EQUIPAZO DOCENTE

viernes, 25 de enero de 2013
Me vienen a la cabeza todo esos casos de éxito de equipos profesionales en empresas multinacionales.  Clubes deportivos con sus respectivos coaches animando al trabajo en equipo. Decenas de películas y libros que hablan sobre las bondades del trabajo en equipo y sus líderes.

Y veo con resignación que en nuestra profesión docente el espíritu o trabajo en equipo no brilla precisamente mucho. Siempre hay excepciones. Haciendo un poco de autocrítica, los docentes tendemos a aislarnos en nuestra materia, asignatura o módulo correspondiente. Es muy cómodo organizarse unos mismo los contenidos, metodología, materiales... Evitamos conflictos personales. Dentro del aula podemos hacer "casi todo" lo que queremos. Nadie se mete con nadie. Como mucho nos arrimamos a los compañeros más afines o con quienes mejor conectamos. 

Curiosamente, saber trabajar en equipo es una de las competencias profesionales que más se demandan en la actualidad. Una competencia que tratamos de enseñar en el aula a través de proyectos, casos, simulaciones o ejercicios de diversa índole. Pero, ¿y nuestros equipos de trabajo en el centro? ¿el claustro es un equipo de trabajo? ¿y los departamentos? Muchas veces nos reunimos y cada uno vuelve de nuevo a su zona de confortVer este formidable vídeo sobre la zona de confort.

Al igual que exijo a mis alumnos esa capacidad de adaptación, de integrarse en los grupos de trabajo, de responsabilizarse de las tareas, de compartir recursos, de presentar proyectos en sintonía, de respetarse y apoyarse, etc. También creo que debemos ser más exigentes con nosotros mismos y trabajar no sólo conjuntamente, sino en equipo.

Para ello propongo algunos puntos para empezar a mejorar este aspecto en nuestros centros:

  • Más formación en trabajo en equipo. Una materia olvidada hoy en día en la oferta formativa habitual en los centros educativos. No sólo de formación en idiomas o en tecnología vive el hombre. Aunque la tecnología tiene mucho que aportar al trabajo en equipo.
  • Una mayor orientación y consideración de los equipos directivos a una forma de trabajar diferente. Todo fluye demasiado deprisa para seguir acomodados en nuestros atolones. 
  • Incrementar la potestad a los departamentos didácticos. Mayor capacidad de decisión y organización de los jefes de departamento y/o tutores sobre los profesores de cada titulación o grupo. 
  •  Programación de proyectos interdisciplinares y basados en la vida real (sobre empresas, equipos deportivos, asociaciones, etc.). Módulos que se complementen e interconectados. Evitamos duplicidades y destacamos lo importante.
  • Mayor predisposición personal. Menor temor al compañero. Se pueden dejar de lado egos personales y aprender de los aspectos positivos que cada uno aportamos a nuestra profesión. Siempre desde el respeto mutuo. 
  • Aprovechamiento de las herramientas que nos brinda la tecnología para interactuar sin necesidad de muchas e innecesarias reuniones. Fantástica y gratuita: Google Apps for Education

Este cambio de mentalidad precisará un proceso largo. Son mucho años con las mismas cadencias. Pero es inevitable que cambiemos el chip si queremos mejorar tanto nuestra enseñanza como nuestro aprendizaje. Por suerte, ahora tenemos las redes sociales para seguir aprendiendo, pero el cambio en la forma de trabajar lo debemos provocar en nuestro entorno inmediato. En nuestras aulas, salas de profesores, claustro, pasillos de escuela...


Tenemos los mimbres necesarios para formar un equipazo docente. Cambiemos. 


photo credit: atomicShed via photopin cc

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