Que la educación sea una cuestión de Estado parece un objetivo cada día más lejano. Me parece incomprensible ver como desde casi todos los sectores, tendencias, medios de comunicación y sobre todo políticos, cada uno defienda lo suyo a capa y espada. La falta de acuerdo, la falta de miras y sobre todo, la escasa voluntad de negociar, es pasmosa. Parece que estamos ante un síndrome, nuevo o viejo, que no tiene remedio: "Confrontación Educativa Permanente".

No tenemos porque estar ante un juego de suma cero. Porque los únicos que deben ganar son nuestros niños y jóvenes. Dejemos trabajar a los expertos en educación. Permitamos transformar nuestro sistema educativo desde el sentido común. Dejemos de perder el tiempo en batallitas y mejoremos la Educación en mayúsculas. A lo mejor también nos hace falta un mediador internacional como en los conflictos bélicos. Triste, pero puede que cierto.
Centrémonos en los docentes. Que ser profesor sea un orgullo y haya que merecerlo. Mejoremos su estatus y su formación sin reparar en la inversión. Una inversión necesaria, y bien planificada, que se refleje en unos ciudadanos preparados y críticos. Que dejen de vender humo, recortar por recortar y ganar votos por la vía fácil. Convengan un pacto de Estado. Piensen en el presente, pero sobre todo, piensen en futuro. Dejemos las banderitas para otros temas. Vayamos todos a una.
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