LECCIONES DE ANÓNIMOS EN LAS REDES

lunes, 28 de agosto de 2023

 

La educación de los anónimos en las redes

El anonimato en las redes es una lacra sin remedio alguno. Parapetarse bajo un seudónimo suele ir de la mano de improperios y ofensas personales. La ruindad humana se distingue fácilmente en esos perfiles que, desde cualquier red social o web, dejan sus comentarios, no para rebatir opiniones o hechos, sino para que su ego siga medrando dando lecciones al resto de torpes mortales. Otra cosa es quien los crea para mantener a salvo sus datos personales o quienes leen o escuchan pero no importunan como meta.


Pecamos de buena educación cuando contestamos a estos anónimos profesionales camuflados entre bits. Sin embargo, no se nos ocurriría entrar en discusión en la calle con una persona desconocida que a su vez anduviera enmascarada. Y seguimos picando el anzuelo. El aburrimiento profesional de algunos provoca ese desasoiego o desfici que pagamos con una barra libre de impertinencias durante la sobremesa de un reality

 

Me sigue asombrando la capacidad de los lenguaraces, más aún cuando se dedican a la enseñanza, a la hora de verter toda clase de improperios a propios y extraños delirando como bots desencajados. Me inquieta también cuando no se hace desde el anonimato; ofreciendo un perfil sarcástico poco edificante para sus educandos (pese a que afortunadamente no suelen figurar entre nuestros seguidores) donde tener la razón parece que tenga premio: ¿inconsciencia o confusión? Una buena forma de perjudicar(se) por cuenta propia. 


El ingenio, la moderación o la transigencia son también valores humanos que podemos lanzarnos a la cabeza, sin necesidad de quedar por encima, mordiéndonos la lengua cuando haga falta y de cara pero con educación. Eso también es conocimiento, en todas sus acepciones. Las redes son un pozo difícil de descontaminar donde no hay más cloro que ignorar a los microbios desconocidos que se crecen tras un teclado. Las aguas negras contaminan la mayor parte de esos millones de publicaciones donde la mayoría buscamos aprecio pero muchos a cualquier coste. Enseñar a desdeñar la toxicidad de las redes, los perjuicios en la propia identidad digital, la sinrazón de opinar sin pensar en los daños provocados o el valor de la prudencia, debieran ser parte primordial de esas populares competencias digitales. 


La vida es demasiado corta para perder el tiempo en anónimos estériles que buscan desahogo; cuando podemos conversar sin necesidad de atropellar a nadie pese a nuestra disconformidad; mientras es posible dar lecciones enmudecidos sin perder de vista que estamos aquí, también en las redes, para imaginar algo mejor. Ya sea X, Y o Z.

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