MARCA PERSONAL O NO TIENES ABUELA

sábado, 11 de febrero de 2023

La marca personal y el narcisismo son la pareja ideal que sin embargo sufre una relación tóxica. La burbuja inflacionaria de las redes sociales hace mella con esa agonía personal por el número de seguidores, interacciones y likes en detrimento de otros valores. La titulitis imperante también hace imposible un buen cartel personal si no detentas másteres, premios o doctorados en tu carta de presentación. Olvídate de ser concejal de festejos de tu pueblo si en esa ristra de títulos oficiales. Todo ello nos lleva a esa vanidad que causa vergüenza ajena donde un ponente es capaz de hablar más de sí mismo que del tema que le debiera ocupar. No hacen falta los presentadores de eventos.


Los anglicismos en las credenciales profesionales ya nos adelantaba esta ola de afectación. En educación el profesor de economía debía ser un teacherpreneur o cualquier autónomo es ya el CEO de su propia ferretería de barrio. Ahora incluso nos asaltan los latinajos para diferenciarnos gracias a la sabiduría de los clásicos (que se torna incongruente cuando rascas un poco). Cicerones digitales que presumen de vidas personales y profesionales para obtener clics, aplausos y contratos en una sociedad que carece de pudor ante la imagen privada. Todo vale para enunciar una frase supuestamente motivadora que caerá en el saco roto de las redes. El elogio a la superficialidad pública de una posadolescencia que se alarga.

 

Y en España, para más inri, el trabajo más soñado o buscado es el de influencer. Somos la excepción en una Europa donde ser escritor, piloto o desarrollador es más popular. Nos llega y somos los recaderos de un mensaje de éxito digital donde cualquiera puede hacerse famoso creando contenidos en las redes sociales, editando fotos personales o creando vídeos. Un mensaje que ha terminado calando en los más jóvenes a pesar de que sus prescriptores más avezados hace tiempo que no optan al carnet joven. 

 

La marca personal o esa identidad digital que algunos pretendemos trabajar con los estudiantes no tiene nada que ver con esa tendencia a la presunción. Es importante enseñar a preservar la intimidad, cuidar lo que uno publica sin caer en incongruencia o en la inmodestia; saber comunicar los logros profesionales, sin necesidad de embaucar ni tratando de deslumbrar a la audiencia es un valor a distinguir en el entorno laboral y educativo. Las carreras profesionales de éxito hablan por sí solas. No necesitamos diapositivas deslumbrantes con fotos de estudio ni multitud de títulos compulsados para apreciar el trabajo, la dedicación y la experiencia de los que hacen (normalmente por los demás) más que hablan. 

 

No tener redes sociales es ya cosa de perros verdes o dinosaurios. Una opción respetable, por supuesto. Como también lo es la exposición pública de nuestra imagen y reflexiones personales (entono el mea culpa). Mantener el equilibrio en nuestras publicaciones y dejar para las abuelas las alabanzas me parece una buena política de marca personal. La autoadulación siempre ha sido un mal distintivo individual tanto en el mundo digital como en el terrenal. Enseñemos a nuestros alumnos, hijas e hijos, que la marca personal no es un medio para forrarse ni vender humo; que es tan solo un medio para comunicar adecuada y convenientemente lo que sabemos hacer. Sin lecciones ni grandilocuencia. 

 

marca personal digital

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