Imagen creada con ChatGPT-4 |
Hay días exasperantes en el aula. En teoría, la práctica docente de una jornada lectiva cualquiera pasa por: seleccionar recursos, diseñar tareas, ofrecer explicaciones y luego resolver y corregir las entregas para una mayor comprensión. ¿Cuál es el problema? El abuso de la Inteligencia Artificial generativa por parte del alumnado (ignoro el grado de uso por parte del profesorado). En pocos minutos tienes un trabajo entregado que, para más inri, piensa el estudiante que está bien resuelto.
Esta experiencia personal dudo que sorprenda a nadie. En mi caso, trato de enseñar para qué les puede resultar útil la IA, en qué casos no es conveniente, o incluso diseño la tarea avisando de que solo se debe hacer uso de los materiales recomendados; así como deben mencionar las fuentes utilizadas para razonar las respuestas a las cuestiones lanzadas. Pero no hay manera. En cuanto te familiarizas con el uso de la IA generativa, sea cual sea (ChatGPT, Gemini, Copilot, Perplexity, Claude...), puedes intuir el plagio en las respuestas dadas. Más todavía cuando descubres que esa herramienta se ha inventado la respuesta (alucinaciones) y ofrece unos resultados peregrinos.
Es evidente que la competencia digital docente en relación a la IA debe ser alta. No para prohibir ni denostar estas herramientas, sino para incidir en un buen uso de las mismas. Para ello, además de la parte técnica (no demasiado complicada) necesitamos una formación pedagógica que incida en cómo funciona esta IA y en qué situaciones debemos o no hacer uso de ella. No estoy hablando solo de detectar plagios, sino de hacer entender al estudiante que no tiene sentido hacerse trampas cuando juegas al solitario. Si realmente quieren tener la cabeza amueblada, saber razonar, ser resolutivos y eficaces en sus tareas, necesitan hacer un trabajo previo de comprensión, filtrado y síntesis de la información que manejan.
La monserga, permitidme la expresión, de que debemos diseñar nuevas situaciones de aprendizaje, formar en nuevas competencias o evaluar de forma distinta, dudo que se esté cumpliendo actualmente. La tecnología sigue, como es habitual, un paso por delante del profesorado y de su capacitación pedagógica. Nos podemos poner a trastear con multitud de herramientas de IA generativa, pero, a la hora de la verdad, para enseñar mejor o para que los alumnos aprendan a hacer aquello que no solventan las máquinas, no creo que andemos muy finos. Podemos estar cayendo en una educación simulada: diseño con IA, resuelves con IA y corrijo con IA.
El objetivo, siguiendo algunas de las recomendaciones del modelo PIO del OEIAC sobre la autonomía de los usuarios, respecto al uso educativo de sistemas de IA debiera tener en cuenta que:
- No disminuye el número de elecciones posibles y no obliga o fuerza a
tomar unas determinadas decisiones en general ni en ninguna fase de su
ciclo de vida.
- Permita certificar que ayuda a las personas a tomar decisiones mejores y más informadas.
- Las personas usuarias finales sean conscientes de que interactúan con una inteligencia artificial y estén suficientemente capacitadas e informadas para hacerlo.
- Los resultados que genere sean etiquetados de alguna manera que permita a las personas identificar que este contenido ha sido generado por una inteligencia artificial.
- No pone en riesgo los niveles de autonomía de las personas usuarias finales, evitando el uso de técnicas manipulativas o subliminales y adaptándose a las preferencias y necesidades de la persona.
- El sistema contará con mecanismos que garanticen que sus operaciones sean transparentes, claras, sinceras y no alientarán a las personas usuarias a sobreestimar sus capacidades.
Hay días que te hartas de tanta IA. Soy sabedor de que no podemos sortear la IA. Incluso, en Formación Profesional, hay que ser conscientes de que los futuros técnicos y técnicas deben saber hacer un uso avanzado de la misma. Pese al hartazgo, y los conflictos que ocasionan los excesos de la IA, tendremos que continuar con esta agotadora tarea de educar en su uso apropiado. Comencemos por ver cómo funcionan las herramientas de inteligencia artificial generativa y midamos las taras, riesgos, sesgos o probables desinformaciones; luego ya descubriremos alternativas o prácticas eficaces que puedan redundar en un mayor aprendizaje o competencia profesional del alumno. Disculpad el desahogo.
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