MI FP DESEADA

domingo, 21 de diciembre de 2025

 


 

Termina el año natural, que no académico, con ansias para que lleguen las deseadas vacaciones navideñas. Parece que el próximo año 2026, además de salud, trabajo y amor, muchos desearemos que la nueva FP no termine con nosotros... y todos esos módulos estrenados, resultados de aprendizaje evaluados y programaciones aplicadas no sean la puntilla de esta cada vez más larga vida laboral. Las aspiraciones son dispares pero todos anhelamos un reposo no solo físico sino mental para afrontar el resto del curso. Alejarse para conectar mejor con lo que está por venir. 

 

Ahora que acaba el año, y además de despotricar (de poco sirve) y de tener los mejores deseos para todos los que andamos enredados en la formación profesional, tenemos la posibilidad de parar y tomar fuerzas para retomar caminos y recordar la importancia de nuestra labor para esos estudiantes que, a pesar de todo, esperan algo de nosotros. También ellos tienen ganas de cambiar el tercio y cortar con la rutina de seis horas diarias frente a los discursos y manías que cada uno de nosotros presentamos. Y aquí no hay quien se libre: los de las metodologías activas, pasivas, tradicionales o innovadoras... Ya no sabemos si vale la pena conservar lo que ya está caduco y es inapropiado o progresar cuando hay medidas, modas y ocurrencias que retrasan la finalidad de nuestra profesión. Nos estancamos con nuevos viejos problemas sin recordar la educación por la que suspirábamos. Nos hemos atiborrado de consignas vacías que ahora quieren rellenarse con una densa instrucción. ¿Back to the past?

 

En mi opinión, como docente, entiendo que siempre tenemos margen de mejora tanto a nivel técnico como en relación a los modos de enseñar. El problema ahora, con el susodicho nuevo sistema de FP, se acentúa cuando dejamos de tener tiempo para formarnos en cómo aprende mejor nuestro alumnado o es complicado investigar y obtener recursos para conectar con ellos. Además de los problemas de disciplina, la soporífera burocracia o la heterogeneidad en las aulas, es esencial seguir desarrollando técnicas y herramientas docentes de la mano del conocimiento que nos muestran los estudios y la experiencia. Sin obviar que es necesario alimentar nuestra pasión y dedicación profesional desde la evocación constante hacia la trascendencia que puede tener nuestra materia y acompañamiento personal. 

 

Nos siguen faltando conversaciones y lecturas sobre cómo dar clase y qué sentido tienen las rutinas que con mayor o menor acierto llevamos a cabo en nuestro día a día. Convenir y dialogar desde estructuras horizontales pero no desde la ocurrencia del momento ni de lo que me conviene a nivel personal. Poco ayuda la constante crítica hacia el menor nivel de los estudiantes si no viene acompañada de una reflexión más allá del cumplimiento de nuevas normas que corresponde debatir con conocimiento y no con temor a ser señalado o escurriendo el bulto. Espero personalmente algo más de sosiego para compartir por aquí ideas y lecturas sugestivas que necesitan de ese reposo ansiado.

 

La mejora no solo puede proceder de recetas generadas de una IA que no siente lo que ocurre en un aula. Aceleramos la creación de materiales pero continuamos con un estrés creciente donde la dedicación a cada alumno o alumna no obtiene la calma precisa. Me parece imprescindible que como docentes mantengamos un interés genuino por el estudiante y estemos en la búsqueda permanente sobre cómo podemos influir para que no caigan en el derrotismo vital que ahora todo lo empaña. Debemos frenar la desesperanza y agitar en el mejor sentido a unos alumnos que son nuestro presente y futuro como sociedad.

 

Espero que en este curso 2025-2026 terminemos con los parches que hemos puesto en cada ciclo o módulo reformado y nos dediquemos a tejer unas costuras firmes pero flexibles que resistan las dificultades para sostener una relación fructífera entre docentes y alumnos más allá de porcentajes y simulaciones. Busquemos el confort para enseñar mejor, desde la sencillez pero sin el simplismo propio de quienes nos mandan a perseguir sueños con sedantes baratos y contando con aquellos que aún creen en una educación transformadora donde los más jóvenes quieren ser escuchados y necesitan entender la importancia en sus vidas del conocimiento, la cultura y unos valores más allá del individualismo reinante.

 

Mis mejores deseos para todos.  

IABORÍGENES EN FP

jueves, 11 de diciembre de 2025

 

IA GENERATIVA FP


 

Hacer un uso adecuado de la inteligencia artificial generativa es una de las principales preocupaciones de cualquier docente. Tenemos claro que el alumnado (y el resto de mortales entre los que se encuentra el profesorado) tiene la tentación de utilizar las herramientas actuales y futuras de la IA generativa para cumplir con el expediente, ahorrar esfuerzos y ser así lo más eficiente posible a la hora de cumplir con las tareas encomendadas desde cualquier módulo profesional. ¿Quién no aprovecharía tamaño filón? 

 

Podemos rompernos la cabeza en cómo evitar el abuso o esos plagios que nos cuelan desde la inocencia y habitualmente con nuestro beneplácito. Sin embargo, las herramientas digitales que comprueban y dan su veredicto en un probable porcentaje de plagio son cada vez más inútiles. Engañar al engañador es placentero, como diría Maquiavelo, pero las pruebas no son irrefutables. Luego nos queda la alternativa de intensificar las pruebas orales y escritas (el examen de toda la vida) y así dejar claro que no hay escapatoria al poder supremo del profesorado (léase con ironía). O, incluso, podríamos dar la batalla por perdida y esperar que esa Generación Alfa (o IAborígenes) que más pronto que tarde poblarán nuestras aulas, nos utilicen como un recurso humano que facilite la conversación, el aprendizaje y la curiosidad del alumnado con un enfoque integral. 

 

Mientra tanto, podemos seguir experimentando y tratando de conocer cómo funcionan esas herramientas de IA generativa que aparecen, se actualizan y se desvanecen dentro de esa burbuja digital de la que ya no podemos escapar. Podemos buscar modos para que nuestro alumnado aprenda y profundice de un modo crítico sin volverse totalmente dependiente de una IA que no facilita la reflexión ni la digestión lenta de lecturas o problemas planteados. La IA puede ser la nueva olla exprés frente a la olla de hierro fundido; las dos herramientas pueden subsistir en función del guiso preferido. En la dieta puede estar el secreto de toda este desasosiego digital que podría terminar empachándonos y con el peligro de pretender volver a una dieta paleo(lítica) donde el papel y la tiza sean los únicos ingredientes para evitar los complejos artificiales.

 

En mi opinión, entiendo que la IA generativa ya produce mejores resultados que casi cualquier estudiante de FP. Deduzco que el diseño de actividades y materiales técnicas y específicas es ahora mucho más sencillo y probable para el profesorado. Antes del advenimiento (preciosa palabra) de la IA no era demasiado popular la creación de materiales propios; ya sea por la falta de tiempo o la dificultad que conlleva esta tarea. La dependencia del libro de texto o de esos manuales técnicos ha sido, y sigue siendo, la norma reinante en muchas aulas de Formación Profesional. Sin embargo, ahora mismo es extremadamente fácil programar, crear contenidos y diseñar actividades según la complejidad requerida. Historia aparte es el cuidado que pongamos en la revisión de los materiales generados y en cómo queramos aderezar esos contenidos con nuestra esencia personal. 

 

El presente mercado de tecnología educativa, del que no ando todo lo actualizado que debiera, nos ofrece multitud de herramientas que, como lo fueron otras en el pasado, acabarán pasando a mejor vida. Ahora, las multinacionales del sector parecen haber tomado de nuevo la delantera; las aplicaciones de Google o Microsoft nos ofrecen un entorno conocido y ligado a otros servicios que ya venimos usando. Su gratuidad parcial (de momento) nos volverá a cautivar para bien y para mal a nivel educativo. Volveremos al redil del oligopolio probablemente. 

 

Como docente con las miras abiertas, aunque receloso con ciertos aspectos de la digitalización, encuentro multitud de oportunidades con herramientas como NotebookLM o los Gems de Google. Diseñar materiales de estudio o ayudantes para tareas rutinarias con fuentes de información controladas y de calidad es ahora más sencillo que nunca. Luego, con Gemini o ChatGPT también podemos mejorar contenidos propios y personalizarlos en función de nuestros objetivos (empleo, publicaciones, investigación, etc.) pero sin perder de vista esa personalidad propia necesaria para evitar ese empacho actual de datos generados sin ton ni son que no respetan las fuentes originales ni la creatividad humana. Algo similar ocurre con herramientas como Canva donde cualquier persona con una formación mínima puede producir diseños aparentes con la IA como asistente. Aún así, como comentaba anteriormente, la cultura y la sabiduría que otorgan las experiencias vitales y el estudio, son diferenciales para una producción si no óptima al menos adecuada. 

 

Aún así, y siguiendo las recomendaciones de expertos en estos asuntos (ver estudio "La inteligencia artificial en la formación profesional"), la evaluación sigue siendo la clave en nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje; debemos pasar a un modelo de evaluación formativa donde se haga un uso a la medida y gradual de la IA en función de los resultados de aprendizaje y criterios de evaluación que precisamos en cada momento. Tenemos un amplio abanico de posibilidades: desde limitar totalmente la IA para ciertas actividades, pasando por hacer uso de la IA solo para evaluar los resultados, hasta promover su utilización de un modo responsable y crítico. Todo ello requiere una reflexión en nuestros claustros, donde, por una vez, no caigamos en la adopción de tecnologías sin haber leído, discutido, experimentado con la contribución de personas doctas y fuentes confiables tanto a nivel tecnológico como educativo. 

 

Foto de Crawford Jolly en Unsplash

JUVENTUD, LEGALISMO Y FP

lunes, 8 de diciembre de 2025

 

 

El nuevo curso ha traído los mismos viejos problemas junto a otros añadidos que surgen conforme cambian los tiempos. Ya no hablo de diferencias generacionales, o esa seductora inteligencia artificial generativa ya omnipresente en los teclados propiedad de docentes y discentes (perdón por el pareado). No alcanzo a ver claro el rumbo que toma nuestra estimada Formación Profesional. Quizás no hemos entendido hacia dónde nos debería llevar este nuevo sistema de FP. Más allá de esas personas y entidades disruptivas que siguen siendo minoría en el panorama actual, no parecemos caer en la cuenta del sentido de una FP renovada con el propósito puesto en nuestro alumnado y en las empresas colaboradoras.

 

Tenemos en las aulas estudiantes de carácter cada vez más heterogéneo pero que suelen coincidir en un resultadismo donde priman para ellos las calificaciones sobre la curiosidad y el aprendizaje. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, ahora hay que añadir nuevas situaciones con jóvenes inseguros o con otros problemas emocionales junto a la indolencia o la inmadurez propias de la edad y que tanto cuestan conducir en el día a día en el aula. No existen manualesagentes de IA personalizados, coaches ni planes innovadores milagrosos que nos resuelvan estas circunstancias. Formación, especialistas, tiempo disponible y una ratio menor suelen ser el mejor refuerzo. 

 

Aún así, hay que valorar el esfuerzo de una juventud donde el despreciativo término "nini" está en sus cuotas más bajas. Cada vez son más lo jóvenes que estudian y trabajan, a pesar o gracias a esa precariedad sostenida en un modelo que funciona gracias al consumo permanente en "experiencias" frente a la imposibilidad de adquirir una vivienda o ahorrar con un propósito realista y a largo plazo. Tenemos en nuestras aulas a muchos de estos jóvenes que madrugan para estudiar y luego se pasan la tarde o el fin de semana reponiendo, sirviendo mesas o frente a una caja registradora. Además de, como corresponde y es saludable, tratan de buscar diversión y su propio espacio junto a otros jóvenes en un mundo -el que les hemos dejado- que adora las pantallas y la apariencia que reflejan. Necesitan buenos motivos para seguir formándose en una realidad internacional política y económica incierta.

 

En mi opinión, como adultos y a pesar del diferente bagaje que cada uno aportamos, desde la FP podemos ser la tabla de salvación o ese "Pepito Grillo" que les aliente y facilite una transición al mundo profesional o hacia otra etapa académica donde lo que más importa es: ser una persona atenta, con interés, perseverante y afable en el trato. Buenos chicos y chicas críticos con los estímulos que reciben. Sin desdeñar esas competencias técnicas y digitales que mudan permanentemente y que pueden menoscabar su empleabilidad. Para ello, no nos queda otra que empatizar con el alumnado sin perder una mirada donde la eficiencia y el legalismo nunca debiera ser lo más importante en la educación a pesar de las necesarias mediciones o sistemas de calidad que nos interpelan y constriñen en exceso. 

 

Luego, y a pesar de nuestras propias miserias y fallos que cometemos diariamente a nivel personal o profesional, no es necesario empantanarse en una desacertada aplicación de una normativa de Formación Profesional donde se corre el riesgo (tal vez ya hemos caído...) de pensar en su estricto cumplimiento antes de en otras cuestiones más fundamentales: ¿Nos estamos relacionando más con las empresas de nuestro sector?, ¿nos planteamos algún tipo de investigación educativa para mejorar el aprendizaje o actualizar competencias?, ¿llevamos a cabo una evaluación realmente formativa?, ¿tenemos medios para atender la diversidad y la inclusión?, ¿hemos actualizado los recursos del aula o talleres?, ¿estamos siendo flexibles como el sistema proclama?

 

No tiene sentido disfrazar los módulos profesionales a través de unos anticuados resultados de aprendizaje (RA) donde lo que más importa es demostrar su adquisición mediante tantos instrumentos como criterios de evaluación los sostienen. Esta no puede ser la obsesión actual o la situación se volverá ingobernable o programar será una farsa consentida. Los efectos indeseados son ya perceptibles en cuanto nos dedicamos a trocear un módulo y diseñar exámenes atendiendo únicamente a esa división de resultados de aprendizaje; o, en el momento en que nos ofuscamos con decenas de porcentajes en lugar de diseñar retos significativos para el alumnado y el sector al que dirigirán sus primeros pasos profesionales.

 

Espero que sepamos desandar el camino cuando sea necesario, así como tomar esa nueva senda que nos debiera llevar a buscar otras formas de enseñar de la mano de la experiencia y la participación de los compañeros que siguen creyendo en la juventud y en una FP transformadora.  

 

Foto de majd altaifi en Unsplash

FP CHILL

lunes, 10 de noviembre de 2025

 


Este curso me prodigo poco por este espacio personal. No encuentro apenas tiempo para escribir y reflexionar sobre la educación que me ocupa y preocupa, así como tampoco puedo entretenerme compartiendo recursos o lecturas interesantes que pueden ser útiles a otros docentes de FP. Tengo la esperanza de que vuelvan mejores tiempos para los blogs personales, aunque sea de la mano de esa moda retro que ahora se lleva. Tal vez los blogs, el ante y la pana vuelvan a ser tendencia... 

 

Lamentablemente, estamos demasiado enfrascados con el día a día en el aula, elaborando materiales o entretenidos en esa evaluación que tanto esfuerzo requiere. Supongo que la vorágine pasará antes de las Navidades y en enero volveremos a las andadas con las nuevas evaluaciones y toda esa burocracia que conlleva la formación en la empresa o esos ingratos sistemas de calidad. 

 

Muchos andamos trasteando con la inteligencia artificial generativa, con más o menos fortuna, tratando de adelantar con un exceso de velocidad que no suele traer nada positivo. Escribir por cuenta propia parece que pasará a mejor vida. Presentaciones, programaciones, diseño de actividades, o incluso evaluaciones, son presa fácil de esa IA que dicen todo lo podrá. Al final puede también que la imagen del mono tocando los platillos se haga realidad dentro de nuestra cabeza. El tiempo dirá si todo este aceleramiento es sostenible.

 

La sensación, a pesar de esta tecnología facilitadora, es que andamos más ocupados que nunca. Todo ello junto a una juventud más compleja y con crecientes perfiles que requieren una asistencia más personalizada por razones de salud mental u otras circunstancias. El panorama actual solo se puede capear si la dosis de afecto hacia nuestro alumnado no mengua. Corremos el riesgo de que la ansiedad cambie de bando y nos mudemos en empleados de dudosa productividad. 

 

La ilusión puede que sea lo primero que se pierda. Rebajemos el listón en lo que menos importa para centrarnos en lo que más nos motiva. A muchos nos gusta dar clase, conversar con el alumnado y preparar materiales que puedan resultar interesantes. Luego vienen otras ocupaciones que solo tienen sentido si realmente aportan valor a los compañeros y las empresas colaboradoras. Vivimos con el tiempo acelerado y enfrascados en una multitarea y multipantalla donde algunos se autoexplotan (como diría Remedidos Zafra) mientras otros viven confortablemente a costa de los demás. No sé dónde andará el termino medio.

 

Criticamos nimiedades mientras las horas de trabajo aumentan, las horas lectivas no disminuyen o el horizonte laboral se alarga sine die. Vivimos en un sistema de plazos permanente donde no cabe el espacio para el sosiego, la reflexión o una planificación atemperada a esa nueva normativa que ahora nos aprieta. Sabemos despotricar en petit comité; sin embargo, a la hora de la verdad andamos domesticados o resolvemos el envite solicitando una baja médica. Nos podríamos aplicar el modo chill que pregonan los más jóvenes.  

 

Espero, pese a mi optimismo habitual, que no caigamos en la nostalgia de una FP que debe seguir siendo artesana, enmarcada en un mundo digital, y con un profesorado que se adapta por convencimiento propio a una realidad cambiante donde el siglo XX queda ya lejos y donde la prioridad sigue siendo la misma: formar profesionales preparados y acompañar a los estudiantes en su crecimiento personal. No perdamos esa ventaja comparativa de una FP que entusiasma y facilita la vida de nuestro alumnado. 

 

Gracias por tu atención. Esa que ahora tanto cuesta. Nos seguimos leyendo.  

 

Foto de Maxim Mogilevskiy en Unsplash

CLAVES, MODELOS Y DUDAS DEL PROYECTO INTERMODULAR

martes, 4 de noviembre de 2025

 


 

Tras casi dos meses de curso, tal y como comentaba en el anterior artículo, seguimos enfrascados con esa multitarea que nos ha supuesto la nueva normativa de FP en nuestras programaciones diarias. A mi parecer, este agobio sigue impidiéndonos ver el bosque detrás de esos árboles o zarzas que suponen esos Resultados de Aprendizaje (RA) que tratamos de trasladar con dudosos criterios y pocas certezas sobre su conveniencia. Luego están los nuevos módulos transversales sobre digitalización y sostenibilidad, así como ese "Proyecto intermodular" que también parecen incomodar a los agraciados responsables de los mismos. 

 

En las tres últimas ponencias que he ofrecido al respecto de estos proyecto intermodulares, sigo percibiendo cierta desorientación sobre cómo diseñar estos retos y qué sentido tienen dentro del nuevo sistema de Formación Profesional. Además, las diferentes normativas autonómicas, parece contemplan de distinto modo este nuevo módulo donde el profesorado debiera tener una carga lectiva para trabajar junto a su alumnado; al igual que en los proyectos o retos lanzados también correspondería incorporar un trabajo colaborativo entre el profesorado junto a los necesarios equipos de trabajo que debieran formar los estudiantes. Los proyectos de carácter individual tienen poco sentido en el marco metodológico actual, así como no facilitan la adquisición de esas competencias con las que deseamos facilitar habilidades interpersonales y organizativas. 

 

Tanto en el taller ofrecido en el Congreso de CECE como en la conferencia en SIMO Educación he insistido en un diseño de proyectos donde se ponga el acento en el proceso y no únicamente en esas presentaciones finales donde no suele haber cabida a la mejora continua; es vital facilitar un aprendizaje donde el alumnado se autorregula a través de entregas parciales (con unos estándares claramente definidos) en cada una de las fases programadas antes de llegar a la exposición y divulgación de aquellos productos o soluciones finales demandados.

 

Tal y como marca la ley orgánica y el real decreto que desarrollan el actual sistema de FP, los centros educativos deben tener autonomía para incorporar ese trabajo en equipo de los docentes e innovar y experimentar a nivel pedagógico. La nueva FP debe ir encaminada a un modelo realmente flexible y no limitado a una serie de criterios de evaluación e infinidad de rúbricas que solo buscan el cálculo de una nota final. Tal y como se apuesta desde la evaluación formativa, también exigida por la normativa educativa, debemos atender al alumnado a través de procesos donde ofrecemos tiempos para la mejora de las tareas entregadas, gracias a un feedback permanente y a unos recursos seleccionados por el profesorado donde lo que importa es la mejora continua. 

 

A pesar de las indeseadas consecuencias de la incorporación de la IA generativa, el profesorado de FP es consciente del cambio de paradigma que supone su uso masivo por parte del alumnado (el profesorado está también en ello). Casi cualquier tarea que pedimos es susceptible de ser llevada a cabo por este tipo de IA. Es el momento de tratar de convenir con el alumnado el uso de la IA generativa en el aula y ofrecer una buena selección de recursos de calidad para evitar un abuso continuo de una IA que no siempre ofrece las mejores garantías en los resultados que genera. Reflexionar sobre las herramientas utilizadas y cotejar los contenidos generados por la IA generativa debe ser una práctica habitual en cualquier proyecto y módulo profesional. Citando a Tíscar Lara y Carlos Magro, en su recién publicado y recomendable libro "IA y educación. Una relación con costuras"

 

Un uso excesivo de herramientas de IA, impulsado por la presión para obtener buenos resultados, puede disminuir la capacidad de analizar, evaluar y sintetizar información de manera independiente.

 

Los estudios apuntan a la necesidad de trabajar una competencias blandas donde la resiliencia, el pensamiento analítico o la creatividad son esenciales para muchos empleadores.  Todo ello a pesar de una IA que nos debiera ayudar en estos menesteres pero que, en los tiempos actuales y en contraposición, nos recalca la importancia de unas habilidades interpersonales (What workers really want from AI) que no son técnicas pero sí vitales para el futuro profesional de nuestros jóvenes estudiantes. 

 

Además, sigue siendo vital buscar la colaboración de entidades o profesionales externos que enriquezcan estos retos o proyecto intermodulares junto a una selección de recursos de calidad que obliguen al alumnado a su utilización en detrimento de esas herramientas de IA generativa (Gemini, ChatGPT, Perplexity, Claude, Grok, etc.) que impiden la reflexión y ese pensamiento crítico que demandamos tan a menudo. Debiéramos marcar un uso convenido de la IA con momentos de desconexión de la misma y momentos donde se cotejen los resultados generados con esas fuentes fiables que recomendamos previamente. 

 

Cabe también señalar que, además de todas estas incertidumbres digitales que nos acechan, tenemos la oportunidad de mejorar estos proyectos o retos intermodulares a través del arte y las humanidades con las que cada docente está más sensibilizado y puede aportar más a un alumnado que, probablemente, está terminando su itinerario escolar oficial. Visitar museos, ir a conciertos, ofrecer lecturas o acudir a una exposición o charla son buenas excusas para crecer no sólo a nivel profesional. 

 

Estas cuestiones y otras muchas siguen incrementando las inseguridades de un profesorado de FP que desea enseñar del mejor modo posible. Docentes y alumnos necesitamos guías y modelos sencillos, efectivos y realistas, que sean de fácil aplicación en las aulas y talleres de los centros educativos. Espero que os resulten útiles estas plantillas diseñadas en Canva y editables para facilitar ese borrador inicial de un proyecto o reto intermodular y sus distintas fases y producto final. 

 

👉 Más recursos al respecto en el nuevo libro "Diseña tu proyecto intermodular" disponible en papel y en digital en Amazon.  

 

Foto de 8machine _ en Unsplash

FP HORRIBILIS

jueves, 9 de octubre de 2025

 


 

Este comienzo de curso, para el profesorado de FP, puede que esté siendo el más exigente y complejo (por no utilizar otros términos) de los últimos años. Ahora no recuerdo, pese las habituales incertidumbres que siempre arrastramos, un año con tantas novedades a implementar, tantas dudas, descontento y poco convencimiento con el rumbo que hemos tomado de la mano de un nuevo sistema de FP que comenzó su andadura el pasado curso académico. 

 

Quizás sea todo una percepción personal, pero las conversaciones con profesorado de otros centros educativos, procedentes de distintas regiones y sin importar la titularidad de los centros, me lleva a esta conclusión: agobio, estrés e incomprensión de las medidas adoptadas. Y no es de extrañar. En mi opinión, nos hemos enfrascado en unos cambios necesarios que buscan transformar una FP que requiere mejoras; cambios que no pueden venir solo de la mano de un mera aplicación legislativa y una malentendida autonomía de los centros educativos. Vivimos en un last minute permanente sin una guía de viaje que nos facilite ese plausible y deseable destino. Todo son prisas y cunde cierta desorientación. 

 

El sector educativo no es un sector profesional cualquiera. En estos momentos, más allá de entender la filosofía de la nueva ley de FP y ofrecer recursos adicionales para su cumplimiento, nos hemos enfrascado en reorganizar los currículos y adoptar y adaptar los nuevos y viejos módulos como si no hubiera un mañana. Nos estamos dedicando a encajar a la fuerza este puzzle normativo sin entender el sentido de los cambios y sin caer en la cuenta de que desandar el camino resultará luego más costoso o que, en el mejor de los supuestos, todo seguirá igual pero con daños colaterales.

 

A pesar de ser docentes, es evidente la falta de pedagogía existente a la hora de enfocar todos los cambios implantados con el objetivo de una necesaria transformación de la Formación Profesional. En ocasiones parece que no hay nadie al mando o que estemos pilotados por demasiados conductores con distintas guías. Nos hemos centrado en diseccionar los currículos en ciento y una rúbricas con otros tantos criterios de evaluación, instrumentos y resultados de aprendizaje. Estamos cayendo en una excelitis donde importan más lo porcentajes, las filas y las columnas, que buscar un sentido a la evolución que necesitamos. Además, nos faltan referencias claras y relevantes que nos sirvan para encauzar las modificaciones por el mejor camino y desde ese denostado confort que nos ayudaría en esta exigente escalada. Trabajamos en un ay permanente que no facilita nuestra principal misión: preparar y dar la mejor clase posible.

 

No se trata de contraponer la FP de antaño con unos módulos profesionales a menudo inconexos y con un exceso de teoría frente a una FP donde parece que solo caben indicadores de calidad o unas metodologías que parecen desactivar al docente en lugar de activar al estudiante. La educación requiere tiempos de reflexión, debate, lecturas sosegadas y menos inteligencia artificial para cuadrar esas programaciones que tan bien relucen en nuestro escritorio virtual. Hemos redescubierto los currículos oficiales para darnos cuentas de que acaso nos habíamos dejado asuntos pendientes durante estos últimos años; sin embargo, nos atosigan ahora con un cumplimiento preciso de esos mismos currículos (a menudo desfasados) junto a nuevas competencias y resultados de aprendizaje. Todo por el mismo precio, menos horas disponibles y recursos materiales similares. 

 

Para más inri, nos enfrentamos con cierta desazón e ignorancia a una propagación ilimitada de la IA generativa en todas las áreas de la educación. Estamos acelerando ciertos procesos del aprendizaje en una FP que también es valiosa por su cariz artesano donde el método es igual o más importante que el resultado y donde nuestra materia prima son las personas. De nuevo, sin querer caer en el pesimismo tecnológico, somos unos crédulos si pensamos que la IA va a transformar la educación y esa FP que queremos. El cacareado pensamiento crítico y analítico acabará siendo otra impostura si no ponemos remedio. Corremos también el peligro de rendirnos ante una IA, que de momento nos sirve para camuflar un exceso de tareas, donde la exigencia pasa a mejor vida en aras de no complicar la existencia del profesorado o en busca de la satisfacción del mal llamado cliente. 

 

Veo difícil que nos libremos de esta galopante burocratización de la enseñanza donde todo se debe medir sin importar lo importante. Estamos cayendo en un autosabotaje continuo en una escuela que precisa pensar hacia adónde vamos y donde todo no es estandarizable ni medible. Dejemos de tirarnos piedras contra nuestro propio tejado. Simplifiquemos, por favor. Medir cada minuto en el aula, cada comportamiento, cada rúbrica o cada iniciativa, acelera el desencanto por una educación donde lo fundamental es disponer de docentes complacidos con su profesión. La docencia es relevante por esa mucha o poca capacidad que tenemos de transformar y ofrecer un mejor porvenir a alguna de esas personas que cada día se sientan junto a nosotros. 

 

Y para avanzar es necesario echar la vista atrás. Sin ilusión no hay mejora, por muchos planes novedosos que nos despachen. Entendamos la FP, y este curso que mal comienza, como una ocasión para aplicar aquellos cambios que consideramos realmente importantes y sin desmerecer el trabajo ya realizado. Además de la autoexigencia y un necesario optimismo, también es momento de demandar recursos y tiempos para que todos y cada uno de nosotros podamos aportar ese singular talento que cada docente es capaz de ofrecer en sus aulas y talleres.  

 

Foto de Matthew Henry en Unsplash

CÓMO MOTIVAR AL ALUMNADO DE FP

domingo, 21 de septiembre de 2025

 


 

Tratar de motivar a nuestro alumnado es un asunto recurrente para el profesorado de cualquier etapa educativa. Ahora, parece que volvemos a enfrentar la disciplina frente a las emociones, retornando al mismo punto de partida donde solo nos queda mantener un ambiente monacal u optar por un sucedáneo de parque de bolas. Sin embargo, en educación todo es mucho más complejo; la mano izquierda, el sentido común, aderezado de los recursos que nos debiera dar una buena formación docente, son siempre buenos aliados que nos garantizan un ambiente ideal para enseñar a esos jóvenes que pueblan nuestras aulas. 

 

En las aulas de Formación Profesional tenemos una diversidad creciente: desde los más jóvenes alumnos en la FP básica hasta adultos de cierta edad que buscan actualizarse a través de una formación reglada que les ofrece un título oficial. Estos últimos, habitualmente más maduros, no tienen problemas con la motivación; poseen motivos de sobra para estar atentos en clase y aprender lo máximo posible con el fin de encontrar un buen empleo. Cuestión diferente son los estudiantes de ciclos formativos de grado medio o superior que todavía no han definido sus intereses o que están creciendo aún a nivel personal. 

 

Los problemas se acentúan con estos otros perfiles con un alto grado de inmadurez o con ciertas dificultades personales o sociales que influyen en su comportamiento y seguimiento del curso. Tenemos multitud de chicos y chicas disruptivos, con ansiedad, distraídos, con poca autoestima, o, simplemente con una mala experiencia educativa en sus años de escolarización obligatoria. La experiencia o las percepciones nos podrían indicar que estamos peor que nunca, y que además, el nivel educativo tiende a empeorar año tras año. Pero nos faltan datos además de percepciones. 

 

Podemos analizar los últimos informes PISA publicados en 2023 que nos indican un empeoramiento en comparación con los resultados de 2015: España ha caído 15 puntos en matemáticas, 22 puntos en lectura y ocho puntos en ciencias. En comparación con los resultados de 2012, España ha caído 11 puntos en matemáticas, 14 puntos en lectura y 11 puntos en ciencias. Aunque, por otro lado, este mismo informe señala: "En España, los adultos de más edad (entre 55 y 65 años) mostraron un nivel de competencia inferior al de los jóvenes de 25 a 34 años en lectura, matemáticas y resolución adaptativa de problemas. En lectura, los adultos de 55 a 65 años obtuvieron 18 puntos menos que los de 25 a 34 años (media de la OCDE: 30 puntos menos). Las brechas competenciales entre los adultos de más edad y los más jóvenes podrían reflejar efectos del envejecimiento, pero también diferencias en la calidad y la cantidad de la educación y la formación entre generaciones."

 

Por tanto, no todo es blanco y negro, a pesar de las deficiencias que arrastra el sistema y que no son motivo de análisis en este artículo. Lo que sí es seguro es que cada generación es fruto de sus circunstancias. En la actualidad, si analizamos el Informe de juventud en España (Injuve, 2024), podemos conocer algo mejor las distintas preocupaciones o problemáticas que tienen nuestros jóvenes y que se resumen en los siguientes puntos en la actual coyuntura:

 

  • Minoría demográfica Vs envejecimiento del país.
  • Diversidad creciente.
  • Cualificación al alza y menor abandono escolar
  • Precariedad vital multidimensional.
  • Salud mental en crisis.
  • Valores (igualdad, sostenibilidad, familia y amistad)
  • Brecha y tensiones de género.
  • Identidad digital y alfabetización desigual.
  • Sentimiento de incertidumbre y reivindicativa.
  • Individualismo pragmático con solidaridad.
  • Trayectorias “zig‑zag” hacia la adultez tardía.

 

Bien sabemos que los problemas de salud mental son crecientes (la soledad no deseada y ansiedad autopercibida alcanza cuotas preocupantes) o que ahora hay más población extranjera en las aulas, así como que el ocio pasa por estar conectado a Internet en cualquier lugar y momento. Pero, ¿qué hacer en el aula ante este panorama? Como profesionales no nos queda otra que adaptarnos sin perder de vista los motivos de siempre que deben dar sentido a la educación: que todos nuestros alumnos y alumnas aprendan para poder labrarse un futuro digno. Ahora bien, para afrontar del mejor modo nuestra enseñanza en el aula y en un contexto complejo, nos podemos ayudar de la psicología del comportamiento y de las estrategias que algunos investigadores nos confirman que son útiles y no requieren demasiados cambios profundos. 

 

Os recomiendo la lectura del libro "Hábitos para una escuela exitosa", de Harry Fletcher-Wood, que nos señala la importancia de las rutinas escolares, la importancia de descomponer las tareas en pasos simples, dividir la clase en tiempos diferenciados y utilizar modelos o ejemplos en aquellas actividades que deben llevar a cabo los alumnos. Simplificando, demasiado quizás, debemos buscar captar la atención a través de pequeños sprints de dificultad creciente, donde el profesorado sea capaz de evaluar y retroalimentar a sus alumnos a través de distintos instrumentos. Este libro va en consonancia de una evaluación formativa que, en Formación Profesional, es uno de los ejes del nuevo sistema a la hora de programar los módulos profesionales o plantear proyectos intermodulares. Es necesario utilizar distintos instrumentos de evaluación (checklists, coevaluación por pares, cuestionarios, rúbricas, evocación, etc.) donde el alumnado además de demostrar su aprendizaje y competencias, sea cada vez más autónomo contando con nuestro apoyo y diseño de unas rutinas en el aula. 

 

En definitiva, como docentes, podemos motivar al alumnado desde distintas acciones que encajan muy bien con esa evalución formativa y la necesidad de establecer rutinas con objetivos específicos, estimulantes y alcanzables:

 

  • Demostrar la importancia y dar valor inmediato de lo que van a aprender.
  • Presentar referentes de quien quieren ser: docentes, compañeros, personalidades, ídolos…
  • No destacar las malas conductas del grupo, enfatizar los cambios y progresos de los alumnos.
  • Establecer prácticas gradualmente más exigentes.
  • Establecer plazos de entrega cercanos, automatizar recordatorios desde las plataformas, checklists. 
  • Miniretos por clase: entregable / evidencia y feedback inmediato
  • Cambiar el contexto en el aula: evitar distractores, parejas de trabajo
  • Normas y consecuencias claras, feedback privado
  • Retos colaborativos y con éxito compartido
  • Retos con responsabilidad económica real

 

Seleccionar y profundizar en alguna de estas acciones, según sean nuestros objetivos como docente, puede ayudarnos a mejorar el clima del aula y, más que dar motivos al alumnado, facilitar su atención a pesar de sus inquietudes o de una edad que no acompaña a la hora de ponerse a trabajar durante varias horas seguidas cada día. El tiempo nos pone a todos en el sitio, pero, con nuestra ayuda, el tránsito de los estudiantes hacia la vida profesional puede ser más llevadero. 


Cito a Meirieu, como así me gusta hacer al final de algunas presentaciones dirigidas al profesorado, porque además de técnicas es fundamental inspirar cierta esperanza hacia esas personas que comienzan a buscar motivos para crecer:

 

 "...nuestro trabajo consiste en convencer a nuestros alumnos, contra toda fatalidad, de que un futuro diferente es posible. Un futuro en el cual, gracias a que habrá conseguido aprender, podrá comprender mejor y comprender el mundo, y así asumir, prolongar y subvertir su propia historia". 

Foto de Masood Aslami en Unsplash

NUEVO CURSO DE FP: ¿SEGUIMOS CON LOS MISMOS OBJETIVOS?

domingo, 31 de agosto de 2025

 

FP 2025 2026

 

Nuevo curso 2025-2026. Supongo que con distintos ánimos, como no puede ser de otro modo, encaramos cada docente el año académico con dosis de trabajo extra y no demasiado convencidos de las modificaciones iniciadas el pasado curso. Además de los nuevos módulos y la dualización que ahora se completará, andamos sumergidos con nuevas programaciones que debieran suponer ciertos cambios en el enfoque de nuestros módulos profesionales, teniendo en cuenta la intermodularidad demandada y la optatividad al igual que la introducción de la digitalización y sostenibilidad de un modo práctico y no anecdótico. 

 

Además de todo ello, y aunque de momento no parezca una prioridad, la nueva ley de FP también impulsa ciertos aspectos fundamentales para su mejora. Me refiero tanto a la investigación e innovación aplicada, tanto técnica como pedagógica, así como a continuar progresando en el emprendimiento y la internacionalización a través de programas que faciliten su desarrollo sin que sea necesario un sacrificio personal demasiado costoso. Esperaremos a que se hagan realidad y cobren sentido todos esos términos que las normas nos arrojan y que tomamos con mayor o menor acierto desde la intuición o el voluntarismo: evaluación formativa, proyectos o retos, orientación profesional, inclusión, etc. 

 

Personalmente, solamente con reprogramar módulos con las nuevas cargas horarias, añadir nuevas competencias así como tratando de dar sentido y coordinar los proyectos intermodulares, ya tengo suficiente faena. En esas estamos gran parte del profesorado, sin obviar los desafíos diarios a los que nos enfrentamos cada año: mejorar la enseñanza y el aprendizaje, motivar al alumnado, lidiar con la burocracia, actualizar recursos limitados, bregar con las tecnologías, etc. Queda poco tiempo para debates o abundar en la queja como terapia. 

 

Gracias a la profesionalidad docente estas primeras semanas podemos lidiar con todos estos frentes abiertos que dejamos aparcados antes de las vacaciones estivales. Ahora, según me dice la experiencia, es momento de focalizarnos en aquello que consideramos más relevante para nuestro alumnado. A pesar de la normativa o de la organización académica, de esas programaciones oficiales que a muchos atormentan, o de todo el trabajo extra que seguirá suponiendo la dualización de la FP en primer y segundo curso, creo que es necesario centrar los esfuerzos en lo estrictamente necesario para preparar unas clases exigentes y sugestivas. La educación y la transformación del sistema de Formación Profesional no vendrá de las prisas y de los cumplimientos estéticos. Y todos, desde los docentes noveles hasta lo más experimentados, aportamos desde nuestras particularidades y la implicación en esta valiosa profesión. 

 

Este curso deberá suponer un nuevo paso a ese modelo de FP donde el objetivo es mejorar el trabajo que veníamos haciendo a través de competencias actualizadas y en consonancia a los cambios sociales y tecnológicos que se suceden en el mundo del trabajo. La inquietante entrada de la inteligencia artificial, así como los distintos perfiles de alumnado en nuestras aulas, o el exigido contacto con las empresas, son retos enormes que se suman a la tarea básica del todo profesor o profesora: dar clase cada día. Comenzar este nuevo curso con buena cara, a pesar de las distintas circunstancias personales y profesionales que cada uno vive, puede ser más fácil si centramos la mirada en cada uno de los alumnos que retornarán o acudirán por primera vez a nuestras clases. Somos la única tabla de salvación para algunos. No sé si cada vez vienen peores o mejores, pero nuestra obligación es atenderles y ofrecerles oportunidades donde el éxito educativo les sirva de acicate para seguir progresando de forma autónoma. Luego ya despotricaremos.

 

Podría enumerar las múltiples demandas o sugerencias que, desde este espacio personal, llevo anhelando hace demasiados años y que han dado lugar a otros tantos artículos. Desde la necesidad de compartir recursos a través de espacios impulsados y compartidos por las distintas comunidades autónomas y centros educativos, a mejorar e igualar las condiciones laborales del profesorado (carga horaria, salarios, etc.) de las distintas redes públicas y privadas, a diseñar planes de formación del profesorado de FP desde el conocimiento y la investigación educativa, o que la normativa educativa y sus presupuestos se diseñen con la mirada puesta en facilitar al profesorado sus responsabilidades y promover una FP excelente a todo el alumnado interesado. Para todo ello es necesario invertir y que nos lideren equipos con visión de futuro y actitud de servicio.

 

La desesperanza es un tren que se toma muy fácilmente. Transitar a lo largo de cada curso implica un largo recorrido a pie, con algunas cuestas, que es más llevadero si lo hacemos junto al apoyo de los compañeros, el aliento y ejemplo de los equipos directivos y una administración educativa que comunique y planifique con los medios y tiempos que necesita una buena educación. Os deseo un muy buen curso. 


Foto de Nic Low en Unsplash

NO USES LA IA EN EDUCACIÓN

miércoles, 23 de julio de 2025

NO USES LA IA EN EDUCACIÓN

 

Maticemos el título de este artículo. Ya sé que si no haces uso de la Inteligencia Artificial no eres persona de este tiempo y estarás perdiendo un sinfín de oportunidades que tu alumnado merece conocer y que, pese a la galopante contaminación que provoca, es inevitable; a pesar de esas múltiples consideraciones éticas que citamos pero desdeñamos desde el momento en que nos damos de alta en cualquiera de las herramientas del momento que buscan nuestra atención y datos con ánimo de lucro. Perdón por la longitud de esta proposición: cojo aire de nuevo. 

 

No hacer uso de la IA en el aula o fuera de ella es equivalente a luchar contra molinos generadores de texto e imágenes escurridizas que sabemos tienen la batalla ganada. El problema acontece cuando consumimos IA generativa al estilo fast food educativo donde ni el proveedor del aprendizaje (el docente) ni el consumidor habitual (el estudiante) contemplan su proceso de elaboración. Todo vale si está rico. Nos hemos rendido a una IA en forma de vending (interesante artículo al respecto de Owen Matson) sin acordarnos de esa motivación que nos llevó a diseñar actividades de enseñanza y aprendizaje poniendo el foco en unas metodologías activas que ahora pueden acabar desactivadas. Como sostiene Matson, hemos pasado de poner el centro de la educación en un o una docente que transmitía información de un modo unidireccional, a basar el aprendizaje (o lo que ahora sea) en unas herramientas que generan contenidos y ofrecen retroalimentación gracias a unos algoritmos avanzados. Del chef supremo a la thermomix

 

La educación es poco amiga de la celeridad. Sin embargo, bien sabemos que ahora cualquier tarea académica puede ser resuelta con cierto crédito en tan solo unos segundos. Optimizar nuestro tiempo y esfuerzos es algo connatural a la mayoría de seres humanos que ahora, con esta IA en progresión constante, nos lleva a tomar atajos para avanzar en nuestra formación, y no siempre en nuestro aprendizaje. Diseñar tareas que no puedan ser resueltas con ayuda de la IA se ha vuelto literalmente imposible. Más allá de retomar exámenes escritos u orales sin la ayuda de dispositivos digitales, procede reflexionar cómo podemos favorecer los procesos cognitivos del alumnado. No es sensato demandar contenidos que bien sabemos se generan sin ese esfuerzo mental que las lecturas o los diálogos enriquecen personalmente. ¿Por qué tenemos tanta prisa en conseguir unos resultados que no permanecen? 

 

No usemos siempre la IA. Es necesario limitar su uso, conocer su funcionamiento y educar sobre sus posibilidades y riesgos. Cuando diseñamos tareas o programamos sesión de clase, debemos contemplar momentos iniciales donde no se permita el uso de la IA. Es necesario sentar ciertas bases antes de comenzar a generar resultados haciendo uso únicamente de unos materiales que hay que comprender o de unos conocimientos previos que hay que ordenar para seguir avanzando. Luego, teniendo en cuenta ciertas pautas, puede ser deseable contrastar o añadir aquellos contenidos que la IA genera. Los estudiantes deben ser conscientes del sentido de esta forma de trabajo y de las bondades que conlleva un esfuerzo de comprensión y razonamiento sin necesidad de alimentarse de datos procesados. Difícil tarea la nuestra.

 

Como docentes, tenemos ahora la ocupación de ser más selectivos que nunca con los contenidos trabajados en el aula, además de ser capaces de generar situaciones de aprendizaje verdadero donde no importe demasiado el producto final sino que cultivar y cocer a fuego lento unos ingredientes (a pesar de los aditivos) sea la mejor forma de adquirir conocimientos con sentido educativo. Podemos perpetuar la farsa a la hora de programar, seguir cocinando porcentajes, copiando y pegando de la IA o plagiando sin rubor contenidos para cumplir con los procedimientos escolares obligados; sin embargo, no cometamos el error de facilitar una educación anodina donde importen más los prompts que el pensamiento. En caso contrario, no nos echemos las manos a la cabeza cuando los alumnos tengan dificultades para comprender textos, no sepan distinguir la desinformación o sean carne de cañón de los desalmados de siempre. 

 

Foto de Zhouxing Lu en Unsplash

SIMPLIFICAR LA EVALUACIÓN EN FP

lunes, 21 de julio de 2025

 


 

Según la RAE,  SimplificarHacer más sencillo, más fácil o menos complicado algo.

 

A menudo nos complicamos nosotros mismos las obligaciones docentes. Una de las responsabilidades del profesorado, habitualmente la menos grata, nos obliga a evaluar a cada uno de nuestros estudiantes. Ahora, con el nuevo sistema de Formación Profesional, y con esa evaluación formativa que no siempre tenemos clara, nos hemos enzarzado con esos múltiples resultados de aprendizaje (RA) y criterios de evaluación (CE) que en teoría deben ir ligados a una serie de unidades didácticas y que podemos ponderar y calificar según nuestro criterio profesional. Hasta aquí todo bien. 

 

El problema aparece cuando en lugar de centrarnos en el aprendizaje y en qué nos aportan los RA, cómo alcanzarlos y de qué forma podemos actualizarlos para que nuestros alumnos sean más competentes en su sector, centramos nuestros esfuerzos en diseñar una programación y una evaluación que justifique cada paso de una forma exhaustiva y mediante un sinfín de porcentajes. ¿Son necesarias esas hojas de cálculo donde se cruzan multitud de datos que el alumnado comprenderá con dificultad y que a muchos docentes les ocasionan inseguridad? Dudo que de este modo vayamos a mejorar la enseñanza. 

 

Volvamos al concepto de evaluación formativa. Su introducción en la FP tiene sentido cuando convierte la información sobre el aprendizaje en acciones de mejora aquí y ahora, fomentando la autorregulación del alumnado y haciendo que la enseñanza responda a las necesidades reales que van surgiendo en el aula. Sin embargo, como es habitual, nos focalizamos en esa otra evaluación, la sumativa, donde interesa una calificación final que se obtienen a través de una serie de fórmulas más o menos complejas. La nota de toda la vida y por la que más preguntan nuestros queridos alumnos.

 

Así que ahora, y para no variar, andamos enfrascados en cómo se obtiene esa calificación final de cada módulo teniendo en cuentas los distintos RA que lo componen; en lugar de ese modelo "clásico" donde se califica normalmente a partir de las notas obtenidas en cada evaluación y en función de una serie de unidades didácticas o temas clasificados por contenidos. Ahora, un error de conceptual o simplemente por comodidad, nos lleva a camuflar esas unidades didácticas para luego simplemente renombrarlas o esconderlas tras esos RA que nos exige el currículo oficial. Cuando, en teoría, debiéramos transitar hacia un modelo donde la calificación del módulo se obtenga a través de la valoración ponderada de cada uno de los RA que lo forman y que a su vez contienen esas unidades didácticas mencionadas. De este modo normalizaríamos los currículos oficiales de esta FP que transita desde los grados A hasta los grados E

 

La normativa y el lenguaje educativo poco ayuda al docente. Consultando esta guía para elaborar el proyecto curricular de un ciclo formativo en la Comunitat Valenciana, y a pesar de la buena intención, puede resultar desesperante como ayuda para configurar la evaluación del ciclo o módulo correspondiente. Si nos metemos a programar la evaluación de un ciclo, trabajando de un modo intermodular, la complejidad es aún mayor. Por todo ello, es imprescindible simplificar porcentajes y fórmulas, centrando nuestro tiempo en el diseño de tareas, pruebas, prácticas o instrumentos que faciliten tanto la evaluación formativa como la sumativa. Podemos para ello plantear una auténtica evaluación formativa y continua que facilite información al estudiante para su progreso personal. No es conveniente mantener esa parcelación de los módulos donde incluso se suspendía a un estudiante por no superar un tema. Las evidencias (pruebas, ejercicios, portafolios, tareas...) acumuladas a lo largo del curso certifican el logro de los aprendizajes necesarios de cada módulo y ciclo formativo. 

 

En mi opinión, debemos pasar a un modelo donde de una forma clara, tanto los docentes como el alumnado, puedan ver cómo se obtiene su nota poniendo en valor los aprendizajes obtenidos. Debemos ser capaces de seleccionar los contenidos más valiosos relacionados con cada RA para no convertir la programación en una carrera simulada donde sabemos que nadie va a ser capaz de llegar a la meta. Ahora, con la disminución de la carga horaria de muchos módulos profesionales, es todavía más improbable alcanzar esos RA que solíamos delegar en unos libros de texto imposibles de terminar. Las normas están para ser cumplidas, pero considerando su espíritu para que no acaben siendo un mero trámite de cara a la galería.

 

La nueva FP nos incita a ser capaces de coordinar módulos e introducir esas otras competencias que se añaden o transforman con el tiempo: digitalización, la sostenibilidad, el emprendimiento, la comunicación o ese pensamiento crítico que no siempre sabemos cómo trabajar en el aula pese a la importancia que le concedemos públicamente. Aunque también indica que es necesaria una dotación de recursos. No nos liemos con esas décimas y porcentajes que bien sabemos no son relevantes para alcanzar aprendizajes. Deberíamos perder el tiempo, aún más escaso el próximo curso, replanteándonos el trabajo en equipo de los docentes junto a la actualización y/o estudio de los módulos asignados. Si bien para ello hacen falta pautas claras y comunes para evitar incongruencias y quebraderos de cabeza del profesorado. Simplifiquemos.

 

Foto de Maxwell Dugan en Unsplash

LA RUTA HACIA LA NUEVA FP: PRIMEROS PASOS

jueves, 10 de julio de 2025

 


 

El problemático curso 2024-2025 ya ha concluido. Seguramente pasará a ser aquel curso donde, con cierto escepticismo, arrancó un nuevo sistema de Formación Profesional que venía a transformar íntegramente una FP en boga. De momento, nos hemos tenido que enfrentar a más faena de la habitual con prácticamente los mismos recursos y desde visiones distintas según cada comunidad autónoma. Ahora, con un nuevo curso a la vista, donde se deben implantar todavía muchos cambios previstos por la nueva ley de FP, podemos comenzar a valorar el camino andado. 

 

En mi opinión, a nivel docente todavía queda mucho por cambiar. Los centros educativos y sus claustros pueden ser muy diferentes, tanto por las titulaciones ofrecidas como por la cultura educativa que atesoran; sin embargo, todos precisan una líneas de actuación que marquen el rumbo hacia esa FP que se supone debe avanzar hacia la innovación, la investigación aplicada, el acercamiento a las empresas, la inclusión y la internacionalización; además de en el uso de metodologías activas y una evaluación formativa que facilite los aprendizajes. No nos quedemos en la superficie. No es sensato poner solo el esfuerzo en unas programaciones complejas con decenas de ítems y porcentajes, o en esos nuevos módulos que deben entenderse como un avance hacia la actualización de los ciclos, tanto a nivel digital como en relación a una sostenibilidad bien planteada. Convertir un proyecto curricular del ciclo en un galimatías que no nos creemos significa perder un tiempo precioso para otros menesteres.

 

Bien sabemos que la administración educativa se mueve con un exceso de parsimonia, por no decir otra cosa; y que si a ello le unimos lo costosos (en tiempo y dinero) que resultan los cambios en la forma de enseñar y en las competencias a actualizar, el viaje se nos hace todavía más pesado. Me temo que nos movemos demasiado a trompicones y sin unas reglas de juego claras que nos permitan diseñar el recorrido más óptimo para mejorar lo que hasta ahora ofrecíamos al alumnado y a las empresas. Tal vez, además de modificar el sistema de FP también deberían cambiar las estructuras, a menudo viciadas, donde se deciden esas normativas, se gestionan los recursos y se marque una ruta atrevida pero planificada con ilusión y conocimiento de las aulas y las empresas.

 

Percibo además cierto desencanto con estos cambios obligados, así como por los que están al llegar. Mantener la motivación del profesorado es vital si queremos progresar realmente y no caer en una transformación únicamente estética. Como siempre, sin recursos suficientes y adicionales no hay  modernización alguna. A pesar, desde luego, de que los esfuerzos extras seguirán siendo necesarios estos primeros cursos. Todo ello no quita que dejemos de autosabotearnos con mil y un requerimientos burocráticos o reglas de complicado entendimiento. Creo además que se ha hecho poco por comunicar el sentido de todos estos cambios junto a un día a día que nos nubla el entendimiento por falta de tiempo.

 

Este curso ha terminado de explotar el furor por la inteligencia artificial. La dichosa IA se ha entrometido, con mayor o menor acierto, en todas las tareas que desempeñamos como docentes. El proceso de enseñanza y aprendizaje esta mediatizado por una IA que unos abrazan sin rubor alguno mientras que otros la reciben con cierto recelo. Al igual que con los consabidos cambios de la FP, la IA se está adoptando de modos muy distintos y una mirada no siempre crítica. Evidentemente, la multitud de herramientas que ofertan una IA generativa, nos pueden facilitar multitud de tareas a la hora de diseñar programaciones, idear actividades o buscar esa deseada autonomía del estudiante. Nos hartamos de mencionar las cuestiones éticas de su uso, pero, a decir verdad, son anecdóticas las iniciativas reales al respecto; todos probamos, suministramos datos e incluso damos habitualmente por cierta la información generada. Es imprescindible un replanteamiento continuo de la evaluación y del tipo de tareas que llevamos a cabo en el aula. Apostar por un andamiaje en el uso de la IA y unas normas claras de uso, podrían ser unas buenas compañeras para esta desconocida travesía donde el significado de ser competente está en entredicho.

 

Un aspecto que suscita poco interés, aunque a menudo da titulares, hace referencia a la escasa comprensión lectora o competencia escritora del alumnado; una capacidad que presumiblemente seguirá decreciendo gracias a esa IA seductora e impersonal. Ahora, más que nunca, debemos leer en el aula para dotar al alumnado de las herramientas necesarias que le ayuden a entender un mundo que no solo debemos estar bajo el mandato de la productividad y de esa cultura de la imagen que favorece la superficialidad. Seamos auténticos. Nuestros jóvenes necesitan, además de nuestra empatía, recursos profesionales donde la educación digital, los valores universales o la salud mental, sean parte de ese currículo oficial que ahora estamos renovando. Despotricar de la juventud actual no aporta nada. No podemos competir con Netflix ni con el móvil, pero debemos insistir y pregonar sin descanso la importancia de la atención, la lectura y las relaciones humanas, para su futuro inmediato. 

 

Solo me queda desearos un buen descanso a todos los compañeros y compañeras de profesión. Ojalá que el curso próximo podamos centrarnos más en lo que realmente interesa: trabajar codo con codo con los colegas del ciclo, compartir recursos y buenas prácticas, investigar con criterio sobre cómo enseñar mejor en el entorno actual, y disponer del tiempo necesario para que nuestros conocimientos técnicos se adecúen a las salidas profesionales de nuestro alumnado. Espero que la burocracia, el sentido común y los medios nos acompañen en septiembre en esta querida FP. Feliz verano. 

 

Foto de Carlos Torres en Unsplash

NUEVO LIBRO: "DISEÑA TU PROYECTO INTERMODULAR"

lunes, 9 de junio de 2025

 

DISEÑA TU PROYECTO INTERMODULAR FP

 

👉📖 DISPONIBLE A LA VENTA AQUÍ

 

De cara al próximo curso 2025-2026 los nuevos módulos que incorpora el renovado sistema de Formación Profesional ya se habrán implantado en todos los ciclos formativos de grado básico, medio y superior a lo largo y ancho del país. Entre estos nuevos módulos se encuentra el denominado "Proyecto intermodular", que viene a sustituir el "Proyecto fin de ciclo" pero con un sentido ciertamente distinto. Sin embargo, no todas las comunidades autónomas, lo han enfocado del mismo modo ni le han dado la misma distribución horaria y carga lectiva. Además, las orientaciones metodológicas para programar este módulo son escasas, tanto a nivel normativo como desde las distintas consejerías de educación. 

 

Por todo ello, en las últimas semanas he publicado un nuevo libro que recoge todas estas preocupaciones y la falta de recursos con los que el profesorado de FP se encuentra a la hora de diseñar los proyectos o retos a los que alude la nueva Formación Profesional y que nos propone unas metodologías activas y una evaluación formativa transformadoras. En esta publicación se desarrollan ocho capítulos que abarcan diferentes aspectos que pretender facilitar la programación y desarrollo del "Proyecto intermodular":


1. ¿Qué establece la normativa sobre el módulo “Proyecto Intermodular”?
2. Cómo empezar a trabajar el módulo desde el primer momento.
3. Claves para diseñar proyectos intermodulares motivadores y relevantes.
4. Proyectos intermodulares con sentido: conectando la Sostenibilidad y la Digitalización.
5. El uso de la inteligencia artificial en los proyectos de FP.
6. Inspiración docente: buenas prácticas en proyectos intermodulares.
7. Oportunidades que nos ofrecen los proyectos intermodulares.
8. Conclusiones de un trabajo intermodular. 


Este nuevo libro, titulado: "Diseña tu proyecto intermodular", sugiere más de setenta y cinco recursos, incluyendo el magnífico trabajo que vienen haciendo desde hace tiempo otros docentes de FP,  que pueden ser útiles para el profesorado responsable de la implementación de este módulo en cada uno de los ciclos formativos. El sentido de este módulo pasa tanto por un trabajo colaborativo de los docentes de cada titulación como por un diseño de retos o proyectos donde el alumnado trabaje aquellos resultados de aprendizaje y competencias que, de un modo lo más cercano a la realidad posible, consideremos que aportan valor a los estudiantes de FP. 

 

Espero que os resulte también útil este nuevo libro, que puede adquirirse tanto en papel como en formato digital a través de la plataforma Amazon.  Gracias de antemano por el interés y espero vuestros comentarios y reseñas en este espacio o a través de la aplicación de Amazon. Así como, os animo a publicar y compartir con detalle (en blogs, webs personales o del centro educativo, LinkedIn, etc.) aquellos retos o proyecto intermodulares puestos en marcha o en proceso. ¡Hay mucho talento oculto por descubrir entre el profesorado de FP! 

 

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LOS SUSTITUTOS DE LA FP

viernes, 6 de junio de 2025

 

sustituos de la FP

 

Acaba el curso, últimos exámenes, el papeleo habitual y mirando de reojo a los cambios que vendrán con la implantación total del nuevo sistema de FP en primer y segundo curso de la mayoría de ciclos formativos. Los que tenemos la fortuna de disfrutar la estabilidad de un puesto de trabajo con un destino fijo o con un contrato de duración indefinida, a veces olvidamos esta dicha. A pesar de que cada año somos testigos de la incertidumbre y dificultades de esos, mayoritariamente jóvenes docentes, que nos sustituyen durante las bajas o permisos de duración indeterminada.

 

Los sustitutos, al igual que muchos interinos en los centros públicos, son fundamentales para continuar la programación del curso con cierta normalidad y a pesar de unas incorporaciones exprés donde deben preparar módulos desconocidos en un tiempo récord y con un escaso conocimiento del alumnado o del funcionamiento del centro educativo donde están destinados. Su trabajo se multiplica, tanto a la hora de preparar las clases como para adaptarse a un lugar donde no siempre reciben la acogida o la colaboración precisa. Incluso, un sinsentido, inmoralidad y una situación claramente injusta, a menudo no cobran durante los periodos vacacionales. 


Con los años, es relativamente sencillo advertir a aquellos que se implican y aportan en el aula desde la escucha, la honestidad y la llaneza. Hay quienes se quitan de en medio y optan por pasar sin pena ni gloria por esas aulas pasajeras. Pero los buenos sustitutos abundan, a pesar de todo. Incluso, nos recuerdan los motivos por los que comenzamos o nos aportan una visión diferente de cómo enseñar. Profesores con ganas e ilusionados en una profesión que a veces recién comienzan; en la cual, idealmente, deberán demostrar ese mismo interés por el alumnado y por continuar aprendiendo de los compañeros a lo largo del tiempo.

 

Los fijos o estables, como prefiráis, estamos para facilitar su trabajo. Es fácil no caer en la cuenta de las dificultades que afrontan, inmersos como estamos en la vorágine diaria de clases y demás ocupaciones. Podemos empatizar y colaborar de modo que no sean solo esos tipos pasajeros que recibimos y despedimos cada año como las golondrinas. Que sientan la escuela como suya es fundamental. Como es obvio, el ambiente de trabajo, la forma de hablar sobre el alumnado, el tipo de trato o un estilo poco jerárquico, facilitan su integración. La normalidad y la cercanía son mano de santo.

 

El creciente desengaño con la profesión docente, donde otros muchos optan por una carrera profesional distinta, con mayores ingresos o sin la intensidad que aportan los jóvenes alumnos, puede solventarse parcialmente si los estimados compañeros sustitutos reciben nuestro apoyo. Bien sabemos que, si deseamos cumplir adecuadamente con nuestro trabajo, las horas de dedicación nunca faltan. La jornada no tendría tiempo suficiente si quisiéramos llegar a todo; aún más todavía en el caso de unos sustitutos que a menudo se desplazan a decenas de kilómetros de su domicilio o que carecen de la experiencia y recursos que la mayoría hemos acumulado durante años de trabajo. 

 

En conclusión (como diría esa IA que algunos creen que nos sustituirá), gracias a todos los sustitutos por realizar un trabajo imprescindible. Podría nombrar a unos cuantos compañeros que, a pesar del poco tiempo de convivencia durante este curso, estoy convencido de que son candidatos seguros a ser unos excelentes e insustituibles docentes. Gracias por todo. 


Foto de Bill Gullo en Unsplash

LA NECESIDAD EN FP DE UN TRABAJO INTERMODULAR Y EN EQUIPO

jueves, 29 de mayo de 2025

 

proyecto intermodular equipos FP

 

Al hilo de unos materiales que estoy creando con destino al nuevo módulo de FP del "Proyecto Intermodular", van surgiendo retos y oportunidades a la hora de programarlo y ponerlo en marcha. Entiendo que el espíritu de la nueva ley quiere encauzarnos hacia un trabajo en equipo y colaborativo tanto entre docentes como entre el alumnado. Sobre el papel todo siempre parece más sencillo hasta que nos topamos con la realidad: escasez de cultura colaborativa entre el profesorado, perfiles académicos similares pero acostumbrados a hacer y deshacer a nuestro antojo, y falta de recursos personales (actitud, talante, humildad, flexibilidad, etc.) o técnicos que nos faciliten un trabajo en equipo más allá de buscar imponer nuestras ideas y ocurrencias del momento.

 

Los que venimos de esa educación magistral donde las dinámicas de trabajo en equipo no abundaban o la competitividad era incluso un valor deseable entre colegas, hemos sobrevivido entre algodones en este modelo educativo donde los apuntes propios, un libro de texto y unos exámenes puestos a discreción del docente, evitaban conflictos más allá de las encuestas de valoración del alumnado o el criterio de la jefatura del departamento. Por suerte, también recibimos otros valores o cualidades que a muchos nos han servido para capear la incertidumbre y esas inercias que ralentizan el progreso del sistema educativo. Ahora lo llaman resiliencia. Hay incluso quienes se tatúan esta palabra como recordatorio de su necesidad de aguante. Sin embargo, no creo que solo se trate de aguantar el chaparrón sino, más bien, aprender a trabajar en equipo y disfrutar de las ventajas de una colaboración donde más que sabelotodos o pedantes hacen faltan otras cualidades para instalarse en el confort que necesitamos para trabajar a gusto. 


Evidentemente, al igual que ocurre con los estudiantes, en los equipos de trabajo sufrimos y disfrutamos de distintos perfiles. Podemos pasar desapercibidos, para así sortear los conflictos; destacar para llevar la iniciativa de algún modo; o bloquear acuerdos con el fin de que todo siga igual y nadie mejore o sobresalga en su centro o departamento. No hace falta ser psicólogo para conocer cómo funcionan las dinámicas en ciertos grupos de trabajo. Quizás, además del teambuilding, coaching y demás anglicismos de moda, nos falta tiempo para ese trabajo codo con codo donde no solo compartamos archivos sino también conversaciones fructíferas y estériles donde además de arreglar la formación profesional tratemos de buscar soluciones y aportar ideas innovadoras pero sensatas para los recursos que disponemos. Y, sin duda alguna, escuchar sin monopolizar discursos y pareceres. 

 

La teoría que afirma que la suma de los trabajos individuales no es la forma adecuada para trabajar en equipo, es de sobra conocida. Escuchar, ceder y argumentar, siempre que haya un planteamiento previo que desee mejorar los aprendizajes del alumnado, es necesario en cualquier equipo de trabajo. Tal vez es hora de priorizar otra forma de funcionar. Si buscamos fomentar y hacer crecer otra cultura organizacional, podemos poner en marcha las siguientes acciones:


1. Cambiar la mentalidad individualista: aceptar que la mejora del aprendizaje del alumnado es un objetivo común y dejar de ver el aula como una “isla”; comprender que el aula es parte de un ecosistema educativo más amplio.

2. Crear espacios reales de colaboración: reuniones pedagógicas con sentido y bien planificadas, con objetivos concretos, centradas en la mejora; grupos de trabajo y comunidades de práctica donde se compartan experiencias, materiales y reflexiones; codocencia y observación entre iguales: prácticas como entrar a clases de compañeros o coimpulsar proyectos con la participación activa de los líderes formales e informales de los centros educativos.

3. Compartir herramientas y recursos:

- Uso compartido de materiales didácticos, rúbricas, proyectos ABP/ApS, retos, etc.

- Documentación común (por ejemplo, mediante plataformas digitales tipo Drive, Moodle o Teams).

4. Establecer objetivos y proyectos comunes:

- Diseñar "proyectos intermodulares" o transversales que impliquen la cooperación de varios docentes.

- Trabajar juntos en proyectos de innovación, planes de mejora, inclusión o digitalización.

 

5. Desarrollar habilidades socioemocionales: escucha activa, empatía, asertividad y resolución de conflictos: formación específica en "comunicación interpersonal", especialmente en contextos con tensión o diversidad de opiniones.

6. Contar con liderazgo que lo promueva: equipos directivos que creen cultura de colaboración, distribuyan responsabilidades y fomenten la confianza. Coordinadores que articulen y acompañen los procesos colaborativos.

7. Formarse en metodologías colaborativas:
- Formación docente sobre "trabajo en red", equipos docentes colaborativos, comunidades profesionales de aprendizaje. etc.
- Conocer experiencias de otros centros que han logrado buenas prácticas en trabajo colaborativo.

8. Empezar por lo pequeño y crecer: compartir una clase, una actividad, una rúbrica, una duda... y poco a poco consolidar el hábito de "aprender juntos". 

 

Sabemos que esto no se arregla con un taller puntual para resolver un acertijo con otros compañeros; y que la intermodularidad ha venido a instalarse entre nosotros con el fin de aportar nuevas formas de trabajo y aprendizaje donde las competencias personales y las habilidades sociales son una parte destacada y deseada de una nueva FP que nos abruma con exigencias a pesar del estrés que sufren los que desean hacer bien su trabajo. 

Vivimos tiempos con muy distintos planteamientos personales e intergeneracionales, así como con prioridades vitales diferentes, junto a una aceleración tecnológica agotadora y una juventud que precisa de nuestro acompañamiento más allá de las redes sociales o los espacios virtuales donde habitan la mayor parte del tiempo. El trabajo en equipo, sin desdeñar los esfuerzos y la reflexión individuales, nos conviene favorecerlo en un mundo que parece abocado a la compañía permanente de asistentes artificiales que nos harán creer autosuficientes. Es fácil decirlo.

 

Foto de Donald Giannatti en Unsplash

RECURSOS PARA LA SOSTENIBILIDAD EN FP

jueves, 22 de mayo de 2025

 

FP RECURSOS SOSTENIBILIDAD APLICADA AL SISTEMA PRODUCTIVO

El nuevo módulo de "Sostenibilidad aplicada al sistema productivo", a pesar de la escasa carga lectiva que soporta, debe plantearse como una oportunidad tanto para promover una cultura de sostenibilidad como para descubrir y desarrollar aquellas competencias básicas que requieren los llamados "sectores verdes". Ambas posibilidades, tal y como se contemplan en el nuevo sistema de FP, tienen sentido si se plantean de una forma transversal y aplicada al entorno de cada ciclo formativo. Por todo ello, en el marco de la IV Edición del Congreso Innovaprofes, hemos podido conversar sobre los desafíos y objetivos que esta sostenibilidad nos plantea en las aulas.

 

Que la ley obligue a ofertar este módulo será un acierto si no nos dedicamos simplemente a suministrar unos apuntes y un manual sobre el que examinar. Al igual que ocurre con el nuevo módulo de "Digitalización a los sectores productivos", la transversalidad de sus resultados de aprendizaje nos invita a diseñar proyectos o retos intermodulares donde se desarrollen los extensos objetivos de estos dos módulos. Cuestión aparte, pero no menos importante, es saber enfocar la sostenibilidad tanto desde la vertiente medioambiental (la más popular) como desde el ámbito económico y social. En los populares ODS o en los criterios ESG, tenemos una amplia guía para conocer el alcance de la sostenibilidad tanto a nivel de las empresas, gobiernos como para la sociedad civil o a título particular. Quizás, además de insertar por doquier los famosos diecisiete iconos de los ODS, sería necesario aterrizarlos a nuestro ámbito más cercano y de un modo lo más realista posible. Luego incidiré en esta cuestión. 


Teniendo en cuenta que el profesorado habilitado será principalmente el profesorado especialista del ciclo, la mayoría de los docentes requerimos una formación específica en el área de sostenibilidad. Evidentemente, la programación del módulo requiere un estudio previo del currículo oficial (anexo VII del Real Decreto 659/2023), así como recursos específicos que podemos encontrar publicados en distintas fuentes. A continuación, señalo algunos que pueden ser de interés y desde distintas perspectivas:

 

  • Fundación Naturgy: dos volúmenes muy completos con todos los contenidos necesarios para tener una base técnica. 
  • MOOC de CaixaBank Dualiza sobre "Transición sostenible en Formación Profesional": todos los materiales publicados en este curso completado para docentes de FP con experiencias aplicables a este módulo.
  • Open Academy Spain: plataforma online de formación en sostenibilidad empresarial del Pacto Mundial de la ONU en España con acceso a diferentes cursos (bajo registro). 
  • Recursos educativos en Zinkers, de la Fundación Repsol con casos y retos de empresas que aplican la sosteniblidad. 
  • Materiales para alumnos y docentes del proyecto CircularFP, desarollados por dos centros de FP y dos empresas colaboradoras. 
  • El libro (descargable gratuitamente): "Economía circular: El camino hacia la sostenibilidad" es un excelente recurso, editado por la Universitat Autònoma de Barcelona, con herramientas y ejemplos de ecodiseño circular. 

 

Por otro lado, también es muy recomendable una lectura crítica sobre la sostenibilidad a través del libro de Andreu Escribá: "Contra la sostenibilidad", donde se pone de manifiesto una malentendida sostenibilidad y cómo debiéramos afrontarla convenientemente.  Al respecto, sería interesante ahondar en los conceptos de greenwashing y greenhusing que ahora preocupan a los responsables de la reputación de las empresas, y en los que también podemos caer desde los centros educativos. 


Asimismo, y para ser congruentes, desde los centros podemos poner en marcha nuestro propio plan de sostenibilidad a través de acciones medibles que supongan una mejora de la eficiencia en los consumos de energía, agua, gestión de residuos y movilidad. Es posible contemplar acciones concretas (ver Guía para elaborar el Plan de Sostenibilidad de la Generalitat Valenciana) donde participe toda la comunidad educativa y se incida en la comunicación y promoción de una conciencia ecosocial de los estudiantes, profesorado y personal de administración y servicios. Incluso, desde cada familia profesional, se podrían articular prácticas que tengan en cuenta tanto los costes medioambientales en los que incurrimos profesionalmente o durante la formación como aquellos aspectos sociales ( flexibilidad de horarios, conciliación laboral, formación continua, medidas para la igualdad de género...) que nos plantea el currículo de cada ciclo.

 

Muchos jóvenes se despreocupan de estas cuestiones, se unen al negacionismo climático o se han dado por vencidos, como así señala el Informe Jóvenes y Medioambiente de la Fundación SM: El 47% de los jóvenes afirman que “la batalla por salvar el medioambiente ya está perdida”. Como señala ese informe, es necesario tomar medidas desde la escuela para formar a los jóvenes estudiantes tanto en hábitos sostenibles como en un carácter crítico sobre la actuación de las empresas y gobiernos; fomentando una autopercepción personal que de valor a sus actos personales y que contemple su colaboración en proyectos de comercio justo, cooperativas de consumo, productores locales, etc. Tenemos también la obligación moral de preocuparnos por un futuro que les pertenece y donde se pronostica el aumento de enfermedades como la obesidad y las enfermedades mentales agravadas por la crisis climática, los conflictos internacionales o el aislamiento social. 


A nivel educativo son muy valiosos los documentales y películas que selecciona la plataforma Filmin en una sección especial, así como las publicaciones de Maldito Clima donde se desmontan noticias falsas relacionadas sobre el clima y el medio ambiente. También fantástica la serie Hope! estamos a tiempo en RTVE. Proponer debates y lecturas críticas son acciones sencillas y viables que se pueden organizar desde el ciclo y contando con otros módulos o a través del proyecto intermodular o con experiencias de Aprendizaje y Servicio (ApS). 


Además de todos estos recursos, siempre es conveniente conocer cómo se trabaja la sostenibilidad desde otros centros y ciclos de FP. Disponer de buenas prácticas de docentes que llevan tiempo inmersos en este asunto nos puede facilitar la creatividad y el diseño de actividades, tareas o retos que contemplen la sostenibilidad en todas sus facetas. Hacer un planteamiento metodológico desde nuestra realidad más cercana puede ser un objetivo deseable. Ejemplos como los que nos muestra Ricardo Fernández Guerra desde el CIFP Oroza con muchos años predicando con sus buenas prácticas en Hostelería y Turismo, o Nuria Ferré desde el Institut d'Horticultura de Reus con un magnífico proyecto en el ciclo de Química y Salud Ambiental sobre reutilización de recursos y economía circular. Como otros muchos que desde los centros de FP se vienen poniendo en práctica a pesar de la escasa difusión que a menudo encuentran. No estaría nada mal la creación de un repositorio al respecto: ¿administraciones educativas públicas coordinadas?

 

Enfocar la sostenibilidad desde las posibilidades que ofrecen los empleos verdes, también es una cuestión importante a tratar desde los departamentos investigando en las ocupaciones y competencias más demandadas. El Informe de Prospección y Detección de Necesidades Formativas 2024 del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE señala las diez necesidades más demandadas y que podemos trabajar en los ciclos y junto a los módulos profesionales que más se ajusten a las mismas:

  •     Gestión de proyectos.
  •     Finanzas.
  •     Electricidad.
  •     Manejo de maquinaria.
  •     Calidad.
  •     Atención al cliente.
  •     Mecánica.
  •     Interpretación de planos.
  •     Soldadura.
  •     Productos bancarios

 

La mayoría de empleos verdes o con potencial verde, tal y como señala ese mismo informe, pertenecen al sector industrial, destacando además los empleados de la gestión económica (financiación de proyectos e identificación de nuevas oportunidades de negocio) y de la construcción (eficiencia energética y rehabilitación de edificios). Ocupaciones que se adecúan perfectamente a los perfiles profesionales de los futuros técnicos y técnicas de FP de ciertas familias profesionales que requieren además de esas otras competencias transversales que más demanda el mercado laboral: idiomas, competencias digitales (creación de contenidos en textos, hojas de cálculo o presentaciones) y competencias personales (colaboración, planificación, trabajo en equipo, resolución, etc.) 

 

De nuevo observamos como la sostenibilidad es un concepto transversal que incumbe a todo el profesorado del ciclo de un modo u otro y que puede ser abordado metodológicamente de distintas formas (proyectos, ludificación, casos reales, simulaciones, etc.). Tanto el módulo del Proyecto Intermodular, donde podemos diseñar retos motivadores, como las nuevas optativas, el inglés profesional o el actualizado módulo de Itinerario Personal para la Empleabilidad (IPE) son esenciales para la capacitación del alumnado en estos sectores emergentes y de cara a implicar y alentar a los más jóvenes en el diseño de soluciones para un futuro verdaderamente sostenible.



Foto de Christian Wright en Unsplash
Con la tecnología de Blogger.

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