremos impulsar como a un sistema económico que precisa de titulados con una formación técnica vocacional. Realizamos una enorme inversión para formar estudiantes que luego se decantan por otro tipo de estudios; mientras, las empresas que se esfuerzan en formarlos, no encuentran luego candidatos entre estos titulados de grado superior que prefieren continuar en la universidad. Evidentemente, la promesa de sueldos mejores y la facilidad de acceso en la creciente oferta universitaria pública y privada, son buenos reclamos para los jóvenes estudiantes y sus familias que deciden invertir en educación en busca de cierta diferenciación. Entiendo que la idea de atraer a los estudiantes hacia la FP no debiera tener como principal argumento la promesa de unos futuros estudios universitarios. Quizás, nos faltan ejemplos de trabajadores por cuenta ajena o autónomos con una carrera profesional exitosa en su oficio.


La reorganización de la oferta de titulaciones de FP, para evitar duplicidades frente a la universidad, así como una promoción de ciertos oficios, va a ser clave para no convertirnos en centros expedidores de títulos y certificados como un mero trámite para tener una ocupación distinta. Sin duda, todos tenemos el derecho a enfocar o rectificar el rumbo de nuestro recorrido académico y profesional. Aunque la libertad de decisión suele venir mediatizada por la riqueza personal.  Es indispensable revalorizar, tanto desde las empresas (sueldo y condiciones laborales) como desde las familias, a los titulados de FP. Evitaremos la desbandada. 


Foto de ksama en Unsplash

EL RIESGO A UNA BURBUJA EDUCATIVA EN FP

lunes, 10 de marzo de 2025


BURBUJA EDUCATIVA EN FP

 

He comenzado a leerme el libro "Educación universal", escrito por Juan Manuel Moreno y Lucas Gortazar, y de momento me está sirviendo para conocer datos y desmontar creencias personales sobre la situación actual del sistema educativo y de ciertas cuestiones que lo rodean. Próximamente espero escribir una reseña más completa al respecto. Los autores, en este ensayo, nos ofrecen referencias con las que podemos llegar a la conclusión que la universalización de la educación, alcanzando a la mayor parte de la población de los países occidentales o de los llamados países ricos del Norte, puede ser una de las causas de esa supuesta bajada de nivel que aflora en los debates educativos. Sin embargo, como ellos sostienen, la bajada no es tal, sino más bien es una cuestión de cálculo: estamos midiendo un mayor número de estudiantes que avanzan por el sistema y que bajan el promedio; frente a una media anterior donde se contaba únicamente, para medir el nivel, con aquellos que promocionaban de etapa. 

 

En cualquier caso, y teniendo en cuenta esta interesante tesis, no podemos negar que el lucrativo negocio educativo ha introducido muchas malas prácticas en aras a obtener nuevas matrículas o no perder aulas en los centros educativos. Solemos llamar la atención al alumnado en cuanto a esa cultura del esfuerzo necesaria, o una meritocracia mal entendida cuando no se tiene en cuanta el origen y las circunstancias personales de cada estudiante. Gracias al sistema de becas y a una auténtica inclusión educativa se puede, en cierta medida, resolver este tipo de desigualdades. No obstante, a veces no se predica con el ejemplo y se infla esa burbuja de aprobados con tal de no irritar al mal llamado cliente. La lógica que hemos creado nos lleva a poner por delante a la facturación o a la condescendencia frente al aprendizaje y competencias de nuestros alumnos. 

 

No podemos mirar el actual sistema educativo con los mismo ojos que aquellos que cursamos otro tipo de bachillerato, FP o estudios universitarios. Aún así, poner el acento en obtener el mayor número de títulos posibles, frente a una capacitación real, puede acabar detrayendo valor a cualquier certificación o titulación. Todos conocemos las artimañas que tanto jóvenes o adultos realizan para superar cursos online o presentar trabajos con escaso o nulo trabajo detrás con el fin de cumplir con la papeleta. La burbuja educativa, que fomenta la obtención de títulos a peso, engorda los currículums pero nos hace dudar de cualquiera que los acredita. No existe la herramienta que mida el interés real del estudiante durante su aprendizaje, y además, las calificaciones no son consultadas por los empleadores ni son siempre garantía de nada. 

 

Quizás debamos dar una vuelta a estas ansias por titularse a cualquier precio y comenzar a resaltar lo que realmente van a aprender nuestros estudiantes a lo largo de cada curso. Justificar la posesión de titulaciones como una mera criba para ser contratado, no parece el mejor de los criterios si luego queremos estudiantes preparados y amantes de su profesión. Certificar las competencias de aquellos que no pudieron estudiar en su momento es una loable iniciativa; otro cantar es ofrecer acreditaciones regaladas o con un mínimo de exigencia. En la formación profesional, al igual que en otro tipo de estudios superiores, comienzan a proliferar una oferta académica donde se corre el peligro de seguir haciendo crecer esa burbuja educativa donde el valor de lo estudiado no se corresponde a la labor desempeñada. Tal vez las empresas acaben fijándose en otras cualidades antes que en un currículo con diplomas de todo tipo. Incluso, si queremos llevar a cabo una evaluación formativa congruente, deberíamos poner el acento en un auténtico aprendizaje y no en una serie de números enteros con tendencia inflacionista.

 

Morir de éxito es una de las tantas posibilidades que tiene esta FP que nos ocupa. El récord de matriculaciones que cada año se supera no nos debe dejar de contemplar la necesidad de seguir reforzando las etapas educativas donde está el alumnado que supone mayores retos: grados básicos y medios de FP. Dejar que las personas transiten más fácilmente por el sistema, me parece una buena idea. Cuestión aparte es permitir promocionar y ajustar las programaciones y la consiguiente evaluación sin límite alguno. En caso contrario, estaremos haciendo un flaco favor a todos esos estudiantes que tienen la percepción de que se les acabará recompensando por cualquier cosa. A la vez que todo ello supone un agravio comparativo con aquellos que realmente se empeñan y preocupan por su aprendizaje. 

 

Acertaremos en nuestra oferta educativa si apostamos por una exigencia que vaya de la mano de una flexibilidad bien entendida. Apostar por una formación con obligaciones low cost no se lo recomiendo a los alumnos, ni a sus familias ni a aquellos que planifican una oferta académica online o presencial. Ni pagar una matrícula debe conllevar una inflación calificadora ni el temor al enfado por un resultado no alcanzado debe suponer una autocensura en la evaluación de los aprendizajes alcanzados. No hagamos crecer la burbuja. A la larga nos lo agradecerá el estudiante. 

 

Foto de José Fulgencio Orenes Martínez en Unsplash

CÓMO IMPLICAR AL PROFESORADO EN LOS PROYECTOS INTERMODULARES

martes, 4 de marzo de 2025

 

PROYECTO INTERMODULAR FP

 

Retos, proyectos, trabajo colaborativo y en equipo, digitalización, creatividad, innovación, intermodularidad, metodologías, emprendimiento, evaluación, sostenibilidad... y así podríamos seguir con una larga ristra de términos que vienen a complicarnos la exigente tarea docente que llevamos a cabo en las aulas. La nueva ley de FP y las normativas que la desarrollan nos plantean desafíos y alternativas para que nuestro alumnado sea más competente. Todos buscamos esa mejora de los aprendizajes y que la enseñanza se acomode a los tiempos que corren. Sin embargo, implicar al profesorado en el diseño, planificación, desarrollo y evaluación de los retos no es tarea fácil. ¿Cómo lo hacemos? ¿Estamos convencidos al respecto?

 

Tenemos argumentos de sobra para seguir con nuestra dinámica habitual de clases, donde, por mucho que se critique a la innovación educativa de cada momento, lo habitual es explicar, hacer tareas o prácticas, corregir y poner exámenes. Nada nuevo, ni nada que objetar. Ahora bien, el nuevo sistema de FP nos exige un replanteamiento de la metodologías; lo podemos tomar como una imposición o como una oportunidad. Visto el trabajo que exige, solemos tomarlo como una responsabilidad más que tenemos y no como un desafío para hacer algo distinto que también nos motive a nosotros. Quizás, el enfoque de los proyectos no debiera ir solo dirigido a la motivación del estudiante. Probablemente, lo digo por experiencia, es más fácil enredar a los alumnos cuando nosotros también estamos ilusionados con los retos que planteamos. La motivación del docente es la eterna olvidada. Al igual que un mayor reconocimiento de su trabajo, tanto por parte de otros colegas como por los responsables educativos.

 

Sin duda, es necesaria una cultura de trabajo en equipo y de coordinación docente para introducir este tipo de metodologías donde colaboran docentes de distintos módulos de un mismo ciclo formativo. El liderazgo del equipo directivo y la promoción de este tipo de enseñanza, junto a otras opciones metodológicas, es también fundamental para favorecer su implementación. Predicar con el ejemplo suele funcionar, pero es además útil ofrecer recursos materiales y organizativos para aquellos que se embarcan en un proyecto retador que conlleva una carga de trabajo adicional. Sin olvidar ciertas dosis de generosidad, modestia y prudencia con los compañeros. Así como conocer experiencias contrastadas de otros centros y leer más al respecto.

 

Ahora, con el nuevo módulo del proyecto intermodular, debiéramos aprovechar la chance para potenciar este tipo de trabajo en equipo donde se incluyan diferentes resultados de aprendizaje y donde la creatividad nos lleve a diseñar aquellos proyectos colaborativos que nos ilusionen tanto al equipo docente como a los estudiantes. Y no es sencillo, desde luego. Son necesarios muchos momentos de reflexión, conversación y consenso para diseñar esos retos que, quizás, lleguen a ser memorables para alguno de nuestros estudiantes. Es imprescindible también una mínima formación docente al respecto. Conocer las herramientas y el sentido de una evaluación formativa, cómo podemos enseñar mejor o qué recursos son adecuados, es fundamental para no caer en las ocurrencias o fracasar por un exceso de faena o falta de convencimiento personal. 

 

Aprovechemos pues este nuevo módulo para implementar este tipo de trabajo que, tanto a nivel de centro educativo, como para adquirir otras competencias adecuadas a un entorno profesional real, es una coyuntura que no debemos desaprovechar. Pero comencemos a dar buenos motivos al profesorado de FP. La ocasión lo merece.  

 

Foto de yassine rahaoui en Unsplash

¿CABE EL AMOR EN LA FP?

domingo, 2 de marzo de 2025

 

AMOR Y FP

 

Hay ocasiones que se produce algo cercano a la cuadratura del círculo. Incluso cuando menos te lo esperas. Los que gustamos de leer artículos o ensayos pedagógicos (no se puede ser perfecto) arrastramos a menudo una visión idealizada de la educación. Se nos puede tachar de ilusos, románticos o idealistas. Sin embargo, me considero una persona fundamentalmente pragmática. ¿Y qué tiene que ver el amor y la FP con todo esto? ¿Cabe el amor en la escuela? Algo chirría.

 

Daniel Pennac, en "Mal de escuela" lo expresó muy bien:

Una palabra que no puedes ni siquiera pronunciar en una escuela, un instituto, una facultad o cualquier lugar semejante. 

–¿A saber? 

–No, de verdad, no puedo… 

–¡Vamos, dilo! 

–Te digo que no puedo. Si sueltas esta palabra hablando de instrucción, te linchan, seguro. 

–… 

–… 

–… 

–El amor.

 

O en ese otro precioso libro de Paulo Freire, "Cartas a quien pretende enseñar", donde afirma:

Pero es preciso sumar otra cualidad a la humildad con que la maestra actúa y se relaciona con sus alumnos, y esta cualidad es la amorosidad sin la cual su trabajo pierde el significado. Y amorosidad no sólo para los alumnos sino para el propio proceso de enseñar.


En tiempos donde enfrentamos el conocimiento frente a las emociones; donde el resultadismo es el antónimo perfecto de la sensibilidad; donde los grises no forman parte de la gama de colores escolares; parece haber caído en desuso la búsqueda de la memorabilidad en las experiencias de aprendizaje (como muy bien señala Fernando Trujillo a lo largo de su extensa bibliografía respecto a los activos de aprendizaje). Y el amor es, sin duda alguna, algo que perdura y trasciende cuando se experimenta en la escuela. No es necesario quitar un gramo de esas competencias que harán de nuestros alumnos unas personas preparadas para enfrentarse a un mundo laboral. Justo todo lo contrario. Si logramos embarcar al alumnado en proyectos que supongan un reto personal, donde el docente inspire y comparta sus conocimientos, tendremos más probabilidad de que todos aprendan. A pesar de no ver los resultados a simple vista, de los desencuentros o la falta de motivación con la que reñimos, vale la pena buscar el sentido a lo que hacemos.

 

El amor, el cariño, el afecto, la sensibilidad o la ternura, son los mejores activos en un panorama actual donde los valores morales parecen mutar a la ley del más fuerte como un signo de rebeldía al sistema. Libertad malentendida, abuso de los derechos y una escala de valores que vacila (en todos los sentidos). Sí, los tiempos están cambiando. Ojalá en el sentido que cantaba Bob Dylan en su famosa canción (muy recomendable la recién estrenada película sobre su vida):

Come writers and critics
Who prophesize with your pen
And keep your eyes wide
The chance won’t come again
And don’t speak too soon
For the wheel’s still in spin
And there’s no tellin’ who that it’s namin’
For the loser now will be later to win
For the times they are a-changin’
Venid escritores y críticos
Que profetizáis con vuestra pluma
Y mantened los ojos bien abiertos
La ocasión no se repetirá
Y no habléis demasiado pronto
Pues la ruleta todavía está girando
Y no ha nombrado quién será el elegido
Porque el perdedor ahora será el ganador más tarde
Porque los tiempos están cambiando

 

Estas líneas vienen a colación de la reflexión personal y pública que hizo de forma maravillosa una alumna en el pasado Congreso de FP de la Comunitat Valenciana; donde concluyó que la palabra que mejor representaba el proyecto de voluntariado sobre la Dana que hemos llevado a cabo en el aula, es el AMOR.

UNA ENTREVISTA PERSONAL SOBRE LA FP

jueves, 27 de febrero de 2025

Aunque tengo cierto reparo al autobombo, y todavía más cuando el medio es el vídeo, donde no me muevo con demasiada soltura (creo que ya no llego a youtuber), paso a recomendaros esta charla que tuve recientemente con Fernando Soler, profesor de Formación Profesional en la Comunidad Valenciana. En mi caso, escribir en este blog me ha resultado siempre el mejor espacio para trasladar mis reflexiones personales o, simplemente, compartir recursos que me parecen de interés para otros docentes de esta etapa educativa. Fernando, por su parte, y con gran habilidad comunicativa, utiliza su canal de YouTube (Teacher MrSoler) donde principalmente comenta cuestiones normativas sobre la FP o la educación en general. 

 

Como no podía ser de otra manera, Fernando, colega de profesión, tiene sus propias opiniones al respecto de la educación y la formación profesional; en algunas coincidimos y en otras no tanto. Sin embargo, como a la mayoría de docentes, nos unen las ganas de enseñar y hacer un buen trabajo junto a nuestro alumnado. Aquello de "la intención también cuenta" es perfectamente válido para el mundo educativo; el propósito con el que actuamos en el aula, tanto a la hora de tratar a los estudiantes, evaluarles o el afecto que nos mueve, es esencial en nuestra labor educativa. Luego, por supuesto, hay que tener una preparación didáctica y unos conocimientos técnicos que son las columnas de esta profesión. Sin desdeñar la complejidad que supone la docencia o las particularidades normativas que ahora nos preocupan. Además, la ideología y la política nos han acostumbrado en los últimos tiempos a buscar los desacuerdos en lugar de aspirar a esa educación universal que nos hace crecer como sociedad. Pero eso ya es otra historia.

 

En este vídeo, salen a relucir ciertos temas que también trato en mi libro publicado recientemente, y que de alguna manera nos preocupan tanto por los cambios que conlleva la implantación del nuevo sistema de formación profesional, como por las incertidumbres o dudas que arrastramos a la hora de enseñar. Mi visión sobre el alumnado es tremendamente positiva, a pesar de los conocidos pesares, y en nuestras manos siempre queda un margen de actuación con el que podemos influir y mejorar la vida personal y profesional de nuestros jóvenes alumnos. Sobre todo ello, y alguna que otra cuestión más, hablamos durante casi una hora en este vídeo. Espero os guste y podáis aguantar hasta el último minuto, ya que no me prodigo mucho por esos lares... Gracias de nuevo a Fernando Soler por su tiempo. 

 

 



EDTECH, FP Y MUCHO POR SEMBRAR

martes, 25 de febrero de 2025

 

edtech fp

 

La tecnología educativa o esas TIC, cuyo término parece caer en desuso gracias al anglicismo de turno, están últimamente muy en entredicho. Quizás, bajo mi punto de vista, en los discursos pro o contra la tecnología educativa, metemos erróneamente en el mismo saco a todas las etapas educativas; así como buscamos confirmar nuestras inclinaciones con datos o experiencias particulares. ¿Dónde está el equilibrio o la perfecta adecuación del uso de la tecnología en la educación? ¿En la formación profesional tenemos una realidad diferente respecto a la digitalización?

 

En el último EdTech Congress de Barcelona, hemos contado con discursos distintos en cuanto al modo de incluir la tecnología y la creciente digitalización en el mundo educativo. A pesar de ser un encuentro donde la parte comercial tiene un lugar importante, no ha faltado crítica entre los entusiastas de la tecnologización. Evidentemente, el crecimiento vertiginoso del mercado edtech, impulsa la adopción de nuevas tecnologías a las aulas tanto en el sector público como privado, ya sea a través del interés que provocan las empresas ofertantes como por las necesidades que se estimulan a los centros educativos, administraciones y sus directivos. Nadie quiere quedarse atrás. 

 

Pese a que han pasado más de cuarenta años desde los primeros ordenadores en las escuelas, o de ese internet a pedales de los años 90 del siglo pasado; seguimos con el método prueba y error a la hora de introducir la tecnología en el aula. Tengo la sensación de dar bandazos permanentemente. Miro de reojo con añoranza aquellos proyectos que, como Fernando Trujillo mencionaba en su presentación durante este congreso, nos llevaban a pensar en una educación donde los docentes compartíamos libremente recursos y experiencias sobre el uso de las TIC en el aula (EducaconTIC, Evaluacción...) y que ahora han pasado a mejor vida. La ilusión de entonces, algo más de andar por casa, se manifestaba con muchas horas trasteando, diseñando y compartiendo actividades que creíamos útiles para enganchar a un alumnado no demasiado interesado en la dinámica escolar. Ya no nos queda ni Twitter.


Ahora, tanto los solucionistas como los tecnófobos encuentran algún estudio que ratifique sus tesis. Como mencionaba María del Mar Sánchez, hay investigaciones con resultados dudosos que necesitan ser contrastadas. Leo con atención la lectura que recomienda ( "Sentado en el andén" de Francisco Martínez Sánchez), y, pese a los años transcurridos desde su redacción, parece que seguimos esperando tomar ese tren que nos lleve a un sitio donde podamos enseñar mejor con la ayuda de la tecnología y contando con la didáctica que la investigación educativa nos ofrece. La idea, entiendo y comparto, es no seguir haciendo lo mismo con cada avance tecnológico que adoptamos. Como comentaba Laura Morera, el feedback inmediato, la práctica deliberada, la repetición espaciada o el cribaje de problemas de aprendizaje, deben ser contemplados en el aprendizaje. Con y sin tecnología. El papel y la pantalla no debieran estar reñidos.

 

Pensamiento crítico, ética, inclusión, creatividad... todos estos términos, mencionados hasta la saciedad, caen en saco roto cuando solo se contemplan como parte de una guía o plantilla de cualquier presentación vendible. ¿Y eso cómo se come? Seguimos, a mi parecer, lejos de saber introducir la tecnología de un modo que nos facilite el trabajo y, al mismo tiempo, suponga un mayor aprendizaje del alumnado. Indudablemente, hemos incorporado muchas herramientas al aula que ayudan a gestionar el trabajo del estudiante, la publicación de materiales o mantener una comunicación efectiva. ¿Aprenden ahora más? ¿Lo hemos medido? ¿O tienen peor nivel como algunos proclaman? Probablemente, no tenemos tiempo en los centros educativos para tanta cuestión trascendente. La vorágine diaria lleva tiempo robándonos momentos para leer, conversar y aprender sobre todas estas cuestiones.

 

Neil Selwyn, con una postura crítica hacia las tecnologías digitales, insiste en las deficiencias de una tecnología que no mejora el aprendizaje de todos, que supone más trabajo para el docente, que no es equitativa, que incrementa la estandarización, que provoca discriminación, es contaminante y nos lleva a una pedagogía del control. Menudo panorama. Selwyn aboga por una crítica constructiva de la EdTech. Ahora más que nunca, con la introducción formal o informal de la inteligencia artificial en las escuelas, es necesario replantearse todos estos puntos críticos contando con los valores que deseamos trasladar como educadores. Y no es solo cuestión de prohibir. 


Si nos centramos en la formación profesional, no cabe duda de que las tecnologías digitales son un aspecto vital de los futuros profesionales que estamos formando. Un profesional con talento, como así aseguraba Jorge Arévalo, debe crecer en siete parcelas: humana, cultural, científica, tecnológico digital, profesional, transversal y ecológica sostenible. Al igual que ocurre con el nuevo sistema de FP, que está ahora iniciándose, deberíamos transformar y sustituir nuestras prácticas docentes con ayuda de la tecnología educativa; tanto para dotar de las competencias digitales técnicas necesarias en cada sector, como para que nuestros alumnos aprendan y sepan hacer lo que les demandará su trabajo futuro. Y para ello hace falta una estrategia, un horizonte a largo plazo, y menos ocurrencias sin un estudio previo y trabajo en equipo.

 

En mi opinión, como así comentamos en una mesa redonda sobre la FP, con Santiago García, Laura Ríos, Miriam Salvador y Jorge Arévalo, es fundamental contar con la tecnología para facilitar la prospección de empresas que participan en la formación dual del alumnado, mejorar la evaluación y, además, tener en cuenta esas competencias pedagógicas que, el popular (que no prestigioso) Marco de Referencia de la Competencia Digital Docente, nos marca como fundamentales. Una lástima el poco recorrido y la titulitis en la que ha desembocado este marco. Dotar de la tecnología adecuada a las aulas y formar al profesorado a nivel técnico y didáctico es una tarea fundamental que requiere algo más que los parches o las modas del momento.

 

En definitiva, bien sabemos que la tecnología no va a solucionar el clima que hay en el aula o las características psicosociales que nos encontramos en el día a día. Que no hay mejor recurso que una menor ratio. Aún así, estamos obligados a educar a los alumnos en el uso de una tecnología que se ha hecho omnipresente y que solo puede ser limitada físicamente en edades tempranas. Tenemos el deber de formarnos en cómo funciona esa IA que ahora todo lo ocupa y articular estrategias donde haya momentos de desconexión y aprendizaje analógico junto a aquellas herramientas digitales que nos pueden facilitar ciertos tipos de tareas; es necesario contar con los riesgos de una IA en crecimiento que, a su vez, puede deteriorar nuestras habilidades cognitivas. 

 

Más allá de los habituales problemas de plagio por parte del alumnado, a la mayoría nos gustaría tener a estudiantes interesados por aprender, curiosos por conocer. Todos deseamos un alumno o alumna donde los valores del respeto, la tolerancia o la cortesía sean lo habitual en su comportamiento. Los robots o la IA dudo que puedan hacer mucho al respecto. Somos los docentes los que podemos dejar alguna que otra simiente para que, luego, con la ayuda de esas nuevas tecnologías, sean ellos lo que se conecten con otras personas y realidades distintas, desarrollen nuevos conocimientos, creen y compartan contenidos valiosos y distingan aquello que vale la pena. Nos va a costar separar el trigo de la cizaña. 


Foto de Phil Hearing en Unsplash

EDUCAR PARA UNA NUEVA ÉPOCA

jueves, 13 de febrero de 2025

 

educar para una nueva época

 

La diversidad de opiniones puede ser una fuente de riqueza si contamos con personas con conocimientos y experiencia. Sin embargo, aún en estos casos, acostumbramos a caer en las manos de la ocurrencia o en esos dichosos brainstormings que supuestamente nos dirigen hacia la creatividad. Confiamos en exceso en nuestro sexto sentido o de ese ingenio del que creemos estar dotados. Los de verbo fácil llevan la iniciativa y los más observadores se aburren en un silencio voluntario por modestia, cansancio o falta de impulso ajeno. Y el reloj digital sigue corriendo.

 

Cuando te encuentras con un experto real en una materia concreta, te maravillas, no solo por su elocuencia, sino por la visión y sabiduría que transmite. En el mundo educativo, el ruido mediático, las percepciones personales, los intereses comerciales, la ideología, los likes o las paridas enlatadas en stories, cuentan mucho más que la otras razones basadas en el conocimiento. Pisar el aula nos puede dotar de argumentos, pero no siempre la experiencia nos hace competentes del todo. Desafortunadamente, la exigencia de las clases nos impide una formación pedagógica más completa o un conocimiento más preciso de las normas que regulan nuestra profesión. El tren hace tiempo que se marchó de la parada pero andamos oteando el horizonte en lugar de pedir un cabify y continuar el viaje hasta donde nos lleve la razón.

 

A menudo despotricamos de las leyes que afectan a la educación, ya sea con un nuevo sistema de formación profesional, o con un decreto que regula tardíamente la organización de los centros, entre otras cosas. No obstante, por distintos motivos, no siempre somos lo diligentes que debiéramos ser a la hora de estar (in)formados o aprovechar los recursos que tenemos. El pasado nos paraliza el futuro. El ser humano, además de buscar lógicamente su comodidad, tiene querencia hacia ese pasado donde la existencia era presuntamente admirable. No sé. Observo que damos demasiadas vueltas a lo mismo, buscamos culpables, o nos enredamos en lo no importante. Incluso optamos por el mejor no meneallo de Don Quijote, no sea que empeoremos o alguien se moleste. La coartada donde todo lo anterior era mejor dejará de servir cuando no haya un ayer diferente. 


Ahora que suspiramos por la inteligencia artificial, donde hay tantas opiniones como posibilidades tecnológicas, lo trascendente debiera seguir siendo qué y cómo debemos enseñar mejor a nuestros alumnos para que sean buenas personas y profesionales relevantes. La IA, queramos o no, se impondrá (esperemos que con una regulación exquisita); solo nos queda protestar y exigir a nuestros gobernantes que, si no pueden poner puertas al campo, al menos que defiendan los derechos de la fauna que lo habita. Puede que lleguen los nanobots antes de que nos dejen jubilarnos; así podremos pensar millones de veces más rápido de lo que ahora lo hacemos. ¿Qué enseñaremos en el aula? ¿Aprender a convivir, socializar, moralizar...? ¿Una escuela para crear lazos y relaciones tangibles en un mundo que se ha vuelto virtual? Tal vez la clave, ahora que se impone el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, sea dejar una marca de tolerancia y solidaridad en los que nos suceden; sin imposiciones ni esa suficiencia que marca y rebota a muchos jóvenes desencantados con un sistema que está defectuoso según su entender. Dicen que la felicidad propia se encuentra en los otros.


Es hora de exigir la expulsión de lo anodino de las aulas. Exigir esfuerzos, en un clima que destila agotamiento, es todavía más extenuante. Aún así, el ánimo, el conocimiento y la curiosidad, debieran ir de la mano de algún modo para hacer frente a la sinrazón, al lucro egoísta, y servir de contrapeso a los que despotrican del sistema sin mojarse. La culpa siempre la tienen los demás. Será difícil navegar y no caer al agua, en esa corriente que nos arrastra, sin el coraje, la generosidad y el conocimiento que merece un cambio de época que viene anunciándose desde hace lustros. Y ya está aquí. 

 

Foto de Quino Al en Unsplash

EN FP NO HAY PRÁCTICAS, ES FORMACIÓN EN EMPRESA

jueves, 6 de febrero de 2025

 

formación en empresa FP

 

El uso adecuado del lenguaje tiene su importancia. Al igual que debiéramos cuidar la utilización de contenidos sexistas (pese a la mala fama adquirida), sería conveniente adoptar aquellos términos que, con la nueva FP se adecúan más a lo que la normativa pretende. Es el caso de las mal llamadas "prácticas". Quizás sea una herencia de aquella, nada lejana, formación profesional donde el objetivo del período de prácticas era principalmente colaborar con la empresa con las competencias adquiridas en el centro educativo. Ahora debiéramos hablar solo de la formación en empresa.

 

Sin embargo, la mentalidad poco ha cambiado. Aún se entiende en gran medida la figura del alumno, no como un aprendiz, sino como una figura que viene a colaborar con su trabajo. Algo falla si seguimos entendiendo que el objetivo fundamental de este período es practicar aquellos conocimientos y destrezas adquiridos en la escuela. Pero la mentalidad no se transforma fácilmente. El pragmatismo nos seduce más que una nueva norma que incordia o parece poco realista en un mundo del trabajo donde, hasta hace bien poco, se entendían las becas o las prácticas solo como un favor al centro de formación y al alumnado. El tiempo todo lo puede. Al igual que nos parece un engorro tener que dar de alta a la Seguridad Social a un estudiante o al empleado del hogar que algún día querrá acceder a una jubilación digna, las empresas entenderán los beneficios de una colaboración más estrecha. 


La llamada Formación en Centros de Trabajo (FCT) a extinguir en la inmensa mayoría de los ciclos formativos (todavía quedan, inexplicablemente, ciclos LOGSE) se ha transformado en la actual "formación en empresas" que tanto en los grados C (Certificados Profesionales) como en los grados D (ciclos formativos) debe contemplarse como una fase obligatoria a realizar en una empresa u organismo equiparado. Y que, tal y como señala la nueva Ley Orgánica de Formación Profesional en su artículo 55.6, destaca su carácter formativo y no laboral:


Las administraciones competentes en el desarrollo de ofertas de formación profesional adoptarán las medidas necesarias para garantizar el carácter formativo de las actividades desarrolladas durante el o los periodos de formación en la empresa, y evitar su utilización inadecuada como actividad productiva y de carácter laboral, sin perjuicio de las competencias de la administración laboral en el ámbito de la inspección de trabajo.

 

La realidad es muy tozuda, y pese a la buena intención de la norma, donde se especifican las finalidades de esta fase formativa, las dificultades para encontrar una empresa colaboradora son actualmente un problema en muchas titulaciones o regiones del país. Más aún cuando las empresas no desean incorporar alumnos menores de edad o durante períodos cortos de formación. En teoría, según marca esta ley en su artículo 56, esta fase formativa conlleva unos objetivos ambiciosos:


La fase de formación en empresa u organismo equiparado tendrá las finalidades siguientes:

a) Participar en la adquisición de competencias profesionales propias de cada oferta formativa.

b) Conocer la realidad del entorno laboral del sector productivo o de servicios de referencia, que permita la adopción de decisiones sobre futuros itinerarios formativos y profesionales, prestando especial atención a las oportunidades de empleo y emprendimiento existentes o emergentes en los entornos rurales y las zonas en declive demográfico.

c) Participar en el desarrollo de una identidad profesional emprendedora y motivadora para el aprendizaje a lo largo de la vida y la adaptación a los cambios en los sectores productivos o de servicios.

d) Adquirir habilidades permanentes vinculadas a la profesión que requieren situaciones reales de trabajo.

e) Facilitar una experiencia de inserción y relacional en una plantilla real de personas trabajadoras respetando la normativa de prevención de riesgos laborales.

 

Seguramente muchos nos conformaríamos con cumplir solo alguno de los puntos. Aún así, entendiendo que estamos en un período inicial de implantación de un nuevo Sistema de Formación Profesional, creo que debemos ser conscientes de que estamos en una fase preliminar que, con el tiempo, normalizará este tipo de formación en la empresa como un win-win donde ganan tanto las empresas como los estudiantes. A pesar del sobreesfuerzo de las empresas que acogen alumnos, fundamentalmente en el caso de alumnado de primer curso, debiéramos insistir y vender las bondades de un período que además de permitir alcanzar ciertos resultados de aprendizaje y favorecer la madurez del alumno, facilitará la retención y crecimiento de un talento que comienza a escasear y que las empresas precisan para ser competitivas. 

 

Evidentemente, como para cualquier aplicación legislativa, se requieren medios e incentivos para su puesta en marcha. No es sensato dedicarnos solo a cumplimentar planes de formación individuales y tablas que no se corresponden a la realidad. Las empresas requieren incentivos al igual que los centros educativos necesitan recursos humanos para prospectar convenientemente de la mano de una formación y una normativa que nos facilite trasladar a las empresas este modelo. De nuevo, el sálvese quien pueda se está convirtiendo en el procedimiento más habitual en los centros de FP de las distintas comunidades autónomas que, además, interpretan las normas a su conveniencia o parecer (no siempre ajustado a derecho).

 

Efectivamente, la autonomía de los centros es un objetivo del nuevo Sistema de Formación Profesional, pero ello no debiera suponer que todos los centros públicos o sostenidos con fondos públicos no dispongan de los mismos recursos e información para gestionar este período de formación en empresa u organismo equiparado. Me refiero tanto a los recursos humanos antes mencionados como a los medios para comunicar adecuadamente el sentido de un nuevo sistema que viene a transformar sustancialmente la FP que hemos dado forma en los últimos veinte años. 

 

Si nos atenemos a lo que marca el RD 659/2023, de ordenación del Sistema de Formación Profesional, el compromiso que se solicita a las empresas colaboradoras no es una cosa menor. Según su artículo 153.2: 


La empresa u organismo equiparado se compromete a:

a) Garantizar el acceso a las dependencias de la misma al tutor o tutora dual del centro formativo para realizar las visitas y llevar a cabo las actuaciones de revisión de la programación, valoración y supervisión del proceso formativo de la persona en formación.

b) Cumplir la programación de las actividades formativas acordadas con el centro de formación profesional.

c) Supervisar y facilitar el seguimiento individualizado y la valoración del progreso de la persona en formación que debe realizar el tutor o tutora de la empresa u organismo equiparado.

d) Cumplir con todos los requisitos que, en materia de prevención de riesgos laborales, le sean exigibles y proporcionar a la persona en formación, cuando el puesto formativo lo requiera, los equipos de protección correspondientes.

e) Cumplir y hacer cumplir las normas de seguridad e higiene en el trabajo que están vigentes en cada momento.

f) Informar a la representación legal de las personas trabajadoras sobre los acuerdos suscritos, indicando al menos, las personas que se van a incorporar a la empresa u organismo equiparado, el puesto o puestos en los que desarrollaran la formación y el contenido de la actividad formativa.

Como decía al principio de esta entrada, el lenguaje tiene su importancia a la hora de denominar realidades nuevas o cambiantes, pero son las políticas adecuadas con los recursos suficientes, y no solo la cacareada flexibilidad, las que nos facilitarán a los centros educativos, estudiantes, tutores, docentes y empresas, el cambio hacia el sentido pretendido por este nuevo sistema de FP. 


Foto de Pete Wright en Unsplash

LA CARENCIA DE EDUCACIÓN EN LAS AULAS

martes, 4 de febrero de 2025

 

EDUCACIÓN AULAS

 

En la formación profesional no es nada nuevo la importancia que tiene el término educar en la acepción que implica enseñar urbanidad y cortesía al alumnado. Se hacen muchas referencias a la actitud y a los conocimientos técnicos, indispensables sin duda, pero sin esa educación el futuro personal y laboral del alumnado puede correr riesgo. ¿Se han perdido los buenos modales? ¿Percibimos más faltas de respeto que antaño? ¿Somos más permisivos?

 

Las percepciones personales pueden ser un tanto engañosas. Evidentemente, los conflictos y encontronazos con los jóvenes estudiantes han sido una norma desde tiempo inmemorial. Solemos olvidar las animaladas vividas en las aulas como alumnos o la desesperación que algunos causábamos al profesorado de turno. Aún así, muchas de las destemplanzas que ahora afrontamos parecen no tener respuesta. Hay cierto temor a confrontarse con el estudiante; ya sea porque no queremos que se soliviante en exceso, por la crítica que podamos recibir o por una política de centro donde no se dota de autoridad suficiente al profesorado o se prefiere tener al estudiante complacido. O incluso porque se está quemado con la profesión y se forma un círculo vicioso.

 

La cercanía y el afecto personal no deben confundirse con los excesos que a menudo se consienten. Nuestra salud mental también nos arrastra a evitar enfrentamientos que nos suben la tensión y que te llevas a casa. La línea de los límites suele estar desdibujada y nos corresponde ir marcándola, mejor al unísono con el resto del profesorado, para prevenir o mejorar los comportamientos inadecuados. A menudo creemos que la mala educación viene de serie, y, tal vez, no caemos en la cuenta de que toda esa descortesía provenga de una ausencia de reproches. Aprender a manejar estos conflictos puede llevar años en el aula; incluso hay quien no sabe salir del autoritarismo y se vuelve odioso para su alumnado. La mano izquierda y la franqueza con los más descarados suelen ser buenas herramientas. Sin embargo, no hay fórmula mágica ni todos somos psicólogos. Y todo ello, si le añadimos el resto de responsabilidades docentes, resulta agotador.


Pese a que estamos en FP, censurar las inconveniencias del alumnado es una de las mejores tareas que podemos hacer como docentes. Hay quien argumentará que su mayoría de edad nos inhabilita para estos menesteres; pero al igual que el alumnado nos trata con mayor cercanía, tenemos la oportunidad de aprovechar esa proximidad para reprender al estudiante descarado o ignorante de sus malos modales. Más de uno no ha sido apenas corregido en su vida y entiende adecuado vociferar, desperezarse, insultar, no saludar o despedirse, recostarse, no disculparse ni agradecer, no prestar atención al interlocutor, renegar, interrumpir, no pedir permiso, etc. Hay quien dirá que eso es una tarea de la parentela, pero no podemos obviar ni el ritmo de vida actual, donde los padres y madres se ausentan más que nunca, ni las dificultades que muchas casas sufren por distintos motivos. Todo pasa por aliarse con las familias, cuando sea necesario y en la medida de lo posible, y advertir siempre que sea necesario al alumno. Aunque no le guste, por supuesto.

 

Podemos y debemos ser comprensivos en el aula, pero no hacemos ningún favor a aquellos estudiantes que, por inmadurez o ineducación, mantienen un comportamiento reprobable. Como docentes debemos aconsejarles, escucharles y armarnos de paciencia para que entiendan de la importancia de unos buenos modales, corrección, amabilidad o cortesía en sus relaciones personales y profesionales. Y sin medias tintas. Hagámoslo por ellos y por el bien de una sociedad donde la autenticidad es un concepto mal entendido. Sus futuros compañeros de trabajo, jefes o subalternos, también agradecerán convivir con personas serviciales y consideradas. La formación y la educación deben ir de la mano junto a nuestro afecto, comprensión y firmeza.

LA DIMENSIÓN MORAL DE LA FP

martes, 28 de enero de 2025

 


 

En los tiempos que corren, ya no sabes si es mejor cerrar la boca para evitar ofendidos y conflictos destemplados o si conviene defender lo que consideras oportuno asumiendo la amplitud del verbo educar que nos ocupa. Hay quien olvida lo que significa educar; incluso hay quien reniega de una de las acepciones que incluye la RAE en su definición: Desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.

 

La moralidad tiene pocos followers hoy en día. Ya ni te digo si hablamos de influencers que se presten a darnos esa ejemplaridad moral que todos requerimos durante nuestra escolarización y a lo largo de la vida. La libertad malentendida nos puede llevar a cerrar la boca cuando debiéramos, más que nunca, explayarnos para desarrollar esa facultad moral que nos permite convivir en sociedad, ya sea en un entorno laboral o en cualquier lugar público. Aunque, como bien sabemos, la moralidad es hoy muy líquida: lo que hoy es válido moralmente, mañana quizás no lo sea. Y en muchos campos parecemos estar desandando el camino. 

 

Tal vez, la ética es la respuesta a estos malos augurios donde la falta de empatía, la xenofobia, el racismo, la aporofobia (fundamental leer y escuchar a Adela Cortina), el edadismo, la homofobia o el machismo, entre otras muchas discriminaciones, hacen mella en una sociedad a quien culpar de los problemas o las imperfecciones del sistema. Entiendo que la mayoría de los educadores, maestros o profesores, estamos de acuerdo en la importancia que tiene mantener un buen clima social donde el respeto, que también pedimos como habitantes del aula, se traslade a cualquier otro segmento de la población. 

 

Ya sé que en la Formación Profesional se nos conoce por las enseñanzas técnicas que suministramos a los futuros técnicos y técnicas del país; sin embargo, y sin peligro de politizar las aulas, nos debemos también a ese ámbito donde la paz no es solo el recortable de una paloma. Cualquier profesional debiera tener como primera habilidad esa tolerancia al diferente; más aún en un planeta cada vez más diverso pero menos cercano; donde las redes desunen y buscamos solo soluciones personales mientras nos arrimamos a la tribu que nos acoge o nos ponemos el disfraz de ermitaño.

 

Esta líneas vienen a colación del reciente 80 aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz Birkenau; donde las escasas voces de supervivientes que tenemos nos alertan de lo que conlleva el odio al diferente. Desde hace mucho me han conmovido las historias de las personas que lograron sobrevivir en una situación que, a pesar de parecernos de una maldad impensable e irrepetible, es posible que retorne con nuestra aquiescencia u omisión. Ensayos, novelas, cómics, cine, cuentas en redes sociales o recursos digitales de calidad al respecto están a nuestro alcance como educadores. El Holocausto, así como otras muchas tragedias que hoy se sufren en el mundo (Palestina, Ucrania, Haití, Yemén, Somalia, Sudán...), no debieran ser obviadas en las aulas o pasadas de refilón. 

 

Aunque signifique una discusión o un debate agrio, una de nuestras obligaciones es ofrecer un conocimiento que lleve a la reflexión personal y a la necesidad de esa ética universal que algunos quieren ver extinguir. Comprender la crudeza de la guerra, las migraciones forzosas u otras muchas injusticias que suelen sufrir los mismos de siempre, es el mejor resultado de aprendizaje que pueden adquirir nuestros jóvenes estudiantes. 

 

Foto de Robert Noreiko en Unsplash

CONSEJOS PARA LA GESTIÓN PROFESIONAL DEL E-MAIL

miércoles, 22 de enero de 2025

 


 

A nivel profesional el buzón de entrada del correo electrónico requiere una gestión óptima. Por mucha inteligencia artificial generativa que dispongamos al final es la voluntad de querer hacer bien las cosas lo que marca la diferencia. La IA facilita la respuesta a los correos, sugiriendo respuestas o resumiendo un correo recibido o buscando información en correos anteriores (Google ofrece estas opciones en Gmail con los planes de pago). Sin embargo, profesionalmente, en cuanto te diriges a un posible proveedor o cliente, es fácil encontrar correos sin respuesta ante una solicitud de información o una dejadez en la contestación requerida. 

 

Me parece importante, de cara al futuro laboral de nuestros estudiantes de FP, que consideren la conveniencia tanto de responder correctamente a un e-mail como hacerlo en el momento oportuno. En un artículo anterior enumeraba en una infografía algunos consejos sobre cómo enviar un correo electrónico a un profesor o alumno. Ahora, me interesa también que los estudiantes tengan en cuenta que este tipo de comunicaciones pueden ser muy relevantes para la imagen de una empresa y, en consecuencia, para ganar o mantener clientes. Personalmente, desestimo aquellas empresas que no se dignan a dar una respuesta o que lo hacen pasados varios días. 


Nosotros, como docentes, cada vez hacemos más uso del correo como una herramienta de comunicación con el resto del claustro o con las familias. La implantación de plataformas educativas o LMS (Learning Management System) ha reducido el número de comunicaciones directas a través del e-mail. Aunque, si los estudios son presenciales, también conviene educar en el no abuso de las correspondencia electrónica cuando sea posible el trato personal directo. Afortunadamente, la gestión del buzón de entrada es más sencilla y podemos enviar avisos personales o generales a través de estas plataformas (Moodle, Classroom, Teams, etc.). Sin embargo, a nivel profesional nuestro alumnado precisa tener en cuenta tanto la netiqueta en la redacción de correos electrónicos como la gestión eficiente y eficaz a la que antes me refería. 

 

Es fácil cometer errores con la gestión de correos electrónicos, más aún cuando el spam es una práctica habitual que todos sufrimos. Perder algún mensaje u olvidar dar respuesta a alguno recibido no quita que ofrezcamos disculpas o tratemos de solventar el malentendido. La IA seguro que nos ofrece fórmulas para responder cortésmente, pero no está de más personalizar y dar un carácter propio a las comunicaciones. Un exceso de asepsia digital puede ser contraproducente. En los tiempos que corren, la correspondencia suele ceñirse a unas pocas líneas donde nos piden ir al grano; a pesar de que se agradecen los mensajes personales redactados con atención y afecto, sin importar la extensión. ¡Qué tesoro recibir hoy día una carta por correo postal!

 

Espero resulte útil la siguiente infografía al respecto:

 

CONSEJOS EMAIL PROFESIONAL

 

SI NO FUERA DOCENTE

sábado, 18 de enero de 2025

 


 

Ahora que llevo casi media vida trabajando, con mis hijos orientándose profesionalmente, me pregunto si volvería a decidirme por la docencia y por los mismos estudios universitarios que cursé en aquel entonces. Ha llovido demasiado desde aquellos años noventa del siglo pasado y, sin embargo, no encuentro tantas diferencias con aquel panorama: muchas dudas y pocas certezas junto a una falta de orientación profesional que, a menudo, se reducía al consejo familiar. 

 

Los títulos de Formación Profesional no se contemplaban al igual que ahora, pese a que esta opción sigue sin ser reconocida socialmente en su justa medida frente a un título universitario que supuestamente te ofrece un prestigio aunque no te garantice siempre un sueldo mucho mayor. En mi caso, supongo que como otros muchos estudiantes, me decidí por la entonces denominada licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales, ahora ADE, que solía ser el refugio de aquellos sin una clara vocación (creo que no ha cambiado tampoco mucho la situación al respecto...).

 

El nivel educativo y la ocupación de los progenitores continúa siendo una variable fundamental en la elección de determinados estudios. Según señala el informe "El perfil socioeconómico del estudiantado universitario en España", el perfil familiar sí influye en la elección de ámbitos de estudio universitarios, pero sólo en algunos de ellos y de forma desigual. Asimismo, el último informe ministerial sobre Datos y cifras del Sistema Universitario Español 2023-2024, muestra un incremento en el número de titulaciones universitarias y un incremento de casi 100 000 alumnos (+55,9%) en las universidades privadas; fundamentalmente en las áreas de Negocios, administración y derecho, Ciencias sociales, periodismo y documentación. Tenemos más titulaciones universitarias que antaño, un mayor número de universidades privadas y un menor número de graduados que coincide con las menores matriculaciones en la universidad de los últimos años. Sin embargo, la oferta y la demanda de estudios, según sea la rama de enseñanza es muy dispar (más de cinco alumnos por cada plaza en Ciencias de la Salud en una universidad pública presencial), pese a que se adivina una tendencia a la baja de las notas de corte en las universidades públicas. Complejo panorama.

 

Cuestión aparte es revisar la empleabilidad de cada título universitario. Ser pragmático de cara a tu vida profesional futura no es tarea fácil. Si ya entonces la popular generación JASP (ahora con medio siglo a sus espaldas) aspirábamos a salarios poco menos que mileuristas, actualmente las perspectivas no parecen mucho mejores con una generación donde la vivienda se come esa mayor tasa de empleo que disfrutamos hoy en día. Preguntarse dónde se cobra más, si es esa tu principal motivación, no es difícil de saber según las estudios que ofrecen las universidades; o si el empleo se ajusta al nivel o área de estudios (muy recomendable para ello la herramienta U-Ranking) deseada. A eso hay que añadirle la incertidumbre que aporta el desarrollo de tecnologías disruptivas tanto al mundo educativo como el profesional.


Con los años, la cada vez más larga carrera laboral suele comenzar mediatizada por un sinfín de casualidades; gracias al conocido de turno o según sea la coyuntura del mercado de trabajo del momento. Los caprichos del destino nos marcan y la falta de paciencia imperante no ayuda tampoco a mejorar el porvenir. Sin embargo, volviendo al meollo de este artículo: ¿los jóvenes, a pesar de la ingente información disponible, están ahora mejor orientados? Si nos fijamos en los resultados del marco de calidad Xcelence, desarrollado por la Fundación Berteslmann, en su último informe "El estado de la orientación académico-profesional" señala que el alumnado de secundaria y bachillerato recibe poca información sobre el mercado laboral y tendencias profesionales; la mayoría de los centros no contemplan como responsabilidad de los docentes la interpretación de fuentes de información sobre el mercado laboral; y existe una dificultad real para acceder a fuentes de información actualizadas y entendibles tanto para los docentes como para el alumnado.

 

Con total seguridad habremos avanzado en muchos ámbitos de la orientación académica y profesional, pero, indudablemente los jóvenes siguen teniendo muchas dificultades para tomar decisiones propias que no se basen fundamentalmente en las opiniones de la familia o en las tendencias del momento. Volviendo al título que da nombre a esta publicación, seguramente nunca hubiera sido docente si no me hubieran dado la oportunidad de dar clase en un momento dado y experimentar la enseñanza; a pesar de mi temprana mala experiencia dando clases durante el servicio militar obligatorio. Si no fuera docente, quién sabe dónde andaría enfrascado ahora. De momento, mi saldo es bien positivo: esta profesión me permite, además de subsistir, encontrar un sentido al largo tiempo de vida que pasamos en un puesto de trabajo. A pesar de todos los inconvenientes, conflictos diarios, o el agotamiento mental que supone trabajar con jóvenes y adolescentes, hay muchas singularidades de la docencia que compensan. Y no solo las anheladas vacaciones escolares.

 

Supongo que la mayoría de los jóvenes, al igual que los más talluditos, buscamos combinar la vocación con las posibilidades de un empleo bien remunerado. El idealismo, con los años, suele pasar a una fase de pragmatismo y necesidad de seguridad económica. Conocer, valorar e interpretar las opciones académicas y profesionales de la oferta educativa sigue siendo una tarea abrumadora; mediatizada además por las cortapisas del sistema educativo (matrículas, notas de corte, presión social...). En mi opinión, no dedicamos el tiempo suficiente a conocer de primera mano las posibilidades académicas y profesionales existentes. Hemos avanzado mucho promoviendo los estudios de Formación Profesional, el emprendimiento o las carreras STEM; y, sin embargo, son todavía demasiados los jóvenes que toman decisiones desconcertados, sin referencias y con la falta de certidumbres propia de la edad y de un futuro por explorar. Seguimos apresurándonos demasiado para una carrera donde importa menos el tiempo cronometrado que el destino alcanzado.

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